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Harry Potter y el cáliz de fuego.

Genevieve amaba a sus padres, pero eso no era sinónimo de estar de acuerdo con todas sus peticiones. Usualmente ellos estaban en contra de la bondad de su hija, de su afán de querer ayudar a otros, ya sea regalando comida o aceptando pagas incompletas.

Aunque era verdad la sinceridad dentro de las palabras de sus progenitores. Mucha gente sólo para ahorrarse unas cuantas monedas, mendigaban frente de Genevieve y aunque al final las acciones de la mujer la recompensarán algún día, en su momento la estaban afectando. Eso hacía que hoy en día no tuviera buenas ganancias y en realidad sólo estaba trabajando para mantener el local y darle un poco a su familia, dejándola sin ninguna moneda. Sus hermanos ya se habían cansado de regañarla y de hacerla entender, pero sus padres aún seguían insistiendo en que la mujer dejara de ser tan buena y generosa regalando comida gratis.

Eso sucedía con constancia, y en esta ocasión, la mujer decidió sólo asentir y acatar las instrucciones de sus padres. No quería dejar de atender el local y comenzó a ser más cuidadosa con las personas y dejó de regalar. Para su sorpresa, apareció Remus y está vez ella no lo recibió con su pedido, sino que le cuestionó sobre qué iba a ordenar. El hombre lobo se sorprendió, ya que era tan inusual, pero después comprendió que durante muchas ocasiones había comido de a gratis y con vergüenza prefirió admitir que sólo venía a platicar con ella.

No tenía ni una moneda en su bolsillo; y era frustrante aquello. Quizá en estos momentos estaría comprando boletos para el mundial de quidditch, pero no. Sin trabajo ni aspiraciones, pero con un corazón soñador que anhelaba de disfrutar de la tarde con la mujer que le robaba el aliento.

—Lo lamento por desaparecer tanto tiempo —soltó Remus con aquella voz tan relajante mientras la mujer sólo apretaba los labios con molestia—. Fui muy malagradecido después de tanta amabilidad que me disté.

Era cierto que, durante ese año de trabajo de Remus, ella lo espero en navidad y él nunca llegó. Al acabar el ciclo, él vino, pero no conversaron.

—No te apures. Comprendo un poco —dijo la mujer tratando de sonar gentil—. Además, tú lo dijiste. No eres de aquí.

—Siempre has querido que hable de mí, así que te diré un secreto mío.

La mujer con intriga, se acercó a él sintiendo su corazón bombear con tanta intensidad.

—Dime.

Remus suspiró y con una mirada de tristeza analizó cada uno de los rasgos de la mujer. Había estado pensando un poco y Sirius le aconsejó el comenzar a ser más abierto con ella; el contarle poco a poco de su vida, sin agregar la magia de la misma. Según sus reacciones, podría contarle de su condición como mago y hombre lobo, aunque por ahora empezaría con la que más le dolía; ser hombre lobo.

—Estoy enfermo —soltó con timidez el hombre—. Es una incapacidad que no me deja tener un empleo normal o ser aceptado en la sociedad.

—¿Qué tipo de incapacidad es? —inquirió Genevieve con preocupación.

Lo cierto era que, con la personalidad de la mujer, había encontrado cientos de personas enfermas de tantas cosas desde síndrome de down hasta sida. A toda esa gente la escuchó y trató por igual, sin embargo, al tener ese antecedente no sabía a cuál incapacidad le correspondía Remus Lupin y él aún no tenía el valor de decirlo.

—Si te lo dijera, también me rechazarías —indicó encogiéndose de hombros y la mujer le sonrió, colocando su mano sobre la de él y apretando de esta, tratando de darle tranquilidad.

—Me conoces. No soy ese tipo de personas.

Ambos se miraron por un instante eterno. Genevieve era sincera, Remus lo sabía, y aunque le prometió a Sirius contarle a la mujer algo, fue apenas que el hombre comprendió que el revelar que era un hombre lobo, era la peor primera revelación que le podía dar.

—Por eso prefiero no decirte.

—Pero, a pesar de tu incapacidad, conseguiste empleo de docente. Es algo bueno. Aunque, me dijiste que lo habías perdido... —comentó la mujer tratando de esa forma saber de la incapacidad o enfermedad del hombre.

—Descubrieron mi incapacidad y ahora soy un desempleado.

—¡¿Qué?!

La impresión de la mujer y su alteración, impactaron al hombre.

—Tranquila, Genevieve.

—Eso es una injusticia. ¿Qué escuela es? —gritó la mujer impresionando cada vez más al hombre.

Genevieve estaba tan molesta y alterada. Era claro que estaba inconforme y curiosa y haría lo posible para alzar la voz y defender a su amigo, pero ella no comprendía lo peligroso que era la condición de Remus Lupin.

—No pienses en eso.

—¿Cómo de qué no? —soltó aún alterada, pero Remus le pidió que tomara asiento junto a él.

—Mejor hablemos de algo más, que no puedo durar mucho tiempo aquí.

—¿Por qué no? —inquirió la mujer juntando sus cejas y viéndolo con firmeza sin entender a Remus.

El hombre sonrió y carraspeó un poco, intentando nuevamente ser sincero con Genevieve.

—Me reencontré con un viejo amigo y ahora estoy en unos problemas, y lo mejor es que nos dejemos de ver por otro tiempo muy largo —indicó el hombre siendo sincero, pero eso claramente desespero a la mujer.

—¿Qué?

—Por eso no quería hablar de mí. Mi vida es muy complicada.

—Remus...

—Volveré.

—No es posible que disfrutes tu vida así —dijo la mujer con tanta preocupación y molestia—. Si tu amigo es mala persona, ya no convivas con él.

—Él es bueno, sólo que lo acusaron de algo que no hizo —indicó Remus en un suspiro, para después sostener el puente de su nariz y cerrar los ojos con frustración, pues esto es más difícil de lo que imagino—. Además, está buscando una manera de acabar con alguien... malo.

—¿Estás jugando conmigo?

Al instante, Remus se sorprendió ante el tono cínico de la mujer.

—¿Por qué lo haría?

—Lo que dices no tiene mucho sentido.

—Lo que te he dicho, es cierto —indicó perplejo el hombre mientras la mujer se enfurecía cada vez más.

—Cuando seas sincero conmigo, puedes regresar.

—Genevieve...

—Lo siento, Remus. Pero lo mejor es que te retires.

La intensidad en la mirada de la mujer hizo entender al hombre que ella no lo quería aquí, que ya se había cansado de su presencia y que no soportaría más estás acciones de él. Remus se retiró y ella comenzó a llorar al verlo retirarse.

Al terminar su jornada de trabajo, decidió ir a la casa de Camille y decidió contarle todo. Aunque ella no quería a Remus, era su única amiga y con la única que podía revelar lo herida que estaba y Camille no le reclamo, sólo la abrazo. Por otra parte, Remus apareció en la casa de Sirius y le contó todo. Sirius se enojó con él y le dijo que era un imbécil y en su forma de perro, decidió buscar a Genevieve y contarle todo; pero sólo la encontró llorando con otra mujer y después la acompaño en silencio hasta su casa.

Genevieve era buena; le acarició la cola y le dio de comer. Y Canuto decidió no convertirse en humano y dejar que Lunático solucionará todo, pues la mujer era una persona buena.

En Hogwarts, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧

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