Capítulo 11: Un nuevo dolor de cabeza
«Espero que esta vez no haya escapado de verdad, sería muy incómodo salir a buscarlo en la nieve», dije en mi mente, segundos antes de tocar la puerta.
—¿Puedo ent...?
—Perdón por el descuido.
Jerome apareció de pronto a mis espaldas, no entendía por qué estaba afuera de la habitación.
—¡¿Cómo?! ¿De dónde vienes? ¿Dónde está Lou? —entonces, miré la perilla de nuevo.
«Ah, claro, la dejé abierta».
—El cachorro salió corriendo, creo que se metió debajo del sofá, no quise alterarlo y lo dejé así, pero ya no supe cómo volver —se explicó—, es decir, sí, pero todas las habitaciones parecen la misma. Preferí quedarme en el pasillo a entrar en un lugar al que no debía y tener otro problema con Oswald.
—Yo hubiera hecho lo mismo —sonreí en un gesto de empatía, y di un paso al frente para lanzar las dos bolsas de ropa dentro de la habitación.
—¿Qué era eso? —señaló.
—Nada importante, galán —miré su traje una vez más—. Me alegra tanto que la ropa te haya quedado.
—No toda, pero será suficiente por un rato, me pasé todo el día probándome la ropa del baúl. Tú... —carraspeó—, también te ves bonita, algo distinta.
—Significa mucho para mí viniendo de tu parte —bajé la mirada—. ¿Ya tienes... tienes hambre?
—Bastante.
—¿Así que despreciaste mi cereal? —sonreí a modo de burla, y giré hacia las escaleras.
—¡No! Sólo no fue lo que normalmente comería en... tú entiendes —me siguió.
—Estoy jugando, no te angusties —reí—. En este día todo es nuevo para ti, lo entiendo, incluso la cena creo que será una nueva experiencia.
Una vez estuvimos en el comedor, aparté dos sillas, una frente a la otra, y me deshice de la bolsa que tenía la comida adentro.
—Dame dos minutos, iré por platos y... ¿eres de tomar vino?
—Nunca he bebido.
—Yo tampoco, agua entonces.
Es curioso, ni siquiera supe cómo elegir una bebida para la ocasión, a pesar de que mis padres acostumbraban a beber diferentes licores cada Año Nuevo después de reunirse con "la familia", no entendía qué era lo maravilloso en ello, por qué se servían menos de un cuarto de la copa si tanto les gustaba, qué provocaba en su mente para hacerlos sentir tan contentos en la noche y tan desquiciados por la mañana.
—Uuuno para ti, uuuno para mí —repartí los platos—. No lo parece, pero fue un reto traer los vasos en un brazo y la jarra de agua en el otro.
—Pude haberte ayudado —Jerome tomó la jarra de agua de mi brazo.
—Encontraste los cubiertos, es algo —sonreí, señalando con la cabeza las dos cucharas y los dos tenedores envueltos entre las servilletas.
—A propósito, ¿la comida es extranjera?
—Alemana, para ser precisa, ¿la haz probado? —me senté.
—Jamás, lo único que me parece familiar son los pretzels.
Jerome devolvió su vista a la comida, tal vez trataba de adivinar qué ingredientes había o sólo estaba pensando qué era lo que iba a servirse. En cualquier caso, no iba a perderme la oportunidad de impresionarlo, después de todo, aquellos platillos eran algo que conocía.
—Podrías empezar con algo sencillo, como la ensalada de papa —señalé—. Uh, éste de aquí se ve bueno —me incliné—, creo que es eintopf.
—¿Qué, disculpa? —arqueó una ceja y sonrió.
—Es un guiso alemán, cada persona lo prepara a su gusto pero, por lo general, incluye res, verduras y algunas hierbas —expliqué mientras servía en mi propio plato—, te encantará.
—¿Y qué es eso de la orilla? —Jerome también empezaba a elegir sus porciones.
—Claro, no podían faltar las salchichas —sonreí—. Se llama currywurst, es una salchicha cubierta de ketchup y curry —pinché una salchicha—, la primera vez que las probé las había comido en rebanadas, qué raro que el restaurante las haya preparado enteras.
—Vaya, tenías razón, el guiso está increíble —terminó de masticar—. Si puedo preguntar, ¿cómo sabes de los platillos? Mejor dicho, de la pronunciación.
—Visité Alemania hace siete años, mis padres querían comprar una casa en Múnich, luego se arrepintieron —llevé algo de ensalada de papa a mi boca—. Aprendí el idioma en vano.
—De hecho fue bastante interesante haberte escuchado hablar en otro idioma, aunque fueran algunas palabras.
—Me gustaría pensar lo mismo del ruso y el italiano —reí.
—¿Qué? ¿Eres políglota y nunca lo mencionaste? —dijo Jerome con cierto asombro.
—En Arkham no teníamos oportunidad para conversaciones casuales, querido —tomé un sorbo de agua.
—No me digas que tus padres también pensaban en mudarse a Rusia e Italia —me miró incrédulo, pasando a la ensalada de papas.
—Sí... creo que hay ciertas cosas que no te había contado.
Me sentí un poco apenada al principio, como si le estuviera mintiendo, pero luego recordé que la cena era para conocernos mutuamente y él no había contado nada. Seguramente hacía preguntas para evitar que yo lo hiciera.
—Oye, volvimos a lo mismo —alegué—, soy la única que está revelando... digo, contando experiencias pasadas, se supone que también me hablarías de ti.
—Lo haré cuando termines, así me da tiempo de pensar en lo que voy a decir —alzó ambas cejas e inclinó la cabeza.
Ese gesto me parecía más un "no confío en ti" que un "estoy interesado".
—Supongo que es válido —me crucé de brazos y suspiré—. Okey... lo que sigue puede parecer bastante loco, pero es cierto, tuve pruebas.
—Te escucho —bebió un poco de agua.
—Cada cierto tiempo, parecían querer huir de Gotham para esconderse en algún punto de Rusia, luego cambiaron los planes para mudarnos a Europa, hasta hoy sigo con la duda de por qué específicamente ese continente... —dije en voz baja—. En fin, yo era muy pequeña para entenderlo las primeras veces, me mantenían ocupada aprendiendo la pronunciación de aquellos países y todas esas... reglas gramaticales.
—Tal vez sus viajes eran por trabajo —intuyó Jerome.
—No lo creo —me detuve a pensar—. Mi padre, Frederick, trabajó en una morgue casi toda su vida y mi madre, Eleanor, trabajaba como botánica en un laboratorio. Como se puede entender, son oficios que te dejan encerrado por horas haciendo lo mismo varias veces al día. No veía motivos para salir del continente.
—En el caso de tu madre pudo haber sido alguna investigación, aunque... hmm, no sé, tal vez sólo querían otro estilo de vida —tomó una servilleta.
—Aquí viene lo divertido —puse ambas manos sobre la mesa—. Escucha, eh... lo que sigue es sumamente personal, confío en ti, lo sabes, sólo que aún no termino de asimilar que haya sucedido —tomé una bocanada de aire—. Es que fue tan... ¡injusto! ¡todo es culpa suya! Si los demás se hubieran enterado a tiempo, ¡mi futuro sería otro! Pero, uh... de nada sirve ahora —suspiré—. Luego de esta cena, no hay que mencionarlo nunca más, ¿podrías?
—Será una promesa —dijo sin parpadear, con las manos sobre la mesa también, mirando atento hacia mis ojos.
El aire se sentía pesado de nuevo, el cosquilleo en mi espalda no se iba, sentía la cara arder. No le había hablado a nadie de mis padres de esa manera, tan detallada y libre, al menos no desde mi juicio, donde igual fue difícil contar algo sobre ellos sin que me doliera la garganta, incluso me guardé un par de cosas.
—Bien, uh... la cosa es así —traté saliva—. Días antes de que me arrestaran, mi padre se enteró de que su "hermana y sobrinos..." —hice comillas con las manos—...habían muerto, no asistió al funeral, se quedó en casa a buscar ciertos documentos, moviendo cajas y quemando algunos papeles. Mi madre estaba histérica pero también bastante distraída, lo que me dio la oportunidad de abrir una de las cajas que estaban escondidas debajo de su cama: había montones de periódicos viejos, casi todas las hojas eran primeras planas. E-Eran noticias sobre asesinatos sin resolver, algunos tenían fecha de los años 50's, época de la alocada juventud de mis padres. No quise quedarme con la intriga, así que abrí todas las cajas y carpetas que estaban a mi alcance, la mayoría tenía fotografías, unas más gráficas que otras, pero no eran como las que tomaría la policía sino...
—Los perpetradores —dijo Jerome en un suspiro.
Estaba perplejo, atónito, tenía los ojos bien abiertos, incluso había dejado de comer.
—¿En serio crees que hayan sido ellos?
—¿No te parece extraño de por sí? —arquée una ceja.
—Sí, lo es, sólo no me hace sentido que hayan seguido sus vidas así nada más —Jerome se sujetó la cabeza—. Hmm... pienso que podrían haber sido una especie de fanáticos de asesinos seriales, pero eso no explica el maltrato hacia a ti, es decir, nada lo justificará nunca, tú...
—Entiendo el punto, no lo había visto de esa manera, pudo ser buena teoría —sonreí un poco.
—Pero entonces, ¿qué buscaban?, ¿por qué el mismo día que un funeral?, ¿acaso creerían que la policía iría a su casa a hacerles preguntas?
—Seguramente, el caso de mis "parientes" fue declarado como homicidio por envenenamiento —hice una pausa, negué con la cabeza y miré hacia abajo—. No sé por qué sigo refiriéndome a ellos así, nunca fueron mi familia, en ningún sentido.
Por un instante creí que iba a llorar, sentí aquella línea de ardor sobre los párpados. No, no, no, tenía que afrontarlo. Ya pasó. Esto ya pasó.
—El único lazo de sangre lo compartía con mis padres, pero el resto... sólo eran sus amigos, gente corrupta que los ayudó a esconderse por años, a iniciar una nueva vida —me recargué en mi brazo—. No estoy segura si ellos también habrán cometido algún crimen, pero como dije antes, es inútil saberlo ahora, no existen más.
—No dudaría en que la policía haya archivado los casos, suponiendo que sucedieron hace treinta años más o menos —Jerome se cruzó de brazos, miró hacia su plato, parecía ya no tener hambre.
Segundos antes había dejado caer mi cabeza hacia el frente, sosteniéndola con mis manos, los codos sobre la mesa, el cabello escondiendo mis ojos conmocionados. Aquello que dije se había quedado en mi cabeza por semanas, no me atrevía a recordarlo y el hecho de haberlo revelado en voz alta, a detalle y sin mentiras, era increíblemente liberador pero también desconcertante.
—Ahora las cosas tienen más se-sentido... —murmuré.
Entonces, su mirada se encontró con la mía.
—El cambio de nombre en Arkham, no sólo fue por vergüenza, se suponía que estábamos escondidos, ja... —mi labio temblaba—. Creo que fui el error que culminó con su vida criminal, pero claro —sollocé—, todavía les quedaba algo de frustración que soltar. Supongo que el hecho de conv-vertirse en padres no les alegró mucho.
En el momento tenía unas ganas inmensas de esconderme y lo único que tenía para cubrir mi rostro llorón eran las manos; no quería que me viera así, tampoco quería sentirme triste, debía ser una noche romántica no melancólica y deprimente. Culpa mía. Culpa mía. Culpa mía.
«No puede ser, creo que se levantó de su silla. Va a irse. Esto es muy humillante», pensé.
De pronto, sentí una carga extra sobre la espalda y una tela suave sobre los brazos, además de un par de manos acariciando mis hombros. Mi respiración se detuvo un momento y volvió de forma descontrolada, tuve que respirar hondo. Me sentía extraña pero me encantaba esa calidez.
—Lamento que hayas pasado por tanto, de verdad, lo siento —recargó su barbilla en mi hombro—. Aprecio mucho que lo hayas contado... los silencios hacen ruido toda la vida, decir lo que sientes es una forma de evitarlo.
—¿Ya no soy... una asesina para ti? —levanté la mirada.
Él mantuvo sus manos sobre mis hombros.
—Las víctimas dañan a otras personas cuando no son salvadas.
(...)
Hasta aquí llega la edición, gracias por la paciencia :(
Siete horas más tarde...
Eran las cinco de la tarde y estaba recostado en la cama de Pepper, con los brazos sosteniendo mi cabeza y Lou dormido a un lado, era un cachorro muy adorable aunque bastante inquieto, le gustaba morder y para ese punto, ya tenía un montón de cortadas en mi brazo gracias a sus pequeñas garras. La forma en que ella lo entrenaba me hacía pensar en que tenía algo de corazón si llegaba a conocer bien a sus víctimas, pensaba que podía curarla.
«¿De verdad debo salir de aquí? ¿Quiero irme?», eran cosas que me cuestionaba a diario, todo era tan... confuso. Una persona normal estaría suplicando por que la dejaran libre, pero yo no lo hice, parecía el invitado que ellos querían que fuera pero no debía ser. La pareja que Pepper quisiera tener. Todo era tan raro.
Era un bonito día afuera, lo podía ver por la ventana sin cortinas a mi derecha. Si realmente estuviera decidido a escapar, lo hubiera hecho ya.
En ese momento, recordé que solía ir a correr al parque y saludaba a todos los que me topaba, conocía bien a mis vecinos. O cuando salía con Phillip a la terraza de su edificio para burlarnos de los turistas que caían en las bromas de un grupo de chicos en Los Estrechos; él decía que a veces mi risa cambiaba y parecía la de otra persona, lo decía en broma, pero yo me lo tomaba muy en serio y me preocupaba, por eso empecé a tomar mis pastillas otra vez.
De pronto, las luces de toda la mansión se apagaron y me levanté de golpe. Lou comenzó a ladrar y fui hacia la esquina de la habitación para tomar la palanca que ahí estaba, dejé encerrado al cachorro para que no le pasara algo y bajé las escaleras sigilosamente.
—¿Pingüino?
—¿Qué quieres? —preguntó, desde la sala de estar.
Suspiré aliviado de que por lo menos no estaba solo, y me dirigí hacia él. Me paré en la entrada y vi que miraba la chimenea con semblante preocupado, mientras escuchaba la radio. Hablaban de Pepper.
—¿Qué pasó? —mi corazón se aceleró cuando no respondió—. ¡Contesta!
—Sabes qué pasa. Pepper. Es sólo ella, haciendo justamente lo que le digo que no haga —Oswald alzó las cejas—. Fue a la Central Eléctrica con su culto, y la hizo volar en pedazos. Los recintos alrededor se incendiaron. La policía llegó tarde, pero pudo llevarse a algunos heridos que dejaron atrás —me miró de frente—. Ella está demente, Jerome. Y la van a matar por eso, Gotham le caerá encima por ser demasiado.
—Ella no está loca —espeté—, sólo es...
—¿Libre? —alzó las cejas, pero ahora en señal de burla—. Ahora hablas como ella —rió—. Revisa tu teléfono, fue por él a tu departamento y lo dejó en la mesa para que vieras un mensaje.
—¿Mensaje? —fruncí el ceño.
—El que quiere que todos vean y obedezcan, Jerome —dijo Oswald, cabizbajo.
Entonces, fui hacia donde él dijo y encendí mi celular, en la pantalla sólo aparecían dos palabras y no podía quitarlas: "SÉ LIBRE"; Pepper tiene un concepto muy aterrador sobre la libertad, pero es el más acertado. Luego, escuché con atención lo que decían en la radio:
—...el DPGC parece no querer tocar el tema de la Central Eléctrica con nuestros amigos periodistas, por lo que... ¿Qué dices? Atención, radioescuchas, nos acaban de avisar que un extraño mensaje está apareciendo en los celulares de las personas. En la zona centro, se reportan avistamientos de un grupo criminal, que es conocido por usar mórbidas máscaras, pegando carteles en las ventanas de las tiendas locales. Y en Los Estrechos se reporta que, otras personas con el mismo aspecto, están dibujando en las paredes de los departamentos una especie de símbolo que parece ser una cara sonriente. Asimismo, se llevó a cabo un incendio en la zona oeste, que fue iniciado hace poco menos de una hora, a causa de una explosión en la Central Eléctrica. A todo esto, podemos suponer que Pepper Crewell es una persona de palabra, pues muchos pensaron que sólo era otra criminal queriendo llamar la atención del momento, para luego ser atrapada por las autoridades. Pero tal parece que se les resbala por las manos, y nos ha tomado desprevenidos. La bomba en el banco, ahora parece un acto de segunda junto a lo que creemos que le va a hacer a la ciudad durante este apagón. Esperemos que esta información sea de utilidad para el Departamento de... ¿Qué sucede? Ay, no es cierto... Por favor, por favor... ¡No, alto! ¡ESPERA, NO!
Se escuchó una risa escandalosa y después, un disparo. Me alarmé y fui a la sala de estar, para luego tomar el radio y acercarlo a mi oreja. Oswald no dijo nada y sólo siguió mirando la chimenea.
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Heeeey, ¿qué tal?
Tengo algo muy importante que aclarar. El estilo de narración siempre intentó adaptarlo a la forma de pensar del personaje que representa, a veces pueden ser pensamientos incorrectos como por ejemplo, la parte en que Pepper se echa la culpa luego de contar un hecho personal, se sintió vulnerable ante sentimientos que no entendía. Por eso, no tomen como una verdad/interpretación absoluta y acertada lo que los personajes crean, es ficción, es su forma de pensar, ¿oukey?
Si necesitan ayuda, está bien pedirla. Si necesitan que alguien los escuche, está bien contar sus problemas a personas de confianza. Llorar no es de personas débiles, es saber cuándo tomar un respiro. Desahogarse no es malo, aplica también para las cosas que les hagan felices, son libres de expresarse. ♡
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