XVI. "Esto no es sobre Allison, Stiles."
























El llanto no se hizo esperar mientras Isaac corría a sujetar el cuerpo de Maya, quien en sus ojos no se encontraba más que vacío. Ella ya se había ido y el rubio no pudo decirle que lo sentía, que lamentaba haberla ignorado, lamentaba haberle hecho la ley del hielo solo por sus malditos celos. La amaba, y nunca pudo decirlo.

Aspen aún no reaccionaba, su Protegida estaba muerta, su misión fue fallida y su mejor amiga, quién tenía todo el derecho de tener ese título luego de haberle enseñado todo lo que sabía del mundo humano, ya no estaba.

Scott estaba destruido, su primera novia y su mejor amiga se habían ido de su vida con tan solo segundos de diferencia y a tan solo pocos metros de distancia. Dudaba entre ir hacia ella o seguir sosteniendo el cuerpo de Allison, pero al conectar miradas con Isaac supo que no importaba, ya que se había ido.

Lydia gritaba el nombre de sus dos amigas sosteniendo el cuerpo inconsciente de Stiles, sus dos confidentes ya no estaban y el inmenso dolor no se iría por un tiempo. Y en lo único que podía pensar, además de que ahora se encontraba sola, era en la reacción de Stiles, al saber que su novia había caído en manos de los Nogitsunes.

Chris Argent llegó al lugar preparado para pelear con su arma en alto, pero al encontrar aquella escena la dejó caer. Su hija y su sobrina estaban muertas, el legado Argent había acabado y con él toda su esperanza. Sabía que él tendría que decírselo a Derek y el miedo por su reacción lo carcomía por dentro.

Stiles ya no era el mismo, y todos podían notarlo. Se culpaba a sí mismo, y cómo no hacerlo cuando su novia se encontraba muerta por culpa de su debilidad, pero a pesar de que todos intentaban convencerlo de lo contrario, aquel sentimiento nunca se iría. Él fue el culpable de la muerte de Maya y Allison, algo que lo iba a perseguir toda su vida o lo que queda de ella. Ahora más que nunca quería destruir a los Nogitsunes por arruinar su vida y especialmente la de todos sus amigos.

Derek era un caso aparte, al escuchar la noticia tan solo asintió mirando al vacío antes de encerrarse en su departamento, dónde pudo expresar sus sentimientos sin ningún espectador. El lugar se encontraba destruido por sus garras, pero no le importaba mientras se sumergía en un abismo del que estaba seguro que nunca saldría, finalmente había encontrado a su hija, pero el cruel destino se la había llevado nuevamente.

El plan era sencillo, llamarían a la policía y dirían que todo fue un ataque de unos ladrones enmascarados. Así lo determinó Chris y así debía ser, pero cuando volvieron a mirar sólo había un cuerpo en el suelo. Maya había desaparecido y Aspen también.

La puerta de la veterinaria sonó con fuerza, alertando a Deaton, quién corrió a abrirla encontrándose con Aspen cargando un cuerpo.

— ¿Esa es Maya? — preguntó al reconocer las facciones de la chica.

Aspen pasó por su lado y ubicó el cuerpo sobre la mesa de metal, antes de secar sus lágrimas y alejar el cabello de la chica de su rostro.

— N-No creo que esté muerta— tartamudeó.

— ¿Qué quieres decir? ¿Qué ocurrió? — cuestionó acercándose a la camilla para revisar sus signos vitales—. Su corazón no late, Aspen.

— ¡NO ESTÁ MUERTA! — estalló mientras su cuerpo no dejaba de temblar por la adrenalina y la impotencia. Suspiró para calmarse antes de continuar—. Algo que hubiera ocurrido, ¿cierto? Era mi protegida y fallé, ¿eso no significa nada?

Deaton se mantuvo callado tratando de pensar a la vez que Aspen le contaba todo lo ocurrido.

» No podía permitir que se llevaran su cuerpo, no cuando siento que la conexión sigue ahí. «

El veterinario asintió estando de acuerdo, todo era demasiado confuso hasta que la realización llegó a él. Maya no estaba muerta, se encontraba en transición.

— La dejaremos aquí— contestó—. La dejaré en la habitación de atrás y la cuidaré, pero nadie debe saberlo. Deben creer que Maya está muerta, no podemos darles falsas esperanzas si es que mis cálculos fueron errados.

El ruloso asintió, sabiendo que no debían darles falsas esperanzas a la manada.

Sólo esperaba que lo que decía Deaton fuera cierto.






[...]

Los ojos de la chica se abrieron en el segundo exacto en el que los Nogitsunes se hicieron polvo luego de la mordida de Scott. Se levantó confundida de encontrarse en la veterinaria, la cual se encontraba vacía, sobre una de las mesas. Intentó levantarse, sin embargo, no pudo levantarse por completo cuando su cuerpo no le permitió pararse nada más ni nada menos que en cuatro patas.

Asustada intentó mirarse cuerpo, el cual se encontraba repleto de pelaje color del color azabache y sus sentidos se habían desarrollado enormemente, por lo que pudo escuchar la conversación que se mantenía en la otra habitación perfectamente.

— ¿Alguna vez oíste el término "regresión estadística"?

— No— dijo la otra voz reconociéndola como la de Scott, por lo que bajó de la mesa acercándose lentamente al contorno de la puerta que se encontraba abierta.

— Es una manera un poco técnica de decir que las cosas siempre se emparejarán.

— ¿Que las cosas siempre mejorarán?

— Más bien que las cosas no siempre pueden ser malas.

— Así que no importa lo mal que se ponga todo...

— O bueno.

— Siempre vuelve a centro.

— Regresión estadística.

— No estoy seguro de que se aplique a una ciudad como esta— rió el morocho antes de hacer contacto visual con ella—. No sabía que teníamos que cuidar a un nuevo perro.

Deaton se giró extrañado, pero al verla sus ojos se agrandaron enormemente. Maya finalmente había despertado y renacido al igual que el Ave Fénix.

Scott se intentó acercar al canino de forma amigable, pero antes de que Deaton pudiera detenerlo, el animal corrió a toda velocidad escapando de la veterinaria e internándose en el bosque.

El chico se disculpó con su jefe antes de decir que lo atraparía comenzando a perseguirlo.

Para su sorpresa el perro era demasiado rápido hasta para sus poderes de lobo, pero cuando este se detuvo. Extrañado Scott se acercó a ver por qué el animal se había detenido hasta que vio que estaba mirando su reflejo en un pequeño charco de agua. Pudo sentir el miedo y la desesperación del canino cuando este comenzó a retroceder ante la imagen que vio, le gruñó tratando de tranquilizarlo, pero el perro le gruñó de vuelta no dejándose intimidar.

Temiendo que lo atacara, esta vez le gruñó con sus ojos de Alfa, sin embargo, el animal no retrocedió, sino que sus ojos comenzaron a brillar de igual forma. Y lo que más le preocupó, era que estos eran rojos, iguales a los suyos.

Intentó acercarse nuevamente, ahora sabiendo que se trataba de un lobo y no un perro, pero una figura cayó frente a él deteniéndolo.

— Scott, no.

— ¿Aspen? — dijo intrigado al ver al brujo frente a él y con una gran molestia naciendo en él—. ¿Qué ocurre? ¿Quién es?

Cuando el cuerpo de Maya había desaparecido al igual que Aspen, todos supieron que él se lo había llevado. Scott lo buscó por todo Beacon Hills, sin embargo, nunca pudo encontrarlo y a pesar de las quejas de Stiles quién quería verla, lo dejó pasar. Quería creer que se trataba de algo de Guardianes, algo fuera de su comprensión, algo que él debía ser al haber fallado.

El castaño suspiró antes de girarse hacia el lobo, quien miraba todo atentamente listo para huir.

— Tranquila— le susurró—. Voy a ayudarte, Maya.

Al oír su nombre Scott se puso alerta, no obstante, dejó que Aspen hiciera lo que debía hacer.

Un aura color anaranjado comenzó a salir de las manos de Aspen, comenzó a rodear el cuerpo del canino comenzando la transformación.

Scott no podía creer lo que veía.

Maya se encontraba allí, desnuda mientras seguía temblando. Aspen no dudó un segundo en quitarse su buzo el cual envolvió en el cuerpo de la castaña, tapando por completo las partes importantes de su cuerpo por la diferencia de tamaño.

La chica lo miró y Scott pudo ver como aquel rastro de rojo desaparecía de sus ojos, antes de dar un paso más cerca de ella.

Ahora era una Alfa.

Aspen veía aquella escena, sin poder creer que aquellos que eran los amigos más íntimos, tenían miedo de abrazarse el uno a otro. Pero finalmente pasó, ambos se abrazaron como si su vida dependiera de ello mientras los sollozos salían sin detenerse.

Lo mismo había pasado cuando ambos muchachos la llevaron a la casa de Chris, donde el primero que corrió hacia ella fue Draco, feliz de ver a su dueña nuevamente como si nunca se hubiera ido realmente. Su tío la abrazó como nunca antes, al igual que Isaac quien creía haber perdido a la chica que tantas revoluciones provocaba en su corazón.

Allí fue cuando Chris le dijo que se irían a Francia, a empezar de cero una nueva vida alejados de Beacon Hills, aquel pueblo que les había quitado tanto.

Scott se negó mil veces, no iba a permitirlo. Había recuperado a su mejor amiga hace unos minutos, no dejaría que la alejaran nuevamente.

Maya era otro caso, estaba considerando la oferta de Chris seriamente. Era una gran oportunidad para alejarse de todo, de aquel lugar que le había quitado a su madre, a su padre y ahora, a Allison. Sería difícil alejarse de todos sus amigos, lo sabía perfectamente, pero se encontraba rota por dentro y sabía que, si volvía, sus amigos esperarían que volviera a ser como ella era, como si nada hubiera pasado. Pero muchas cosas lo hicieron, pasaron y no podía ignorarlas, no podía volver a ser la misma Maya de siempre.

— Le hice una promesa a Allison, que te protegería— le dijo Scott agarrándola por los hombros—. No puedo hacerlo si estás en la otra punta del mundo.

La castaña le sonrió tristemente.

— Creo que estaré mejor a miles de kilómetros de Beacon Hills, todos lo estaríamos.

Scott suspiró sabiendo que no la haría cambiar de parecer y que era egoísta de su parte obligarla a quedarse, por lo que solamente asintió aceptando su decisión.

Scott la llevó a la casa de Lydia, quién saltó sobre ella sin pensarlo extasiada de que su mejor amiga se encontrara viva y pidiendo explicaciones, las cuales se le fueron dadas. Obviamente, la pelirroja no estaba feliz de que Maya se fuera, pero sabía que era lo mejor para ella. Por lo que solamente le pidió que hablaran seguido por Skype, antes de despedirla con el abrazo más feliz y triste que alguna vez se hayan dado.

Lydia los vio irse con lágrimas en sus ojos, sabiendo que su próxima parada sería la casa de Stiles.






[...]

Maya apreciaba detrás del marco de la puerta como Stiles sacaba todas sus investigaciones de la pared, con miedo a entrar en su cuarto, sabiendo lo que pasaría. Dejó escapar el aire que no sabía que estaba reteniendo antes de dejar que sus pasos sonaran en la habitación.

Stiles se giró pensando que encontraría a su padre, pero grande fue su sorpresa al ver a la castaña parada frente a él. Dejó escapar un susurró con su nombre antes de correr a abrazarla con todas sus fuerzas y sin querer dejarla ir.

— Creí que te había perdido— sollozó provocando que la chica lo abrazara más fuerte, pero cuando Stiles quiso besarla, se alejó de él—. ¿Qué ocurre?

— N-No creo que debamos seguir juntos, Stiles— le dijo con su voz quebrada del dolor.

— ¿Qué...? ¿Qué quieres decir?

— Creo que debemos terminar.

Stiles no podía creer lo que escuchaba, era otra pesadilla, estaba seguro de eso. Miró sus dedos, sin embargo, todos ellos se encontraban ahí, ni uno más ni uno menos. Era real.

— ¿P-Por qué? ¿Ya no me amas?

— Claro que te amo, idiota— sollozó—. Es idiota lo que voy a decir, pero no es por ti, es por mí. Estoy rota.

— ¿Qué dices? — se acercó a ella nuevamente—. Podemos resolverlo juntos, Maya. Pero por favor no me dejes.

— Detente— lloró haciéndolo callar—. Sobreviví a la muerte de mi madre, sobreviví a la muerte de mi padre, pero no sé si podré hacerlo con la de Allison sabiendo que en parte es mi culpa.

— Sé lo que pasaste, Maya. Estaba ahí contigo, como lo estaré ahora. Lo entiendo.

— Entonces estás por delante de mí, porque no lo entiendo— comenzó a hablar más alto—. No entiendo como una chica que siempre protegía a todos, quien nunca lastimó a nadie, esté muerta. Y en parte... También esto es tu culpa.

— ¡¿Crees que no lo sé?!— gritó sin comprender de dónde venía todo aquello—. ¡Sí, fui parte de la muerte de Allison! ¡Y lo lamento, no puedo cambiarlo!

— Esto no es sobre Allison, Stiles— se detuvo insegura de lo próximo que diría—. Es que tú y yo seamos honestos entre nosotros, sé lo que hiciste.

— ¿De qué hablas? — preguntó preocupado.

— Sé lo que hiciste, lo vi— continuó llorando—. Te vi con ella, con Malia. Lo vi todo, ella me hizo verlo.

El mundo de Stiles cayó, sabía a lo que Maya se refería, esas memorias lo perseguían constantemente. Cómo el Nogitsune lo había obligado a tener sexo con Malia, pero no sabía que Maya se encontraba presente.

— Él me hizo hacerlo, Maya— su voz comenzó a temblar—. ¡Te lo juro! ¡Él me hizo hacerlo!

— Lo sé, sé que no eras tú— Stiles suspiró aliviado, sin embargo, el rostro de Maya no cambió—. Creí que me lo dirías, que confiarías en mí y me dirías lo que había ocurrido. Pero no lo hiciste, no me lo dijiste.

— Para que sepas, traté de detenerlo— comenzó a molestarse, a pesar de saber que ella tenía razón.

— ¡Toma responsabilidad de tus acciones y acepta que algunas cosas son 100% tu culpa! — exclamó—. Como el hecho de que no quiero volver a verte.

— Lamento que pasara.

La habitación quedó en silencio, ambos sabiendo que se equivocaron, pero siendo tan testarudos para reconocerlo.

Maya dejó salir un suspiro lastimero antes de volver a hablar.

— Cuando dije que terminábamos...— Stiles volvió a mirarla, esperando que lo que siguiera fuera que en realidad no quería dejarlo—. Lo dije porque me voy, me voy de Beacon Hills.

El mundo de Stiles cayó por segunda vez.

— ¿Cómo?

— Stiles, me voy a París con mi tío e Isaac por unos meses.

— ¿Por qué?

— No tengo ninguna razón para quedarme, ninguna.

— Me tienes a mí, a Scott, a Lydia. Por favor, no me dejes.

Las lágrimas volvieron a salir sin retención. Aquella conversación los estaba quemando por dentro.

— Necesito hacerlo...— sollozó—. Estoy rota, Stiles. Estos años lo único que me ocurre es romperme una y otra vez, y no estoy sanando. Por eso debo irme, tengo que irme para poner sanar y volver a ser yo completamente.

— ¿Qué hay de mí? — preguntó aún molesto mientras se acercaba para sostener su rostro entre sus manos—. Te amo, Maya.

— También te amo, Stiles— ubicó sus manos sobre las de él para agarrarlas y alejarlas de su rostro—. Es por eso que algún día volveré.

— ¿Por qué eso suena que no será dentro de unos meses?

— Adiós, Stiles.

Dios, él la odiaba por dejarlo luego de todo lo que habían pasado juntos.

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