¹⁶: ᶜᵃᵒˢ.

"Storytime de Danny Elfman."

El corazón de Lilith latía cada vez más rápido mientras Jake la miraba confundido con su mano en su mejilla, sin entender del todo las palabras de ella. Poco a poco Jake comenzó a molestarse, se notaba en su rostro que en cualquier momento le daría un buen golpe a Lilith, pero con la rapidez que lo hizo, poco a poco se relajó y miró con extrañez a la fémina, en busca de respuestas.

—¿De qué diablos hablas? —cuestionó levantando la ceja derecha cerrando levemente sus ojos.

—Tú sabes muy bien de que hablo.

Y ante el poco apoyo que Lilith recibía de él, ella le dio otra cachetada al hombre, cosa que lo enfureció más mientras ella sentía su mano arder.

Jake estaba cansado de está insolencia que no dudo en hacérsela conocer.

—¡Yo no sé dónde está, lo juro! —exclamó dejando que unas cuantas venas de su cuello se marcaran.

Pero eso no detuvo que la mujer le diera otro puñetazo, pues Lilith estaba tan molesta y no sabía a quien culpar de todas sus desgracias que estaba sacando toda su molestia con Jake, y él ya no lo estaba soportando.

—¡Hey, ya! —gritó Jake acercándose a Lilith y sujetando de su mano con fuerza apegándola a él—. No creas que porque eres niña no te voy a golpear.

—Hazlo —demandó.

Jake se sorprendió por su respuesta. Él no quería golpear a Lilith, él la quería y sería incapaz de algo así, entonces como pudo trató de relajarse y la miró atento, tratando de calmar todo lo que sentía en él.

—Mejor lárgate.

Pero ella no lo obedeció y eso lo molestó. 

El hombre sonrió de lado y se dirigió a su hogar dejando a la mujer sola. Ya no quería verla más por temor de hacer una locura, y la dejó en el patio sola. Lilith por su parte comenzaba a sentirse cada vez más enferma y sentía que estaba a punto de caer desmayada. No sabía sí ir a su casa o seguir buscando a Edward.

Finalmente, pese a que estaba ardiendo en fiebre y no paraba de sudar frío, la mujer se dirigió a la colina como un completo zombie tratando de localizar al único amigo de verdad que tenía.

Cuando la mujer llegó a la colina, una vez más buscó por todas partes a Edward, pero ahora sí lo encontró.

—Edward, Edward... —susurró ella con desesperación—, ¡no te escondas así nunca más!

Lilith lo abrazó temiendo que fuera una alucinación, pero la realidad era que Edward sí estaba ahí con ella, pero estaba tan confundido que no decía nada, y eso preocupo a la mujer.

—¿Qué tienes? —cuestionó ella con preocupación, sosteniendo su rostro con sus manos para hacerlo que la mirara fijamente, pero ni así tuvo una respuesta de él—. Perdóname por desaparecer —susurró Lilith apartando sus manos de él y retrocediendo unos pasos con su garganta raspando por las ansias que tenía de querer llorar—. Tuve un accidente y estuve por días en el hospital.

Edward abrió los ojos en par en par y la recorrió con la mirada con atención, analizando que ella luciera bien, y en efecto, lo estaba. Sólo se miraba muy pálida.

—¿Estás bien? —se atrevió a preguntar Lilith, al mirarlo tan diferente.

—¿Tú lo estás? —contestó Edward queriendo acercarse a acariciar la piel de Lilith, pero este se contuvo y bajo sus manos, queriendo evitar el contacto con ella. A lo cual, Lilith sólo asintió con timidez—. Entonces, yo también lo estoy.

Las palabras de Edward habían clavado su corazón ante lo bello que podía ser su esencia.

Después, él se acercó a ella de nuevo y acercó su cuchilla al rostro de la mujer para tocarla, pero ella retrocedió por instinto, y antes de que él se sintiera mal, ella volvió a hablar.

—Ten cuidado.

El hombre asintió y dirigió sus cuchillas a la frente de la mujer para que, con un rápido movimiento, mechones de cabello se cayeran.

—A ti te gusta corto.

Edward se apartó y le sonrió. Se miraba muy dulce y orgulloso, de haber eliminado ciertos cabellos del rostro de Lilith para que volviera a tener aquel estilo con el cual muchas personas hablaron mal de ella. Pero si a él le gustaba, a Lilith le encantaría tener su cabello así por más tiempo.

—¿Lo quieres cortar? —cuestionó ella con sus mejillas levemente rojas, y este asintió.

Entonces, de forma inmediata, Lilith corrió hacia las escaleras del castillo que estaban ya tan descuidadas y se sentó en el barandal que había ahí, mientras Edward caminaba detrás de ella con nerviosismo.

Cuando la miró sentada en el barandal, sonrió y levantó sus cuchillas colocándose detrás de ella, comenzando a cortar de este con sumo cuidado y admiración tratando de ser cuidadoso con cada corte que hacía, pero a su vez, era tan rápido.

Movía sus cuchillas de una forma tan ágil e increíble, que hacía que el corazón de Lilith se acelerara al instante y disfrutara de aquellas sensaciones que comenzaba a sentir por sus cuchillas recorriendo y cortando su cabello. Era extraño, porque no lastimaba y ella no tenía miedo que lo hiciera; lo disfrutaba.

De repente, Edward se apartó de Lilith y ella volteó a mirarlo con una enorme sonrisa, tocando de su cabello frecuentemente sin poder creer que esto había sido real, porque, de verdad, ella no terminaba de comprender que Edward le había cortado el cabello con sus propias manos.

Era increíble.

Se levantó del barandal para caminar hacia él, y un mareo la invadió haciendo que todo se volviera negro de repente. Se sujeto como podía del barandal, y el hombre la miró alarmado, caminando con rapidez hacia a ella.

—No es nada. No te preocupes.

Lilith y Edward se miraban fijamente, estaban tan pegados que, con un simple empujón, ambos chocarían labios, pero alguien detuvo aquel acercamiento peligroso.

—¿¡Lilith!?

La mujer dirigió su mirada a la voz que reconocía tan bien mientras que Edward salía corriendo a esconderse, temiendo de su vida.

—¿Quién era ese? —cuestionó Rachel colocándose frente a Lilith con la boca medio abierta—. Entonces, ¿sigue vivo?

Pero Lilith no quería decir más, quería ir detrás de su amigo, pero ahora tenía que tratar de calmar a Rachel y convencerla de no lastimar algo tan puro como lo era Edward.

—Vamos, Lilith, ¡dime algo!

—¿Por qué debería? —cuestionó entrecerrando los ojos—. ¿Qué haces tú aquí?

—Fui a ver a mi novio y tenía una cachetada por ti —aclaró cruzando los brazos en su pecho mirándola enojada—. Pasé por aquí y creí que tal vez estabas en este lugar. ¿Entonces?

—Es real.

—Es asombroso.

—¿Qué harás? —preguntó, al instante, sin pensar. Sin embargo, Rachel la miró sin entender con sus cejas levemente juntas y directamente a los ojos, para después sonreír y soltar una leve sonrisa.

—¿Qué haré? ¿Crees que se lo diré a todo el mundo? —cuestionó levantando la voz y Lilith asintió—. ¿Sabes lo que haría todo el mundo si se dieran cuenta? Definitivamente no haré nada. Kim lo habría querido. Me iré y asimilare que esto nunca paso.

—Entonces, ¿puedo confiar en ti? —preguntó Lilith mirándola a los ojos y ella soltó un bufido.

—No soy tan cruel como crees —aclaró poniendo sus brazos en su cintura—. Aunque pienso que deberías seguir mis pasos, pero me preocupa Edward...

—Necesito ir con él.

—¿Puedes presentármelo? —preguntó de repente con la esperanza en sus ojos.

—¿Qué?

—Quiero conocerlo —confesó relamiendo sus labios, mirándola con plegaria—. Al menos una vez.

—No lo sé...

—Te prometo que haré lo posible para que no te molesten y no diré nada sobre lo que mire —declaró juntando sus manos en su pecho, mirándola con suplica y desesperación a la vez—. Piénsalo, por favor. —volvió a decir mirándola a los ojos—. Pero ahora, deberías ir detrás de él.

Y aunque a Lilith no le agradaba mucho Rachel, sentía que debía hacerlo.

Entre cuchillas, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧

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