Capítulo 21: ¿Quién la encuentra primero? Parte 2

—¿Y qué pasará si él, o peor aún, si Oswald, se entera antes de que está viva? —preguntó Edward, frunciendo el ceño.

—Por eso les estoy pidiendo que guarden silencio. A todos lados que voy con Pepper ella lleva puesta una bufanda o va disfrazada con pelucas, lentes y cubre-bocas, no creo que alguno de ellos la haya reconocido aún.

—¿Y qué hay de su culto? —preguntó Angelique.

—No recuerda que lo tiene.

—Pero su culto sí la recuerda a ella —dicho lo último, Angelique sacó el celular de su bolsillo y le mostró una fotografía.

Brissa tomó el celular con cuidado y miró, con los ojos muy abiertos, el mismo símbolo del culto, por el cual eran reconocidos, pero ahora con lágrimas debajo de los ojos y mensajes alrededor escritos: "¡La locura no muere!", "Pepper Crewell vive", "¡Arrodíllate para su regreso, Gotham!", "Su legado somos nosotros".

Tres días después del incendio, Ed y yo salimos a la ciudad y vimos que todos los símbolos fueron modificados así, me llamó la atención y tomé fotografías —dijo Angie, encogiéndose de hombros.

—Me alegra vivir de este lado de la ciudad... —dijo Brissa, en voz baja.

—Ahora tendrás que ponerle una venda en los ojos o algo, porque ese símbolo se está expandiendo —dijo ella, con tono bromista.

—Tiene razón, tal vez eso de estar cuerda sea temporal. Hay muchas cosas en Gotham que le pueden recordar su vida criminal —dijo Ed, cruzándose de brazos.

—Espero que no —dijo Brissa, y luego miró su reloj—. Se me hace tarde, les llamaré cuando vaya a llegar, ¿de acuerdo? —tomó su bolso y abrió la puerta—. Cuiden a Pepper —dijo, con un tono serio pero a la vez preocupado.

Luego, salió de la casa y Nygma le hizo un gesto con la cabeza a su novia para que fueran a echarle un vistazo a Pepper, abrieron la puerta lentamente y al no escuchar ningún ruido, asomaron sus cabezas y la vieron dormida.

Angelique sonrió y después le hizo un gesto con la mano a Edward para que la siguiera, ambos caminaron hasta estar a su lado y la miraron por un segundo, les interesaba un poco conocer su lado cuerdo, se veía tan tranquila, hasta pensaron en que tal vez sí era una buena idea que no recordara nada para que viviera como una persona normal.

Cuando se decidieron a salir, Angelique desvió la mirada hacia el dibujo que yacía escondido debajo de un cojín a los pies de la chica, tocó ligeramente la mano de Ed para llamar su atención y luego tomó el cuaderno, pero lo que había dibujado les hizo pensar todo dos veces: el dibujo era el rostro de Jerome, estaba muy detallado, como si Pepper lo hubiera tenido en frente mientras lo dibujaba, su cabello pelirrojo había sido iluminado con acuarelas y sus ojos parecían estar mirándote.

—¿Ed, crees que...?

—Será mejor que le preguntemos más tarde —respondió, dándole un beso en la mejilla a Angelique, y luego la tomó de la mano para guiarla fuera de la habitación—. Vamos.

Cerraron la puerta y apenas pusieron un pie fuera, tuvieron esos impulsos otra vez y ambos comenzaron a besarse mientras dirigían a la habitación de Brissa.

(...)

Bajé del auto de Phillip y le agradecí por haberme llevado hasta la Mansión Wayne, lugar donde vería a mis únicas esperanzas; a todos los había llamado con anticipación para que nos reuniéramos, y Bruce Wayne se ofreció a recibirnos en su mansión.

Al llegar a la puerta, toqué un par de veces y un hombre elegante me abrió la puerta, creo que era el mayordomo del chico.

—¿Jerome Valeska?

—Buenas tardes, un placer —extendí mi mano.

—Buenas tardes. El gusto es mío, señor —correspondió—. Mi nombre es Alfred Pennyworth, y soy el mayordomo, como ya podrá haber notado. Pase, lo están esperando.

—Gracias.

Después, seguí al mayordomo y subimos un par de escaleras hasta llegar a la habitación, me abrió la puerta y agradecí con la cabeza, luego se fue.

—Señor Valeska —vociferó el chico—, es un gusto conocerlo en persona —se acercó para estrechar mi mano.

—Igualmente, señor Wayne —correspondí—. Sólo dígame Jerome.

—De acuerdo —caminó de vuelta a su escritorio—. Llámame Bruce.

—Lo haré —sonreí de lado—. Oh, doctora Thompkins —saludé, dándole un leve apretón de mano y un beso en la mejilla—, es un gusto que haya venido.

—Lo mismo digo.

—Hola, Jim —saludé, estrechando su mano y se levantó.

—¿Qué tal, Jerome? —sonrió, estrechando su mano mientras mantenía la otra en mi hombro, y luego volvió a sentarse en el sofá.

—Bueno, me parece que ibas a hablarnos de algo importante —dijo Bruce, acercándose a nosotros para sentarse junto a Lee y, yo, obviamente, me senté al lado de Jim.

—Así es —bajé la mirada y respiré profundo—. Necesito su ayuda.

—Por supuesto, ¿en qué te ayudamos, Jerome? —preguntó Lee Thompkins.

—Se rumorea que Pepper está viva, algunas personas aseguran haberla visto.

—Dios mío... —murmuró Lee.

—¿E-estás seguro? —preguntó Bruce.

Jim sólo frunció el ceño y siguió escuchando con atención.

—Sí, El Pingüino me mostró unas fotografías.

—Y antes él era su aliado —dijo Jim, levantándose.

—Sí, esa es una de las razones por las que estoy nervioso —me levanté—. Si Oswald la encuentra primero, desatará un caos sobre Gotham. ¿Han visto los símbolos del culto últimamente? Una parte está buscando el cuerpo, creen que permanece muerta, pero la otra se guía por los rumores y piensan que está viva.

—Si la ven, querrán que vuelva a su puesto —dijo Lee, levantándose también y se dispuso a pensar.

—¡Exacto! —señalé.

—He oído que hurtaron su cuerpo de Indian Hill hace más de dos semanas, puede que sí haya revivido, pero no creo que recuerde algo —dijo Bruce, frunciendo el ceño—. Eso significa que El Pingüino querrá hacerle recordar —se levantó.

—Ya entendieron. Por eso necesito que me ayuden a buscarla, necesito encontrarla antes que él.

—¿Con eso estás afirmando que está viva? —preguntó Jim.

—Créeme, la reconocería donde fuera. Aún si la fotografía estuviera borrosa.

—¿Tienes alguna? —preguntó Bruce.

Por suerte, sí la tenía. Al colocar las fotografías frente a mí, El Pingüino se distrajo y tomé una sin que se diera cuenta, y la escondí debajo de la manga de mi saco.
Entonces, saqué la fotografía de uno de mis bolsillos y la mostré, se apreciaba a Pepper de cuerpo completo y mirando hacia un lado.

—Sí... es ella —afirmó el detective.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Lee.

—Bueno, he dado varias descripciones de Pepper, he escuchado a los testigos cuando hablan con los dibujantes, la he buscado por cámaras de seguridad y la veo en la televisión a menudo, si algo recuerdo es la postura que toma para mantenerse de pie y la forma en que dobla sus brazos —explicó—. Observen —señaló los pies de Pepper—, ella siempre coloca las puntas de sus pies hacia afuera, y aquí... —señaló su brazo—...tiene el brazo encogido hacia el pecho, a veces estaba en esa posición al estar distraída o tener miedo.

—Y yo que pensaba conocer sus rasgos al derecho y al revés —dije, alzando ambas cejas.

—Te ayudaré, Jerome —dijo Bruce, muy seguro de lo que decía, y elevando el rostro.

—Igual yo, buscaré en el Oeste y en el Sur —dijo Lee, sonriendo con amabilidad.

—Yo en el Norte y en el Este de la ciudad —dijo Jim, tomando mi hombro.

—En serio, gracias a los tres —dije, sonriendo aliviado—. Les llamaré si los otros deciden apoyarnos.

—¿Los otros? —Lee frunció el ceño

—¿Alguien más nos ayudará? —preguntó Bruce.

—Sí, aunque no lo crean, ellos son buenas personas —suspiré—. Edward Nygma, Angelique Martín y mi mejor amiga, Brissa Elmer.

Jim, Lee y Bruce se miraron. Sé lo que pensaron en ese momento: «¿cómo unos criminales y una chica que ni siquiera conocemos, van a ayudarnos?», pero ellos no sabían cuán útiles iban a ser como espías.

(...)

Ya estaba dentro del restaurante, sentada, jugando con las servilletas y quedándome sin esperanzas de que Jerome fuera a llegar. Entonces, lo vi cruzando la puerta y dirigiéndose hacia mi mesa.

—¿Phillip? —arqueé una ceja, refiriéndome a que él lo había traído. 

Era ese tipo de persona a la que le pasan todo tipo de cosas mientras conduce, y era de muy mala suerte pedirle que te lleve a un lugar si tienes prisa.

—Se detuvo a coquetear en medio del tráfico —respondió Jerome, sonriendo—. Lindo vestido.

—Gracias.

Reí por lo de Phillip. En cuanto Jerome se sentó, una mesera se nos acercó y ordenamos la cena, mientras esperábamos, pregunté con una indirecta lo que me tenía preocupada.

—Bueno, espero que sigamos siendo amigos —dije, algo nerviosa.

Saben a qué me refería con "seguir siendo amigos", aunque aún así me parecía estúpida la idea de que yo pensara eso de Jerome, él nunca fue así y no lo será, menos si piensa que Pepper sigue muerta. No es ningún mujeriego.

—¿Qué? —rió—. No estás pensando que esto es una cita, ¿o sí?

Ahora yo reí.

—¡Claro que no! Sabes que siempre hago bromas.

—Sí —bajó la mirada—. Ahm, Brissa... te pedí que vinieras aquí porque necesito decirte algo.

—Dime —me crucé de brazos, y él se inclinó sobre la mesa.

—Creo que Pepper está viva... —murmuró. 

De hecho, quería reírme porque de verdad lo estaba.

—¿Qué? —fingí sorpresa.

—Necesito que me ayudes a buscarla. Si acaso encuentras a alguien parecida a Pepper, corre hacia ella, no la pierdas... —murmuró de nuevo, y luego se apartó—. ¿Sabes? Me parece extraño que no parezca tener ni una hematoma, es decir, su piel estaba quemada y golpeada, tenía extremidades rotas, ¿cómo es posible que se recuperara de lo imposible?

—Se hacen cicatrices, las heridas sanan, los huesos...

—Hablo de la muerte —me miró con preocupación. Trataba de no parecer grosero con su tono de voz.

—Oh... —volteé por debajo de la mesa. Noté que sus pies estaban inquietos.

—Por cierto, si ves a Nygma o a Angelique, avísales también. 

—Entendido.

—Aquí está su comida, que disfruten —dijo la mesera, colocando ambos platos en la mesa.

—Gracias —dijimos al unísono.

Durante el resto de la cena, Jerome estuvo contándome sobre el asunto del Pingüino y de su plan, y comencé a preocuparme del lío en el que me había metido, ¡Gotham estaba a punto de armar una guerra! O al menos yo lo veía así... es decir, Oswald con todos sus matones en cada rincón y Jerome de aliado con personas que tienen control sobre la ciudad. Todo, por encontrar a Pepper.

Al terminar de cenar, me armé de valor para preguntarle algo.

—Jerome —me miró—, ¿qué... qué harías si encontraras a Pepper, pero tuviera algo diferente? —pregunté, con la mirada baja. 

Luego lo miré y vi su ceño fruncido, la pregunta era sospechosa.

—¿A qué te refieres?

—Bueno, por ejemplo... que ella estuviera cuerda.

Jerome soltó una pequeña carcajada y cubrió su sonrisa burlona con el dorso de su mano. Parecía que le causaba gracia pensar en que Pepper fuera cuerda, pero borró su sonrisa de inmediato por respeto. Carraspeó.

—¿Por qué habría de estarlo?

—Sólo... imagina que nunca murió, que está sana mentalmente, pero no recuerda nada —dije, colocando ambos brazos sobre la mesa—, ¿cómo reaccionarías?

—Bueno, ahm... —volvió a carraspear—, esa es una pregunta algo personal, ¿no crees?

Se notaba que no quería responder.

—Lo siento —dije, cabizbaja.

—Está bien, te lo diré —sonrió de lado y le devolví el gesto, levantando rápidamente la cabeza—. Creo que... —rió, en señal de nerviosismo—. ¿Sabes? E-es algo incómodo hablar de eso ahora porque me he sentido deprimido, ayúdame.

—Si no quieres contestar la pregunta, no...

—No, sí quiero. Sólo ayúdame a expresarlo.

Hay psiquiatras que también necesitan con quién hablar.

—Muy bien, entonces... trata de decirme lo que sientes cada vez que piensas en Pepper —junté mis manos.

—Ahm... creo que me siento solo, triste, más bien abandonado aunque sé que ella no provocó el incendio, pero todavía me siento... ¿enamorado? —soltó una leve carcajada—, aún no puedo saber si de verdad estaba enamorado.

—Probablemente sí —sonreí de lado—. Te conozco, Jerome. Eres muy inteligente como para no tratar de escapar cuando te secuestró, te alegraste de estar con ella.

Hizo una mueca de tristeza y bajó la mirada.

—Dime, ¿qué harías si la tuvieras en frente? —pregunté, y en ese mismo instante me miró.

—Lo que voy a decir será muy cursi, pero... —suspiró—...creo que la abrazaría muy fuerte y estaría pegado a ella como por cinco minutos —reímos—, trataría de no llorar y luego...

Hizo una pausa. Noté que no había terminado la frase porque sentía que era algo más apegado al sentido romántico que buscaba no demostrar, su mirada en el vacío me lo dijo todo.

—¿La besarías? —pregunté, arqueando una ceja y sonreí.

—Sí... —respondió, con tristeza.

—Entonces, ya sabes que sí estabas enamorado de Pepper —dije, cruzándome de brazos.

—Eso parece —sonrió, pero ahora volteó a verme—. Gracias.

—¿Por qué?

—Me acabas de quitar varias dudas.

—En ese caso, no hay de qué —sonreí—. Bueno, debo volver a casa, le prometí a mi amiga una noche de películas de terror.

—¿Ahora tienes compañera? —preguntó Jerome, arqueando una ceja.

—La conocí en la pizzería, dijo que era nueva en la ciudad y no tenía dónde quedarse.

—Pensé que estabas de vacaciones —frunció el ceño.

—Y... ¡lo estoy! —dije nerviosa—, fue hace algunas semanas.

—Oh, está bien.

—Sí...

Tenía que irme de ese lugar o me daría un ataque de nervios, y para mejorar el asunto comencé a sentir la gastritis nerviosa.

—¡Hasta luego, cabello de zanahoria! —me despedí con la mano, saliendo a toda prisa del restaurante.

—¡Adiós! —lo escuché decir.

Já, le tocó pagar.

Al estar afuera, lo primero que hice fue dar la vuelta por la cuadra y después me desahogué. Me sentía fatal. ¡¿Qué estaba haciendo?! ¿Ocultar a Pepper? ¡Jerome la amaba! La necesita y ella a él, aunque casi no lo recuerde; en ese momento sentía tantas ganas de volver y gritar a todo pulmón: "¡Pepper está viva!". Dios, hasta me pidió que lo ayudase a buscarla cuando ella duerme en la habitación de al lado. Y para colmo, Edward y Angelique están involucrados en el lado de Jerome, ellos tendrán que cargar un peso extra al tratar de no decir nada.

—¿Qué estoy haciendo? —sollocé. 

El mundo me estaba cayendo encima poco a poco, aplastándome; me sentía ahogada en mis propias mentiras, aún cuando sabía que eran para bien. Pensé que mi plan iba a funcionar, pero ahora que gran parte de Gotham sospecha que está viva, la buscarán hasta por debajo de las rocas y yo no podré ocultarla más.

Pero puedo protegerla de Oswald y mantenerla cerca de Jerome.

De pronto, comenzó a escucharse el sonido del viento azotar la basura de la calle en las paredes y vi cómo las botellas de alcohol que estaban en el suelo rodaban. Entonces, supe que tenía que irme a casa antes de que el viento me llevara con él, pero cuando empecé a caminar lo primero que se llevó fue el pañuelo rojo con el que me estaba limpiando las lágrimas.

—Ay, no... ¡no! —corrí tras él.

Pareciera ser sólo un pañuelo, pero era de mi madre. Fue una de las cosas que metió a mi maleta sin que me diera cuenta para recordarla, fue el día en que iba a viajar hacia acá para vivir como una adulta.

Entonces, alguien que iba caminando del lado contrario vio mi pañuelo rojo volar y brincó para tomarlo, lo miró por unos segundos y después se me acercó.

—¿Phillip?

—¿Qué tal, Queen B? —sonrió de lado—. Esto es tuyo, ¿no? —preguntó, dándome el pañuelo, pero cuando lo hizo noté que trató de tocar mi mano.

—Gracias —sonreí, entrecerrando los ojos por lo que había pasado.

Supongo que Phillip si sabía que estaba llorando, ya que sólo sacaba ese pañuelo para eso, pero creo que no dijo nada por educación.

—¿Qué estás haciendo sola a esta hora en la calle, eh? —preguntó, y comenzó a andar en mi dirección, mientras mantenía sus manos en los bolsillos de su suéter.

—Primero que nada, son las ocho —señalé. 

A veces Phillip se creía mi hermano mayor o incluso mi padre, y eso me molestaba.

—Sí, pero esto es Gotham. No importa la hora, puede llegar alguien y... ¡Gagh! —exclamó, volteando hacia mí y fingió golpear mi abdomen, me tomó desprevenida y me asusté—... te apuñalan.

—Idiota —lo empujé, y él rió—. ¿Y tú qué hacías por aquí? Supe que llevaste a Jerome al restaurante y te fuiste, te creía en una fiesta o en un bar tratando de conseguir novia.

—¿Sabes? He pensado un poco y... no creo que vaya a llegar lejos si me comporto así.

—¿De qué hablas?

—Sobre ser un mujeriego, ya no quiero serlo —dijo cabizbajo—. La gente me ve como alguien repugnante, sólo... sólo quiero demostrarles que soy una buena persona —se volvió, y me miró divertido—. Por eso, ahora sólo voy a enfocarme en una sola chica —sonrió, por suerte no notó que me sonrojé—. Pero será después, por ahora estoy tratando de calmar mis vicios.

—Eso suena bien.

—Sí. Por cierto, ¿adónde vas ahora? —preguntó Phillip, frunciendo el ceño.

—A casa —respondí.

—Te acompaño —dijo, rodeando mis hombros con su brazo. 

Pero sé que no es uno de esos abrazos que significan que le gustas, si no de confianza y protección, de amigos.

¿O no?

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