Capítulo 2

Hay veces que las palabras no son necesarias para expresarle a los que te rodean lo mucho que te importan, a veces las acciones son más que suficientes, puede que haya gente que no las entienda, les parezca algo infantil o incluso algo molesto, pero no hay que preocuparse por aquello, esa manera de expresar amor es tan única y especial como todas las demás, esto puede demostrarse a través de Mattian, ese fantasma tan pequeño que cabe en una sola palma, aquel pequeño niño muestra su cariño y amor, de esta hermosa manera.

Sus amigos no entienden la razón del por qué no habla, pues desde que lo conocieron, ningúna palabra ha salido de su boca, solo pequeños ruidos de un niño curioso, risas encantadoras y algún que otro llanto.
Todo es bastante confuso, pero si es necesario esperaran los años suficientes para escuchar su primera palabra, y de paso, saber que ocurrió con el en el pasado.


Mientras los chicos más grandes ayudaban a los mayores con las compras, los más pequeños jugaban en la habitación de la niña, ambos se encontraban dibujando, Azahar dibujaba pequeños postres mientras hablaba sobre lo mucho que le gustaban, Mattian escuchaba mentiras pensaba que dibujar, no está seguro del todo, pero después de que su amiga nombrara los postres de araña, su mente se iluminó.

Comenzó los trazos, poco a poco estaban tomando forma, el pequeño parecía hacerlos con algo de desesperación, su ojo de torno cristalino mientras veía la imagen de lo que quería dibujar en su mente, su madre.

Pequeñas lágrimas caían sobre el papel, en este se veía el retrato de la madre del pequeño Mattian, Muffet, mientras más veía aquel pequeño tozo de papel, su llanto se hacía cada vez más fuerte, su amiga al verlo así, no evito acercarse a abrazarlo para calmarlo.

El pequeño abrazo tan fuerte como podía a la contraria, sus lágrimas empapaban su camisa, y sus gritos se ahogaban con esta misma.
Ella no entendía que pasaba, pero no dejaría a un amigo sufrir solo.

- ¡Mi madre está muerta por mi culpa Azahar, fue asesinada por mi culpa! - Las primeras palabras que salían de su boca, y eran unas tan preocupantes.

- Nadie tiene la culpa de ninguna muerte en este mundo ¡No vuelvas a decir una tontería así! - Mattian se quedó callado, un nudo en la garganta no le permitía hablar, esa era la razón principal del por qué nunca les había dirigido la palabra antes, pero habían más motivos.

Después de que la calma llegará Mattian decidió que era hora de contarles lo que había sucedió en el pasado, y las razones del por qué nadie conocía detalles importantes de su caso, no esperaría a que llegarán los demás, pues la ansiedad no lo dejaba en paz, pero cuando su amiga se le acercó con un té en manos y una sonrisa cálida y llena de empatía, su mente se calló por completo, era el momento para contarlo todo.

Hace cuatro años atrás, en el nacimiento de Mattian.

En aquella extraña línea temporal, dónde la luz de sol no penetraba en las enormes y oscuras nubes del triste cielo, dónde la flora había marchitado hace un tiempo atrás, en ese lugar tan triste y lleno de melancolía nacía un niño, el segundo de una pareja de casados, una decisión que muchos tomarían cómo inmoral por las circunstancias en la que se vivía en esa zona, pero no es algo que ellos hayan decidido, ese niño había llegado de sorpresa, pero si pudieron cuidar al primero por tres años, no es como si no pudieran con el segundo, aunque la madre no estuviera de todo de acuerdo.

El nombre que le habían escogido, Christopher, un nombre que no duraría nada, pues si pequeño hermano decidió ponerle un apodo, el nombre este era Tristán, el primer hijo del matrimonio de casados, este si fue planeado, a medias, ya que sus padres no tenían planeados terminan juntos, mucho menos casados.

Las cosas con la pareja realmente no parecían estar bien desde hace un tiempo atrás, pues desde el nacimiento del primer hijo, las discusiones eran el pan de cada día, pero a Tristán poco o nada le importaba, ya se había acostumbrado al ambiente violento de sus al rededores, pero su hermano no era el.

Las primeras semanas fueron bien, el pequeño parecía estar realmente bien, todos sus sentidos se mostraban completamente bien, su padre estaba realmente contento con el regalo que había recibido, pero realmente, si hubiera sabido que tendría otro bebé desde más temprano, hubiera preferido conseguir más recursos, o incluso no tenerlo, pues no deseaba que un niño más sufriera las consecuencias de la desgracia que le rodeaba, en cambio, su madre no estaba contenta en si con un bebé, no sentía ese amor maternal hacia su hijo, pues sentía que había sido obligada a tener un niño, pero no deseaba hacerle mal, aún así trataría no tenerlo tan cerca.

Las cosas iban bastante bien, no les faltaba nada, aunque el cansancio era notorio, era más fácil cuidar del pequeño con la ayuda de su hermano, el cual, de hecho se había encariñado bastante con el, todo el tiempo se la pasaba a su lado viéndolo dormir y alguna que otra vez, cuando lloraba, le cantaba una pequeña canción de cuna que alguna vez escucho por ahí, eso tranquilizaba al pequeño hasta el punto dónde se quedaba dormido con una sonrisa en el rostro, una sonrisa llena de inocencia.

El primer año de su vida fue de lo más normal, pero de ahí en más, todo iría en picada.
Cuando aprendió a caminar, todos se emocionaron por aquello, incluso los vecinos del lugar, y ahora todos esperaban ansiosos sus primeras palabras, se preguntaban cuáles serían.

Semana a semana esperaban algunas palabras, pero nunca decía nada, solo pequeños ruidos para indicar algo o llamar la atención, quien más decepcionada se sentía era su madre, esperaba qu su niño le dijiese algo, aunque fuera solo un objeto.

Durante ese año, su hermano le enseñaba las cosas básicas de su idioma, como la pronunciación de las letras, pero el pequeño solo se quedaba en silencio viendo el libro, el cual ya estaba viejo y desgastado, además de rayones por todos lados señalando a palabras específicas, ese libro era de alguien más, de hecho en la portada parecia tener un nombre escrito, pero este había sido borrado con algo filoso.

- Mamá lo encontró abandonado en una biblioteca, me enseñó a leer y escribir con el, espero te ayude a ti Mattian.

El pequeño volteo a verlo, realmente le gustaba ese apodo, y solo con el hacía caso cuando le hablaban, si le dician de otra forma no volteaba ni a ver a quien le llamaba.

- Aunque dudo que quieras hablar pronto, pero espero que tú primera palabra sea mi nombre, puedes ya sea, llamarme Tristán o Trajan, como quieras.
Asintió, no planeaba hablar todavía, pero mantendría su promesa.

El resto de ese año continuó igual, esperando una palabra y enseñándole nuevas, la única diferencia más notorio, fue el hecho de que su madre poco a poco se iba desesperado, deseaba con ansias escucharlo hablar, sentía muy dentro de ella que si su hijo no hablaba, de alguna u otra manera arruinaría la reputación de la familia, aunque no fueran la gran cosa, pues el primer hijo era reconocido por ser alguien inteligente, eso era lo que le preocupaba, que su niño más pequeño, no fuera tan inteligente.

Por otro lado, a su padre poco o nada le importaba lo que pensaban los demás, el solo cuidaba de el, mostrándole amor y cariño, aunque no todo era rosa, también cometía sus errores, como demostrar de vez en cuando violencia frente al pequeño, incluso ejerciendola contra el.

Los próximos meses serían el aviso de lo que estaba por venir, pues el pequeño ya había cumplido los dos años, y seguía sin hablar, además tenía comportamientos que ellos consideraban extraños, entre ellos, estaba aquel de no contestar con su nombre, o no hacer contacto visual con nadie, a excepción de su hermano, pero eso tampoco era muy común.

Otras cosas que también hacía gestos con los dedos, como si estuviera imitando a un animal hablando, pero mientras no molestará a nadie, suponían que no estaba mal.

Alguna que otra vez, se quedaba con su madre a solas mientras su padre y hermano iban a buscar algunas cosas, ella aprovechaba ese tiempo para hablar con el o hacer algo, pero no servía de nada, no llegaba a más que unas miradas curiosas, pero hubo una vez donde esto le canso a su madre, llegando al punto dónde le gritó con agresividad, regañandolo por desagradecido y mal educado, claro, eso hizo llorar al pequeño, pero a ella parecía no importarle, pues para callarlo le dió un golpe, el cual solo provocó más llanto.

Después de aquello, Mattian intento hacer lo que pudiera para complacerla, pensaba que algo estaba haciendo mal, incluso intento hablar, pero las palabras no eran claras, las cosas que hacía tampoco eran de su agrado, nada aparecía hacerla feliz.

Cada semana era horrible, los gritos de su madre le estresaban, y cuando su padre se enteró del como trataba a su hijo, estos aumentaron, cada día peleaban, gritándose entre ellos, golpeando cosas y a veces hiriendo a sus propios hijos, pero Trajan jamás se alejo de su lado, incluso había veces donde se escapaban de casa para ir a un lugar más tranquilo, se iban a perder entre los árboles.

Ese era su lugar especial, un río de lenta corriente que descansaba en la tranquilidad del lado alejado de esa sociedad, las aves cantando eran muy relajantes, y ahí no existían adultos que gritaran, pero ese lugar no solo lo conocían ellos, de vez en cuando veían a lo lejos a un humano de cabellos rojos y ondulados ahí, nunca le llegaron a ver e rostro, pero Trajan aseguraba haberle visto antes.

La vida comenzó a tranquilizarse después del tercer año, pues parecían haber arreglado sus diferencias, aunque la molestia de su madre seguía ahí.

Una de las veces donde fueron a aquel lugar a jugar un rato, lograron escuchar el sonido de lo que parecía un animal chillando, buscaron a los al rededores hasta que encontraron a quien provocaba los sonidos, era un monstruo gigantesco, más grane que los árboles de los alrededores, parecía estar herido, pues algo que se asemejaba a la sangre salía de su costado.

Preocupado, el mayor fue corriendo a casa, mientras que el más pequeño se quedó ahí mismo, viendo fijamente al animal, era un muffin enorme, entonces ahí recordó algo que había diccho su madre, que en el pasado había tenido una mascota, pero que está desaparecido sin darse cuenta, suponía que era esa, pues coincidía con la descripción que había dado.

Con cuidado se acercó y le tocó la frente, cosa que alertó al monstruo, abriendo los ojos en forma de amenaza, pero no le asusto, solo le dió más curiosidad, estubo a su lado durante el tiempo que llegaba su hermano.

- ¡Mattian, traje refuerzos! - Detrás de el estaba su padre con un botiquín de primeros auxilios.

- Entonces si estuviste por aquí todo el tiempo, Cherry.

Los tres ayudaron al animal a cambiar de posición y así hacer más sencilla la revisión.

- Entonces ese es su nombre, mamá nunca lo había mencionado

- Muffet no es alguien que guste de hablar mucho sobre su pasado, fue un milagro que te contará de el - Con el agua oxigenada limpiaba la herida, parecía haber sido causada por otro monstruo más salvaje.

Mattian seguía viendo atento, sobretodo la manera en la que padre curaba las heridas, pensaba que sería de ayuda en algún momento.

Esa misma tarde, su madre se reencontró con su antiguo amigo, se les veía muy felices a ambos, parecía que habría alguien más en casa por un tiempo.

Durante la primera semana que Cherry era el nuevo habitante del lugar, algo parecía estar mal con Trajan, era común verlo poner sus manos sobre su cabeza, como si le doliera, además de vez en cuando se comportaba como alguien diferente, como se se hubiera infectado de algo.

Ese comportamiento continuó por semanas, llegando a convertirse a meses, ya preocupados por esa bipolaridad, decidieron hacerle unos estudios, dónde los resultados mostraron que todo estaba bien, entonces pensaron que era una manera de llamar la atención, así que el castigo no tardó en hacerse presente. Estaría encerrado en su cuarto hasta que cambiará su comportamiento.

Cuando nadie estaba en casa, Mattian le llamaba por la puerta, esperando respuesta, nuncala recibía, o al menos así fue hasta unos intentos después.

- Mattian, te pido que guardes este secreto, están peligro ustedes, todos en esta pequeña aldea están en peligro de muerte, necesito que te prepares para lo que vendrá pronto, por qué el me está buscando, por favor, huye con nuestros padres a un lugar lejano.

El pequeño miro la puerta extrañado, la actitud de su hermano realmente le estaba asustando bastante, pensando que era una broma de mal susto, se levantó y fue a su cuarto a esconder, esperando a que sus padres llegarán para salir.

Mientras tanto, algunos susurros se escuchaban por la casa, la voz de un joven, y la voz de un adulto, no se sabía del que hablaban, pero parecía ser una negociación. Después de que los susurros cesarán, escucho el sonido de una puerta rechinando, seguido de pasos y el sonido del aire rompiéndose, al asomarse un poco, logro ver a su hermano parada a un lado de un hombre alto, flotando a su lado, era parecido a aquellos cuántos que la gente solía decir, sobre aquel hombre alto, sin piernas que va por ahí buscando gente en específico para su propio beneficio, y su hermano, era uno de esas personas en específico.

Trajan se dirigió a la cocina y tomo uno de los cuchillos más filosos que encontró, mientras lo veía, se seguía tomando de la cabeza, hasta que en un momento lo soltó, parecía estar luchando con el mismo, pero antes de que pudiera alejarse de donde estaba, aquel extraño monstruo se acercó a él y le tocó la frente, de ahí en más, Mattian no logro ver nada, pues el miedo de lo que pudiera pasar era más, asi que abrió la ventana de su cuarto y huyó.

Mientras corría buscaba con la mirada a sus padres, sabía que estaban cerca pues les habían avisado que por esa hora regresarían, y si, logro encontrarlos, pero no logro alcanzarlos, pues se tropezó con una roca que estaba por ahi. Se intentó levantar, pero no podía hacerlo, el cuerpo le dolía por el gran golpe que se había metido.

Cuando por fin se recuperó, corrió a su dirección, pero parecía que llegó algo tarde, ahí estaba de nuevo, aquel extraño ente, y su hermano, con la mirada perdida, ambos frente a ellos.

- Parece que aún me recuerdan, hace años no nos veíamos, es un gusto verlos por última vez, pero supongo que el no necesita más obstáculos en su vida.

- ¿Qué hiciste con nuestro hijo?

- Nada interesante, pero aproveche que estaba solo cuando fue a buscarte para curar a ese animal para darle algo que el deseaba desde hace tiempo, pues tiene algo en el, que lo hace interesante para experimentar, quien sabe, quiero ver cómo reacciona un niño al comportarse como una máquina de matar.

Al chasquear sus dedos, el pequeño volteo a ver hacia arriba, a sus padres, los veía directo a los ojos, pero en los suyos propios, no había nada más que arrepentimiento y lágrimas, pero parecía no sentir ese dolor, sus manos temblaban mientras sostenía ese filoso objeto brillante, aún no estaba completamente bajo control, pero si en el suficiente como para moverse sin querer.

Aquel pequeño niño que estaba a lo lejos, miraba con terror como su hermano intentaba atacar a sus padres con toda su fuerza, no lograba acertar ningún golpe, ellos sabían cómo pelear, el solo era un niño de casa que de vez en cuando iniciaba algunos problemas.

Pero entonces fue cuando hizo un ruido fuerte rompiendo una varita de madera, que atrajo la atención del que solía ser su hermano, aterrorizado, huyó de ahí, corriendo tan rápido como sus piernas le permitían, detrás de el iba su padre y su hermano.

Llegó un momento en el que ya no podía continuar su paso, aunque tratara de seguir, no podía, simplemente no podía. Entonces pudo escuchar como los pasos eran cada vez más cercanos, y sin poder hacer nada, cerro sus ojos y se protegió con sus propios brazos.

Hasta que sintió como algo lo rodeaba, era su madre, le protegió antes de que su hermano lo atacará.

- Cristopher....Mattian, perdón por no haber sido buena madre contigo antes, solo por qué no cumplas con mis expectativas, yo, lo lamento mu-

Antes de acabar de hablar, el cuchillo de su hermano, atravesó por completo el cuello de su madre, su rostro se había llenado de aquella sangre ajena que jamás pensó ver en su vida, las lágrimas se mezclaron con ese líquido carmesí, limpiado todo el rastro que había de este.

Ya sin aliento, el cuerpo de su madre cayó al piso, pintando el pasto y la tierra de su alrededor de rojo. Aquel que lo había causado estaba delante, viendo el arma con la que había perpetrado, volteo a verlo mientras limpiaba los restos en el arma.

- ¡CORRE MATTIAN! - Mettaton apareció por detrás y tomo a Trajan de los brazos, haciendo que soltará el cuchillo, ahora estaba vulnerable y no podría herir a ninguno incluso si quisiera.

El pequeño se levantó y corrió sin mirar atrás, le dolían las piernas pero ahora que tenía ventaja, no la desaprovecharia.

Después de alcanzar una cierta distancia, se dejó caer al piso sobre sus rodillas, justo había llegado a un pequeño montón de crisantemos blancos, los cuales estaban algo rotos, y ahora estaban manchados con un poco de sangre.

Poco a poco las lágrimas iban saliendo, hace solo unas horas su vida estaba yendo bien, y ahora, todo eso se había desvanecido, por culpa de alguien que anhelaba algo inexistente.

Pero antes de que siquiera pudiera lamentar la muerte de su madre, pasos lentos y pesados se escucharon detrás de el, lo había alcanzado.

- Querido hermano, no importa cuánto intentes esconderte, siempre te encontraré, además, parece que aún no sabes cuándo estás seguro, mira dónde estás, en el lugar más iluminado de este lugar, llorando como si no hubiera nadie por aquí, que lastima, pudiste cumplir la última petición de nuestro padre, pero parece que ni para eso eres bueno.

De la nada, algo muy fuerte le golpeó en el estómago, era un dolor increíble, el dolor de un golpe con metal era increíblemente doloroso.
Mientras se retocia en el piso, escupió algo de sangre, su estómago dolía por dentro y lágrimas de dolor salían sin cesar.

- Mira como te ves, pareces un pobre animal herido. - Se inco frente a el y lo tomo del cabello son fuerza, viendo atentamente esa mirada de dolor y miedo, sin pensarlo, lo golpeó fuerte contra el piso, provocando aún más heridas en su cuerpo, entre ellas una nariz rota.

- Sabes, supongo que necesitas una muerte rápida, no mereces sufrir tanto, así que no temas, no tardaré mucho.

Con sus débiles manos, Mattian trato de quitarlo de encima, cosa que obviamente no funcionó de nada.

En un leve suspiro, Trajan tomo el cuchillo y lo acerco al ojo derecho de su hermano.

- Después de morir no necesitarás ojos reales, así que si te los quito no habrá diferencia alguna, perdón por esto, pero debo hacerlo - Sostuvo su rostro con fuerza, y con la mano libre levanto el cuchillo, apunto de apuñalarlo.

- Trajan....espera

Soltó el arma y aligeró el agarre, estuvo esperando este momento por años, pensó que había olvidado la promesa que le había hecho.

- Antes de que me mates...quiero decirte algo - Una debil sonrisa se marcó en sus labios - Muchas gracias, por haberme regalado felicidad.

Sus sentidos parecieron haber regresado, pues comenzó a llorar como nunca lo había hecho, las lágrimas se deslizaban despacio por sus mejillas hasta caer en el rostro del pequeño.

Un grito de frustración hizo eco por el lugar, espantando a las aves que estaban por ahí, tomo el arma y la encajo con fuerza sobre el ojo de su pequeño hermano, ambas manos estaban temblando, y las lágrimas aumentaban con los segundos.

- Tristán...te quiero mucho, hermanito - Cerro su ojo, y dió su último suspiro, el silencio reino por unos segundos, hasta que un leve sonido rompió aquello, el sonido de agua golpeando, no eran lágrimas, ni sangre, era lluvia, el cielo estaba llorando por lo que acababa de presenciar, y no pararía hasta que su corazón se curará de aquello.

(Zul_G_H_L)

Lanzo el cuchillo lejos de donde estaba y se levantó, sin voltear atrás, se alejo lentamente de donde estaba, dejando atrás, a su último familiar, y junto a él, crisantemos rojos que ahora serían su tumba.


Un fantasma de color violeta abrió su ojo, la luz de un rato de luz le había despertado, estaba confundido, había tenido una pesadilla horrible, su propio hermano le había asesinado, pero cuando se despertó por completo se dió cuenta que no había sido una pesadilla, y ahora, estaría condenado a vivir el resto de su vida con el recuerdo de aquel día, y con la forma de algo que le dejaría en claro, que no estaba muerto, pero tampoco del todo vivo.
Ahora, esos crisantemos rojos eran parte de el, llevándose parte de su tumba por ahora y para siempre.

Mattian estaba cubierto en una mantita colorida mientras sorbia un poco de chocolate caliente, a su lado estaba su amiga, está le daba pequeñas caricias en la cabeza para consolarlo, algo tan horrible le pasó a una niño tan pequeño, ahora, claro tenía más edad, pero ese tipo de trauma le dejo tan marcado que aún lo recordaba, a estar de haber sido hace tanto.

- No tengo palabras para consolarte Mattian, pero me alegra saber que ahora estás bien, y déjame decirte algo, te haré una promesa, si alguien alguna vez trata de hacerte daño, te protegeré de eso.

Volteo a verle, la sonrisa en su rostro indicaba que iba en serio, incluso si debía morir, salvaría a su mejor amigo.

- Gracias, Azahar, gracias por escucharme y mantenerte a mi lado.

- La amistad es como el amor incondicional, no tiene reglas mientras se trate de amar al otro, o eso había escuchado decir una vez a Mistletoe, je, supongo que tiene razón.

- Creo que es inteligente...

- Por cierto, si deseas contarles, dime, yo me encargaré de eso.

- No te preocupes, puedo hacerlo yo.

Ambos voltearon a verse y sonrieron, ese pequeño nudo en su pecho había disminuido, nunca pensó que hablar con alguien sería tan bueno para el, pero aún le faltaba mucho, pero todo a su tiempo, y esperaba que todo aquello que necesitará sacar, fuera con la gente correcta.

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