[Pᴀʀᴛᴇ ₅﹕ Nᴏ ᴇs ᴜɴᴀ ᴄᴏɪɴᴄɪᴅᴇɴᴄɪᴀ]
Jimin apenas controló la repulsión que le recorrió el cuerpo cuando notó al niño aferrado a su pierna.
—Oh... hola tú.
Ansioso por la cercanía estaba listo para dar un paso atrás cuando el niño levantó la cabeza exponiendo sus ojos. Jimin se encontró a si mismo cautivado y como si fuera magia, toda la incomodidad desapareció.
Había una petición en silencio cuando estiró los brazos en su dirección, instando a ser alzando en unos brazos ajenos. Se le aceleró el corazón mientras le sonreía como si fuera lo más natural del mundo.
Jimin se sintió acorralado cuando el niño no se alejó, Y no podría ignorarlo fácilmente esta vez porque había mucha gente a su alrededor. Sin alguna escapatoria no tuvo más remedio que ceder.
Lo tomó en sus brazos y cuando se miraron frente a frente sintió las rodillas débiles. El niño tenía unos ojos enormes, muy brillantes... y de color verde.
Fue asombroso y muy aterrador como su memoria comenzó a reproducir recuerdos que había ocultado con tanto fervor, solo por la presencia de ese niño. Era como tenerlo de nuevo allí, su corazón palpitando con una extraña presión que lo estaba asfixiando.
— Verde.— Susurró el niño.
Guió su pequeño dedo hacia su párpado. Jimin se estremeció y casi lo dejó caer, no comprendía cómo el sentimiento de incomodidad estaba siendo reemplazado por una leve comodidad de cercanía.
Tragando con dificultad se las arregló para decir:—¿Perdiste a tu papá?
El niño negó soltando una risa corta antes de señalar en alguna dirección sin deshacer el contacto visual. La intensidad de su mirada provocó inquietud en Jimin, que prefirió girarse para buscar al supuesto padre y acabar con toda la situación.
Se encontró a un hombre rubio y alto, mirando fijamente hacia ellos con una expresión de completo terror. Sin estar muy seguro avanzó hacia él mientras el niño paseaba las manos por su rostro como si se tratara de un juego.
— Hola. — Dijo Jimin en cuanto estuvo frente al hombre.
— Hola...
— ¿Es tu hijo? – El hombre asintió — Disculpa, él vino hasta mi, no supe que hacer.
— Lo sé.
Jimin se sintió incómodo ante la mirada perturbadora del hombre. Un poco abrumado intentó bajar al niño quien comenzó a aferrarse a su camiseta como si su vida dependiera de ello.
— Él no quiere dejarte.— Habló de nuevo el sujeto.
— Ya me di cuenta.
— ¿Cuanta probabilidad hay? Dios mío – Se pasó la mano por el rostro claramente frustrado — Es como si quedará hipnotizado por ti, esta tarde en la heladería tuve que detenerlo de ir hacia ti, y solo había escuchado tu voz...
Jimin se quedó rígido, viendo la confusión en los ojos del hombre. ¿Qué estaba diciendo?
—¿Cómo sabes que fui a una heladería? ¿Me estás siguiendo?
El hombre se rio pero había una pizca de ironía en su risa.
— Ojalá estuviera siguiéndote, sería menos aterrador que simplemente encontrarte por todos lados; el restaurante, la tienda, aquí.
Jimin tragó saliva pesadamente mientras retrocedía unos centímetros, no entendía nada de lo que sucedía y estaba comenzando a asustarse.
¿Quién rayos era este sujeto? ¿qué rayos le sucedía al niño?
El pánico dominó su sistema en segundos, dándole claustrofobia. Con el corazón acelerado le entregó el niño al sujeto a pesar de que rompió en llanto cuando se separaron.
Jimin se alejó de inmediato ignorando a todos en busca de algún lugar donde pudiera resguardarse. Estaba siendo consumido por la ansiedad y su mente no le daba un descanso.
Entró en el primer local que vió y busco directamente los baños. Con las manos temblando se encerró en un cubículo y se dejó caer sobre la tapa cerrada del retrete en busca de tranquilizarse.
Aunque resultaba más difícil con el tiempo. Era como ahogarse con su propia saliva, como si el oxígeno se negara a pasar por sus pulmones.
Había pasado tanto tiempo ya y todo el dolor rasgaba como el primer día. Podía sobrevivir apenas con la culpa, pero el dolor... era lo peor del mundo.
No tenía idea cómo había pasado los últimos años, esto no se comparaba a nada que hubiera sentido antes. La abrumadora carga, la incesante tristeza, todo había acabado con su valor, su coraje.
Ahora era débil, débil y cobarde.
Casi como impulso llevó su mano al costado derecho del cuello, rascando el rastro de una cicatriz. Jimin recuerda a la perfección cuando la hizo, aprovechó que Taehyung estaba en la universidad y nadie lo detendría.
Solo quería acabar con el dolor, con la desesperación, con esa opresión acuchillándole el corazón.
No pensó mucho cuando sus dedos sujetaron la cuchilla, en su mente parecía una salida rápida para todos sus problemas, no tenía sentido seguir sin su hijo.
Taehyung llegó a tiempo encontrándolo tirado en el suelo, fue un milagro, ahora cargaba con un recuerdo de veinticinco puntos.
— ¿Oye? ¿Estás aquí? – Jimin contuvo la respiración — Quería disculparme por lo que pasó allá... mi hijo, él ha estado raro desde hace un tiempo.
Escuchó los pasos contra las baldosas, aproximándose sin detenerse en una puerta específica, solo esperando por su respuesta.
Jimin no respondió. No sabía que decir exactamente.
— Estoy preocupado, la forma en que actúa cuando estás cerca... no es normal.
Jimin notó la desesperación en la voz del hombre. Él estaba agobiado, no imaginaba como estaría si fuera el padre, pero ese no era asunto suyo, ya tenía suficientes problemas personales como para agregar a la lista la rara obsesión de un niño ajeno.
De todas formas, no había algo que él pudiera hacer. Podía entender el shock mental que debía estar teniendo al ver como su hijo estaba obsesionado con un extraño, debía dolerle.
Pero no eran justificaciones para involucrarse.
— Es verdad, es raro – Dijo Jimin saliendo del cubículo. El hombre estaba de pie al centro de la habitación — Lo siento, yo... yo no puedo hacer nada al respecto.
Jimin intentó huir pero el hombre se interpuso en su camino.
—¿Por qué estás llorando?
— No importa.
El desconocido lo detuvo de nuevo cuando intentó salir, su mirada apenada lo puso inquieto.
— Espera, yo... necesito pedirte algo.– Jimin dio un paso atrás ansioso.— Se que puede ser demasiado, pero Youngsoo no deja de llorar...
Jimin captó la petición entre líneas. Y oh no, no gracias.
— No puedo. Lo siento.
No podía arriesgar más su salud mental. Estaba ignorando la voz perturbante que creía que el niño era adorable y le instaba a ir hacia él.
Así que como el cobarde que era salió del lugar con prisa sin imaginarse que el niño estaría a unos cuantos metros. En cuanto lo vio el llanto se incrementó, apuntando en su dirección.
Escuchó la voz de su hermana en algún lado, llamándole, pero Jimin no podía apartar la vista del niño.
Demonios.
¿No podía simplemente ignorar todo como siempre? ¿Por qué sentía esta horrible necesidad de ir hacia el niño?
Ignoró los cuestionamientos de su hermana y caminó en dirección de aquellos desconocidos que parecían desesperados.
Que jodido estoy.
Se maldecía una otra vez mientras caminaba hacia ellos. La mujer que sostenía al niño le dio apenas una sonrisa incómoda justo cuando el padre del niño apareció.
—Creí que habías dicho-
—Sé lo que dije.— Interrumpió tosco.
El niño se restregó los ojos y lanzó los brazos para que Jimin lo sostuviera. El rostro rojizo hizo punzar su corazón, debilitando sus barreras.
Era como encontrar una pizca de paz, había algo en su abrazo que calmaba la amargura con que había vivido. Se sentía bien ser... necesitado.
Se preguntó si así se habría sentido tener a su hijo; arrullarlo cuando estuviera inquieto, haciéndole saber que estaba allí para cuidarlo.
Jimin suspiró con pesadez conteniendo el llanto, lo último que necesitaba era ponerse a llorar frente a unos desconocidos. Quería intentarlo, dar un pequeño primer paso, lo merecía y su familia también, les había robado la paz durante todos estos años.
Había pasado tiempos oscuros durante los primero meses; con terrores nocturnos, insomnio, echarse a llorar en cualquier lugar y momento. No hubo nada que lo hiciera callar más que el propio cansancio, no era sano.
—¿Cómo te llamas cariño?— Cuestionó la mujer.
—Jimin.
— Es muy lindo – La mujer sonrió dándole un apretón en el brazo — Soy Jisoo y este es mi hijo Jungkook. Gracias por venir.
— Bueno, parecía necesario.
— Juro que Soo no suele comportarse así. Parece enamorado de ti
Las dos mujeres rieron por la broma, Jimin sin embargo solto apenas una risa por compromiso.
Hacía años que el sentido del humor lo abandonó.
Cuando su propia familia lo alcanzó, Jimin agradeció tener que marcharse antes de hacer algo impulsivo que se veía incapaz de contener. Sonriendo en disculpa a la señora entregó al niño alejándose rápidamente antes de poder girarse y besarle la frente.
Jimin sintió un calor extraño en el pecho. Un tibio atisbo de algo parecido a...la felicidad.
Esperaba no volver a toparse con ellos.
—¿Estás drogado? ¿ebrio?
Jimin observó desconcertado a Ten, quien tenía su dedo acusándolo con una mueca confundida.
— Estoy en el trabajo ¿por qué rayos estaría ebrio? Y además no me drogo.— Sentenció Jimin cerrando la reciente reserva en la computadora.
—Estás raro.— Aseguró.
—¿A qué te refieres?
— Parece que estás de buen humor. Una mujer te hizo buscarle una habitación por mil horas y no te vi irritarte. Pero sobre todo, no ignoraste al niño que te preguntó dónde esta el baño.
Jimin sintió su rostro sonrojarse.
— Estás alucinando.
—Claro que no ¿qué sucedió este fin de semana?
Ten le dio una sonrisa sugerente que le heló el cuerpo mientras se apoyaba sobre los codos en el mostrador.
— Fui a ver la presentación de mi hermana por San Valentín.
—¿Conociste a algun chico?
No sabía si el sujeto llamado Jungkook contaba.
— No. Ya déjame tranquilo.
A pesar de que no había dicho nada sobre su encuentro raro con el niño y su padre, la mirada insistente de Ten le hacía sentirse expuesto de algún modo. Solo pudo respirar nuevamente cuando el chico volvió a su área en la cocina.
Aunque admitiría, solo para él mismo, que el recuerdo del bebé lo tenía de mejor humor.
Lo cual era irónico y un poco cruel. No volvería a verlos, no había posibilidad de que se encontraran de nuevo incluso si Jimin lo anhelaba.
Marcó su salida y salió del hotel a regañadientes. El cielo brillaba en tonos azules y morados, pronto oscurecería. Aunque eso no parecía detener a la gente, Jimin observó a una pareja en la otra acera; ambos sostenían una niña en los brazos.
De inmediato apartó la vista cuando se encontró a sí mismo mirando fijamente la escena.
No le gustaba apreciar a los demás por esta razón. Al final, siempre volvía a sentir que faltaba algo, que estaba perdido. Al final, volvía a la realidad donde su hijo no estaba, donde su corazón estaría infinitamente roto.
Algo abrumado subió al auto y condujo directo a la casa de sus padres. Había insistido en tener una cena familiar porque según ellos ya los había evitado demasiado.
Tenían razón, hasta cierto punto.
Detuvo el auto frente al porche de la casa, su padre estaba allí esperando por el mientras cocinaba algo en la parrilla. Cuando bajó llegó a su encuentro. No lo brazos extendidos, Jimin suspiró tembloroso al darse cuenta que estaba conteniendo el llanto.
Febrero siempre lo ponía sentimental, y creía que pasarlo solo era una mejor opción. Jimin solía decirse muchas mentiras, abrazado al hombre que le dio la vida se daba cuenta que no era así, lo había extrañado mucho.
—Está bién hijo, aquí estoy.
Su padre lo abrazó fuerte durante unos segundos antes de acompañarlo al interior de la casa donde su madre lo esperaba. Sus hermanos bajaron unos momentos después reuniéndose junto a ellos en el comedor cuando su padre entró de nuevo con la comida lista.
Jimin aspiró el aroma a hogar que sólo su familia podía darle. Se alegró por su hermano que había recibido su primer beso después del baile, se rió de su padre y de cómo se le quedó atorada la mano en la tubería cuando intentó sacar el anillo de compromiso.
Listo para irse su madre lo alcanzó en el auto.
— Jimin, hijo... no tienes que estar solo. Nosotros siempre vamos a estar aquí.
—Lo sé mamá, gracias.
— Olvidarlo no es la solución – Jimin se tensó — Es parte de ti, y sería un error simplemente dejarlo en el olvido por muy doloroso que sea.
— No quiero hablar de eso ahora.— Respondió Jimin entre dientes.
— Yo... no he olvidado – Jimin giró sobre sus pies, observando la mirada perdida de su madre — Antes de todos ustedes estuve embarazada, fue un parto difícil pero el niño nació. Hicimos lo que estuvo en nuestras manos pero... al final murió. Fue duro, tu padre... no creo que se haya recompuesto, no creo que alguien lo haga nunca. Las cosas a veces no son cómo uno lo espera pero debemos seguir, porque valió la pena tenerlo a mi lado incluso si fue poco tiempo y no borraría lo único que me quedaba de él...
Jimin comprendió que se refería a los recuerdos. Si madre le sonrió dulcemente antes de entregarle un paquete y regresar a la casa. Revisó el interior encontrándose con unas fotografías que jamás había visto.
Se le hizo un nudo en la garganta mientras pasaba las yemas sobre las imágenes de su hijo, aún podía sentir su peso en los brazos, su olor entrando por su nariz.
Antes de darse cuenta un horrible sonido escapó desde lo más profundo de su garganta. El llanto precipitó un dolor desgarrador que ya no podía contener, esto era lo único que quedaba de su hijo, unos simples folletos que le recordarían que existió.
Jimin decidió pasar la noche en casa de sus padres, demasiado agobiado como para estar solo con sus pensamientos se arropó entre Jungwoo y Sunmi, dejándoles tomar una parte de su dolor y cargar el peso junto con él, peleando a su lado hasta que fue demasiado y el sueño los consumió.
Al día siguiente Jimin decidió que faltaría al trabajo. Estaba agotado y sus emociones lo tenían drenado así que prefirió quedarse a descansar.
Taehyung llegó pasadas las cuatro para unirse a su pijamada, necesitaba todo el apoyo en esos momentos, el encuentro con el niño lo tenía un poco agobiado y con los sentimientos a flor de piel.
No sabía en qué pensar o cómo reaccionar, era inevitable que al mirarlo no pensara en su hijo, y tampoco podía retener los recuerdos desde el primer momento en que lo tuvo en sus brazos.
Fue como detener el mundo y retroceder en el tiempo cuando se miraron a los ojos.
Todo volvía como una película cuando ese niño se acercaba. Destruía sus defensas en un chasquido de dedos, la repulsión desaparecía y era reemplazado por paz, tranquilidad, como si estár cerca suyo fuera lo único correcto.
Jimin había descubierto todo con un solo encuentro, por eso estaba tan asustado, porque muy dentro suyo sentía la necesidad de volver a verlo y eso era simplemente descabellado.
No podía llegar y decirle ¿oye puedo ver a tu hijo más seguido? Cualquier padre cuerdo llamaría a la policía para poner una orden de alejamiento.
—Iré por más frituras.— Dijo sunmi tomando las llaves del auto.
—¿No es demasiado ya? Literalmente hemos comido la mitad del día.— Respondió Jimin con una mueca.
—Es mi dinero, lo gasto en lo que yo quiera – Espetó ella yendo a la puerta – Y hoy decidí gastarlo en mi hermano, punto.
Le sonrió amplio para salir de la casa, Taehyung se levantó yendo a algún lugar de la casa dejándolo solo en el sillón.
Dejó escapar un bufido cansado mientras se estiraba sobre los cojines, no se había dado cuenta del agotamiento físico y mental al que su cuerpo era sometido sólo para ignorar la tristeza.
Ayer había dormido como peso muerto toda la noche, la compañía de sus hermanos fue como un atrapasueños y lo agradeció infinitamente aunque no se los dijera.
Estaba quedándose nuevamente dormido cuando su teléfono comenzó a sonar, perezosamente estiró el brazo tomándolo de la mesa ratona.
—¿Si?
—¿Hola? Busco a Jimin.
Se sentó de golpe al sentir aquella voz ligeramente familiar.
—Soy Jimin, ¿Quién habla? – Nadie respondió – ¿Quién habla?— Repitió esta vez con voz dura.
— ... Jungkook.
No es cierto.
—Adios.
—¡Espera! ¡por favor!
Jimin observó el botón rojo listo para deslizar el pulgar y colgar, él quería hacerlo, pero de nuevo, la sola imagen del bebé lo obligó a escuchar.
—¿Qué quieres?— Arrugó la naríz molesto.
—Se que debes pensar que soy un loco acosador, pero no tuve opción – Lo escuchó suspirar —. Lo hago por mi hijo, por favor.
—Ni siquiera entiendo que me estás pidiendo.— Casi dejó escapar un quejido frustrado.
—Lo sabes, él quiere verte.
Jimin se cubrió el rostro exasperado, no comprendía el afán del destino con hacerle pasar por estas situaciones, sinceramente no las necesitaba ¿qué no había sufrido bastante ya?
—Bien, iré a verlo.
→LYLM.
Pido sean atentas a las notas y los mensajes en el tablero de mi perfil para que no hayan dudas sobre el libro.
De igual forma les diré otra vez; este libro está siendo resubido porque está siendo editado.
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