IX. "Todo el mundo la tiene, pero nadie puede perderla."






















— ¡Lydia! —exclamó el Sheriff Stilinski llegando a un lado de la pelirroja que miraba fijamente las puertas de Eichen House, mientras Maya llegaba corriendo junto a Scott—. ¿Estás segura de que él está aquí?

— Está aquí, juro que está aquí.

— Andando— dijo la mujer loba abriendo las puertas, ignorando a Scott, determinada a salvar a su novio.

Noah corrió hacia el administrador quien se sorprendió de ver a aquella cantidad de policías entrar por las puertas, a quien le pidió acceso a todas las habitaciones subterráneas. Al no poder negarse el hombre les permitió la entrada, comenzando a ser guiados por Lydia y aquel sexto sentido que había comenzado a desarrollar, hasta una puerta la cual fue abierta de una patada por el policía, dando paso a una habitación completamente descuidada.

— ¡¿Stiles?!— exclamó Maya bajando las escaleras como un rayo moviendo sus ojos a todas direcciones, pero Stiles no se encontraba allí haciéndola soltar un leve suspiro para evitar quebrarse nuevamente.

— No entiendo— habló Lydia—. Tiene que estar aquí.

— ¿Dónde está entonces? — preguntó el Sr. Stilinski para luego preguntar más fuerte asustando a la pelirroja—. ¡¿Dónde está?!

Al notar lo que había provocado, el hombre se disculpó, pero ninguno de los adolescentes lo culpaba. Nadie podía imaginar el dolor que Noah estaba sintiendo, perder a un hijo, lo único que le quedaba, era algo que ni a tu mayor enemigo se le debería desear. Y Maya lo sabía muy bien. Minutos más tarde, la llamada de Melissa McCall hizo presencia indicándole a Scott que habían encontrado a Stiles, por lo que sin dudarlo un segundo todos fueron hacia el hospital dispuestos a reencontrarse con su amigo.

— Está durmiendo ahora— les dijo el Sr. Stilinski al grupo de adolescentes y a los padres de Scott, luego de salir de la habitación donde tenían a Stiles—. Está bien, no se acuerda de mucho, fue algo como un sueño.

» Gracias «, le agradeció al padre de Scott.

— El repelente en la guardia de los coyotes para ahuyentar a los animales, no podía acercarme sin tener los ojos llorosos. Qué bueno que lo dijo por teléfono.

— No, fue más que eso. Gracias.

— Fue una conexión fortuita.

— McCall, ¿te puedes callar y aceptar mi sincera gratitud?

Ambos hombres se dieron la mano dando por finalizada la pequeña e innecesaria discusión.

— Tienes clases en menos de seis horas, deberían irse a dormir— les dijo Melissa haciendo a Scott asentir.

— En realidad, esperaba poder quedarme aquí esta noche— la interrumpió Maya ganándose una mirada del pelinegro—. Para... Cuidarlo.

— Maya, creo que realmente debería ir a dormir— le sugirió, inspeccionando las ojeras bajo sus ojos.

— No voy a poder dormir de cualquier forma, Mel.

La mujer miró al Sheriff pidiendo su opinión, el hombre suspiró mirando a la novia de su hijo.

— Puedes quedarte Maya, estoy seguro de que a Stiles le hará bien verte a su lado cuando despierte.

La castaña sonrió antes de despedirse y entrar a la habitación en donde el castaño se encontraba descansando. Scott y Lydia iban a irse, pero el chico sintió la necesidad de advertirle a su madre.

— ¡Mamá! — la llamó—. Creo que deberías tener un ojo en Maya, estas horas fueron terribles para ella, tuvo un derrumbe emocional que realmente me preocupa.

— Tranquilo, cariño. Voy a cuidarla.

— Gracias, mamá.

Scott sabía que a pesar de esa inestabilidad que Maya sufrió, algo extraño estaba pasando con ella. Sus habilidades de loba habían desaparecido, sus alucinaciones a pesar de no haber sido un sacrificio, sus emociones estaban al borde del colapso por varias razones y su extraña necesidad de estar junto a Stiles, lo cual pensando que eran novios no sería tan raro, pero Scott sabía que ellos no eran tan dependientes del otro.

Maya ya no era la misma.







[...]

Maya abrió sus ojos notando que ya era de día, comenzó a buscar un reloj en alguna pared de la habitación, al encontrarlo pudo notar que eran las cinco de la tarde. Al parecer en algún momento de su vela se había quedado dormida con su cabeza sobre el colchón de Stiles, quien aún seguía dormido. No quería despertarlo, realmente necesitaba de todas las horas de sueño que podría tener, pero tenía algo en su pecho que realmente debía salir si no quería explotar en cualquier momento. Por lo que, segura de que nadie entraría, acercó aún más el sillón hacia la camilla.

— Estoy asustada, Stiles— murmuró hacia su dormido novio—. Estoy asustada porque tú significas para mí mucho más que cualquier otra persona. Eres todo lo que pienso, todo lo que necesito, todo lo que quiero. Yo sólo...— dejó escapar un pequeño sollozo contenido—. No quiero perderte. No quiero perder a nadie más. Así que, por favor, lucha por mí, por tu padre, por Scott, por nosotros. Lucha por ti.

El padre de Stiles se encontraba tras la puerta escuchando cada palabra que Maya decía, no fue su intención espiar, pero estaba a punto de entrar a la habitación cuando ella comenzó a hablarle a su hijo y no pudo evitar oír aquellas hermosas palabras que le dedicaba. Él realmente estaba agradecido con ella, siempre intentaba que Stiles tuviera los pies sobre la tierra y sabía que aquella chica realmente inspiraba a su hijo para mejor.

Al notar que Maya ya no hablaba decidió entrar, encontrándose a la chica limpiando sus lágrimas para luego sostener la mano de Stiles.

— Es momento del estudio— le avisó, la chica asintió levantándose, dándole paso al hombre para que despierte a su hijo.

Salió de la habitación encontrándose con Scott, quien sonrió al verla para luego darle un corto abrazo.

— ¿Cómo está?

— Bien, supongo. Aún no ha despertado, su padre lo está haciendo ahora para que los médicos puedan hacerle los estudios necesarios.

— Lo sé, vine a acompañarlos— ambos sonrieron y Scott aclaró su garganta—. ¿Tú cómo estás?

La chica abrió su boca para contestar, pero volvió a cerrarla al notar que iba a decir "estoy bien", ya que claramente no lo estaba, y no quería mentirle a Scott.

— Estoy... Asustada, sabes, no quiero que nada malo le ocurra.

Scott no necesitó decir nada, solamente la abrazó hasta que su madre vino a buscarlos para presenciar los estudios de Stiles. Entraron en la sala encontrándose con su amigo, ya en una bata de hospital sentado en la maquinaria que le haría el examen; Melissa, Noah y el doctor ya se encontraban allí hablando entre ellos.

— Hey— dijo Maya acercándose a su novio quien le dio una pequeña sonrisa al verla, iluminando sus ojos.

— Stiles, te debo advertir— comenzó el doctor, interrumpiendo el momento—. Escucharás muchos ruidos en la RM, se debe a los pulsos eléctricos que atraviesan los espirales de metal dentro de la máquina. Si quieres te podemos dar unos tapones o audífonos.

— No, no necesito nada.

— Estamos del otro lado de la ventana— le dijo su padre antes de marcharse junto al resto de los adultos, dejando a los mejores amigos solos por un rato.

Scott con la vista en el suelo jugaba con sus manos, mientras que Maya soltaba un suspiro entrecortado llamando la atención de Stiles quien buscó su pequeña mano, a comparación con la suya, para luego estrujarla amorosamente.

— Saben lo que buscan, ¿cierto? — preguntó esperando una respuesta que nunca llegó—. Se llama demencia frontotemporal, áreas de tu cerebro empiezan a encogerse. Mi mamá tenía eso, es el único tipo de demencia que puede afectar a los adolescentes. Y no hay cura.

Una de las lágrimas que Maya había dejado salir hace tiempo cayó en sus manos entrelazadas, provocando que Stiles las notara. Scott se secó la única lágrima que había salido de su ojo para luego hablar.

— Stiles, si la tienes, haremos algo al respecto— hizo una pausa para mirarlo a los ojos—. Yo haré algo.

Nosotros— lo corrigió Maya, llamando su atención—. No te dejaremos solo, antes muerta que abandonarte.

Stiles comenzó a llorar y tirando de los brazos de sus amigos, los acercó a él para abrazarse. Éste no sería el final para ninguno de los tres.




[...]

"Todo el mundo la tiene, pero nadie puede perderla."

"Una sombra."




[...]

— ¿Recuerdas lo que me decías sobre las señales químicas? — le preguntó Scott a Derek quien se encontraba sentado frente a él junto a Maya, esperando a que el análisis de Stiles finalizara—. Me recordó a la vez que me enseñaste a usar mi rabia para controlar mi metamorfosis.

— Creo que al final me enseñaste tú más sobre eso— le contestó con una sonrisa.

— ¿Me estás enseñando de nuevo?

— Velo como si compartiera secretos del oficio— dijo haciendo que Maya dejara salir una pequeña risa—. Sabes que llevé a Cora de vuelta a Sudamérica, es donde más tiempo paso luego del incendio, pero no es el único motivo por el que me fui. Necesitaba hablar con mi madre, Maya me ayudó en eso.

— ¿Tu madre muerta?

— Me dijo algo que cambió mi perspectiva sobre muchas cosas. Mi familia no solo vivió en Beacon Hills, la protegían. Esta ciudad necesita a alguien que los proteja, alguien como tú.

— Gracias por el voto de confianza, papá— se quejó Maya, burlándose de la situación para sacar la tensión.

Derek rió para luego corregir.

— Alguien como ustedes.

— Y alguien como tú que nos enseñe los secretos del oficio— dijo Scott, para luego actuar como si se diera cuenta de algo importante—. Nos estaba protegiendo. Stiles nos estaba protegiendo.

— De él mismo— siguió Maya.

Los tres corrieron hacia las escaleras que los llevarían a los techos del Hospital de Beacon Hills, dispuestos a descifrar aquel nuevo enigma.

— ¿Qué buscamos? — preguntó Derek.

— No estoy seguro, pero creo que Stiles no solo estaba luchando con sí mismo, creo que luchaba para no hacer algo— contestó revisando una de las cajas de electricidad, encontrando una bolsa lleva de herramientas y cables eléctricos.

De repente la caja explotó, haciéndolos retroceder y dejándolos completamente confundidos cuando un cable con electricidad comenzó a moverse dando latigazos al aire.





[...]

— Me conoces—habló la mujer, el Nogitsune asintió—. Entonces sabrás que no me disuadirás con el huésped que elegiste, aunque sea un joven inocente.

— ¿Nos estás amenazando?

La mujer frunció el ceño, sin entender porque hablaba en plural, provocando que el Nogitsune sonriera por su incomprensión.

Sombras aparecieron dando luego la forma de los Oni resguardando la espalda de la mujer.

— Ahora te estoy amenazando.

— No nos asustan tus pequeñas luciérnagas—habló con las personas aun corriendo a su alrededor para salir del hospital.

— Si el Oni no puede vencerte, conozco a alguien que podrá.




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