[Pᴀʀᴛᴇ ₁: ¿Dᴇsᴀᴘᴀʀᴇᴄɪᴅo?]
Seúl, Corea del Sur. Febrero 2015.
Hubo una época hace cientos de años atrás, según escuchó una vez, donde existieron una clase de hombres especiales; más frágiles, delgados, biológicamente capaces de crear y llevar vida en su interior. Se les conocía como donceles.
Con los años la existencia de estos hombres capaces de tener hijos fue siendo nula hasta que desaparecieron por completo de la faz de la tierra.
Jimin había leído un par de artículos alguna vez por compromiso a su clase de cuerpo y fisionomía en la escuela media. Eran un mito, algo que en la actualidad ni siquiera es mencionado. Sin embargo, la historia renació como viento yendo de un lado a otro cuando el médico le confirmó que estaba embarazado.
¿Cómo diablos le dices a un chico de diecinueve años que tiene una vida creándose dentro de su cuerpo que, hasta donde sabía, era incapaz de procrear?
Había tantas emociones en su pecho que simplemente le revolvieron el estómago. No sabía si estaba triste, feliz, asustado o sorprendido; una noticia así le puede cambiar la vida a cualquiera.
Su pareja no estaba lejos de su reacción. Jaehyun no perdió la mínima oportunidad para escaparse de la situación, le gritó cuanto pudo y quiso asegurándole que no dejaría todos sus sueños por ser padre, había recibido una beca y viajaría fuera del país, nada podría detenerlo.
Tres días después ya estaba en un avión, no hubo nadie que le hiciera cambiar de opinión, sus padres habían muerto hace años y quizá, solo quizá Jimin pensó que era normal que no supiera el valor de una familia, ni como formar una propia.
Para suerte suya no fue necesario a su lado. Cuando llegó el momento de ir al hospital su familia no se apartó en ningún segundo, apoyándolo.
Contárselo a sus padres fue una historia diferente, su madre le dio la jodida de su vida por no usar condon, incluso si no supieran que podía quedar embarazado ella le dio una lista entera de las enfermedades que pudo haber contraído. Por parte de su padre, no comprender lo que sucedía evitó que le riñiera igual que su madre.
No fue una plática cómoda, no es que quisiera sentarse a hablar de su vida sexual con sus padres.
La parte divertida fue ver a su padre llorar en la cocina y culpando de su llanto a la cebolla que cortaba. Aunque se mofó, Jimin quería llorar junto con él.
La primera semana no hubo más que gritos y lágrimas. Le gustaría decir que las lágrimas eran suyas, pero su padre se quedó con el primer lugar en eso. Agradecía que sus hermanos disminuyeran la tensión, Jungwoo no podía dejar de vociferar lo emocionado que se sentía, es como si su boca se hubiera transformado en un megáfono de veinticuatro horas.
Su hermana Sunmi no se quedó atrás ni por poco, ni siquiera sabían el sexo del bebé pero ella ya había comenzado a planear la celebración, una que sería hasta siete meses después.
Todo el mundo quería participar, su madre le hizo recorrer tienda tras tienda recalcando lo importante que era tener todo listo. Jimin creía que era demasiado; demasiado agobiante, demasiado para procesar en tan poco tiempo.
Apenas podía respirar.
Aceptar que esto realmente estaba ocurriendo, comprender cómo su cuerpo se ajustaría a todo esos cambios. Se convirtió en una obsesión los primeros meses anotar los cambios físicos que sufría conforme el bebé crecía. Paso de ser un delgaducho a encontrar curvas yendo de aquí allá.
Después del tercer mes fue turno de ver su vientre crecer y crecer de una manera casi anormal, su piel se enrojecía ante el estiramiento, formándole pequeñas grietas. Era aterrador.
Extrañaba a Jaehyun cuando tenía miedo, cuando todo sobrepasaba sus nervios. Él había sido el único que lo acompañó en sus momentos vulnerables, lo sostenía hasta que tuviera fuerzas. Que eso no fuera a suceder de nuevo le entristecía, creyó que su amor era real y fuerte.
Ahora se sentía solo.
Era un peso en su espalda tan grande que muchas veces no le dejaba separarse de la cama. Pensaba y pensaba en el pasado, o en el futuro; como todo se desmoronó en simples segundos.
No estaba listo.
Ni siquiera pensó que llegaría a embarazarse. El trauma que creó en su cabeza le valieron unas cuantas sesiones de terapia para afrontarlo, más que nada aceptarlo ya que no habría forma de cambiarlo. Así que poco a poco comenzó a participar en todo el asunto del bebé, y las cosas fueron mejorando.
Comenzó un álbum para guardar el proceso del embarazo gracias a su madre quien lo sugirió. Muchos de sus amigos también lo apoyaron, en la escuela llegaban todos con bolsas de regalos para su bebé e incluso personas que no conocía lo felicitaron. El mundo parecía contento con la idea de su embarazo, tanto que Jimin se contagió de esa felicidad.
La barriga que ahora tenia ya no era algo incomodo de ver o sentir. Se sentía cada vez mas emocionado por tenerlo entre sus brazos, pasaba horas imaginando el sonido de su voz, de su llanto, su risa o su primera palabra. Pensar en su vida con un hijo ya no le asustaba tanto.
El día que por fin tendría respuesta del sexo de su bebé apostó diez mil wons con Taehyung; él estaba seguro que sería niño y Jimin niña. Aunque realmente no le importaba, la emoción de adivinar lo contagió en cuanto el médico les entrego el sobre al terminar la ultima cita.
Taehyung hablaba y hablaba asegurando que se desmayaría de la emoción que sentía, por poco y cae sobre Jimin cuando se tropezó con sus propios pies. Ambos estaban ansiosos, se detuvieron en un café donde mientras Jimin buscó rápidamente una silla para descansar, Taehyung se quedó en la caja hablando con la chica que atendía, luego fue a sentarse a su lado.
Jimin quería distraerse hablando sobre cualquier cosa, pero sus sentimientos estaban derrochando al borde y ya no podía controlarlos. Lloraba y lloraba mientras Taehyung se reía al verlo así.
Tras unos minutos viendo a su amigo burlarse, por fin pudo respirar mas tranquilo, solo para ver a una mesera acercarse a su mesa con una tarta en sus manos.
¨Un pequeño regalo del café¨ había dicho dejando la tarta al centro de la mesa.
Resultó ser que Taehyung pidió que pusieran el sexo del bebé dentro de la tarta. Asi que cada uno tomó un cuchillo y partió dos piezas de cada extremo. Al momento de desprender los trozos, del interior brotó un jarabe de color azul, era un niño.
No tardó en volver a llorar, solo que esta vez Taehyung se le unió.
. . .
—Oh por Dios.
Jimin se irguió rápidamente al sentir que se estaba orinando encima.
Encendió la lámpara junto a su cama y rápidamente alzó la sábana, notando una mancha húmeda alrededor de sus caderas. A su vez una fuerte oleada de contracciones le recorrieron el vientre bajo.
Asustado por el dolor intenso bramó el nombre de su hermano que estaba dormido en la cama de al lado. Jungwoo no se inmuto ni siquiera cuando Jimin gritó del dolor al querer ponerse de pie.
Llamó a su madre quien llegó corriendo a su lado, solo entonces Jungwoo brincó en su cama, levantándose apresurado para ayudar a su madre.
—¿Qué sucede? ¿te duele algo?
—El bebé. — Fue todo lo que pudo decir Jimin.
No hubo mas preguntas después de eso.
Uno por uno se fueron despertando por los gritos de su madre, su padre llegó en pijama y con una sola pantufla casi al borde del desmayo. Estaba tan histérico que fueron sus hermanos los que le ayudaron a llegar al auto mientras su madre iba por la maleta que prepararon unos días atrás por si llegaba el momento.
Ya era ese momento.
En cuanto su madre puso un pie sobre el auto su padre arrancó. Si antes dolía ahora era insoportable para Jimin, el movimiento hacía que su espalda doliera y que las contracciones aumentaran, realmente sentía que podía reventarse como un globo.
No podía distraerse aunque lo intentara, el sudor ya lo tenia empapado y lo peor era que ya no estaba seguro de todos los fluidos sobre su piel. Era algo asqueroso si lo pensaba mas a fondo y ahora no necesitaba vomitarse encima también. Sunmi estaba dandole un masaje en las caderas con esperanza de calmar la incomodidad y Jungwoo se mordía las uñas nervioso, en realidad todos lucían nerviosos.
— M-mierda. — Susurró Jimin apretando los ojos.
Esto en serio dolía.
— Jimin, lenguaje. — Le riñó su madre.
— Mamá déjalo, le duele mucho.— Sunmi lo abrazó.
— ¿Y que mi nieto aprenda a hablar así? Jamás.
A pesar del dolor, Jimin se rio de las ocurrencias de su madre. Sin embargo no duró mucho porque volvió a quedarse sin aire. El dolor era tan intenso que apenas lograba controlar los temblores de su cuerpo.
Apretó la mano de su hermana intentado soportar tanto como pudiera ser posible, el auto avanzaba a una excesiva velocidad pero Jimin lo sentía más lento que nunca.
No fue capaz incluso de darse cuenta cuando su padre detuvo el auto al llegar al hospital, reaccionó un poco mientras lo llevaban adentro y pedían ayuda a las enfermeras quienes lo acostaron en una camilla para transportarlo al quirófano.
—¡No quiero entrar sin él! –. Jimin pidió sujetando la mano de su madre — Por f-favor.
—Ya viene en camino cariño, no te preocupes.
Jimin resopla dejando caer la cabeza, sigue aferrándose a los tubos de la camilla ahogándose en su llanto. Tanto dolor y emociones fuertes lo hacían sentir confuso. Escuchaba voces a su alrededor pero no lograba comprender nada de lo que decían, el dolor aumentaba mas y mas hasta que lo tenía gritando en medio del pasillo.
Cuando volvió a abrir los ojos identificó a Taehyung a su lado, rápidamente estiró la mano deseando un poco de soporte, estaba muy asustado y triste porque este debía ser un momento que tendría que compartir con el padre de su hijo.
— Está bien Jimin, todo saldrá bien ya verás. — Dijo Taehyung.
Sentía vergüenza por estar llorando como un niño frente a todas las personas dentro del quirófano, y agradeció mentalmente cuando la anestesia comenzó a hacer efecto. Se aferró a su mejor amigo cuando se sintió débil por la sensación de vértigo que lo atacó, sin embargo Taehyung lo sujetó en todo momento.
. . .
Nuevamente despierto, los pitidos de las maquinas fue lo primero que notó. Aun sentía los parpados pesados pero la desesperación por ver al bebé era mayor que su cansancio, la luz lo cegó unos segundos hasta que pudo acostumbrarse al ambiente, la habitación estaba iluminada tenuemente con una lampara de pared y por lo oscuro que se veía tras la cortina, Jimin dedujo que ya era noche.
Su mano inconscientemente reposó sobre su estómago ahora plano, la sensación de vacío le hizo sentir melancólico.
De pronto alguien abre la puerta desterrando cualquier pensamiento. Jimin sonrió feliz al ver a la enfermera pero su ceño se desfiguró al ver que solo traía su comida. La mujer le dio una sonrisa cálida al verlo despierto y dejó la bandeja con comida a su lado avisando que iría por el doctor.
No tardó mucho para que el medico entrara, llevaba unos lentes gruesos y sujetaba una libreta entre sus manos. En silencio se detuvo unos segundos revisando los monitores y el suero.
— Despertaste demasiado pronto; eso es bueno. Tuviste un inicio de ataque de pánico así que tuvimos que darte una dosis de anestesia. ¿Emocionado por conocer al bebé?
— ¿Dónde está? ¿puedo verlo ya?
— Por supuesto –. Dijo el doctor con una corta risa —. Tu herida parece estar bien, solo sigue los cuidados debidamente y no se infectará. No te sobre esfuerces con tu hijo, él no irá a ningún lado.
Jimin sonrió agradecido, cuidaría la herida y haría todo lo que el doctor dijera.
El hombre abandonó el lugar después de unos últimos chequeos y preguntas sobre su estado. Sin saber que hacer echó una rápida mirada a la comida a su lado, no se veía muy apetitosa pero de alguna forma tenía que recuperar energía.
Cuidar de un bebé no era tarea fácil, lo había comprobado mientras sus hermanos crecían. Sunmi y Jungwoo fueron unos bebés un tanto escandalosos, uno más que el otro.
Había tenido que ayudar de vez en cuando a su madre, y como hermano mayor siempre anduvieron tras de él. Jimin llegó a odiar tener hermanos cuando era pequeño porque ellos tocaban todas sus cosas y no podía pelearles.
Si. Los bebés eran difíciles.
Aunque su madre se había ofrecido a ayudar por lo que todo debería ser un poco más fácil. Mientras terminaba con el último trago del jugo en cajita la puerta se abrió otra vez.
El corazón le latió desbocado cuando sus ojos fueron directo al pequeño cunero rodante que la enfermera empujaba. Era tanta la alegría que no sabía cómo manejarla, por lo que no pudo contener el llanto.
Ella lo ayudó a tomarlo entre sus brazos explicando cómo debía sostenerlo. Jimin sonríe mientras siente el peso de su cuerpo en sus manos, las cuales comenzaron a temblar en cuanto ingresó a la habitación.
Jimin observó su rostro terso, chiquito y rojizo apenas acostumbrándose al ambiente. Era tan bonito cada centímetro de él, cada trozo había sido creado dentro suyo.
Con cuidado acercó su mano para acariciarle la mejilla, estaba abultada y esponjosa. Hizo un camino trazando sus facciones, sintiendo sus pequeños latidos y deteniéndose cuando la mano diminuta se aferró a sus dedos por instinto.
— Es perfecto.— Susurró Jimin.
Había besado su frente y el bebé parecía ronronear ante el contacto.
— Se parece a ti.
La voz de su madre hace que levante la vista. Siendo muy sincero, Jimin no se había percatado de que toda su familia estaba allí.
— Es un alivio. — Murmuró Jungwoo. Callándose al instante cuando su padre le riñó con la mirada.
Sunmi se acerca con el teléfono entre las manos tomando fotos. La luz del flash caía justo en el pequeño rostro del bebé, quizá siendo demasiado intenso porque el niño se removió y poco a poco abrió sus ojos, mostrando una visible mueca que en su tierno rostro lucía graciosa.
Jimin no contuvo la pequeña risa que brotó de su boca, pero se cayó al instante cuando notó que el bebé fijó su vista sobre él en cuanto le escuchó reír. La mueca desapareció casi al segundo en que sus ojos se encontraron, como si solo necesitara ubicarlo para volver a relajarse.
— Hola. — Murmuró Jimin sonriente.
El bebé parpadeó lentamente hasta que abrió por completo los ojos enfocando mejor su vista, observándolo con curiosidad.
— Parece que reconoce tu voz, Jimin.— Dice Taehyung.
Todos lo alientan para que vuelva a hablarle, sus ojos expectantes enrojecieron sus mejillas pero trató de enfocarse en su hijo que mantenía la vista fija en él muy atentamente; como si estuviera observando algo realmente interesante.
Aun apenado, comenzó una platica secreta con su bebé estimulándolo a que diera o mostrara alguna reacción. Bastaron un par de segundos para que el niño enseñara el inicio de una sonrisa que hizo a todos en la habitación festejar.
Su padre se acercó para acariciarle la mano, estaba sonriendo con la nariz rojiza.
— Es muy hermoso hijo. Todo salió bien.
Si. Todo había salido bien. ¿Entonces por qué seguía sintiendo un nudo en la garganta?
Debía disfrutar este momento y el recuerdo de Jaehyun era lo único que rondaba en su mente como un susurro cruel, un recordatorio de que lo había traicionado. Él debía estar allí, debía ser él quien le diera todo este cálido apoyo y sin embargo Jimin le permitió marcharse sin mas.
Era tan vergonzoso ser abandonado después de ser utilizado, su corazón estaba completamente roto. Había entregado su alma y cuerpo a alguien que no lo merecía.
—Jimin, ¿te das cuenta que no nos has dicho el nombre de mi nieto?— Preguntó su madre totalmente indignada.
Jimin agradeció en silencio que lo rescatara de sus pensamientos depresivos, tenía un hijo ahora y era en eso en lo que se concentraría el resto de sus días.
— Oh, lo siento, era una sorpresa.— Se pasó una mano por la cara limpiando cualquier rastro de humedad.
Taehyung se alejó unos segundos para buscar algo en su mochila, después se acercó con una caja pequeña entre las manos. Con cuidado colocó un brazalete de oro en la muñeca del recién nacido en el cual Jimin había grabado el nombre que eligió para su hijo.
—Baejoon. Lindo.— Dijo su madre.
El llanto vino prontamente en el bebé, todos se movilizaron corriendo por toda la habitación en busca de pañales y biberones tratando de averiguar la causa haciendo que Jimin ría. En el instante en que Jimin habló para avisar que debía ser su hora de comer, el llanto cesó casi al momento.
Todos se quedaron perplejos observando como el bebé movía sus ojos verdes por todo el lugar, como si buscara a quien hizo el sonido. Fue un momento gracioso y algo extraño de presenciar pero que dejaron pasar porque era mas importante alimentarlo.
Después de un rato su familia tuvo que abandonar el hospital cuando la hora de visitas había terminado, a excepción de su madre ya que se quedaría a cuidarlo en lo que le daban el alta.
A solas Jimin aprovechó que puede tener a su bebé para él solo otra vez. Lo arrimó a su rostro abrazándolo con fervor sintiendo una emoción intensa en el pecho, todavía no puede creerlo. Su hijo era tan lindo, tan pequeño y tenía sus ojos, unos preciosos ojos color verde que estaban desesperados buscándole el rostro.
— ¿Reconoces mi voz algodón?– Baejoon sonrió levemente –. ¿Te gusta la voz de tu papá?
Jimin suspiró sintiéndose enamorado nuevamente, estaba a cargo de algo tan frágil, tan lindo y tierno. Desde ahora debía pensar en ellos dos solamente, nada mas podía importar.
Cuando la enfermera regresó para llevar al niño al área de neonatos sintió que le arrancaban un pedazo de alma, no quería separarse ni un solo segundo de su hijo y deseó poder dejar el hospital de una vez por todas. Pero aún faltaban chequeos y dado el caso de que nació prematuro, lo mantendrían un día más en el hospital en la incubadora, de esa forma se asegurarían que todo marchara bien y era posible llevárselo a casa.
. . .
Por la mañana Jimin ya se encontraba despierto mucho antes que su madre, se sentía demasiado nervioso e inquieto al estar lejos de Baejoon. Moría por que la puerta se abriera para ver a la enfermera con su hijo.
¿Y si le sucedía algo? ¿Si se caía de la cuna o se ahogaba con la leche? Él debería estar ahí para vigilarlo.
Cuando su madre despertó y lo vio casi en medio de una crisis, trató de tranquilizarlo explicándole que era normal sentirse así cuando se era primerizo y que con el tiempo se acostumbraría.
¨¿Crees que cuidar de Sunmi fue fácil?, no dormí en días porque me daba terror que dejara de respirar por las noches¨
Si su madre pensó que estaba siendo de ayuda, no fue así.
¨Tu padre la olvidó en casa un día que íbamos al doctor para un chequeo ¡se dio cuenta cuando el doctor le preguntó por ella!¨
¿Se olvidaría así de Baejoon?
El pensamiento le aterró, no quería ser como su padre y abandonar a sus hijos por error. Jimin se llevó una mano al pecho, sin duda la platica con su madre no estaba sirviendo de nada. Pudo volver a respirar con normalidad cuando tuvo al niño entre sus brazos unas horas después en la hora de la comida.
No podía quitarle las manos de encima, trataba de no agobiar al pobre recién nacido pero terminaba besándole los cachetes, la nariz, las manos, los pies. Era su pequeño algodón.
Mientras terminaba de vestirlo, Taehyung entró por la puerta yendo directamente al sofá para dejar su mochila y luego acercarse a la camilla sonriente. Ni siquiera preguntó cuando tomó al niño entre sus brazos besándole las mejillas igualmente.
— Hola bolita de algodón ¿extrañaste al tío Taehyung?
— Estoy muy bien, gracias por preguntar mejor amigo.
El castaño rio por el dramatismo antes de acercarse y con cuidado besar la coronilla de Jimin.
— ¿Cómo va la herida?
— Sanando, el doctor dijo que en un mes ya podré agacharme y subir escaleras.
— Eso es muy bueno Min. ¿Y qué hay de ti compañero, has tomado toda tu leche como debe de ser?
Taehyung suelta una risa corta mientras se hace espacio en la camilla junto a Jimin observando al bebé distraído que parpadeaba curioso hacia el techo.
— Es como ver una versión tuya en miniatura; ve sus manos gorditas, igual de pequeñas que las tuyas.
Jimin sonrió enternecido, pero su sonrisa cayó en cuanto la inseguridad volvió a atormentarlo.
— Tengo miedo de arruinarlo.— Confesó Jimin en voz baja.
Solo tenía diecinueve años. Iba empezando la universidad y faltaba mucho camino por recorrer. Su futuro era algo que había tomado con tranquilidad y ahora debía casi idear un plan Perfecto.
— No digas algo así. Solo míralo Jimin; tiene un día en este mundo y te mira con un amor que ni siquiera conoce.
Jimin bajó la mirada conmocionado por las palabras de su amigo, atrapando en el momento a su hijo mirándolo muy fijamente.
Era fascinante ver la manera en que se quedaba tan atento a él. El color verde tan brillante de sus iris y esas pestañas largas daban un aire mágico a sus enormes ojos.
Eran bonitos. Para un bebé bonito.
Debía ser el amor de padre pero, nunca había visto a un niño tan bonito en su vida, y por muchos años creyó que Jungwoo era el bebé más lindo del mundo. Pero no era comparación con su hijo; parecía un muñeco de porcelana con su piel clara y esos chapetes rojizos.
Era como estar en un sueño.
Tan atentos al nuevo miembro de la familia, Jimin y Taehyung no percibieron el pasar de los minutos hasta que el sol abandonó la habitación y la hora de visita terminó.
Esa noche la pasaría junto a su hermana porque su madre había gastado los permisos en el trabajo y debía asegurarse de que su padre y Jungwoo no destruyeran la casa; juntos era y solos, podían ser como una bomba.
Sunmi estaba terminando de vestir al bebé para luego dejarlo en el cunero a su lado. Su hijo se veía tan tierno dentro del trajecito rojo afelpado que su hermana le había regalado.
Su hermana actuaba tan delicada con el bebé, como si temiera romperlo o lastimarlo. Estaba igual de enamorada que Jimin y no podía culparla. Estaba maravillada, ni a él lo trataba con tanto cariño.
Jimin sonrió enternecido acomodándose sobre la camilla, aún había incomodidad en su piel bajo el ombligo donde tenía la cicatriz del parto. Le habían cambiado dos veces las vendas y le dieron medicamento para el dolor.
— ¿Estás cansado? – Preguntó Sunmi acariciando su cabeza — Duerme un poco. Vigilaré a Baejoon hasta que la enfermera regrese, le harán unos últimos chequeos antes de que podamos irnos de aquí.
— ¿Segura? Suele despertar un par de veces y llora mucho, no quiero que te cause problemas.
— Min tranquilo, todo va a estár bien.
Podría haberse negado pero realmente moría por dormir un poco. Aceptando la ayuda de su hermana se recostó de lado mirando al bebé dormido, durmiéndose con una sensación de euforia en el pecho.
Jimin despertó de golpe cuando un estruendo irrumpió en sus sueños. Se removió entre las sábanas tratando de volver a dormir pero el sonido apareció de nuevo.
La habitación estaba en penumbra y tuvo que parpadear varias veces para asegurarse que tenía los ojos abiertos.
— ¿Sunmi? – Susurró Jimin, quizá su hermana apagó los focos cuando se llevaron al bebé. Se irguió en la cama sintiéndose inquieto por la oscuridad — Sunmi... – Un pequeño bullicio se empezó a escuchar fuera de la habitación y de pronto dos estruendos secos. — Sunmi.
— ¿Qué pasa?
La voz ronca de su hermana le advierte que se acababa de despertar.
— Creo que algo anda mal.
— ¿Por qué estamos a oscuras? – Segundos después la habitación se iluminó un poco gracias a la linterna del teléfono de Sunmi.
De pronto un golpeteo continuo se escuchó de repente asustándolos.
— ¿Qué fue eso? — Preguntó Jimin nervioso.
Le latía el corazón muy rápido y tenía el estómago revuelto. Su hermana caminó rápido hacia él con miedo cuando el sonido pareció acercarse, era como golpear metal, fuerte y aterrador.
— Algo está pasando. — Dijo Jimin angustiado.
Entonces la habitación se iluminó con una luz roja y una alarma comenzó a sonar por todo el lugar. Sunmi se aferró a él fuertemente sin comprender la situación.
La alarma era ensordecedora, como los gritos en el pasillo. Sin duda algo estaba ocurriendo allá afuera, donde en algún lugar estaba su hijo. Sin pensarlo dos veces avanzó hasta la puerta decidido a buscarlo, tenía que protegerlo, lo necesitaba, presentía algo malo en su pecho y tener a su hijo en brazos tranquilizaría sus nervios.
— Tengo que ir por Baejoon.
— ¡No! – Sunmi sostuvo su brazo antes de que abriera la puerta –. No sabemos qué está pasando, no podemos salir solo así.
— Exacto, y mi hijo está solo allá afuera. – Dijo Jimin desesperado, soltando el agarre de su hermana — No voy a quedarme aquí sin hacer nada.
Al salir se encontró con el hospital vuelto un caos. La luz roja iluminaba todo el pasillo que podía ver, había personas corriendo de un lado a otro entrando a habitaciones o saliendo de ellas. El pánico de los demás disparó el miedo en su interior.
Estuvo a punto de ceder y quedarse en la habitación, hasta que la enfermera que lo había estado atendiendo apareció al final del pasillo; solo que ahora la acompañaban dos policías.
Jimin no dudó en seguirlos.
Se adentró al mar de personas histéricas tratando de no convertirse en una mientras veía a la enfermera alejarse. Tenia un nudo en la garganta por la incertidumbre.
Los alcanzó en el siguiente corredor donde los tres ingresaron a una habitación con un carnet de colores pasteles. Se detuvo en la puerta observando el interior; había camastros de bebés por todo el lugar, algunos vacíos y otros no.
Jimin sintió su corazón detenerse.
La luz normal iluminó el lugar y la alarma se detuvo por fin dejando que su presencia fuera notoria para los demás. La enfermera parecía desesperada y cuando sus ojos se encontraron Jimin estuvo a nada de desmayarse.
— ¿Dónde está mi hijo?
Los policías giraron a verlo y la expresión en sus rostros fue agria.
— ¿Qué hace aquí? Los pacientes no deben abandonar sus habitaciones.— Dice el hombre rubio.
— Quiero ver a mi hijo. — Repitió Jimin a punto de llorar.
— Por favor siga la indicación dada, nosotros nos encargaremos de la revisión.
— ¿Qué revisión?
— Jimin.— Sunmi llegó a su lado e intentó sujetar su mano.
— Suéltame. Quiero ver a mi hijo ahora.
Jimin caminó hacia los cuneros dispuesto a encontrar él mismo a su bebé, pero el otro policía lo sujetó antes de siquiera acercarse a ellos.
— Joven no haga esto más difícil. Prometo que le llevaremos a su hijo pero debe obedecer.
— ¡Déjeme! ¡Necesito verlo, quiero verlo! — Dijo Jimin alterado mientras forcejeaba con el hombre mayor.
La enfermera llamó a dos ayudantes que lo llevaron casi arrastrando de regreso a la habitación. De nuevo en la camilla revisaron su herida que había sangrado por el esfuerzo.
Poco después sus padres aparecieron por la puerta. Su madre intentó tranquilizarlo de todas las formas posibles pero la inquietud lo tenía ahogado en llanto; no comprendía porqué no lo dejaron simplemente tomar a su hijo.
Jimin se estaba acabando las uñas de los nervios, tenía un nudo enorme en la garganta pero no podía aguantar el llanto, sentía miedo.
Estaba harto de esperar, cada segundo el dolor en el pecho crecía y le dificultaba respirar correctamente. Necesitaba que todo acabara y que alguien le trajera de una maldita vez a su hijo.
La puerta volvió a abrirse después de lo que pareció una eternidad. El oficial de antes entró acompañado del doctor y la enfermara a su cargo.
La tensión que se creó en la habitación fue suficientemente alarmante para que comenzara a llorar otra vez.
— ¿D-Dónde está? — Dijo Jimin temblando.
— Joven...
— ¡¿Dónde está?! ¡dijo que lo traería!
Jimin se abalanzó para encararlo pero su padre lo detuvo a medio camino.
— Lamento tanto esto – Confesó el hombre, su rostro afligido quebró algo dentro de Jimin — E-El niño desapareció.
Jimin lo observó en silencio tratando de comprender lo que acababa de decir. Una risa psicótica escapando de sus labios mientras se le aceleraba el corazón al punto de sofocarlo.
— Hubo un secuestro de recién nacidos en el hospital; más de la mitad está perdido... entre ellos su hijo.
— ¿Qué clase de hospital es este? ¿cómo dejaron que esto pasara?— Alegó su madre alarmada.
Jimin se sentía inestable al medio de la habitación, las voces comenzaron a volverse lejanas y una irreparable pena abrazó su corazón, rogando que todo esto fuera una cruel pesadilla.
—Ya tenemos escuadras revisando los alrededores y las cámaras de seguridad. Le prometo que haré todo lo que esté en mis manos.
— ¡No prometa nada! – Jimin gritó con dolor — ¡Dijo que lo buscaría! Ust-Usted lo prometió...
Destrozado cayó de rodillas al suelo, el llanto ahogando cualquier sonido en su garganta, se estaba asfixiando. Nadie en la habitación tuvo el valor para acercarse, era demasiado.
Jimin gritó su pérdida, pidiendo ayuda y rogando por que regresaran a su bebé. Él tenía que estar a su lado, tenía que volver a verlo.
Sentía que se hundía y nadie hacía nada. ¿Por qué nadie lo ayudaba?
— Lo lamento.
El policía abandonó la habitación con un nudo en la garganta y un enorme sentimiento de culpa. Escuchando el llanto del chico incluso cuando dobló en el siguiente corredor.
→LYLM ♡
Editando de nuevo porque haré cambios drásticos en la saga.
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