12

"Huele a... ¿Sopa de miso...?"

El olor de las especias y de la sopa recién hecha lo fueron despertando de a poco. Ya estaba levantándose del futon cuando notó la silueta vestida con el kimono rojo frente a él, que terminaba de servir un par de tazas de té. Apenas lo vio, la chica inclinó la cabeza.

--Buenos días. 

--... ¿Haruka?

.           .          .

--¡N-No me avisaron que íbamos a compartir cuarto!

--Ah, eso. No hay cuartos suficientes, Narumi. Además, Haruka-chan aceptó, ¿Verdad?

--Me lo indicaron.

El castaño tiró un poco del brazo de Narumi.

--Como no tiene parientes, está sola. Además, la Port Mafia podría enviar asesinos tras ella. Debes protegerla.

--E-Entiendo... Me esforzaré, Akasawa-san.

El castaño le sonrió mientras giraba su silla y acariciaba con su dedo a la criatura verde en su nueva pecera.

--Ah, ¿No es Narumi adorable, Akkorokamui?

--A-Akasawa-san...

--Disfrutas cuidándolos... ¿Y si nos escribes un informe sobre la Port Mafia mientras estuviste capturado?

--Claro, claro... Narumi.

--¿Sí?

--¿Lo escribirías por mí? Si no te convences del todo, tal vez puedas empezar por la parte de la persona que ofreció dinero por tu cabeza. 

--E-Espera, ¡¿Ya sabes quién fue?!

El castaño mostró una memoria USB. 

--Según los registros de la Port Mafia, la líder de una organización norteamericana llamada "Guild" ofreció la recompensa. 

--¿Guild...?

--Guild es considerado un mito urbano. Dicen que tienen cargos claves en las finanzas, la política y el ejército. Son una sociedad secreta que usan sus poderes y fondos ilimitados en un sinfín de confabulaciones. Ahora, ¿por qué querrían a Narumi?

Un ruido de lo que parecía ser un helicóptero ya bastante cercano al edificio interrumpió la conversación y los hizo mirarse entre ellos. Ya ni siquiera preguntaron en cuanto la chica de cabellos rosados entró a la sala.

--¡Es una emergencia!

Para cuando todos subieron al techo, había un helicóptero aterrizando sobre la carretera justo frente a ellos. Se podían ver a tres personas allí, todas perfectamente bien vestidas. 

Uno directamente tenía la pinta de ser un secretario, cargando un maletín plateado. 

Había una chica bastante joven también, que a lo mucho llegaba a los dieciocho, piel pálida, ojos brillantes en un tono magenta y cabello rosado pastel con un corte tipo princera, el resto era bastante largo, seguramente pasando de sus de sus rodillas. Las pecas en su rostro la hacían ver adorable, además de esa florecilla blanca adornando su cabello. Teniendo en cuenta su expresión en ese momento, realmente parecería una princesa. Incluso con el brusco movimiento que hizo el helicóptero para aterrizar, ella apenas se inmutó y tan sólo apartó uno de sus mechones de cabello de su rostro que habían quedado algo desarreglados con el viento. ¿Es qué solo tenía movimientos tan elegantes? En cuanto a su ropa, usaba un sencillo pero encantador vestido que parecía haber sido hecho a mano si te basabas en cuanto las telas de diferentes colores, principalmente en negro y amarillo pastel. Y, a pesar de que podrían ser telas viejas debido a que las partes de los bordes estaban rasgadas, de alguna forma lo lucía de una forma bastante digna y seguramente no se vería tan bien en alguien más que no fuese ella. Sus pies estaban cubiertos por calcetines cuyo elástico seguramente se había gastado o bien eran algo anchos para ella y un par de zapatillas negras.

Y luego estaba la última persona, situada entre ambos. Se trataba de una mujer joven, tez clara, con un cabello rosa pálido, no había flequillo cubriendo su frente; además de ese pequeño pico de viuda perfectamente centrado, su peinado consistía en dos pequeñas trenzas francesas, una a cada costado, y que luego iban amarradas en la parte de atrás, dejando el resto del cabello suelto, el cual aún ondeaba un poco con el viento, como si de un velo se tratase. Iba maquillada de forma sencilla: rubor y labial en tono durazno, aunque sus pestañas largas hacían resaltar demasiado esos ojos donde se mezclaban la solidez de una piedra y la belleza de las perlas, haciéndolos parecer un par de gemas plateadas que brillaban con la luz. Su atuendo consistía en un traje completo en un tono amarillo crema de aspecto impecable y que seguramente no tendría ni una sola arruga, así como una camisa perfectamente abotonada y corbata. Llevaba puestos tacones altos, aunque de igual forma se notaba la diferencia de altura entre su otra acompañante e incluso del secretario que les acompañaba.

Los tres se veían bastante presentables a decir verdad y casi se podría decir que serían la perfección encarnada de lo que una organización debería de ser. 

La mujer observó con una sonrisa a los miembros de la Agencia que ya estaban ahí arriba en ese momento. Una sonrisa extraña a decir verdad.

.          .          .

--Nos disculpamos por la repentina visita. Es un placer conocernos de frente al fin, señor Presidente. Mikoun Kyosuke, ¿Cierto?

--Sí. Vinieron a visitarnos desde muy lejos. ¿Qué quieren exactamente?

El hombre pelirrojo había tomado esa expresión impasible de siempre, casi sin moverse, esperando que ella respondiera. La mujer pareció no escucharle por un momento mientras tomaba un sorbo de la taza de té que recientemente Kirako había dejado sobre la mesa de centro.

--Mi nombre es Hope Lovelace. Presido la organización conocida como Guild.

--Señorita Lovelace. Con todo respeto, tengo entendido que usted puso una recompensa que incitó a la Port Mafia a atacar a uno de los miembros de esta Agencia. Es algo que no puedo pasar por alto. 

--Lo hice. Y me disculpo por ello. Por eso vine aquí, señor Presidente. He venido a ofrecer un tratado para disculparme.

El hombre pelirrojo ni siquiera se molestó en ocultar expresión amenazante en su rostro en cuanto el secretario había extendido el maletín sobre la mesa y la mujer lo abría, revelando una gran cantidad de dinero dentro.

--Quisiera comprar la Agencia.

El hombre ni siquiera se tuvo que quedar pensando más de un segundo para notar algo más en aquella pregunta. 

--Repetiré la pregunta: ¿Qué quiere exactamente?

--Quiero su permiso de negocios sobrenaturales.

El Presidente miró un momento a su subordinada presente, la cual bajó la cabeza en señal de que no trataría de intervenir como había pensado. El pelirrojo volvió a mirar a la mujer, manteniendo su semblante serio. No le agradaba la forma en la que ella sonreía. Esa sonrisa aparentemente tranquila que seguramente no era en absoluto lo que parecía.

Ella continuó hablando.

--Como sabe, las personas con poderes no pueden abrir un negocio de manera legal sin un permiso de la división sobrenatural del Ministerio de Asuntos Internos. Lamentablemente, ya he tenido varios intentos fallidos en negociaciones con ellos al respecto. Debido a esa situación, somos una sociedad secreta que existe de manera no oficial para mantener la paz con el Ministerio. Es por ello que ese permiso es tan valioso para nosotros. 

--Me niego.

--¿Disculpe?

--Al igual que las vidas humanas, no hay nada que valga tanto como el permiso. Es el alma de la Agencia. Es la esperanza de la División como el espirítu de todos los que trabajamos sin descanso para conseguirlo. La voluntad de muchos materializada en papel. 

--Algo que no tendría sentido si sus empleados desaparecen.

Antes de que el hombre pudiera decir algo, ella continuó. 

--Es admirable la forma en la que usted vigila y se preocupa siempre por el estado y seguridad de sus subordinados. Y es comprensible, demasiado. Yo también me preocuparía por ello, estando una organización como la Port Mafia involucrada. 

--Cada persona dentro de esta Agencia es muy capaz. 

--No cabe duda. Pero reconozco que parte de la culpa de este conflicto recae sobre mis hombros y quiero compensar esa situación de riesgo en la que los he dejado. Y no solo a los miembros de su Agencia, señor Presidente. Me refiero a cualquier persona a su alrededor. Por lo que tengo entendido, la Port Mafia no tendrá problemas en arrasar con todo el que tengan por tan solo una recompensa. Y ahora, incluso si retirara la recompensa sobre la cabeza del chico, ¿qué asegura que la codicia sobre él disminuya? Si todos sus subordinados son tan capaces como dice, no dudo que el chico sea excepcional. Y tengo aprendices igual de capacitados que cualquiera aquí que estarían dispuestos a seguir las tareas que les asigne.  Le haré la oferta nuevamente: si nos cede el permiso de la Agencia, mi organización protegerá a todo aquel que sea necesario. Civiles serán evacuados de manera rápida, por lo que no habrá vidas inocentes en riesgo. Los daños serán mínimos y, si es que existen, tenemos ingresos suficientes para financiarlos. 

Por cada momento que pasaba, la tensión en el cuarto parecía irse haciendo cada vez más palpable.

--¡Tendrá el favor de Hope Lovalace!  Mi buena voluntad para toda la eternidad. Recibirá infinidad de recompensas otorgadas por todas las influencias que tengo, todo lo que usted quiera. Si el problema son sus subordinados y la seguridad de estos, no tiene que preocuparse, les asignaré guardaespaldas personales a cada uno. O... ¿Tiene familia? ¿Es que acaso le preocupa su familia? Si es ese el caso, también les daremos la seguridad que se merecen. Incluso me aseguraré de que la Mafia no vuelva a poner un pie cerca de aquí. Todos sus enemigos se lo pensarán dos veces antes de hacer cualquier movimiento en contra suya. Serán intocables. Y solo tendrás que desearlo para proteger a quienes quieres. Claro, ¿quién soy yo para ofrecerle hacer un pequeño sacrificio sin una recompensa espléndida a cambio?

Ella sonreía, con la mano extendida hacia el hombre pelirrojo, como dispuesta a recibir la mano contraria al cerrar un trato. 

La asistente de la Agencia parecía cada vez más inquieta ante cada palabra de la mujer, ahora mismo era incapaz de mirar a ambos directores. Tal vez de vez en cuando intentaba asomarse al menos de reojo en búsqueda de alguna reacción del presidente de su Agencia, aunque parecía inútil. No había más que parpadeos momentáneamente.

--¿Y qué hay de Narumi?

--Oh, el tigre... Como le dije, confío en que el chico tiene un gran potencial, mucho más del que imaginamos. Y pienso ayudarle a exprimir cada gota de ese potencial. 

--¿Estará bien?

--Confío en ello. Pero si lo que le preocupa son las bajas, también tengo algunos aprendices con potencial increíble. Le serián de gran ayuda. 

--¿Un reemplazo?

--No creerá que pido sacrificios sin una gran recompensa por ello, ¿o sí?

Su mano seguía extendida en espera de que el contrario correspondiese el gesto que cerraría aquel trato. 

El hombre entonces cerró los ojos por varios segundos. Al final, se puso de pie. 

--Lo lamento, tendré que rechazar esa oferta. No puedo ceder algo tan valioso como todo lo que usted desea.

Entonces la mano de la mujer se retiró, como si toda esa dulzura se hubiese desvanecido de repente, como quien cierra de un portazo. 

--Si esas vidas son tan importantes para usted, acaba de cometer un error. El más terrible de los errores.

--Tomaré sus advertencias de a pecho. Puede retirarse.

La mujer suspiró brevemente para luego ponerse de pie ella también, inclinando un poco la cabeza ante el contrario.

--De todas formas, agradecemos el tiempo y hospitalidad. 

Kirako dio un par de aplausos como señal a la persona del otro lado de la puerta.

--La reunión terminó. Los invitados se retiran.

La puerta se abrió, revelando a Akihiko con su sonrisa tranquila de siempre, sosteniendo un frasco con alguna extraña sustancia verde con aspecto de algas dentro.

--Los acompañaré a la salida.

Las tres personas se dirigieron a la puerta, aunque la mujer se detuvo.

--Consideraremos visitarlos de nuevo. Trataremos de hacérselo saber con anticipación. Hasta entonces, puede esperar nuestro mensaje el día de mañana. Adiós, señor Presidente.

La puerta se cerró cuando la chica de menor estatura entre ellas dos había pasado.

--Señor Mikoun...

El hombre suspiró pesadamente.

--Kirako, que los demás sepan de esto.


.         .         .

--Por favor, acepta las patatas. Enviaron algunas de casa, yo las cultivé hace un tiempo.

La mujer le observó unos segundos antes de asentir y tomar uno de los platos con patatas recién horneadas que el chico ofrecía.

--Gracias.

--¿No quiere tu hermana patatas también?

Ella pareció no procesarlo bien al principio. Estaba a punto de preguntar hasta que vio cómo el chico del campo se acercaba sonriente hacia la chica menor, extendiéndole el plato. Ella también parecía algo confundida en cuanto a cómo se habían referido a ella, pero igualmente sonrió. 

--Ah, Mitsuki... Es mi aprendiz, es realidad.

--¿Eh? ¿No es tu hermana?

--No.

--¡Mi error! Es que son tan parecidas... Igualmente, disfruten las patatas.

La menor todavía contemplaba el frasco bajo el brazo del chico.

--¿Eso son algas?

--Oh, ¿hablas de Koro-chan?

--¿Koro-chan?

--Sí, es un takoyaki. ¿No es lindo? Tal vez lo más similar a un experimento de secundaria, ¿No creen?

La más joven no hizo más que asentir con una pequeña sonrisa mientras entraban al ascensor. Para cuando estuvieron dentro seguía observando con curiosidad a Akihiko y él no tardó en darse cuenta de ello.

--¿Pasa algo?

--Es un lindo sombrero.

Correspondió a la sonrisa.

--¿De verdad? Muchas gracias. Oh, si realmente vienen de nuevo, seguramente puedo conseguirte uno igual.

--Descuida, no será necesario.

El pelilila presionó el botón del ascensor para ir a la planta baja del edificio, por lo que las puertas se cerraron.

Cuando el ascensor llegó al piso indicado, los tres visitantes bajaron, aunque la chica más joven llevaba puesto el sombrero de paja del chico.

--¿Qué tal? ¿Me queda bien?

--Será en otro momento, o tendremos que llevarles regalos a los demás.

--Hmm... ¿Me lo compensarás luego?

--Tal vez, ¿Quieres ir a algún lugar?

La chica dejó el sombrero cerca de uno de los tres asientos dispuestos por ese pasillo mientras caminaba hacia donde sus compañeros. Examinaba la "criatura" verdosa en el frasco, que se movía un poco.

--No es justo, Remi siempre obtiene regalos.

--Bueno, será eso o darle el brazo de alguno de ustedes. Prefiero llevarle una mascota.

.          .          .

--¿Vieron las noticias?

--También está en televisión.

"--Escuchen esto: Un edificio de siete pisos desapareció de un día para otro. Según un testigo, el edificio operaba como una fachada de la Port Mafia. Sus agentes lo ocupaban como oficina."

--Entonces ese era el mensaje...

--Aki no regresó al dormitorio desde que los acompañó.

--Acabarán con cualquier resistencia, sea la Port Mafia o la Agencia.

--Kayano, tienes prohibido trabajar sola desde ahora. Que Narumi te acompañe a buscar a Aki. Ren, vienes conmigo.

Se dirigió entonces a Narumi, con quien Kayano ya estaba caminando hacia la puerta.

--Escuchen, no conocemos los poderes de los integrantes de Guild. Si llegan a emcontar a alguno, huyan sin pelear.

--Bien.

.         .         .

--Siendo sincera... Preferiría que te quedaras en la Agencia.

--¿Dices que no sirvo en las misiones?

--¡No, no es eso! Es que... No tienes poderes. ¿Qué pasa si-

--Kaya, estaré bien. Siempre he estado bien.

--Sí, pero... ¿No has pensado en que puedes pasar más tiempo hablando con el Presidente si te quedas allí? Como hoy. Digo, si puedes estar presente en las reuniones a diferencia de otras asistentes de turno... Ya te tiene bastante confianza.

Ambas se miraron fijamente a los ojos un rato que incluso hizo que el menor empezara a preocuparse. Casi que pensaba intervenir en ese momento, hasta que la chica de cabellos ondulados simplemente sonrió, bastante segura a decir verdad.

--Puedo hablar con Kyosuke-san cuando quiera, no es problema. Tú misma lo dijiste, me tiene confianza.

Su hermana se golpeó su propia frente en el hombro del menor, el cual casi que brincó del susto ante la repentina acción. 

--Insisto, ¿qué hay de la última vez? 

--Un descuido, no pasará de nuevo. ¿Verdad, Narumi?

--¿E-Eh?

--Tengo razón, ¿cierto~?

--B-Bueno... Kirako-san también es miembro de la Agencia, a-así que...

--¡Ja, gané~!

--¡Narumi!

La chica de coleta le miraba buscando ayuda, pero igualmente se sentía bastante agobiado ante la situación. Si su propia hermana no sabía qué decirle o tan siquiera le tomaba en cuenta, ¿de qué valdría lo que él dijese?

--Kirako-san... D-Debería también escuchar a su hermana. Realmente hay una gran diferencia si pelea contra algún usuario de habilidad, pero esto no se trata de despreciarla. E-Es usted una gran compañera en la Agencia y seguramente talentosa si está allí, además de si el Señor Mikoun le tiene confianza... N-No queremos perder a una integrante como usted.

Ambas hermanas se quedaron calladas unos segundos antes de sonreír.

--Eso... Narumi... Tiene razón. ¿Ves?

--Lo sé... Ahora quiero escucharlo viniendo de ti, Kaya. 

--¡Kira!

La chica de cabellos ondulados acabó riéndose un rato antes de suspirar ya rendida.

--Bien, aunque todavía no me parece del todo justo, me convencieron. Seguro vuelva a la Agencia. 

--Gracias.

--Pero de igual forma, sea como sea, prometo que les ayudaré...

Durante unos pocos segundos esperaron a que la chica continuase hablando, pero ya se había quedado en silencio. 

--¿Kira?

Para cuando ambos voltearon, la chica ya no estaba allí.

--¿Kira? No pudo irse así..

--¿N-No habrá...?

--¿Kira?

--K-Kayano-san...

La chica pasaba entre la pequeña multitud de gente, asomándose como podía en busca de su hermana mientras seguía llamándola. Narumi la seguía con tal de no perderla hasta que por fin la alcanzó cuando ella se detuvo.

--¿Fue el enemigo...?

--Pero no sentí nada extraño...

La chica empezó a correr hacia otra calle.

--¡K-Kayano-san! ¡E-Es peligroso si ese es el caso! ¡R-Recuerde lo que Shirogane-san nos dijo!

Le ignoró por completo mientras seguía buscando entre la multitud hasta que se fijó en alguien en especial. Una larga cabellera rosa pastel entre todas aquellas personas.

--Te encontré...

Empezó a caminar hacia ella. En cuanto extendió el brazo, la chica se dio la vuelta.

--Juguemos~

De un momento a otro, las dos habían aparecido en un lugar completamente diferente. El suelo estaba tapizado en cuadrículas en blanco y negro, había globos y mesas como si de una fiesta se tratase, además de los múltiples juguetes gigantes esparcidos por el lugar. Por encima de sus cabezas, sólo había un espacio en rosa cubierto por brillantes nubes coloridas y todo eso estaba rodeado por una gran muralla de ladrillos rojos, que parecía más bien la fortaleza de un castillo.

Pronto se dio cuenta de que no eran las únicas ahí: el resto de transeúntes de hacía unos segundos también estaban allí, al igual que su compañero detective.

La chica de cabellos rosa pastel aplaudió para llamar la atención de los presentes y, una vez obtenida, empezó a hablar. 

--Les doy la bienvenida al cuarto de Anne. ¡Pongan todos atención, no quieren perderse, ¿o sí?! Llegaron a un lugar extraño sin darse cuenta al menos, muy raro, sí. Si estuviera en su lugar, mi corazón latiría tan-

--¿Dónde está mi hermana?

La chica por un momento pareció molesta ante la interrupción y la mala cara de la contraria, pero de inmediato volvió a su sonrisa del principio.

--Ah, eso... Te lo debería explicar. Sus agentes están por allí.

Hizo un gesto de mano hacia la derecha detrás de ella, indicando una puerta plateada. Kayano dio algunos pasos para ver a través de una de las ventanas. Allí estaban su hermana y Akihiko, además de muchas otras personas, siendo sostenidos todos por lo que parecían ser manos de muñecos.

Como primera reacción, tiró de la perilla de la puerta, sin tener éxito.

--No abrirá sin la llave. Deberían abrir esa otra.

Narumi se acercó a la puerta que la chica señalaba frente a ella. Al ver a través de las ventanillas, podía ver las calles de Yokohama y más personas allí... Al parecer congeladas.

"¿El tiempo se detuvo...?"

La chica se inclinó un poco en una delicada reverencia hacia los presentes

--Me llamo Mitsuki. Ahora mismo se encuentran en la dimensión que creé con mi poder. Pero no se preocupen, pueden salir cuando quieran por esa puerta blanca si es que no quieren ver a sus colegas de nuevo, claro.

--¿Qué es lo que quieres?

Le molestó un poco el hecho de que la chica perteneciente a Guild se inclinara un poco para estar a su altura y responderle. 

--Es sencillo. Quiero que jueguen con Anne.

Seguía manteniendo esa sonrisa impasible, que se ensombreció mientras las letras amarillas que indicaban que había activado su habilidad empezaban a rodearle. 

--Ven aquí, Anne.

La cantidad de letras crecía mientras detrás de ella había aparecido una muñeca de gran tamaño. El cabello estaba hecho o creado por estambres rojos, que llevaba amarrados en dos trenzas. Lo que parecía su vestido o túnica era en color amarillo crema y pastel, con un pequeño lazo rosado alrededor del cuello; también portaba un sombrero. Su rostro se dividía en dos mitades, una en blanco y la otra en negro, con ojos desiguales, uno verde brillante como una canica y el otro un botón rojo. Poseía unas manos gigantes idénticas a las que sostenían a las personas capturadas tras la puerta cerrada con llave. 

La muñeca se acercaba a las personas, quienes retrocedieron.

--A Anne le encanta jugar. Requiere de mucha atención, pero es muy tierna.

Las personas no esperaron mucho antes de empezar a correr despavoridas hacia la puerta blanca que los sacaría de aquel lugar. 

--¡Hey, si salen por esa puerta olvidarán todo lo que ocurrió aquí! ¿Entienden?

Poco caso le hicieron y la puerta se cerró en cuanto salió la última persona. 

--Cielos... ¿Sólo se quedaron tres?

Narumi observó entonces a un hombre también presente con ellos. 

Cabello negro algo desaliñado, ojos oscuros afilados pero brillantes. Vestía una camisa lila oscuro bien abotonada y la corbata negra, además de un pantalón también en un color opaco y una bata de laboratorio impecable. Sus zapatos negros iban también perfectamente pulidos. Mostraba una sonrisa preocupada ante la situación, tal vez incluso se le notaba confundido, pero sin quitar esa sonrisa. 

Narumi le miró con preocupación.

--No es seguro quedarse... Debería huir.

--Busco a una chica. Es tan linda como una muñeca. 

Extrajo del bolsillo de su bata una foto que, aunque había sido tomada en blanco y negro, se podía ver a gran detalle a esa chica que... A decir verdad, realmente parecía una muñeca. Ese rostro en el que era difícil visilumbrar una expresión, además de que iba bastante bien arreglada con ese vestido, pero, ¿por qué era hasta cierto punto inquietante o incómodo mirarle? ¿Sería porque realmente parecía que hubiera o no vida en su expresión?

--¿No la has visto?

No podía describir la sensación que le daba la sonrisa del hombre. 

--N-No, lo siento... No la he visto. 

--Ya veo... Se llama Mayu. Desde que nos separamos, no he podido recuperar la calma. Puede estar tras esa puerta y si es así, me arrepentiré de haber huido. Me quedaré. 

Bueno, tal vez en cierta forma le daba esa sensación de intranquilidad por tener que proteger a un civil en un asunto de ese tipo. ¿Cómo aún le ponían nervioso esa clase de cosas?

--De acuerdo.

--Bien, las reglas son sencillas: Jugarán con mi linda Anne; ella los perseguirá. Si los atrapa, pierden. 

Una luz brilló frente a ellos, haciendo aparecer una llave dorada. 

--Si alguien abre la puerta con esa llave antes de que los atrape, todos ganan y regresaré a los rehenes. ¿Y bien? ¿Quién participará?

--¿Podemos jugar dos a la vez?

--¡Por supuesto! Entre más jueguen, mejor. 

Narumi tomó la llave. 

"Las ilusiones de Nieve Tenue de Kayano-san pueden ayudar..."

--¿Están listos?

--Sí.

--¿Listos?

Asintieron nuevamente mientras la chica sonreía. 

--¡Ya!

La muñeca se movió mucho más rápido de lo que esperaban. En tan solo un segundo, Narumi se dio cuenta de que ya estaba detrás de ellos, sosteniendo a Kayano. 

--¡Atrapamos a una!

La puerta de los rehenes se abrió y más manos anaranjadas se extendieron mientras la muñeca entregaba a la chica, encerrándola en aquella habitación. 

--Hicimos otra amiga. ¿No te alegra, Anne? ¿Eh, qué dices? ¿Quieres otro? Entonces...

La chica miró a Narumi. Afortunadamente, el chico logró reaccionar y saltar al momento que la muñeca se abalanzaba sobre él. Su habilidad se había activado ya en sus  piernas como la última vez. Aprovechó el descubrir que lo que parecía ser el "cielo" en realidad se trataba más bien de paredes, impulsándose así una vez más para evadir a la muñeca.

La chica aplaudió.

--Increíble. Quisiera ver más. Qué poder más útil y fuerte... Han debido valorarte mucho desde que naciste. 

Narumi se detuvo.

--Supe que eres huérfano. Yo también crecí en un orfanato. Era un lugar tan frío... Después de usar esos trapos fríos para limpiar durante tardes enteras, mis dedos me dolían durante días. Por mi poder, me consideraban un fenómeno.

Acariciaba el rostro de la muñeca mientras continuaba hablando, dándole la espalda al chico. 

--Supe que la Agencia estuvo desesperada buscándote cuando te capturaron. Es maravilloso... Debes tener un gran poder. 

--E-Eso-

--En Guild me acogieron porque ella vio potencial en mi poder. Pero Hope no permite errores. Si fallo en esta misión, seguramente me descartará como una servilleta sucia y volveré a estar sola. Ahora...

Se dio la vuelta, ya visiblemente molesta. Mordía un poco sus labios y seguramente jugueteaba con sus uñas a rasguñar un poco a las contrarias en ese mal humor. Entrecerraba los ojos.

--¿Por qué tú? ¿Por qué no yo? Es tan injusto... ¡Deberías saber cómo me siento! ¡Deberías quedarte conmigo aquí, por siempre! ¡Yo sí te quiero! ¡Incluso puedo jactarme de que te necesito! ¡Serás feliz aquí, ¿No lo entiendes?! ¡Te estoy dando esa oportunidad!

Se apartó nuevamente cuando la muñeca se lanzó contra él, empezando a correr por aquella habitación. Ahora su habilidad también estaba activada en sus manos, empezando a arrojarle a la muñeca las numerosas cajas de regalo esparcidas por el lugar para frenarla, aunque esta se veía poco afectada al respecto.

Por fin se pudo acercar a la puerta. Sacó la llave de su bolsillo y estaba dispuesto a abrir la puerta de los rehenes con la esperanza de sacar a los otros.

--¡Niño, cuidado!

Apenas escuchó la advertencia del hombre cuando la llave se deformó y en este caso le atacó a él, rasguñándole una mejilla. Retrocedió de un salto, arrojando la llave lejos de él, la cual fue a parar a los pies de la chica. 

--Ten cuidado. La llave es importante.

--¡P-Pensé que ganaría si abría la puerta con la llave!

--Claro, si consigues abrirla. 

Le mostró la llave, la cual formaba una cara con afilados dientes que parecía reírse.

--Pero ni siquiera yo sé usar una llave como esta. ¡El juego acaba de comenzar!

"Nunca hubo manera de ganar..."

--Pareces ser un genio en este juego... Pero me pregunto cuánto tiempo soportará tu alma

Mientras saltaba para evadir nuevamente a la muñeca, no se percató de las decoraciones en el techo, quedando su cuello atorado en una. Rasgo la decoración para caer al suelo sobre la pila de cajas de regalo. Después de tanto tiempo, empezaba a sentirse exhausto. 

"Es imposible... No hay salida. Me atrapará y no tengo posibilidades de ganar. ¿Y sí...?"

Dio un salto para evadir a la muñeca, empezando a correr hacia la puerta blanca. 

--¡¿Abandonarás a tus amigos?!

"El resto de la Agencia... Son mi única esperanza. Ellos pueden idear algo... Pero yo no."

Algo lo detuvo, tirando del adorno que aún rodeaba su cuello. El hombre de la bata de laboratorio seguía con esa sonrisa mientras tiraba aún de su cuello. 

--Aún no, muchacho. El enemigo está por allá y no te recomendaría escapar en este caso. Si suponemos que ella dice la verdad, lo olvidarás todo en cuanto cruces esa puerta, ¿Entiendes? No recordarás ni los trucos del enemigo ni a tus compañeros atrapados y ella continuará atacando.

Empezó a soltar su agarre de a poco, aunque Narumi había empezado a toser ya. El hombre continuó hablando con calma.

--Te diré algo: en la teoría de juegos, la estrategia óptima es lanzar una contraofensiva generalizada contra el enemigo que te atacó. Debes atacarlo. En sí tiene una habilidad fuerte, pero... Olvida su habilidad por un momento, ¿quieres? Los que están tras esa puerta son personas que te rescataron una vez si no escuché mal, ¿verdad?

"Tiene razón..."

--¿Dejaron de conversar? ¿Recuperaste la motivación?

--Mi turno...

--Exacto. La estrategia óptima. 

--Bien, si no fuera así no sería divertido. Pero esto ya terminó. 

Saltó para evadir a la muñeca que emergía del piso, pero en el techo apareció una segunda que de inmediato lo atrapó. 

--¡¿O-Otra?!

--¡Claro! Ustedes son dos.

La puerta de las manos naranjas se abrió de nuevo y estas fueron hacia el chico, llevándolo dentro también. 

--¡Perfecto, se acabó! Y ahora, ¿Qué hará al respecto usted, señor? Bueno, gracias a usted el tigre no se me escapó. ¡Podría dejarlo irse a modo de agradecimiento! O... ¿Debería averiguar qué tipo de expresión pondrás cuando Anne te atrape?

--Ah... ¿Quieres ponerme a prueba, princesa?

La sonrisa del hombre creció mientras empezaba a reír. La chica rechinó un poco los dientes mientras apretaba los puños, los cuales temblaban un poco.

"¿Por qué Anne no puede moverse...?"

--Es inútil porque ya perdiste. Mira la puerta. 

La chica observó entonces cómo la Nieve Tenue empezaba a desvanecerse mientras que Narumi se aferraba a las rejillas, aún si las manos lo sostenían.

--Creí haber cerrado la puerta... ¿Por qué...?

--Cometiste un error... ¡Siempre fuimos dos contra uno! Cuando se abrió la puerta, Kayano-san creo una puerta falsa con Nieve Tenue.

--No... ¿Y pudiste resistir a la fuerza que te absorbía solo con tus extremidades?-

-N-No soy como decías... N-No soy fuerte... Ni popular... N-No soy nada de eso en absoluto. Por eso... Comprendo tu envidia y odio hacia el resto. ¡Juro que no quiero que fracases en tu misión! ¡No quiero que pierdas tu hogar! P-Pero por mi debilidad e inexperiencia... ¡N-No puedo idear otra manera!

Alcanzó a detenerse antes de caer al suelo. Uno de los listones amarillos empezaba a aparecer alrededor de su cintura, habiendo sido ocultado por la habilidad de la otra chica todo ese tiempo. 

--Es... Cuando te atrapé tú...

--Sí, te até el listón.

Tiró de ella, levantándola del suelo y atrapándola cerca de la puerta. 

--Anula tu habilidad y libéralos a todos.. O te arrastraré hasta el cuarto. Sin la llave, la puerta no abrirá. 

La chica hacía su esfuerzo por no mostrar su miedo ante aquellas palabras. Empezó a patalear un poco.

--Te quedarás atrapada aquí también, nadie podrá abrir la puerta. Si eso pasa, no podrás regresar ya a la realidad aunque deshagas tu poder. ¿Me equivoco?

--Pues..

--No son siempre prácticos y lo sé. ¿Piensas quedarte aquí atrapada hasta morir? No, ¿incluso después de morir en esta dimensión?

--¡N-No pienso fracasar!

--Me soltaré. Tendrás medio segundo para decidir antes de que se cierre la puerta.

--¡No, espera!

Como lo prometió, se soltó. Él mismo cerró los ojos mientras la chica gritaba.


.          .          . 

Despertó, completamente aturdido. Para su sorpresa, había vuelto ya a la calle en la que había estado y a su alrededor estaban el resto de personas, incluyendo a sus tres compañeros de la Agencia. Suspiró ya tranquilo al verlos bien. Fue entonces que empezó a buscar con la mirada a la chica de cabellos rosas.

Le daba la espalda, no estaba tan lejos. También estaba tirada en el piso. 

--¡O-Oye! S-Si hay algo que pueda hacer...

Ella apenas lo escuchó, le dirigió esa mirada molesta que había tenido cuando hablaron en la habitación, pero esta vez sus mejillas y ojos estaban enrojecidos por el llanto. De inmediato se puso de pie y empezó a correr, sin volver a mirar al chico.

--P-Pero... Mitsuki...

Ni siquiera se esforzó en alzar demasiado la voz hacia la chica, pero todavía le preocupaba si todo lo que ella había confesado era cierto. 

Sintió como alguien le abrazaba por la espalda.

--¿Haruka? ¿Viniste a buscarme?

--Estaba preocupada. 

Se lo creía, no pensaba soltarlo al parecer. 

--Gracias, Haruka...

--Es hora de que nos vayamos. 

Ambos voltearon a ver al hombre de la bata de laboratorio, quien ya iba acompañado por aquella chica que Narumi había visto en la foto. De alguna manera... Era poco más impactante su aspecto ahora que la tenía de frente... ¿Estaba sonriendo acaso? ¿O era una expresión seria? Ni siquiera pareciese que parpadeara...

--Le doy gracias por su consejo, señor...

--Oh, quédate como que soy tu amigable doctor del vecindario.

--A-Ah, entonces es médico...

--Jaja, en realidad, exmédico. Pero eso no es importante. Recuerda: Por muy difícil que sea una guerra, siempre existe una solución lógica y óptima. Mantenlo presente en tiempos de confusión que puedan llevarte a actuar con imprudencia. 

--Claro

--Entonces, adiós. Mayu, diles adiós. 

La joven apenas hizo un movimiento con su mano para despedirse mientras caminaba detrás del hombre, quien continuaba hablando animadamente. 

--Me tenías tan preocupado... ¡No quiero que te vuelvas a desaparecer así, ¿entendiste? Me harás llorar si lo haces de nuevo, Mayu. Tampoco queremos problemas, ¿Verdad?

Reía. 

Narumi aún sonreía agradecido hacia él.

--Existe una manera... Incluso en los momentos más difíciles...

No había notado hasta ese momento la forma en la que Haruka había empezado a apretar su brazo, además de que ella caía de rodillas al suelo. 

--¿Haruka? ¿Qué pasa?

Estaba temblando. Todo el cuerpo de la chica temblaba. Narumi casi sentía que en cualquier momento la chica pudiese caerse a pedazos mientras respiraba agitada. Sus ojos también expresaban el total terror de su parte. 

.          .          .

--Me estaba divirtiendo. Por un momento quise volver a aquellos tiempos donde podía destruirlos a todos los enemigos con mi poder. ¿No sonaba divertido, Mayu?

La chica no dijo nada mientras continuaban avanzando hasta el callejón. 

Allí estaban ya varios miembros presentes rodeando un cuerpo completamente desfigurado, los cuales se arrodillaron ante la llegada del hombre. 

--Rui, ¿Era este un asesino de Guild?

--Sí. La Agencia y Guild...

--Lo sé. Parece que se nos avecina una guerra muy desafiante. Necesitamos una solución óptima, sea la Agencia o Guild. Cualquier oposición será aplacada y aniquilada.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top