ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ VIII

Buscó en su armario algunas franelas cómodas y monos que le proporcionaran calidez en medio de ese frío.

Agradecía haber traído varias mudas de ropa o estarían escasos y se les hubiera hecho difícil salir a comprar algo, primero la hora y segundo la fuerte lluvia que aún se desataba.

Colocó la muda de ropa en la cama para cuando saliera Jibeom.

—– Oye, Jibeom —– llamó.

—– ¿Sí? —– contestaron al otro lado.

—– En la cama te dejé una ropa, prueba si te queda cuando salgas.

—– ¡Está bien! —– gritó.

Salió de la habitación y encendió las luces de la casa.

Parecía una casa tétrica con algunas luces encendidas y otras no.

Se le había olvidado encender la mayoría, se quedó dormido en el sofá y cuando llegó Jin, no fue que se detuvo a pensar en la oscuridad de la casa.

Llevó las bolsas de ropa y sin hurgar en ella, encendió la secadora que, afortunadamente, era similar a la de su casa y tenía un conocimiento de su uso, y vació la bolsa en ella.

Subió y se dirigió a la habitación donde estaba Jin, abrió la puerta y se encontró con el azabache, la toalla cubriéndole de las caderas hacia abajo.

Namjoon fijó sus ojos en los de Jin, sin poder formular alguna palabra, sus pies quedaron paralizados en su lugar.

Tartamudeó para decir un lo siento, pero nada salió. Desvió su mirada del rostro pálido de Jin y se acercó a la cama dejando la ropa.

Namjoon cerró sus ojos y se volteó a Jin, sin poder hacer caso omiso a esos moretones en la piel del azabache.

Sintió como si su corazón fuera estrujado.

Sintió enojo, ira, rabia, tristeza y dolor.

“¿Quién pudo hacerle esto?” “¿Por qué?” pensaba mientras se acercaba a Jin, quién estaba petrificado en su lugar y con mucha vergüenza.

“Cómo pude dejar que me viera” pensó el azabache avergonzado “Seguro le pedirá al ministerio anular esta unión”

La imaginación de Namjoon estaba trabajando en muchas opciones que justificaran esos moretones.

Pero no encontró ninguna.

Con mucho cuidado, Namjoon se acercó quedando justo al frente, sin mucha distancia ni respetando el espacio personal, eso no estaba en su cabeza, no podía dejar de imaginarse lo fatídico que habrá pasado para que el cuerpo de Jin estuviera así.

Miró el rostro de Jin contraído, adolorido y con vergüenza, sobre todo.

Con mucha delicadeza, estiró sus manos y pasó sus dedos por cada moretón y rasguños. Namjoon se dio cuenta que en algunos, Jin hacía una mueca, por lo que se alejaba inmediatamente.

La mirada de Jin se fijó en la de Namjoon, que curiosamente acariciaba cada parte golpeada con la dulce mirada. Se sentía extrañamente consolado, en cada golpe, había una caricia de Namjoon.

Su corazón se contrajo y su visión se tornó borrosa, sus mejillas se humedecieron y ahogó un sollozo.

Cuando Namjoon miró los orbes de Jin, encontró en ellos ira, dolor, indignación y odio, esos sentimientos decorados con las tortuosas lágrimas que resbalaban sus pálidas y escasas mejillas.

Incluso la condición física de Jin dejaba mucho que pensar.

Jaló a Jin a sus brazos y lo enrolló en un fuerte pero delicado abrazo.

El menor sorprendido por el acto, por un momento quedó pasmado, pero luego, se escondió el cuello de Namjoon y se desahogó.

Su cuerpo comenzó a temblar en los brazos de Namjoon, las lágrimas no tardaron mucho en humedecer su camisa y los sollozos dejaron de ser silenciosos.

Jibeom estaba en la habitación continua y cuando escuchó el llanto de Jin, salió y se dirigió hacia donde estaba, encontrándose con la escena más romántica que haya experimentado en su vida.

Su hermano estaba recostado en el pecho de Namjoon, aferrándose a su camisa y derramando las lágrimas con total libertad, mientras que el rubio, rodeaba con sus brazos y acariciaba a Jin.

Al principio le asustó escuchar a su hermano llorar, luego encontrarse con la escena en cuestión le sorprendió, sin embargo, Jibeom sonrió. “Eso solo puede significar algo” pensó quedándose quieto en su lugar.

Para Namjoon, escuchar a alguien llorando le provocaba ayudar en lo posible para hacer sentir bien a esa persona, pero con Jin generaba más, quería consolarlo, abrazarlo, hacer lo que fuese posible para ayudarlo y a su vez, sentía una molestia muy fuerte correr en su interior con el causante de ello.

“¿Quién diablos habrá hecho esto?” pensaba mientras abrazaba al azabache. Cerró los ojos con fuerza tratando de calmar esa molestia en su pecho. “Debo calmarme, no es el momento” se decía “Espero… espero poder hacer más por ti, Jin” dijo en su mente.

Así pasaron unos cuantos minutos, Namjoon no dejó de abrazar a Jin, o hasta que sintió que éste se había calmado por completo, suavizó su agarre para que en cualquier momento que el azabache quisiese se alejase, pero, éste no tenía ninguna intención de hacerlo.

Unos toques muy sutiles en la puerta llamaron la atención de Namjoon, quien volteó y se encontró a Jibeom de pie con una tierna sonrisa.

Namjoon le sonrió de vuelta y le hizo un gesto para que entrara. Apreció lo tierno que se veía con la ropa bastante ancha por la diferencia de contextura, quiso reírse pero se contuvo cuando Jin se alejó de su pecho y lo miró a los ojos.

—– L–lo siento —– desvió su mirada avergonzado y sus mejillas tomaron un color carmesí —– Que vergüenza —– susurró —– De ver–

—– No, no —– negó el rubio —· No te preocupes, está bien —– asintió —– Estuvo bien —– le sonrió y secó las lágrimas que quedaban en sus mejillas, provocando que el sonrojo se intensificara.

Jin desvió la mirada, sentía su corazón latir aceleradamente. Buscó algo en lo que quitar la atención de su persona.

—– ¿Eso es lo que me pondré? —– preguntó, logrando que Namjoon dejara de mirarlo fijamente, a lo que suspiró de alivio

—– Sí, no tengo muchas opciones —– rió nervioso —– pero, colócate con la que te sientas cómodo —– Jin observó y luego le sonrió a Namjoon, percatándose de cierto sujeto en la puerta.

—– ¿Cuándo llegaste? —– preguntó con un tono de queja.

Jin conocía esa mirada, era traviesa y juguetona, en cualquier momento soltaría algo para avergonzarlo.

—– Hace unos momentos —– respondió y luego tapó sus ojos —– Juro que no vi nada, nada de nada —– Jin torció sus ojos y sonrió.

—–Tonto —– rechistó —– Bueno, si son tan amables ¿Pueden dejar que me cambie?

Namjoon se sonrojó y asintió, Jibeom le sacó su pulgar.

—– Claro ¿Tienen hambre? —– preguntó Namjoon.

—– Creí que nunca preguntarías —– contestó Jibeom.

—– Ji… —– le regañó Jin.

—– Es broma, es broma —– Namjoon sonrió y agitó los húmedos cabellos del menor.

—– Ayúdame a preparar algo entonces —– le guiñó el ojo.

Ambos salieron de la habitación y dejaron a Jin solo, con una calidez en su pecho al ver la sonrisa genuina de Jibeom, se sentía tan bien verlo sonreír. Además, su espalda se sentía más ligera, había podido desahogarse y dejar un poco esos nervios que le hacían pensar que Namjoon, iba a ser una persona mezquina e insensible.

Después de todo, ambos son desconocidos el uno para el otro, pero no fue así y estaba agradecido de que fuera totalmente lo contrario.

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