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Ya habían pasado varios años desde que el azabache se había ido de la aldea y de sus brazos.

Pará ese entonces el rubio ya tenía 16 años y estaba listo para regresar a su hogar después de un largo entrenamiento con su maestro Jiraiya.

- ¿Estas bien? - preguntó de repente el de cabellos largos sacándolo de sus pensamientos -

- ¿por qué lo pregunta? - respondió con seriedad -

- bueno... Cada ves que nos acercamos a la aldea te notó más serio y distraído ¿no quieres volver aún?

El de ojos azules sonrió con pesar.

Claro que quería volver a su casa y ver a sus amigos de nuevo, el problema es que la persona a quien más quería ver en el mundo no iba a estar.

Y solo recordarlo le daba una sensación agria en el estómago.

Lo extrañaba, y mucho.

¿Ahora con quien pelearia por cosas sin sentido?

- Claro que si dattebayo - contestó con su hiperactividad de regreso - ¡apuremos el paso!

Jiraiya suspiro resignado, el sabia más que nadie lo malo que Naruto era mintiendo.

- ¡que espera Sabio pervertido!

El nombrado lo miró para después sonreírle.

Si Naruto no quería aceptar sus dolores el no lo obligaría.

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