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--Si en algún momento llegaste a sentirte demasiado afectado por todo eso durante tu prueba de ingreso, ¡Lo siento, de verdad! Seguro que me excedí, no era necesario, me porté muy mal contigo...
El "terrorista" lo manos mientras agachaba la cabeza, disculpándose con él una y otra vez. Él simplemente no sabía qué decir al respecto. En cierta forma, también le tranquilizaba que los ojos verdes oscuros fueran nada más que lentes de contacto y que su mirada turquesa celeste ahora fuera mucho más amable y hasta cierto punto encantadora, con ese brillo vital mezclándose entre tonalidades turquesas y verdes.
--Y-Yo... N-No importa...
--Claro que importa, no quiero dejarte ningún trauma emocional...
Entonces la chica asomó la cabeza desde la otra mesa.
--Si no quieres que siga disculpándose, sólo dile que no es necesario.
--N-No son necesarias las d-disculpas... Estoy bien.
Mostró una pequeña sonrisa, correspondida por el otro, a quien su al parecer hermana le dio un codazo.
--Debes presentarte, no seas grosera.
"¿Grosera...?"
--Pero... Kirako, él es...
--Lo trato lindo porque él es lindo. ¿Lo vez amenazante? No seas así, Kaya, ¡mira lo lindo que es! Vamos, no tienes que fingir ser un chico con cada varón que conozcamos!
Si bien no pudo evitar cubrir su cara por las palabras de la chica, trató de mantener la compostura mientras la otra recién descubierta chica frente a él dejaba caer su coleta sobre su hombro. Ahora realmente se parecían.
Algo apenada, suspiró antes de presentarse.
--Está bien... De nuevo lo siento. Me llamo Kayano Misora, un gusto conocerte, Narumi Maihara.
--Kirako, mucho gusto. Perdónala, es algo sobreprotectora cuando hay chicos cerca. Ya sabes, cuida a su hermana pequeña.
--P-Pero ¿No son gemelas...?
--Soy dos minutos mayor. Ese tema de "Kirako y el amor" te lo contaré luego, ¿de acuerdo?
Narumi asintió ligeramente, todavía un poco confundido por ello. El cabello de ambas era castaño claro, casi rubio, pero parecía que lo habían teñido por el ligero tono rosa cobrizo que había apenas pasando las raíces.
--¿U-Ustedes son asistentes en la Agencia?
--Sí.
--Algo así...
--Oye, chaval.
Ryuuji se acercó a ellos.
--Después de considerarlo seriamente durante cinco minutos, acabó de decidir algo: Me gustaría que tú fueras el ejemplo para alguien acerca de cómo debe comportarse.
Giró un momento su cabeza hacia Ren.
--Pero-
--Nada de peros. ¿Estás de acuerdo?
--U-Umm... Claro.
Sonrió de nuevo.
--Y... ¿Q-Qué hacían antes de unirse a la Agencia...? E-Es sólo curiosidad, nada en especial. N-no quiero molestarlos...
No quería dejar la conversación al aire, pero eran pocas las cosas que se le ocurrieron. La verdad, lo que menos había esperado con esa pregunta era las cuatro miradas de entusiasmo que ahora habían caído sobre él.
--Adivina.
Los cuatro lo miraron con una sonrisa mientras se acercaban a su mesa.
--¿E-Eh?
--Trata de adivinar. Es un juego que ya solíamos hacer.
--Adivina nuestras ocupaciones de antes, ¿Te parece?
--Mira, también es buena idea para prepararte y como tu entrenamiento.
--Busca referencias, cualquier cosa que te sirva.
--E-Está bien...
Los observó uno a uno un momento.
--Kayano-san, Kirako-san, eran estudiantes.... ¿C-Cierto?
--Acertaste.
--Bien hecho, Narumi-san.
--B-Bueno... N-No se ven mayores que yo... Y Kirako lleva el uniforme puesto.
--¿Y qué dices de Shirogane?
--Umm...
"Alguien muy sereno, incluso en situaciones así... Pero también sabe tomar el control de las situaciones. Ya debe tener experiencia en trabajos como este..."
--¿T-Trabajabas en alguna o-otra comisaría antes...? Policía, detective... Hasta investigador privado tal vez.
--Policía. Vas bien, chaval.
--¿Qué me dices de mí?
Se quedó mirando al castaño un momento.
"Es alguien muestrario y suele escribir, por lo que veo... También le gusta leer..."
--¿E-Eras autor anónimo o a-algo así...?
--Oh... Me gustaría que así fuera. No es mala idea a decir verdad.
--El antiguo trabajo de Akasawa es un misterio.
--También tiene recompensa.
--¿R-Recompensa...?
--Sí.
--A-Alguien tiene que haberlo adivinado... No p-puede ser tan difícil.
--Lo es.
Apenas se alejó un poco de los dos mayores cuando escuchó un teléfono, al parecer de Kayano.
--¿Sí? Habla Misora... Entiendo.
Miró a su hermana, a lo que ella asintió.
--Llegaremos en unos minutos.- cerró la llamada.
--¿Otro trabajo?
--Sí, la cliente ya está en la Agencia.
--Bueno, hay trabajo que hacer. Podrás seguir adivinando en otro momento, Narumi.
. . .
--Mencionaste que quieres que investiguemos algo, pero ¿De qué estamos hablando exactamente?
Las gemelas miraron a la cliente frente a ellas.
Era una mujer de aspecto joven aún. Su rostro estaba cubierto por varias pecas y su cabello castaño tenía algunas ondas, había sido cepillado con esmero.
Ryuuji apenas y miró de reojo al castaño para sostenerle del hombro en cuanto se acercó a la clienta.
--Ni se te ocurra molestar con eso.
--Pero- ¡Mis oportunidades!
--Con respecto a mi petición...
--A-Ah... s-sí.
--Verán, un grupo de gente desagradable ha estado reuniéndose detrás de mi empresa.
--¿A qué te refieres con desagradable?
--Visten de forma harapienta. He escuchado a algunos de ellos hablando en otros idiomas.
--Tal vez contrabandistas. Es de esperar en una ciudad portuaria.
--Sí... Necesitamos demostrar que hacen algo ilegal para avisar a la policía militar. Así que... ¿Podrían vigilarlos?
--¿Sólo vigilancia?
--Sí.
--Chaval, irás tú.
--¿E-Eh?
--Tranquilo, Narumi, estarás bien. Sólo es un simple trabajo de vigilancia.
--S-Shirogane-san, A-Akasawa-san...
--Créeme, los contrabandistas son inofensivos generalmente.
--¿Y-Y si llevan armas...?
Kirako alzó la mano.
--Oh, Shirogane-senpai, ¿Podemos acompañarlo?
Narumi miró a sus dos superiores.
--¿Qué opinas?
--Umm... ¿Por qué no? Prometan cuidar a Narumi.
--Sí.
--Con nuestra vida, lo prometemos.
El más pequeño suspiró aliviado, aunque bajó un poco la mirada al observar a las gemelas mirándolo con atención.
--G-Gracias...
--Claro.
--Les agradezco tomar el caso.
La joven se levantó.
--Una bella dama como usted.. Si me permite acompañarla.
El castaño se había acercado a ella, tomando una de sus manos.
--Creo que no será necesario, disculpe.
--¿Q-Qué...?
--Entendió perfectamente. Gracias.
Ryuuji rio un poco mientras apartaba a su compañero de la cliente. Ella empezó a caminar hacia la puerta, seguida por las gemelas.
--Tu equipo.
El más alto le entregó una mochila que incluía una cámara y micrófonos.
--G-Gracias...
--Por cierto, chaval, tengo una última advertencia para ti. Bueno, es más un consejo.
Abrió un poco su libreta antes de extraer una fotografía que le entregó.
Sintió un extraño escalofrío al ver la imagen. Mostraba a una persona, un hombre joven, vistiendo un atuendo negro con una especie de corbatín blanco. Su cabello era rubio, llevaba su mechón izquierdo un poco más largo que el derecho. A pesar de la expresión tranquila que mostraba esa persona, por un momento le pareció ver maldad en aquellos ojos verdes.
--Si te topas con él, no dudes en huir. No quiero que te metas en problemas.
--¿Q-Quién es...?
--Es de la mafia. Si no te decimos más, es porque no tenemos mucha información al respecto.- el castaño se había unido a la conversación.
--Son criminales que se adjudicaron el puerto como territorio. Se hacen llamar Port Mafia, son de los criminales más peligrosos en la ciudad; de entre todos ellos, este tipo se encuentra fuera de nuestro alcance.
--¿T-También tiene poderes...?
--Podría desatar una masacre si quisiera. Ni la Policía Militar puede con él.
--¿C-Cómo se llama...?
--Hideki.
. . .
El joven se acercaba a la comisaría, tosía un poco. Entró a las oficinas, encontrándose con dos oficiales.
--Encontré un bolso tirado. Su dueño lo perdió.
--Vaya, ¿un objeto perdido? ¿Podrías completar este formulario?
Empezó a caminar hacia
--¿Eh? ¿Te conozco de algo?
--¿No me aceptarán como cliente...? Es una pena.
Ambos oficiales apuntaron sus armas hacia él.
--Sin duda son una fuerza distinguida.
Sonrió.
Al poco tiempo, volvió a salir de la comisaría. Una mujer entró poco después.
--Disculpen, ¿Podrían ayudarme...?
La mujer retrocedió aterrada, contemplando la escena. Los cuerpos de los oficiales desplomados sobre el escritorio, sus armas lejos de ellos. Las paredes y el suelo estaban cubiertos de sangre. Se escuchaba un ruido, como una alarma, proveniente de un bolso que se encontraba aún sobre la mesa.
El lugar explotó poco después mientras el rubio se alejaba, sosteniendo un teléfono con una llamada en curso.
--Acabé aquí. ¿Qué sigue?
. . .
La chica se había echado a reír.
--Claro que es normal sentir miedo, Narumi, no te preocupes.
--¿P-Por qué s-se ríe entonces...? ¿N-No siente m-miedo de la mafia...?
--Bueno, nos las hemos arreglado hasta ahora... Estaremos bien, ¿sí?
--Te irá bien, tranquilo.
--Y-Y... ¿U-Ustedes no tienes una habilidad...?
Kayano se giró a mirarlo, sonrió un poco apenada.
--Bueno... mi poder no es exactamente adecuado para la pelea directamente. Pero supongo que algo puedo hacer.
--E-Entiendo. ¿Y u-usted, K-Kirako-san?
--No tengo ningún poder así.
--E-Entiendo...
--Pero tiene un don extraño, ¿sabes?
--¿U-Un don?
--¿Recuerdas tu prueba de ingreso? Una semana antes, Kirako estuvo escribiendo algo, cuando le pregunté, me dijo que ensayara cada una de las palabras. Escribió un guion perfecto para tu prueba, Maihara-san. A veces parece que ve el futuro.
--E-Es increíble...
--Pero solo fue coincidencia, Kaya.
--Te creeré solo por esta vez.
Todavía le parecía extraño el hecho de que Kayano hubiese vuelto a su papel "masculino", pues había recogido su coleta de forma que se viera todavía más corto su cabello y dejaba que su hermana se le aferrar al brazo... Casi como una pareja haría. Estuvo a punto de hacer una pregunta hasta que la clienta habló.
--Ya hemos llegado.
La joven les indicó el lugar, ellos se acercaron. Narumi le miró de reojo y ella casi cruzó mirada con él al momento, haciéndolo apartar la vista. Si era sincero, casi había olvidado que ella los acompañaba en ese momento.
--Es por aquí.
Continuaron siguiéndola a través del amplio callejón.
--Qué extraño...
--Disculpe...
--Oksana.
--Oh, Oksana-san, ¿De verdad es aquí?
--Sí.
Kayano no se movía de donde estaba. Observaba su alrededor como si tratase de buscar algún detalle en especial. Entonces se dio la vuelta para dirigirse a la mujer.
--Esto... A menudo los contrabandistas son cobardes, necesitan una ruta de escape. Un callejón como este...
El chico sintió cómo una mano tomaba un poco su brazo. Notó como Kirako lo jalaba un poco hacia donde su hermana estaba. Estaba lo suficientemente cerca de ambas como para escuchar el murmullo de Kayano.
--Si alguien viniese por ese lado, no habría ruta de escape para quienes estén aquí...
La mujer no dijo nada más. Había sacado un teléfono de su bolsillo y se encontraba en una llamada en ese momento.
--Llegamos. Entiendo, cinco minutos, descuida. Gracias.
--¿Vendrá alguien más?
--Un compañero al parecer.
Miró a los tres chicos ahí. Kirako simplemente seguía tomándolo por el brazo.
--Es una trampa, ¿Cierto?
"¿U-Una trampa...?"
La mujer no respondió nada.
Notó algunas señas de las gemelas entre ellas, Kayano asintió antes de empezar a caminar un poco con las manos al aire.
--No tiene caso... Les pediré que no se muevan.
De la bolsa de mano que llevaba sacó dos armas, apuntándole.
--Retrocede.
La chica de coleta sólo corrió hacia ella, haciendo un esfuerzo por contener sus manos. La castaña no oponía demasiada resistencia en contra de ello, pero sus manos seguían firmemente aferrada a las armas.
--¡Kirako!
--Ven.
La otra chica lo sujetó de la mano mientras empezaba a correr. Fue entonces que la mujer empujó con su pie a Kayano antes de apuntarle y empezar a disparar en la dirección de los que huían, cortando el paso.
Ella le extendió su brazo un momento, en señal de que se detuviese. Poco después ella se puso frente a él.
. . .
--Whoa, whoa, yeah... Shinju wa, hitori de wa, dekinai.
--... Esa canción no me la sacaré de la cabeza en días.
--Es pegadiza, ¿No?
--¿Harás el trabajo?
---Umm... ¿Y si esperas conmigo?
---¿Esperar?
--Sí, esperar una señal.
Le extendió los auriculares que tenía puestos. El mayor se agachó un poco para acercarse.
Sólo escuchaban voces, las cuales fueron interrumpidas a los pocos segundos por varios disparos.
. . .
La sangre de la chica salpicó un poco su rostro. Sus ojos se abrieron de par en par.
--¡Kirako!
No pudo más que sostenerla por los hombros mientras su hermana corría hacia ellos. No se sentía capaz de hablar.
--Kirako...
Aún abría los ojos, respiraba un poco. Su gemela la sujetaba, temblorosa, mientras que ella sólo trataba de mostrar una pequeña sonrisa.
--Kayano... Protege a N-Narumi...
Él sostenía la mano de la chica aún, pero ella empezaba a perder fuerzas. Temblaba. Su vista se nublaba de a poco en lágrimas que no tenía idea si serían derramadas a tiempo.
--K-Kirako-san...
Su respiración se agitaba, empezaba a sentirse mareado. Su espalda se golpeó con la pared al intentar retroceder un poco más.
La mujer seguía apuntando el arma.
--No te acerques... No te atrevas...
Ella giró su cabeza de a poco. Podía verse la ira a través de las lágrimas que ahora mismo hervían en los ojos de Kayano.
El seguro fue retirado de nuevo. Esta vez, la chica dio otro paso al frente, cubriendo a Narumi y a su hermana.
--¡No te atrevas a tocarlos!
Las innumerables letras brillantes en color verde se aglomeraban alrededor de ella, formando aquella aura que caracterizaba a los usuarios de habilidad.
--Nieve Tenue.
El aura se esparció por los alrededores, como si se hubiese esfumado por un instante. Pero aquellos copos luminosos más parecidos a luciérnagas que otra cosa habían empezado a cubrir la mayor parte del callejón.
"Nieve..."
El chico miró un momento a Kayano, ella tomaba a su hermana en brazos antes de dejarla a su lado. Se aferraba a ella como si se despidiese, con los ojos cerrados mientras le murmuraba algo al oído y, por un momento, le pareció ver a la muchacha que debía estar inconsciente soltando una risita débil con su último aliento.
--Ya hiciste mucho... Lo siento.
Se giró hacia la mujer castaña mientras extendía un brazo frente al chico.
--Quédate atrás... La mataré.
"¿Matarla? "
La mujer no tardó en disparar. Él se agachó, cubriendo su cabeza y encogiéndose un poco. La otra chica, a pesar de estar agonizante, trataba de recuperar la fuerza en la mano que lo sostenía, incluso se movió un poco frente a él, tratando de cubrirlo como lo había hecho hacia unos segundos.
Kayano había desaparecido entre copos de nieve.
--Intenta encontrarme ahora.
La voz de la chica se escuchaba, pero ella misma era invisible ante la vista de todo aquel que se encontrase dentro del sitio cubierto por la nieve que su habilidad había creado.
"Será un desperdicio de balas... No es muy hábil combatiendo cuerpo a cuerpo."
La mujer cerró los ojos un momento mientras pensaba esto. Extendió las manos antes de darse la vuelta, deteniendo una mano que había surgido a través de la pantalla de nieve.
De inmediato tiró de aquel brazo, pero este también se desvaneció. Pocos segundos después un par de manos la sujetaron con fuerza del cuello. Luego otro par más.
Ella trataba de zafarse, intentando primero el tirar hacia adelante esperando lanzar a la chica hacia donde pudiese verla. No resultó. Sus jadeos se ahogaban en la falta de aire. Había comenzado a toser entre su desesperación por liberarse, había empezado a moverse como podía en un intento de deshacerse de aquellos brazos que la estaban ya incluso levantando del suelo mientras le sujetaban del cuello, cada vez más fuerte.
Fue tan rápido que casi creyó que él también estaba siendo afectado por algo completamente ajeno a lo que en realidad sucedía. De un momento a otro, la mujer había caído al suelo entre respiros agitados tratando de recuperarse, sosteniéndose del cuello. Y justo detrás de ella, estaba Kayano... Con lo que parecía una enorme cuchilla oscura atravesándole el pecho.
Apenas aquello se separó de su cuerpo, ella mantenía sus ojos abiertos, con la expresión de sorpresa permanente en su rostro, que había empalidecido en cuestión de segundos.
Miró a Narumi, murmurando algo con sus labios.
"Huye..."
La chica también se desplomó, mientras la nieve empezaba a desvanecerse de a poco.
Detrás de ella, apareció aquel hombre de cabellos rubios. Era alto, vestía un abrigo negro que había transformado en lo que parecía una bestia oscura y unos terribles ojos rojos, con la que había atacado a la chica.
--¿Dónde está el tigre?
Miró a la mujer. Ella, recuperánodse, le señaló a dónde se encontraba el chico, quien se pegó un poco más contra la pared, tratando de esconderse.
Aquella criatura no tardó en atacar a la chica moribunda que lo cubría, también atravesándola.
Ella se esforzaba en detener con sus manos a la criatura, evitando que también atravesara al chico de ojos celestes. Con una tos seca, salieron gotas de sangre.
Él estaba aterrado.
Se vio expuesto después de que la chica fuera arrojada a un lado.
No podía moverse, no se sentía capaz. No dejaba de temblar, se sentía cada vez peor. Su visión se tornaba borrosa, su estómago daba vueltas. Y aún así, su mente sólo le permitía enfocar al criminal que tenía enfrente.
Ese hombre era aterrador. Su cuerpo dolía, se abrazó a sí mismo tratando de consolarse un poco, cubriendo su boca.
El rubio también lo miró. De inmediato se apoderó de él una sensación extraña en cuanto el de cabellos oscuros alzó la vista.
Esos ojos celestes, casi transparentes. Una mirada que odiaba con todas sus fuerzas, le parecía despreciable verlo incluso así. Pero no entendía qué le pasaba, no se había sentido así desde hace mucho. Esa sensación lo enfurecía.
Apartó un poco a la mujer castaña, acercándose más al chico.
--Eres desagradable.
Estas palabras le dolieron profundamente. Le pareció haberlas escuchado antes, con ese mismo tono. Agachó la cabeza, como si esperara recibir un golpe después de eso.
El rubio sonrió satisfecho.
--Escucha, puedes entregarte. Si decides pelear o ponernos las cosas difíciles, seguiré con tu pierna. O puedo ir más allá.
Esa desagradable y aterradora sonrisa. Sus lágrimas se derramaba, pero él trataba de contenerlas. Trataba de no romper a llorar, trataba de no gritar.
Llorar empeoraría las cosas.
--¿No vas a escucharme?
Levantó un poco la vista. Miró a las dos chicas en el suelo.
"¿Sólo soy una carga...?"
--¿P-Por qué...?
Escucharon su murmullo. La castaña estaba por acercarse, dejando las armas a un lado. Pero el rubio le hizo una seña para detenerse.
--Hideki-san, no será necesario-
--Te equivocas. Quiero escucharte repetir esa pregunta... Jinko.
Alguna vez había escuchado ese apodo antes. ¿Dónde había sido? Sus manos sintieron aquella punzada breve de nuevo. Secó sus ojos antes de levantarse, apoyándose con la pared.
--¿P-Por qué y-yo...? Y-Yo n-no hice nada...
Esperó la respuesta. El contrario simplemente cubrió su boca mientras tosía un poco.
Una tos rasposa que se detuvo casi de golpe al escuchar aquella pregunta. Vio sus extremidades tensar se de repente, apretó los puños.
Aquella mirada desquiciada, de ojos verdes, estaba frente a él.
--Rashoumon.
--¡Hideki-san!
Él no reaccionó.
De un momento a otro, el rubio había usado su habilidad para transformar su abrigo en aquella bestia oscura, que acababa de arrancar su pierna.
Cayó al suelo, gritando y retorciéndose del dolor, lloraba.
Él tosió un poco, pero volvió a sonreír.
--Mírate... Un ser despreciable, arrastrándose como la escoria que es. ¿Esperas que alguien venga y te rescate?
--Creí que lo querías entero.
Se giró hacia su compañera.
--Está vivo, Oksana. Es suficiente para nosotros y probablemente para quienes nos ofrezcan la recompensa. Tráelo.
Ella suspiró.
"No debes conocer a tus objetivos..."
Mientras se decía esto para sí misma, se acercaba al más pequeño.
"Debo vivir... No voy a rendirme..."
Levantó la vista una vez más hacia el de ojos verdes, su mirada había cambiado de forma repentina.
Las letras del aura azul celeste que lo rodeaban empezaban a ensombrece su cuerpo, preparándose para transmutarlo. Su pierna empezaba a crecer de nuevo mientras la transformación se llevaba a cabo.
El tigre blanco apareció nuevamente.
--Así debe ser.
Su compañera retrocedió un poco mientras él se lanzaba contra el tigre.
La bestia saltaba por las paredes, esquivando los ataques de su contrario e incluso tratando de alcanzarlo a través de ellos.
Era capaz de destruir las extensiones de la bestia negra.
--Imposible.
Al ver a su superior en riesgo, ella se acercó por una de las armas, disparando al tigre.
--No funcionan las balas...
El tigre se arrojaba hacia ella.
--Rashoumon... ¡Agito!
Desprendió afiladas lanzas, dos de ellas logrando rebanar a la bestia a la mitad.
--Debíamos capturarte vivo...
Pero el tigre había comenzado a desvanecerse entre aquellos ahora centelleantes copos de nieve, cuyo brillo, aún más débil que la primera vez, seguían cayendo.
El rubio se dio la vuelta para encontrarse a la muchacha tendida en el suelo, pero cuya mano seguía extendida hacia arriba. Se esforzaba por mantener sus ojos abiertos.
--Maldita seas...
No tenía tiempo para esas distracciones. No tardó en escuchar el ruido de las garras en la pared. El tigre atravesaba la pantalla de nieve, siendo visible para el rubio. Saltaba hacia él.
--Rashoumon. Murakumo.
Otra vez aquellos ataques fueron lanzados hacia el tigre.
--¡Suficiente!
El castaño se interpuso entre ambos, extendiendo las manos hacia cada uno, frenando los ataques.
A los pocos segundos, el chico de cabellos oscuros cayó al suelo inconsciente.
--¿Qué haces aquí?
--Umm... Creí que notarías que soy alguien persistente cuando se tratan de bellezas como tú. Tal vez me excedí al querer escucharte en secreto, mis disculpas.
Ella revisó su bolsillo, sacando la radio que era par de la que el castaño estaba mostrando. Miró de reojo a su compañero, pero tampoco quería conocer su expresión ante aquello.
--Tú...
Él evitó cualquier respuesta hacia ella y simplemente se agachó junto al menor.
--Narumi, despierta. Despierta por favor. Si no despiertas, tendré que cargarlos a los tres.
La mujer se acercaba a su compañero en un intento de ayudarle a levantarse, sin quitar la vista de encima de los detectives.
--Hideki-san...
--Déjalo, Oksana. Sólo por esta vez.
El castaño entonces se dirigió a ambos de nuevo.
--¿Es algo personal lo de este niño?
--Ofrecen una recompensa por él en el mercado negro. 7,000 millones de yenes.
--Ya veo. ¿Piensas visitar algún día la Agencia entonces, Haru? Veamos qué sucede. Créeme, estoy ansioso por ello.
Frunció un poco el ceño.
--Él...
--Tranquila. La recompensa por el tigre se la quedará la Port Mafia. Tendremos que irnos, Oksana. No hay oportunidad contra él en este momento. Y él lo sabe bien... como ex miembro de la Port Mafia.
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