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Era una linda mañana de sábado, el pelirrojo y el pequeño pelinegro dormían mientras Bakugo tomaba una taza de café en el balcón, apreciando la tranquilidad y el silencio. Demasiado silencio, con la vida la cual llevaba el rubio.
Tomó un sorbo de su taza y se relajó, todo estaba sereno hasta que la puerta del departamento se abrió como lo más natural del mundo; y quien sabía que era la pelirosa, entró al departamento con un "estoy aquí" con aires de diva y se dirigió al balcón.
----Buenos días Bakugo----
----¿Cuando dejarás de joder?---- Dijo ofreciéndole la taza que le tenía preparada. El sabía que tarde o temprano la pelirosa aparecería por su puerta.
----No esperes una fecha. Ni siquiera si llego a morir te librarás de mi querido.---- Le guiño el ojo juguetona.
Como era de nueva costumbre, los fines de semana y algunos días entre semana, Mina visitaba a Bakugo y lo ayudaba un poco con el par de cuestiones que tenía en casa. Lo ayudaba a hacer sus deberes y lo acompañaba a cuidar al pequeño si Kirishima tenía una misión importante un fin de semana.
Aunque Bakugo no quisiese admitirlo, la ayuda de la pelirosa le hacía muy bien y ayudaba a ambos, Bakugo y Kirishima, a ser mejores padres, ya que no solo Mina, si no también Denki y Sero, los ayudaban a relajarse y a cuidar del pequeño.
Y ellos amaban cuidar de Haruka, en especial su madrina, que de los tres era la que más estaba presente. Ya que el pelinegro solo tenía dos semanas, había que estar pendiente a el constantemente y recibía mucha atención.
Una vez Kirishima despertó, se vistió y fue a darle un beso a su novio, saludar a la pelirrosa e ir a revisar que todo esté en orden con su bebé. Kirishima se quedó en casa cuidando al pequeño mientras Mina y Bakugo compraban las cosas que utilizarían para hacer el almuerzo.
Una vez el almuerzo estuvo listo, los tres comieron y Bakugo le dió de comer a Haruka. Tomó un té con Mina y luego esta se fué. Haruka termino por dormirse en brazos de Kirishima y este lo llevó a su cuna.
Cuando volvió, Bakugo también estaba dormido en el sofá, soltó una risita y cargó al rubio también para dejarlo en la cama y bajar para lavar los platos y hacer algunas cosas que le quedaban al rubio.
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《Lunes; 4:49pm》
----Estoy en casa---- Se quitó los zapatos y colgó su saco.
----Bienvenido. Llegaste temprano.---- Dijo el rubio.
Bakugo estaba sentado en el sofá con Haruka en sus brazos mordiendo y babeando la bata de pijama que traía puesta; la cual probablemente sea la única prenda que lleve puesta además de su ropa interior.
El rubio tenía puestos sus lentes redondos y grandes con la vista clavada en la laptop sobre sus piernas, con un cabello desordenado y asegurándose que Haruka esté cómodo para que no llore. Esta imagen hizo que el rubio se viese extremadamente sexy a ojos de Kirishima.
Kirishima dejó su maletín con documentos y su traje de héroe sobre la mesa de centro, aflojó su corbata y se sentó junto a Bakugo apoyando su cabeza en su hombro y dirigiendo su mirada a la laptop.
----¿Que haces Blasty?----
----Un puto pastel---- Lo miró, sus lentes caían levemente por su nariz dejando ver sus hermosos ojos rojizos sin filtros y su boca esbozaba una sonrisa ladina y provocativa, haciendo que el corazón de Kirishima se detuviera por dos segundos. ---- Trabajo, pelos de mierda
----Agradecele a Haruka por salvar tu trasero, si no lo tuvieras en brazos en este momento tendrías que trabajar en cama----
Kirishima sonrió de la misma forma que Bakugo, se levantó y tomó a Haruka con cariño para jugar un poco con el y luego darle un baño. Lo vistió y lo llevo a su cuna una vez se durmió. Haruka era un pequeño muy dormilón, por suerte.
Fué al cuarto y empezó a sacar todas sus prendas para darse un baño y bajar con un pantalón de pijama y una toalla con la que se secaba el cabello. Fué a la sala, se sentó junto a Bakugo y se metió entre sus brazos, pero este lo apartó volviendo al trabajo.
Kirishima, soltando un bufido volvió a intentarlo como un perrito en busca de atención de su amo, pero falló nuevamente. Harto, tomó la laptop y la alejo de Bakugo, cuando este se iba a levantar para tomarla y reprochar Kirishima lo besó y lo recostó en el sofá, colando su lengua en la boca del rubio.
Bakugo no se resistió mucho y rodeó sus caderas con sus piernas, abrazándolo del cuello. Kirishima estuvo apunto de desatar la bata, pero se escuchó en fuerte llanto de Haruka en el piso superior.
Sin más remedio, Kirishima subió jurando que volvería para tomar lo que le correspondía, pero el pequeño Haruka no tenía esos planes para él. Kirishima tuvo que quedarse en el cuarto del bebé por un muy buen rato jugando con el nuevamente, y no parecía que quería tomar otra siesta.
Cᴏɴᴛɪɴᴜᴀʀᴀ́....
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