LOS ORÍGENES NO CONTADOS DE LA AGENCIA DE DETECTIVES I
Siempre había habido rumores de un sobresaliente guardia en Yokohama. Dale una espada, una lanza... podría llevarse a un ejército entero el mismo. Dueño del terreno cuando se trataba de cualquier tipo de artes marciales.
Un hombre alto, en definitiva, imponente. Su notable cabello rojo con flequillo peinado hacia un lado y luego esos característicos lunares, uno bajo cada ojo, alineados de forma perfectamente simétrica. Cualquiera que miraba aquellos ojos esmeralda podía sentir como si la filosa mirada del hombre lo pudiese atravesar. Disciplinado e imperturbable, eran muchos los que ya sentían un profundo respeto hacia Kyosuke Mikoun. Pero también se rumoreaban aquellos defectos: un hombre realmente frío, que no se permitía una oportunidad con las personas. Había quienes lo describían directamente como un lobo solitario, pero nadie lo discutía.
Si bien ese día mantenía la expresión impasible de siempre, no era para nada fácil negar que algo le molestaba. En realidad, casi irradiaba un aura tan amenazante que la multitud del fin de semana retrocedía como marea mientras él bajaba por la avenida. El viento de ese día ondeaba su bufanda, a veces detrás y luego frente a él.
Pero no era mal humor. No exactamente. Estaba más bien preocupado, realmente preocupado. Se ahogaba en esa preocupación y hasta tal vez un rencor hacia sí mismo: Su propio cliente había sido asesinado; la presidenta de cierta compañía que había jurado proteger solo unos cuantos días antes. Todo había sido tan repentino para él y, en definitiva, teniendo su trabajo como guardaespaldas esto le afectaba de una forma más profunda de la que jamás hubiese imaginado. Se preguntaba si hubiese podido evitar el asesinato si hubiese aceptado convertirse en un guardia de tiempo completo en aquella empresa. Tal vez se hubieran reunido ese día, la acompañaría hasta sus oficinas. Había rechazado aquel trabajo porque realmente no tenía el mayor interés en convertirse casi en una figura pública, incluso si solo era un guardaespaldas, además de que la idea de tener cantidades inimaginables de subordinados tal vez le había agobiado un poco. El sentimiento de culpa prevalecía y crecía con cada paso que daba. Nunca habían hablado fuera del trabajo y esa parte estaba especificada en el contrato. Nunca se involucraba personalmente con sus clientes para evitar esa clase de sucesos. Pero había sucedido.
¿Qué se supone que debía hacer ahora?
--¡Ey, espera! ¡Necesito tu ayuda!
Una enérgica voz, con un tono agudo y hasta ligeramente aniñado. Kyosuke se dio la vuelta cuando sintió que alguien tiraba ligeramente de su bufanda, encontrándose con un niño.
Parecería no llegar tan siquiera a los diecisiete. Tal vez ni siquiera a los quince. Llevaba una capa rústica con una gorra de colegial, mientras que un viejo bolso plano colgaba de su cintura. Su cabello blanco, casi plateado, estaba recortado poco por debajo de las orejas, aunque había alguno que otro mechón desigual que no se quedaba en su lugar, aunque a juzgar por el aspecto, pareciera como si alguien se hubiese tomado el tiempo de cepillarle con demasiado esmero el cabello en un intento de abatir esos mechones rebeldes.
--¿Qué sucede?
--Bueno, toda la gente te mira raro y se apartan de donde caminas, así que me pareció que eres la persona perfecta para ayudarme. Llevo caminando toda la mañana y la multitud me empuja todo el tiempo.
El chico seguía hablando con una sonrisa. Kyousuke no podía encontrarse más confundido que en ese momento.
--¿Ayudarte en qué?
--Bueno, verás... Se supone que iba camino a una entrevista de trabajo y... Me perdí. Mi madre dijo que el trabajo quedaba por aquí, pero... Jaja... ¿Cómo explicar que no puse la atención suficiente? También me dijo que también había otras opciones de empleo si esa no me agradaba o no me contrataban y creo que esas sí las podré ubicar, pero... Realmente parecía muy empeñada en este trabajo para mí. Y de verdad no quiero molestar llamándola ahora mismo.
Las risitas nerviosas del chico en cada oración definitivamente habían aligerado un poco el ambiente para él, además de esa sinceridad suya.
--Podría llamar a la policía si necesitas ayuda. ¿O también te da pena hablar con la policía?
--La verdad sí, seguro mamá se entera de inmediato. Creerá que soy alguien que todavía no puede hacer las cosas por su cuenta. ¿Podría usted ayudarme a llegar a este lugar...?
--Claro. Entonces, ¿A dónde deber ir?
--Muchas gracias. Ah, creo que se llamaba algo así como... S&K CORPORATION.
--...
--¿Pasa algo?
--Bueno, yo también voy hacia allá, pero... Tengo que pedirte un favor.
--Oh, claro, lo que sea.
--Cuando lleguemos, necesito que esperes afuera. Un muy buen rato. Tranquilo, cuando salga de nuevo, iré a verte.
. . .
El lugar estaba relativamente cerca del puerto. Paredes de ladrillo color marrón, alzándose sobre una pendiente; el aspecto del lugar parecía resistente para tratarse de un edificio tan antiguo. Una parte del suelo estaba rodeada por esa cintaamarilla de la escena del crimen. Si bien ya habían retirado el cuerpo para examinarloy encontrar algo más, no había forma de ocultar una enorme mancha en el suelo.
Caminó hacia el interior del edificio, bajo aquel letrero que decía "S&K CORPORATION" para dirigirse al ascensor. Una vez ahí, inspiró profundamente. No se había sentido de esa manera antes, pero ahora mismo era como si en ese ascensor le hubiesen dado un tiempo para pensar esto y más. Sí, tal vez necesitaba detenerse un poco. Realmente lo necesitaba.
Esa era la oficina de la presidenta recién asesinada.
--Hola, gracias por venir hasta aquí. Si me das un minuto, terminaré aquí en breve.
La oficina estaba al parecer ocupada por el secretario, luchando con lo que debían ser un montón de documentos, algo que no se esperaría ver en el lugar donde acababa de ocurrir un asesinato. La oficina era lo suficientemente grande para que treinta personas estuviesen allí, pero ahora mismo estaba repleto de documentos, con el escritorio y el piso ahogándose en un mar de papel. Todos parecían ser documentos importantes también. El secretario, un hombre de aspecto enfermizo vestido con un abrigo negro y una corbata carmesí. Alineaba los papeles del otro lado de la habitación, aunque de vez en cuando miraba el campo de papel frente a él para luego sacar algunos archivos y luego devolverlos a la estantería para dedicarse a alinear unos cuantos más.
--¿Qué estás haciendo?
El secretario también pareció un poco confundido por la naturalidad del tono de voz del hombre pelirrojo.
--¿Ves esos documentos? Los estoy ordenando, porque soy el único familiarizado con ellos.
Para ser sincero, no era una explicación muy útil y no lo dejaba más cerca de entender, prefiriendo suponer en que tenía algo que ver con el trabajo del hombre. Si ordenar documentos el día que mataron a s jefa era irrespetuoso o simplemente una buena ética de trabajo fue algo que definitivamente no podía decidirse.
Mientras que las demás ventanas de la oficina todavía lucían esa espectacular vista de la ciudad de Yokohama, la amplia ventana por la que supuestamente la empujaron actualmente estaba cerrada.
Se inclinó un poco para dar su pesar.
--Lamento terriblemente tu pérdida. Hoy perdimos a una gran persona.
La sombría expresión del secretario pareció tornarse todavía más tensa.
--Fue un éxito profesional. La muerte repentina de la presidenta es motivo de gran pesar para la empresa. Ella era algo así como una mentora o institutriz para mí, me sacó de mi trabajo anterior y me hizo quien soy hoy. Creo que lo mejor que se puede hacer por ella es descubrir la verdad y llevar al criminal ante la justicia.
El secretario le señaló la habitación de al lado.
--El asesino ya ha sido capturado. Fue atrapado por uno de los guardias en el primer piso cuando intentaba escapar y actualmente está detenido en la habitación de al lado. Los forenses verificaron sus huellas digitales y descubrieron que coincidían con las que se encuentran en la parte posterior de la ropa de la presidenta.
--¿Qué? ¿Realmente está aquí todavía, al lado?
--Está muy callado, tan callado que podrías pensar que está dormido. Casi pareciera que se ha dado por vencido.
Kyosuke estaba sorprendido, y con justa razón. En Yokohama, la ciudad de los demonios, los asesinos eran extremadamente peligrosos en comparación con otras ciudades. Siempre tuvo una afluencia de partidos militares de todo el mundo trabajando juntos después de la guerra anterior y, en nombre de la gobernanza, eludieron sus derechos extraterritoriales y cada uno creó su propia región autónoma mientras invadían lentamente el territorio de Yokohama. Por lo tanto, Yokohama iba por el camino de convertirse gradualmente en un distrito sin ley, incluso peor de lo que había sido durante la guerra. Las fuerzas de seguridad, la llamada policía de la ciudad, todavía funcionaba de alguna manera, pero la policía militar y la guardia costera, entre otros, estaban más bien inactivos.
Incluso habían usuarios de habilidad, con quienes Kyosuke ya había tratado en más de una ocasión. Si los contaba bien, era casi a diario que habría una posibilidad de encontrarse lidiando con un usuario de habilidad incluso cuando se decía que se trataba de un número bastante reducido de personas en el mundo. Habilidades inusuales y paranormales, de todo tipo. En ese caso, si hubo un asesino a sueldo que hubiera matado a la presidenta de una corporación importante en Yokohama, cualquiera consideraría naturalmente la posibilidad de que sea un usuario experto.
Una persona promedio nunca entraría en contacto con un experto así. Sin embargo, el trabajo había hecho que Kyosuke se familiarizase lo suficiente con ellos y sus crímenes. Y él solo era un maestro de las artes marciales, no un usuario de habilidad. Derrotar a un asesino profesional y salir ileso dependía del flujo de la batalla. SI el asesino realmente era un usuario de habilidad experto, atarlo con una cuerda en la habitación de al lado no sería de ninguna utilidad. La sensación era igual a tener un explosivo en la habitación de al lado.
--Quisiera ver al asesino.
--Claro, sé mi invitado.
--Dijiste, "Sé mi invitado", pero...
Kyosuke no podía caminar hacia adelante. Ya alrededor de la mayor parte del camino que conducía a la habitación de al lado estaba ocupado por esos documentos cuidadosamente apilados y bien organizados.
--¿Importaría si muevo un poco esto?
--¡No, para! ¡No los toques!
Por primera vez desde que se habían conocido, el secretario había alzado la voz.
--¡El futuro de esta empresa depende de esos documentos extremadamente importantes! Una sola racha de impresión podría perjudicar a la empresa en el futuro. ¡Ni siquiera quiero pensar en perder ninguno de ellos! ¡Encuentra un camino para pasarlos sin tocarlos ni cambiarlos! ¡Conozco a alguien tan talentoso como tú!
Ese fue el momento en el que la mente de Kyosuke se quedó en blanco. No se trataba de si podía hacerlo. Él era un artista marcial, no un acróbata. Los únicos lugares abiertos en el piso eran más angostos que el ancho de su pie.
--Por curiosidad, ¿Por qué estás apilando los papeles por toda la habitación así?
--Una pregunta legítima. Creo que el objetivo del asesino era robar o quizás destruir estos importantes documentos. Mi teoría es que algunos delincuentes se colaron para obtener estos archivos y sacarnos del negocio, pero alguien los atrapó: la presidenta. Por lo tanto, tuvieron que matarla para mantenerla callada. Por eso tengo que revisar todo.
Tenía sentido. Un lugar poco conveniente para asesinar al jefe de una empresa sería la oficina misma: había guardias, y el asesino despertaría sospechas. Pero tendría sentido lógico si el objetivo no fuera la vida de la presidenta, sino los documentos de su oficina. Natural que el secretario quisiera revisar los documentos de inmediato.
--¿Qué tal si devuelvo algunos de los archivos al estante por un momento?
--Me temo que no. Cada archivo que ves aquí fue acomodado de una manera específica que es importante para descubrir qué buscaba el criminal. Por fecha, por departamento, por importancia... La habitación misma es parte de un rompecabezas. Aprendí esta técnica antes de que la presidenta me acogiera y soy el único en la compañía que puede hacer esto Hay reglas para poner los documentos en el estante y si las rompemos tan solo una vez, nos llevará un paso más lejos de la verdad detrás del asesinato.
Tan comprensible como incomprensible. De todos modos, Kyosuke ya estaba demasiado preocupado con la idea de causarle problemas al mover los documentos en lugar de lo que había detrás de ellos. Se sentía realmente ajeno a cómo funcionaban las empresas. Ni siquiera planeaba objetar: él era el culpable, después de todo. Si hubiera sabido que su cliente estaba en peligro y la hubiera protegido, la tragedia no hubiese ocurrido y el secretario no tendría por qué estar alineando tan minuciosamente los documentos. El hombre solo estaba cumpliendo con su deber.
Eran alrededor de cinco pasos hacia la puerta de la habitación, según su estimación visual. Debido a todo lo que acostumbraba hacer, tal vez podría hacerlo en dos pasos. Un paso y medio estaría a medio camino a la puerta, mientras que el otro lo haría aterrizar justo frente a ella. Desafortunadamente, eso lo haría pisar algunos documentos. Su primer paso probablemente rompería el papel por la mitad, lo que solo serviría como otra mancha en su historial como guardaespaldas.
Decidió retirarse primero a la entrada de la oficina antes de tensar sus músculos y saltar hacia adelante. Su primer paso lo llevó a una decoración en la estantería alineada contra la pared. Ahí, utilizó el adorno vagamente en forma de cúpula junto con su impulso para saltar una vez más, aterrizando solo con sus manos en la silla de invitados poco más lejos de la puerta antes de detenerse por completo, sosteniéndose esta vez solo con los brazos y evitando que su tronco se sacudiese en lo más mínimo, con un equilibrio perfecto. Desde allí se estiró lentamente, colocando los dedos de los pies entre el espacio entre los montones de documentos cercanos para luego usar una pierna y un brazo mientras se estiraba hacia la puerta. Cuando se agarró al pomo de la puerta, lo sostuvo como un practicante de jujitsu que rodea a su oponente para agarrar parte posterior de su cuello, girando la perilla con solo la fuerza de sus dedos. Después de asegurarse de que la puerta apenas estaba abierta, usó el pomo para sostenerse antes de lanzarse de la silla.
Aterrizó rápidamente con ambos pies en el piso de la habitación de al lado para poder deslizarse a través de la leve grieta que había creado y enganchó un dedo en el marco de la puerta para evitar caerse hacia atrás Y así, se retiró de la oficina sin mover siquiera un solo documento.
--¡Wow!
Miró de reojo al secretario. Eso no era digno de un "wow". A diferencia de lo que se pensaba de él, todavía era frustrante arruinar y destruir su reputación debido a algo tan ridículo. En cualquier caso, pudo llegar a la habitación. Al abrir la puerta, encontró al asesino.
El hombre estaba sentado y era de una estatura más pequeña de lo que Kyosuke habría imaginado. Tenía manos y pies atados y el saco sobre su cabeza evitaba que su rostro se viese. Atado alrededor de sus brazos y piernas había alambre de hierro además de la cuerda que sería imposible de romper sin importar cuan fuerte sea la persona. El asesino llevaba una camisa azul marino extremadamente ordinaria con pantalones de trabajo y zapatos de cuero, sin indicios de que haya estado en combate alguna vez. No parecía ser más que un bandido de rutina que era bueno para colarse en los edificios, eso pensaría cualquier guardia.
Esa era la sala de recepción. Los únicos artículos eran una simple estantería, una mesa para discutir negocios y una pintura. Kyosuke caminó alrededor, asegurándose deliberadamente que se escucharan sus pasos. Entonces la cabeza del asesino se movió ligeramente.
Kyosuke se dirigió a la pared detrás del asesino antes de golpear su palma contra ella. El ruido resonó por toda la habitación, pero el asesino ni siquiera reacciono, se estremeció o se dio la vuelta. Era la serenidad misma y Kyosuke supo de inmediato que no se trataba de un aficionado.
Le observó un momento. No podía adivinar su nombre o habilidad basándose en lo que veía en ese momento, no había nada especialmente peculiar en la apariencia del hombre que insinuara que era un usuario de habilidad. Sin embargo, volvió su mirada hacia un pequeño escritorio en la oficina de la habitación, donde yacían lo que parecerían ser las herramientas de oficio del asesino: había dos pistolas y fundas viejas que, si bien estaban gastadas, parecían bien cuidadas; también algún cambio y un trozo de alambre para abrir las cerraduras.
Volvió a mirar al diminuto asesino de nuevo, quien seguía inmóvil como siempre.
Recogió la pluma estilográfica que estaba sobre el escritorio y comenzó a dibujar líneas a la ligera en un cuaderno que estaba allí. Presionó ligeramente la pluma contra su mano izquierda, luego lo agarró con los dedos de su mano derecha mientras sostenía el tapón con su mano izquierda contra su cadera. Después de eso, separó el ancho de los hombros de su pierna izquierda y se puso en posición como si empuñara una espada. Ambos brazos estaban metidos mientras él tomaba una postura oblicua. Entonces solo hubo silencio.
El asesino inmóvil se puso rígido. Después de contener el aliento, Kyosuke dio un gran paso delante con su pie derecho, desenfundado la pluma con furia.
Aún atado a la silla, el asesino saltó a su lado en un intento de esquivar el ataque de Kyosuke. La silla se estrelló contra el suelo junto con el hombre, haciendo un eco sordo. Después de presenciar el evento, Kyosuke trajo su pie derecho hacia atrás como si estuviera dibujando un arco, luego comenzó a envainar la pluma mientras enderezaba la espalda.
--No te preocupes, es solo una pluma.
Tapó el bolígrafo y lo devolvió a la mesa. Ahora estaba claro: el hombre realmente no podía ver lo que sucedía a su alrededor. Si pudiera ver a través del saco, no habría saltado al suelo para esquivar el golpe de la pluma. Pero ni siquiera se inmutó hace un momento cuando Kyosuke golpeó la pared justo detrás de él. ¿Cuál era la diferencia? ¿Podría sentir la sed de sangre? Se había asegurado de atacar con la intención de matar, algo que el asesino debía haber sentido en su piel antes de arrojar su cuerpo contra el suelo para esquivarlo. No sería un asesino cualquiera si ese fuera el caso: debía haber sobrevivido a innumerables baños de sangre para reaccionar así.
Seguramente solo unos pocos elegidos podrían contratar a un asesino tan talentoso, incluido en Yokohama. Pero si eso fuera cierto, eso dejaría una pregunta sin respuesta. ¿Un asesino mató a su objetivo en el momento en que fue descubierto, empujándola por la ventana con las manos desnudas y, sin embargo, fue atrapado por los guardias cuando intentaba escapar? ¿Era tal cosa posible?
--¿Qué pasó? ¿Está todo bien?
Era la voz del secretario desde la otra habitación.
--¿Era por este hombre que me solicitaron?
--Me gustaría que me acompañaras mientras lo llevamos a la policía. Como vez, ha estado manteniendo su silencio todo el tiempo. Quiero llevarlo a la estación de policía, pero ellos aparentemente tienen poco personal en ese momento, por lo que dijeron que solamente enviarían a dos oficiales. ¿Qué piensas? ¿Serán suficientes dos oficiales para escoltarlo hasta la estación?
--Probablemente no.
Las preocupaciones eran válidas. El asesino no representaba ninguna amenaza estando atado, pero en el momento en que lo desataran podría matar a uno o quizás ambos en un abrir y cerrar de ojos. Lejos de ser un acto de venganza, sintió que llevar al criminal ante la justicia era lo menos que podía hacer.
--Este hombre espera su oportunidad para escapar. Sería sabio transportarlo antes de que intente algo. ¿Importa si lo llevo fuera de la habitación?
--Por supuesto. Por favor, solo asegúrate de que no pise ningún documento.
--...
Eso no pasó. Estaba más desesperado que nunca. ¿Cómo iba a realizar semejante acción? Si él mismo tuvo que realizar complicados movimientos antes, no se imaginaba teniendo que hacer aquello mismo esta vez con alguien atado en una silla. Y sinceramente, ya estaba bastante estresado. Estaba por hablar para convencer al secretario.
--¡Señor pelirrojo! Sé que dijo que esperara abajo hasta que usted llegara, pero la verdad es que revisé la hora y mi entrevista de trabajo ya debió haber empezado hace casi quince minutos.
Al darse la vuelta, Kyosuke encontró al chico albino parado en la entrada de la oficina.
--Hace viento afuera. Mucho viento. Al parecer el clima cambiará muy repentinamente el día de hoy... ¿O será que ella...? No, William, no todo el clima gira en torno a ella. Además, está del otro lado del mundo, claro, debí imaginarlo. Hablando del viento... Sé que hay quienes te aconsejan ir "hacia donde sopla el viento", ¡Pero no pudieron elegir un lugar peor para este edificio! Apesta como si el agua de mar estuviese estancada en basura, todo esta arriba de una colina y casi tuve que atravesar un laberinto para llegar aquí. ¡Yokohama no es un buen lugar para vivir! Ah, también esa molesta gaviota que nos seguía, qué desagradable. Le tuve que dar parte de mi almuerzo para que me dejara de molestar, qué molestas que son esas aves. Por su culpa, ya no podré disfrutar de lo que sería seguramente la última comida que prepara mi madre para mí, ¿Pueden creerlo?
Seguía hablando con una gran sonrisa en su rostro, lo había dicho todo en un respiro sin una sola pausa.
Ante el silencio del secretario y el pelirrojo, el chico por fin se detuvo.
--Parecen confundidos... ¿No me expresé bien? ¿O es que no saben qué es una gaviota? Las llaman palomas del mar, o sea, otras ratas con alas. ¿Qué habrán hecho en su vida pasada? ¿Has mirado siquiera una a los ojos? ¡Lo único que se ve es la locura! De todos modos, lamento el repentino cambio de tema, pero ahora ya no tengo el pedazo de pudín que mi madre había empacado para mí, así que tengo hambre. ¿Alguno tiene algo que pueda comer?
El muchacho entonces miró hacia la habitación, donde estaba el confundido secretario. Hizo silencio y sus ojos marrones se abrieron un poco más, con un brillo que asemejaba más bien a una chispa que recién había aparecido.
--Hmm... Parece que estás bastante ocupado... No es que sea de mi incumbencia, pero ¿Podrías darme ese papel? ¿O estará en algún lugar de la pila? ¿Esperas que lo encuentre? Woah, será una molestia... ¡Hola, señor secretario! ¿Podría ayudarnos a buscarlo? No se preocupe, las huellas digitales en esta sala no importan.
Cada cosa que decía era más desconcertante que la anterior y la mayoría no tenían sentido en absoluto. El niño comenzó a caminar, dirigiéndose hacia el centro de la habitación, el océano de documentos. Justo cuando la punta de su pie estaba a punto de pisar la primera ola de papeles, el secretario agarró al niño por los hombros.
--¡Espera, espera, espera! ¡Detente justo ahí! ¡¿Tienes idea de cuántos años tomó juntar esos contratos?!
--... Nop.
Continuó caminando.
El secretario gritó mientras tomaba desesperadamente los documentos, justo donde aterrizó el pie del niño.
--¿Ves? Si te lo propones, lo puedes lograr todo.
--¡¿Qué pasa contigo?! ¡Independientemente de la tragedia, esta sigue siendo la oficina de la presidenta! ¡Solo personal autorizado!
--Ah... Mamá tenía razón. Hay personas a las que le debes mostrar todo por escrito y con inumerables firmas para que te crean.
El chico extrajo un papel de su bolsa, aunque algo doblado, y lo mostró al hombre.
--Ya me autorizaron. Fue hace unas semanas que dije que vendría para una entrevista, no puede echarme. ¿Sabe lo costosos que se han vuelto estos vuelos?
--Oh... Eres el solicitante. Recuerdo que la presidenta mencionó algo sobre una entrevista para un aprendiz de empleado de oficina...
--¡Sí! Mi madre y ella lo discutieron por meses. Mamá quería que estuviese aquí, la empresa era prestigiosa, pero la presidenta varias veces se negaba por alguna que otra cuestión. Al final, aceptó darme este empleo. Es más, olvidemos el costo de los vuelos, ¿Has visto a mi madre enojada?
El secretario negó vagamente, todavía demasiado confundido.
Totalmente comprensible. ¿Cómo iban a darle semejante trabajo en una empresa tan prestigiosa a un niño así? Quiso ir a intervenir, pero el mar de papel en el suelo todavía bloqueaba el camino.
--Oye, señor secretario... Esto es un desastre. Entiendo que no querías que nadie registrara la habitación, pero, ¿Esto? ¿Qué se supone que harás? Qué desconcertante todo, todos los adultos en general. Nunca los entenderé.
--P-Por favor, ¡Deja de hablar cosas sin sentido!
La curiosidad de Kyosuke esta vez se dirigió a ese indicio de consternación en la pálida expresión del secretario.
--Entiendo por qué estás aquí, ¡Pero nuestra compañía no tiene tiempo para eso en este momento! La presidenta fue asesinada, así que tu entrevista deberá posponerse. Tengo que encontrar qué documentos faltan e informar a las autoridades antes de que el sospechoso sea entregado a la policía, ¡antes de que los enganchen y los reserven! Ahora, por favor, solo vete.
--Bueno, pero en ese caso todavía necesito una nueva certificación.
--Oh, ese papel...
El joven claramente estaba recibiendo ayuda del gobierno para encontrar empleo. Desde la guerra, el gobierno había instaurado un sistema para luchar contra el desempleo ayudando a menores que querían trabajar. Él debía haber estado en el programa.
En otras palabras, debía obtener un papel emitido por la presidenta de la compañía para demostrar que había ido allí para una entrevista y luego tuvo que entregarlo al gobierno para seguir recibiendo ayuda financiera e información.
--Pero necesitas su firma.
--Dijo que ya habría una solicitud con su firma para cuando yo llegara. La necesito. Yo la firmaré, luego la llevaré con mi madre. Estoy seguro de que estará por aquí, pero... No tengo tiempo para eso. ¿Puedo apartar estos documentos?
--No puedes. Su acomodo es una metodología crucial para determinar el motivo del autor y soy el único en la empresa que puede... ¡Aaaah!
El chico hasta hace algunos segundos había empezado a recoger documentos, pero viendo que sería bastante trabajo, suspiró y simplemente empezó a apartarlos a su camino.
--¡Para en este instante! ¡Te prohíbo tocar una hoja más! ¡Me tomó cinco horas acomodoarlos!
--Pero necesito encontrar mi documento.
--Entonces quédate quieto. Ve a las escaleras y espera, lo buscaré después.
--No, lo haré por mi cuenta. No tomará ni un segundo.
Kyosuke no pudo evitar intervenir.
--Niño, ¿Cómo planeas encontrar una sola hoja de papel en este desastre?
--Oh... Bueno, es una certificación del gobierno, por lo que tiene un sello y el papel que utilizan es más grueso que un documento normal.
--Igualmente es una labor titánica para ti...
El chico pasó por su lado como si nada y simplemente abrió la ventana. Fue entonces que una gran cantidad de papeles salió volando por el aire que entraba desde la ventana por la que la presidenta había sido empujada, como si hubiesen cobrado vida. Un pájaro blanco extendiendo sus alas, el aire fresco formando un vórtice, hacia el cielo azul que había afuera... Un cielo muy azul para ser un día ventoso. El muchacho reía.
--¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?!
--¡Ajá! ¡Aquí está!
Agarró un documento sobre el escritorio, el único cuyo peso evitó que fuera a alguna parte con el viento.
--¡¿QUÉ QUIERES DECIR CON ESO?! Argh, ¡Tendré que empezar de nuevo!
--No es la gran cosa. Todos los documentos siguen aquí.
--¿Qué...?
--Ninguno de los documentos fue robado. Quiero decir, lo sabes. Eres el único que la mató, señor secretario, después de todo.
El hombre inclinó la cabeza hacia un lado, con la boca abierta. Su cabeza estaba casi completamente perpendicular hacia el suelo.
--¿Qué...? ¿Qué...?
--Deja de repetir lo mismo, no tiene sentido. Usaste al asesino a sueldo para cubrirte. Bueno, era dolorosamente obvio todo esto. ¡Si mi madre estuviera aquí, ya te tendría atado y te amenazaría con tirarte por la ventana para confesar!
Kyosuke no lograba mantenerse al ritmo de aquellos cambios. ¿El asesino no mató a la presidenta? ¿El secretario era culpable?
Antes de poder espetar algo, alcanzó a detenerse. Volvió su mirada hacia el hombre en la silla. El arma del asesino era una pistola. Un asesino a sueldo experimentado que podía sentir la sed de sangre incluso sin poder ver, ¿por qué alguien tan hábil usaría sus manos desnudas para empujar a la presidenta por la ventana y dejar huellas digitales en su ropa? ¿Y cómo habría sido atrapado por uno de los guardias?
El niño le miraba con una sonrisa todavía más brillante.
--¿Ya lo entiendes tú también?
--Entiendo por qué dudas que el asesino a sueldo sea el culpable. Pero la ropa de la víctima tenía sus huellas digitales, las diez estaban allí en una posición como si él la empujara. ¿Nos darías tu evidencia?
--Oh... Sí, está bien.
El chico entonces se acercó a cerrar la ventana.
--El secretario solo le dijo inocentemente a la presidenta que mirara hacia afuera para traerla al frente de la ventana. Luego, cuando bajó la guardia, la empujó.
El secretario seguía hirviendo en ira.
--Absurdo...
--Este lugar es solo para personal autorizado, ¿Cierto? No importa cuán bueno sea un sicario, podría ser imposible para él alcanzar la ventana sin que la presidenta se dé cuenta. Quiero decir, el escritorio tiene una vista clara de la entrada. Además, si la presidenta hubiera contraatacado, las huellas digitales no se posicionarían como si la hubieran empujado por la ventana. No sería natural. Pero había diez huellas digitales en su ropa, ¿verdad? Eso significa que la presidenta no sintió en peligro hasta el momento en que fue empujada. En otras palabras...
--Era alguien que ella conocía.
Kyosuke terminó su oración. Debía reconocerlo: el chico era muy observador. Si bien parecía estar ignorando todas las normas de comportamiento disciplinado, podía procesar todo a su alrededor.
--Pero, ¿Qué tal si el asesino estaba escondido y casualmente la presidenta estaba frente a la ventana?
--Claro, en un día ventoso.
--Aún así...- Kyosuke volvió a intervenir. -Las huellas digitales de este otro hombre estaban en la ropa.
--Bueno, alguna vez escuché a mi madre discutir con mis tías sobre cómo eraque las huellas digitales eran fáciles de falsificar. Señor secretario, ¿usted era un fiscal o algo así? Mira lo fácil que es: haces un molde de las huellas digitales del sicario, con masita o algo, luego lo pones en un plástico...
--¡A-Absurdo! ¡Incluso si supiera cómo falsificar huellas digitales no podría tomar un molde de los dedos de un asesino a sueldo sin ser asesinado! Ya escuché suficiente. Mikoun, solo deshazte de este mocoso.
--Bueno, ¿Quieres que le diga que tú contrataste al asesino?
--¿Q-Qué?
--El asesino no escuchará a nadie a menos que sea una orden de su empleador. Además, el empleador podría obtener sus huellas digitales sin siquiera frotar masilla en sus dedos, solo podría hacer que el sicario sostenga algo de material blando y que venga al edificio a una hora específica.
--Espera. Este asesino a sueldo no es uno habitual. La cantidad de dinero debe ser obscena y un empleado de oficina promedio no podría permitírselo.
--Entonces no lo iba a pagar. Podría decirle al sicario que venga aquí para una reunión o para discutir el pago. Entonces, todo lo que necesitas es obtener sus huellas digitales e inventar una mísera excusa para que venga otro día. Después de eso, puedes hacer que tus guardias atrapen al sicario una vez que descubra que es una trampa e intente escapar. Así te ahorras todo el dinero. Y hablando de dinero, creo que después de todo traje mi billetera... ¡Sí, aquí está! Bueno... Todavía tengo un hambre terrible, ¿me indicarías donde puedo ir a comer algo? ¿Aceptarán el pago en euros o debería ir antes a conseguir yenes a cambio? Qué difícil es esto...
--Te traeré lo que quieras después de esto, pero termina de hablar primero.
El chico miró con cierta ilusión al hombre pelirrojo, luego asintió.
--Mira, entre más calificado y costoso sea el asesino a sueldo, más difícil será conseguir que venda a su empleador. Eso les da su precio después de todo.
--Pero, oye, estoy seguro de que hablará una vez que sepa que fue engañado. ¿Qué tal si le preguntas a él mismo?
--¡M-Mentiras! ¡Todo lo que dice es mentira! ¡La confesión de un asesino es inadmisible! Si realmente crees que estaba detrás de esto, ¡Pruébalo!
--Quienes solicitan pruebas durante un asesinato suelen ser quienes lo hicieron.
--...
--Hmm, ¿por qué otra razón no querrías que nadie viniera aquí, usando los documentos de excusa? Hay algo que no quieres que encuentren. No sería natural que haya huellas digitales en la ropa de la presidenta, pero no en ningún otro lugar de la sala. Estás ganando tiempo.
--¿Esa es tu evidencia?
--¡Eso es una mentira! ¡Me niego a dejar que alguien me llame criminal por simplemente arreglar algunos papeles! ¡Estaba organizando estos! ¡¿O estás diciendo que puedes probar que no era eso lo que hacía?!
--Estoy seguro. Cambié unos documentos cuando entré y no mirabas, pero nunca te diste cuenta. ¿Qué pasó con esa metodología de alineación?
--¿Q-Qué?
Las palabras se quedaron atoradas en la garganta del secretario. La mirada de Kyosuke se dirigía hacia él con agudeza.
--¿Tiene razón?
--Eh...
Dio unos pasos hacia el secretario.
--¡E-Esto es un malentendido! ¡Yo...! ¡No iba a mencionarlo! Estaba planeando darle una severa advertencia más tarde por su broma, así que lo dejé pasar, pero...
--¿Ves? No cambié ninguno de los documentos.
El secretario dejó de respirar al instante. Su pálida expresión empeoró aún más hasta volverse blanco como la nieve. Kyosuke dio un paso más.
--¿Qué significa esto?
--E-Esto...
--No conocía muy bien a la difunta presidenta, pero ella realmente confiaba en ti. Dijo que eras un secretario talentoso y que estaba contenta de haberte contratado. ¿Por qué lo hiciste?
--N-No... No lo hice. Ella... No era más que un secretario capaz para ella... Eso fue todo. Pero para mí... Eso no fue suficiente.
De repente se escuchó el golpe sordo en la habitación de al lado. Se dio la vuelta, sorprendido y empujó la puerta que se cerraba con violencia, encontrándose con un cuarto vacío. La silla estaba en el suelo, pero las patas donde se amarraba la cuerda se rompieron, dejando solo la silla misma: el asesino había escapado.
--¡Detente!
Kuyosuke gritó mientras daba un paso más dentro de la habitación. Bajando las caderas, delizó una pierna por el suelo, dibujando un arco para girar su cuerpo antes de golpear su hombro contra la puerta abierta. Hubo cierta resistencia. El asesino escondido contra la puerta dejó escapar un jadeo reprimido.
Abrió la puerta mientras buscaba al hombre, pero no había nadie allí. El asesino tampoco estaba en el suelo. Había saltado al aire, casi tocando el techo mientras esquivaba el agarre del pelirrojo. Todavía en el aire, pateó la pared y se alejó de la puerta antes de patear el suelo y crear aún más distancia entre ellos. Con el saco todavía en la cabeza y sus brazos atados a la espalda, el asesino bajó su postura como si fuera un animal salvaje. Todo lo que podía usar libremente eran sus piernas y, sin embargo, fue capaz de evadir el ataque preventivo de Kyosuke sin vista ni manos. Una vez de pie, Kyosuke pudo darse cuenta que era todavía más alto de lo que se había visto, encorvado en aquella silla: si había diferencia de altura entre él y Kyosuke, eran tan solo unos centímetros. El pelirrojo apretó los dientes inconscientemente.
--No quiero pelear contigo.- había hablado el contrario.
Su voz sonaba apagada, pero tenía una suavidad que, si bien podría desentonar un poco por el tono ya natural de esa voz, solo le daba más peso de sinceridad a aquellas palabras.
Kyosuke no respondió. Apenas inclinado hacia adelante, pateó el piso y cerró la distancia con una técnica conocida como shukuchi, una especie de juego de pies que utilizaba el peso corporal del artista marcial para ponerlos al alcance instantáneo de su oponente. Sin embargo, desde la perspectiva de un extraño, casi habría parecido que el hombre desapareció y se teletransportó frente a su oponente.
Extendió su mano y agarró la parte posterior del cuello del contrario, pero el asesino ni siquiera intentó resistirse. En lugar de eso, saltó hacia atrás con él, tirando de ambos cerca de la pared. Junto a esa pared había un escritorio con una pluma estilográfica, un bloc de notas y... la pistola del asesino. Mientras lo empujaba, buscó su arma. Ese fue su plan todo el tiempo.
Sin embargo, sería imposible usarla con las manos atadas a la espalda. Kyosuke le sostuvo el cuello y decidió golpearlo contra la pared, volcando el escritorio. Con el hombre contra la pared, presionó su codo contra el pecho del asesino. La mano del asesino que sostenía el arma crujió cuando se estrelló entre su espalda y la pared.
--Suelta el arma. Puede que seas mi rival comercial, pero por ahora solo eres culpable de traspaso. Te irás fácil.
--No necesito perdón. No hay perdón en este mundo. Solo represalias: venganza contra los que te traicionan.
Entonces levantó los pies del suelo. Incluso tratándose de alguien de complexión hasta delgada en comparación a él, no podría soportar el peso de todo el cuerpo del joven con un solo brazo. La espalda del asesino se deslizó contra la pared hasta el suelo antes de que repentinamente girase su cuerpo por completo, primero con las cadenas. Sacó su arma desde la espalda. Hubo dos disparos.
Kyosuke se dio la vuelta. Dos agujeros habían sido tallados en el pecho del secretario en la habitación de al lado, tiñiendo su pecho en color rojo. El secretario los miró por última vez, con una expresión torcida en agonía antes de colapsar.
Sus disparos fueron realmente precisos, a pesar de no poder ver y tener las manos atadas. Para colmo, no le prestaba atención.
--Solo hay represalias: venganza contra los que te traicionan.
--¡Bastardo...!
Arrancó el saco que le cubría la cara. Era joven, realmente joven, con ligeros rizos en su cabello corto color marrón. Sus ojos, si bien eran una mezcla maravillosa entre tonos de verde celeste y azules, parecían terriblemente vacíos, sin pizca de emoción.
A la cabeza de Kyosuke entonces llegaron aquellos rumores que había escuchado sobre ese asesino que empuñaba dos pistolas, matando fríamente sin mostrar emoción alguna. Su habilidad con un arma era sobrenatural, pudiendo disparar desde cualquier posición y aun así no fallar, como si pudiera ver el futuro. Una pesadilla para personas cuyo trabajo y deber era proteger a los demás.
El nombre del asesino era algo como... Akasawa.
Kyosuke lo sostuvo por el cuello, luego envió su otro brazo alrededor, sofocándolo. El flujo de sangre a su cerebro a través de las arterias carótidas estaba siendo restringido. Si ese chico era el asesino, dejarlo inconsciente en la habitación no era diferente a dejar que un gato jugara en el panel de control con una bomba nuclear. El chico miró a Kyosuke, pero no de la forma en la que se esperaría que uno mirase a quien lo estaba ahogando. En poco tiempo, el asesino se desmayó rápidamente sin siquiera mostrar signos de resistencia, como si no le hubiese interesado nada más que dispararle al secretario. Solo después de asegurarse que el asesino estaba inconsciente, Kyosuke por fin pudo respirar profundamente.
--Ah... ¿Ese es el sicario?
--Llama a una ambulancia. Y a la policía.
--Bueno, el secretario murió y... ¿No será suficiente la policía? Espera, si llamo a la policía donde se supone que estaba mi trabajo, mamá llamará y... Dios, ¿Qué le diré a mamá cuando sepa todo lo que pasó? No, esto no puede ser, la última vez que sucedió algo así se puso de muy mal humor, despidió a muchos de la casa y casi deja morir de hambre a todos a los que debía enviar los víveres... Ya tiene suficiente con todavía la situación de la familia en general...
--¡Llama a una ambulancia primero!
Kyosuke se levantó y comenzó a alejarse.
--¡E-Espera, no me dejes aquí! Oye, ¿No me llevarías a comer? Querías decir que podríamos hablar de mi situación mientras comemos, ¿Verdad?
--Tú...
--Ah, ¿Dónde están mis modales? Me llamo William Lockbird.
. . .
Se habían detenido en un café antiguo relativamente cerca de donde el asesinato tuvo lugar. Había otros clientes presentes y seguían mirando en dirección a Kyosuke y William.
--Perdón por todo eso.
--Descuida, no fue tu culpa.
--Yo digo por desobedecerte. Debí quedarme abajo.
--No. Hiciste un gran trabajo.
El chico pareció sonreír algo apenado.
--Bueno, tampoco era como si debiera esperar mucho... Digo, de por sí me había perdido camino al trabajo antes. Como te dije, también había otras opciones de empleo si esa no me agradaba, aunque realmente parecía muy empeñada en este trabajo...
--¿Te preocupa mucho esa parte?
--Ya me han expulsado de varios lugares de trabajo. Mi madre movió cielo, mar y tierra para conseguir que dejaran pasar por alto mis conductas para obtener empleo allí. ¿Crees que estará decepcionada?
--No veo por qué. Tiene un hijo bastante ingenioso del que debería estar orgullosa.
--Oh, definitivamente lo está. Pero me siento algo culpable por no saber recompensar sus esfuerzos hacia mí. Ha hecho tanto... A veces me llego a sentir como si fuera hijo único.
--¿No lo eres?
--No. Incluso tengo una melliza. Ella también es realmente talentosa, ¿Sabes?
--No se me hubiera ocurrido.
--Cosas familiares. ¿Tú tienes familia?
Ese era un tema del que realmente prefería evitar hablar con desconocidos, por más amables que hayan sido. Sí, algo culpable se sentía por lo abierto que había sido el chico en cuanto a sí mismo, pero el simple hecho de ser parte de su familia y que otros supiesen era un verdadero problema.
--Dijiste que tenías hambre, pero no veo que hayas tomado ni una migaja de tu plato.
El chico entonces bajó la mirada hacia el plato, donde los bollos dulces de mochi rellenos con la pasta de frijol seguían intactos. Pareció un poco disgustado por no obtener respuesta, pero igualmente no se negó a, por fin, empezar a comer.
--Entonces... ¿Cuál es tu nombre?
--Kyosuke Mikoun.
. . .
Cuando la policía finalmente llegó a la escena del crimen, ambos explicaron la situación. Habrían quedado en una posición bastante cuestionable de haber dicho algo equivocado, pero terminaron por dejarlos ir casi inmediatamente después de contar su versión de los hechos. Uno de los oficiales sabía de Kyosuke debido a que era un conocido artista marcial, lo que afortunadamente ayudó a recibir la confianza total de los oficiales. Sin embargo, la condición sería ir a la estación de policía para contar su historia.
La investigación por parte de la policía le tranquilizó bastante, pues encontraron un molde de plástico de las huellas digitales del asesino en el bolsillo del abrigo del secretario. Luego, un instrumento utilizado para duplicar las huellas digitales de las muestras y otro molde con la forma de las huellas digitales del asesino en ambas manos. Todas las pruebas respaldaban la afirmación del chico.
Kyosuke seguía reflexionándolo todo. El chico pudo resolver el caso mediante el razonamiento, una deducción absolutamente brillante que no le tomó más que un vistazo rápido a la habitación. Miró al joven, que todavía terminaba de comer uno de los bollos que habían comprado.
--Oye, chico.
--¿Mhm?
--... Primero, bebe tu té.
El muchacho le hizo caso. Limpió su boca con una servilleta, sin dejar de mirar al hombre. Realmente esperaba que le dijera algo.
--¿Cuándo te diste cuenta?
--Desde el principio. ¿Viste su abrigo tan largo? No sé si alguna vez lo has intenado, pero unas mangas tan largas definitivamente son una molestia cuando vas a organizar documentos.
--¿Te pasa a menudo?
--A veces. En donde trabajaba, del otro lado de la calle... Sé que es de mala educación involucrarme así, me lo dejaron en claro cada que me trataban como una molestia. Siempre me aterraba todo esto. El mundo en general, especialmente el mundo de los adultos. Veía a mi madre, siempre de un lado a otro... Le admiraba por eso mismo. No parecía tenerle ni una pizca de miedo al mundo más allá de las cuatro paredes de la casa, sabía con qué enfrentarlo. Sabe cómo enfrentarlos a todos.
El muchacho se había detenido, negando con su cabeza antes de darle un sorbo al té.
Kyosuke estaba por decirle algo. William realmente parecía un niño que no podía dormir por miedo al monstruo en la oscuridad. Quería decirle que el mundo también podía ofrecerle infinidad de cosas maravillosas...
"--Mikoun, ¿Te atreves a traicionarnos?
--¿Nuestro juramento al bienestar de la nación no fue más que una mentira, Mikoun? ¿Tus palabras no tienen sentido?"
No. No era el adecuado para contarle sobre esas fantasías de un mundo maravilloso. No se sentía la persona indicada.
El chico ahora mismo le miraba, como intentando decifrar lo que pensaba.
--Respecto a tu entrevista... Sé que el gobierno ha implementado programas y eso, pero, ¿No crees que eres muy joven todavía? ¿Cuántos años tienes?
--Cumpliré catorce en diciembre.
Sí, más joven de lo que imaginaba.
--¿Y qué hay de la escuela?
--Bueno, estaba en la Academia de Policía y vivía en el dormitorio... Hace como un año me expulsaron.
--¿Te expulsaron?
--Muchas reglas me estresaban. Eran demasiadas. Haz esto, usa esto, no debes hacer esto otro por el bien de tu imagen... Discutí con un guardia y tal vez me enojé un poco al punto de exponer todas su hazañas con mujeres. Él me echó. Al día siguiente, podría decirse que fui formalmente expulsado.
--¿A eso te referías?
--Sí, siempre he tenido esa clase de problemas cuando alguien me cuestiona demasiado. No puedo evitarlo. También estuvo en ese puesto de militar, donde había un jefe que malversaba. Se los conté a todos y... No tardaron en expulsarme. Luego, los mandados en la construcción. La jerarquía era ridícula, así que escapé. Luego ese trabajo en la línea postal, ah... Encontré una carta muy innecesaria y la tiré a la basura. Me echaron por eso.
Militar, trabajar en un sitio de construcción y entregar el correo... ¿Quién en su sano juicio le habría dado esos trabajos?
--Esta ciudad siempre será un misterio para mí.
--Claramente eres extranjero. Inglés, ¿Cierto?
--Oh... Bueno, estaba claro. El acento delata siempre. Además, todavía no pronuncio bien muchas palabras.
--¿Te importaría si te pregunto por qué dejaste tu ciudad natal? Por lo mucho que has hablado, tu madre debe ser una persona realmente influyente, ¿no es así? ¿Por qué no conseguir otras opciones de trabajo allá?
--Bueno, mi hermano mayor solía trabajar aquí, era detective... Pero con anticipación nos había mencionado que si cualquier cosa le sucedía, yo podía perfectamente venir a Yokohama, con el director de la Academia de Policía. Se conocían, y ahí siempre hablaban bien de mi hermano... Al final sucedió lo que te conté. Me expulsaron muy rápido.
--¿Cómo se llamaba tu hermano?
--Jayden. Jayden Lockbird.
Si bien desde el principio el apellido del chico frente a él había llamado su atención, ahora todo estaba más que claro. Por fin sabía que ese cabello blanco y piel clara con índice de unas ligeras pecas no había sido producto de sus recuerdos jugando un poco, ¿Cómo no lo supuso desde el principio? Cualquiera que trabajase en esos asuntos de protección conocía ese nombre.
A su cabeza llegaban las imágenes de aquel joven de cabellos blancos ondulados con hebras ligeramente doradas, además de esos ojos rojo vino oscurecidos en tonalidades marrón. Y esa sonrisa jovial tan característica suya adornando el rostro pecoso... Jayden Lockbird había sido de los detectives más talentosos que Yokohama había tenido en años.
Casos tan conocidos como "El oficial sin cabeza", "El fantasma de la luz de la luna", "El incidente de la cabeza de vaca"... Esos y más casos que en su momento sacudieron a la nación entera habían sido resueltos gracias a él. Un joven prodigio, de tan solo quince años cuando entró a ese ámbito, con unas habilidades de observación y deducción tan extraordinarios que muchos lo habían apodado "Clarividente". Se había ganado el respeto y admiración de muchos.
Había escuchado hacia no muchos meses atrás rumores sobre cómo el chico, celebrando que ya tenía la mayoría de edad, regresaría a su país natal. Pero... ¿Falleció?
--Bueno, tampoco parece que lo reconocían demasiadas personas fuera del campo policiaco... De todos modos, estoy aquí. No tengo idea de qué hacer ahora mismo. Si lo vemos así, no solo los esfuerzos de mi madre fueron en vano, sino también los de Jayden. El mundo de los adultos realmente da miedo. No los entiendo.
Kyosuke realmente sentía como si algo estuviese mal. Muy mal.
Sí, no era hijo único. Un hermano mayor y una hermana melliza a quienes en definitiva debía tenerles mucho afecto. Pero la forma en la que hablaba en general y considerando su edad, quiera o no era todavía un poco más ingenuo de lo que podría esperarse. Todo lo que el chico hablaba de su madre... Sí, su hermano mayor era un prodigio. Y el propio William había mencionado a su hermana como alguien realmente talentosa... Luego esas palabras de no hace mucho.
"Dios, ¿Qué le diré a mamá cuando sepa todo lo que pasó? No, esto no puede ser, la última vez que sucedió algo así se puso de muy mal humor, despidió a muchos de la casa y casi deja morir de hambre a todos a los que debía enviar los víveres... Ya tiene suficiente con la situación familiar en general..."
Realmente había algo en la familia del chico que no quedaba muy claro. Para empezar, que su madre fuera tan excesivamente explosiva y drástica en la toma decisiones cuando algo salía mal... ¿Para el chico?
--Disculpa, ¿Quién es tu madre?
--Oh... Se llama Meredith.
--¿Nombre completo?
--Meredith Leta Lockbird.
No. Faltaba algo.
--¿No tenía un apellido antes de casarse?
--Bueno... Tanto mis hermanos como yo conservamos el apellido de mamá. No puedo imaginar la cantidad de papeleos que hubiera tenido que hacer si hubiéramos tenido el apellido de papá.
Sinceramente esperaba escuchar algún nombre que reconociera de inmediato, pero no recordaba haber escuchado alguna vez el nombre de Meredith Lockbird.
Por otro lado, con la declaración reciente ya podía confirmar que el chico se hallaba en una situación familiar algo tensa, por no querer decir bastante. No dudaba en que había recibido un trato de crianza un tanto especial.
¿Sería que, tal y como los rumores confirmaban, su hermano mayor era un usuario de habilidad? Eso explicaría varias cosas... ¿No había hablado con el secretario el cómo su madre podría resolver ese asesinato en un abrir y cerrar de ojos? ¿A eso se refería cuando mencionó que su hermana también era talentosa? Si ese realmente fuera el caso, los poderes de la deducción podrían atribuírsele también a él... Pero algo no encajaba. Todavía no.
¿El chico tenía en cuenta de que él también era especial?
Nunca había dicho nada al respecto, tan solo halagaba a su madre y hermanos. Es más, su propio comportamiento era cuestionable, fuera de su incapacidad para seguir varias reglas: no había dicho una sola palabra en toda la sala durante el interrogatorio porque supuso que los oficiales ya lo sabrían. Lo seguía divagando en su cabeza y no entendía cómo las personas no se habían dado cuenta. Eso era lo que le asustaba.
"No entiendo a los adultos."
Tal vez por eso dudaba tanto de las personas. O, como ya suponía, un estilo de crianza en el que seguramente su madre lo había guardado en una burbuja ajena al mundo exterior. Incluso si la hipótesis era cierta, ¿Cómo se lo explicaría?
--¿Qué pasa?
--Nada.
Tal vez era lo mejor. Además, después de todo, era un extraño al que conoció por pura casualidad. En cualquier momento, cada uno volvería a su vida y dudaba en volver a encontrarse con el chico.
Además... ¿No era exactamente eso lo que había causado tantos derramamientos de sangre en su propio pasado? El conocer tan bien a una persona y que más tarde esta se volvería el blanco favorito de todo aquel que quisiera hacerle daño a Kyosuke Mikoun...
Kyosuke no dijo nada más. Esa sensación abrumadora que se apretaba contra su pecho crecía con tan solo la idea de acercarse demasiado al chico y a cualquier otra persona, por involucrarse en sus vidas con la idea de que podrían compartir los mismos ideales.
--Buen trabajo hoy. - Por fin habló. -Informaré a la policía que fuiste tú quien resolvió el caso, te recomendaré para que obtengas una compensación y ya no tendrás que preocuparte por tu madre estresada. Si todo va bien, incluso volverás a las fuerzas policiales. Estoy seguro de que encontrarás un lugar donde puedas tener éxito. Ahora, si me disculpas...
Cuando iba a tomar el cheque, la mano del albino sostuvo su muñeca.
--¿Qué sucede?
--¿Eso es todo?
--Tienes razón. No es suficiente.
El hombre extrajo una tarjeta blanca de su abrigo y la entregó al chico.
--¿Qué es esto?
--Una tarjeta de contacto. Después de ayudar a unas personas en peligro, ahora soy algo así como un guardaespaldas. Ponte en contacto conmigo si necesitas ayuda alguna vez.
El chico todavía mostraba esa expresión decepcionada mientras aceptaba la tarjeta en silencio. Entonces se dirigió hacia la puerta trasera del café para salir.
Kyosuke se dio la vuelta con un suspiro. Entonces el teléfono en su bolsillo comenzó a sonar. Era su teléfono de trabajo. Tuvo un mal presentimiento al respecto e igualmente contestó.
--Señor guardaespaldas, necesito su ayuda. Soy un pobre niño extranjero enviado a una ciudad aterradora. No tengo donde quedarme esta noche y tampoco trabajo. No tardaré en morir en pocas semanas.
No fue necesario acercar demasiado el teléfono. Podía escuchar al albino desde la esquina de la calle fuera de la cafetería.
--...
--¿Moriré?
--Muy bien, si sigues evitando llamar a tu madre, conozco un hotel que-
--Tampoco tengo trabajo. ¿Volveré a ser nada más que una sanguijuela?
No había trabajo para un niño en la profesión de guardaespaldas. Tampoco necesitaba un secretario u oficinista, mucho menos un asistente. Hubo un silencio en la otra línea que esperaba su respuesta.
--Ven conmigo a mi próximo trabajo. Yo no puedo ayudarte directamente, pero mi cliente busca contratar a alguien. Mediaré entre ustedes.
--¡¿De verdad?! ¡Muchas gracias!
¿En qué momento había colgado la llamada y había aparecido para abrazarlo? Además, el abrazo... Realmente le entusiasmaba conseguir un trabajo. Era imposible rechazarle cualquier cosa después de verlo tan extasiado.
--¡Bien, podemos seguir! Primero conseguiré mi estu... Espera. Bueno, recordarás que estuve comiendo esos bollos dulces, ¿cierto? Pues... jaja... Necesito quitarme el sabor dulce de la boca. Hay un puesto de takoyakis en la siguiente cuadra, ¿Podemos ir? Seguro tú también quieres takoyakis. Bueno, también me dará sed... ¿Vamos por más té?
Los ojos y la sonrisa del chico iluminaban su rostro con nada más que energía.
Kyosuke no volvió a cuestionarse si había tomado una buena decisión.
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