Extra - France
Lo que quedaba de los Argents e Isaac bajaron del avión pisando suelo francés, ninguna palabra fue dicha en todo el viaje y Maya lo agradecía. Mientras Chris iba en busca del auto que había alquilado hasta que el suyo llegara a Francia, los dos adolescentes se quedaron esperando en la puerta del aeropuerto junto al equipaje.
La castaña sacó su celular volviéndolo a encender, provocando que éste comenzara a sonar incansablemente por todos los mensajes recibidos, todos de sus amigos, especialmente Stiles quien no se abstuvo de mandar cincuenta y cuatro mensajes.
Maya suspiró profundamente antes de eliminar los mensajes, sabiendo que al leerlos iría corriendo a comprar un boleto de avión de vuelta a California. Isaac miró todo el proceso sin poder evitar que uno de los extremos de su boca se levantara.
Chris estacionó frente a ellos indicándoles que se subieran al vehículo, Isaac puso las maletas en el maletero y se sentó en el asiento trasero, ya que el del acompañante ya estaba ocupado por Maya.
El viaje en auto también transcurrió en silencio mientras admiraban la vista de aquella nueva ciudad. Sin embargo, a pesar de las hermosas vistas, la chica no pudo evitar pensar que lo que estaban haciendo era escapar. Escapar de la muerte de sus padres, de la de Allison, de sus amigos y sus recuerdos del Nogitsune, los cuales la seguían atormentando entre sueños.
Maya quería alejarse de todo, meditar en lo ocurrido, volver a encontrarse. Es decir, ella había muerto y volvió a renacer con un gran poder que recorría sus venas, ella lo sabía, podía sentirlo cada segundo. Pero nunca planeó dejar el país, aún menos ir a Francia, eso era lo que su tío Chris quería y para no dejarlo solo, siendo lo único que le quedaba, decidió acompañarlo.
— ¿Cuánto tiempo estaremos aquí? — preguntó, sorprendiendo al resto por su habla.
— La cantidad de tiempo que necesitemos— le contestó su tío mirándola.
— Suena demasiado a correr de nuestros problemas— siguió sin poder evitar dar su opinión.
Solamente se ganó una mala mirada del hombre para luego continuar el viaje. Minutos más tarde, llegaron al departamento, el cual ya se encontraba amueblado. La chica agarró su maleta para dirigirse a su habitación, dónde pasaría encerrada los meses siguientes.
[...]
Habían pasado ya tres meses desde que llegaron a París, es decir todo el verano, y Maya no había salido de su habitación al menos que fuera para comer o bañarse. Se la pasaba acostada en su cama o mirando por su ventana, pero siempre con recuerdos atormentándola. Risas, llantos, gritos, y, sobre todo, muerte.
Chris, cansado de que su actitud durara tanto tiempo, la obligó a recorrer la ciudad junto a Isaac y les ordenó que no volvieran hasta que la noche hubiera caído. Bufando Maya salió a regañadientes con Isaac siguiéndola de cerca, comenzando a caminar por las calles de París. Pasaron por el ventanal de una librería, la cual llamó la atención de la castaña, específicamente un libro en particular con un hombre lobo en su portada.
Scott.
— ¿Extrañas Beacon Hills? — escuchó la voz del rubio detrás de ella.
— ¿Qué puedo extrañar? — cuestionó mintiéndose a ella misma, remontando la marcha—. No queda nada allí para mí.
— ¿Qué hay de Stiles? — volvió a preguntar, esta vez con algo de miedo por la respuesta.
— Qué hay con él.
Ante la brusquedad de sus palabras no insistió en el tema, pero a pesar de ello, una sonrisa se escapó por sus labios.
El atardecer se asomaba luego de haber recorrido varias ferias para luego terminar en el Campo de Marte para subir la Torre Eiffel, a pesar de las quejas de Isaac. Para su suerte era temporada baja de turistas, lo que les facilitó la subida.
Finalmente, en lo más alto de la arquitectura toda París podía ser vista, comenzando a encender sus luces ante la oscuridad.
— Isaac, tienes que ver esto— dijo la muchacha con sus ojos en el mirador.
— No, gracias. Estoy bien...— contestó provocando que girara a verlo—. Yo, uh, nunca fui fanático de las alturas.
— ¿Un hombre lobo asustado de las alturas? — se burló.
— Oh, Dios. Creo que voy a vomitar— dijo antes de correr hacia los baños.
Maya rodó los ojos volviendo su vista hacia la ciudad.
[...]
La noche terminó con ellos sentados en la cama de la castaña mirando hacia el gran ventanal, mientras bebían de la botella de Bourbon que le robaron a Chris, al cual le pusieron un par de hojas de acónito. El alcohol junto a la hierba en sus sistemas provocaba que volvieran a reír luego de tanto tiempo recordando los buenos momentos, pero también los hacía llorar recordando los malos.
— ¿Qué crees que están haciendo ahora? — le preguntó el rubio.
— Sobreviven, como siempre lo hacen.
— ¿Has hablado con alguno de ellos?
— Lydia me escribe todos los días junto a Aspen— sonrió—. Scott sabe que necesito mi espacio, pero aún me escribe cada semana.
El rubio dudó antes de hablar.
— ¿Y Stiles?
Maya se mantuvo callada mientras se acostaba para mirar el techo.
¿Stiles? Sí, él le escribía.
Todas las noches sin falta le decía "buenas noches" y todas las mañanas despertaba con un "buenos días", y ella nunca contestaba por temor a como continuaría la conversación o si realmente no lo hacía. Ella no era egoísta, Stiles debía olvidarla para poder ser feliz y avanzar. Maya no podía ofrecerle nada más que una chica rota que apenas sí podía mantenerse de pie por sí sola, con miedo hasta de su propia sombra.
— No— mintió antes de terminar la botella, sabiendo que ahora su boca diría toda la verdad con ese último trago.
Isaac se acostó a su lado imitándola.
— ¿Maya? — la llamó ganándose un "Mhm" como respuesta de que lo escuchaba a pesar de mantener sus ojos cerrados—. ¿Alguna vez me amaste?
La pregunta vino a ella como un balde de agua fría.
Abrió los ojos para luego mirarlo, encontrándose con sus ojos azules los cuales indagaban en su alma asustados por su respuesta.
La castaña no supo si fue obra del acónito o de sus emociones disparatadas, o incluso de los orbes azules del rubio que parecían hipnotizarla a decir las palabras que él quería escuchar; pero su cabeza comenzó a asentir provocando que Isaac se acercara a su rostro.
— Dime, Maya— habló a centímetros de su boca tentándola y a la vez aprovechándose de la condición de ambos—. ¿Me amaste?
— Sí...— dijo en un jadeo, antes de que el rubio atacara sus labios, drogándola aún más.
Sabía los sentimientos de Isaac hacia ella y sabía que se estaba aprovechando vilmente de ella, pero no lo detuvo.
La chica sabía que era un error, ella no necesitaba esto ahora, sin embargo, ambos se necesitaban de una forma inexplicable. O al menos, ella necesitaba sentirse amada.
Los besos del rubio se dirigieron a su cuello y mientras sus prendas desaparecían, estos iban bajando cada segundo, dando comienzo a una noche llena de placer.
Pero lo que Maya no esperó encontrar aquella mañana, además de despertar junto a un desnudo Isaac a su lado, fue un mensaje de Scott.
"Derek desapareció."
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