ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ IX

Namjoon revisaba cautelosamente los gabinetes y el refrigerador de la cocina. “A duras penas hay leche y zumo de naranja” suspiró.

Pensó en cómo solventar hasta el día siguiente que pudieran abastecer la alacena. Había parado de llover y solo eran gotas pequeñas, pero, no era hora para salir a explorar la nueva ciudad en busca de supermercados.

Por otro lado, Jibeom no le despegaba la vista a Namjoon. Si parpadeaba lo hacía rápidamente, no quería perderse ningún detalle de su cuñado.

Namjoon se volteó al sentir ese escozor en alguna parte de él y lo miró fijamente.

—– ¿Por qué me miras así? —– le preguntó.

—– Mhm, evalúo el terreno —– Namjoon lo observó consternado, pero después rió.

—– ¿El terreno? ¿Para qué, para tu hermano? —– preguntó divertido.

—– Exactamente. Estoy viendo si eres un buen partido —– El mayor quiso reír con fuerza, no creía que fuera exactamente un buen partido y más con las condiciones de unión, pero dejando de lado eso, prefirió contenerse y carraspear en su lugar.

—– Bueno, señor juez ¿De qué les gusta la pizza?

—– ¿Pizza? ¿Hay pizza?

Namjoon negó —– Nos acabamos de mudar y no hay comida aquí —– señaló los gabinetes —– Así que pediremos a domicilio hasta mañana que podamos salir.

Jibeom asintió —– Está bien, entonces… ¿Puedo pedir? —– Namjoon asintió y le pasó el teléfono para que pidiera la orden.

Buscó unos platos y los colocó en la gran isla de la cocina, también unos cuantos vasos que habían de suerte.

Jibeom pidió tres pizzas grandes asegurando que en la madrugada les daría hambre, sobre todo a Jin y pidiéndole que no le dijera que él había dicho eso o lo mataría.

Namjoon prometió no decir nada y siguieron hablando de cosas triviales, o mejor dicho, Namjoon respondía las preguntas de Jibeom, excusándose del buen partido para Jin.

Mientras más hablaban, más crecía la curiosidad en Namjoon, “¿Qué podía haber pasado para que salieran tan lastimados?”

—– Creo que eres un buen partido —– Namjoon salió de sus pensamiento.

—– ¿De verdad? —– El castaño asintió —– ¿Por qué lo dices?

—– Ayudaste a Jin sin pensarlo, incluso lo abrazaste cuando estaba llorando. Te pidió que no nos llevaras al hospital y no lo hiciste. Nos mostraste ayuda aun sin conocernos. Eso habla muy bien de ti. Espero seas un buen cuñado.

Namjoon rió —– ¿Qué?

—– Tienes que ser un buen cuñado. Puedo percibir que mi hermano confiará en ti rápido —– El mayor sintió intriga.

—– ¿De verdad? —– preguntó sin querer queriendo, doblando una pequeña hoja que encontró mal parada.

—– ¡Por supuesto! —– le respondió emocionado —– Acaso… ¿No has tenido una pareja antes? —– le preguntó entrecerrandos sus ojos.

Namjoon asintió ofendido —– Claro que sí.

—– Pues no parece, porque no reconociste ese abrazo que él te dio.

—– Sólo fue un abrazo.

—– Tonto —– negó el menor —– Sabes que en su mente ¿Eres su pareja? Por lo tanto, nada de eso es normal porque ya estás catalogado en su mente como pareja ¿No lo sabes?

El rubio pensó —– Claro que lo sé, obviamente. Te estaba probando. Para ver que tanto puede saber un niño de dieciséis.

Realmente no lo sabía.

En su mente ¿Quién rayos le agarraba aprecio así a otra persona, que por cierto, no conoce?

Entendía el punto de ser pareja, ya lo eran, aunque no pareciera. Tal vez por eso, las acciones podían interpretarse de otra forma más íntima.

—– Gracias, pero tengo quince y por lo visto, sé más que tú.

—– ¡Jibeom! ¿Qué estás haciendo? —– Ambos voltearon y se encontraron a Jin recostado en el marco de la cocina mirándolo con desaprobación.

Había escuchado un poco de la conversación.

—– Santa madre —– murmuró Jibeom, Namjoon reprimió las ganas de reírse y cuando fue a intervenir sonó el timbre —– ¡Mi salvación! Yo abro —– se bajó del taburete y salió corriendo, huyendo de Jin.

El azabache suspiró —– ¿Qué dijo? —– le preguntó al rubio, quién enmudeció al momento.

—– Ah… —– miró a otro lado —– T–te queda b–bien —– prefirió decir torpemente. Jin se sonrojó ante el halago, pero terminó sonriendo y luego negó.

—– Está bien, ya estás de su lado —– se acercó a la cocina examinándola —– Wow es preciosa —– Namjoon asintió y volvió su mirada a Jin, que examinaba la cocina emocionado, se distrajo de su facción cuando frunció el ceño y se volteó a mirarle —– Por cierto ¿Qué fue a buscar? —– señaló a la sala.

—– Pedimos pizza, no hay nada en la alacena salvo jugo de naranja y leche —– se encogió de hombros —– Por lo menos hubieran dejado comida instantánea… por lo menos —– suspiró —– Mañana saldremos a comprar, si te parece.

—– Está bien, no hay problema —– Jin se movió con libertad por la cocina bajo la atenta mirada de Namjoon. “Sus mejillas están tomando color” pensó sonriendo. Se permitió mirar de más, detallando como le quedaba su ropa, sonrojándose cuando Jin lo pilló —– ¿S–sucede algo? —– preguntó sonrojado también.

—– N–no es nada. Solo… —– se rascó la nuca avergonzado —– C–creo que te ves muy lindo.

Ambos hicieron silencio, escuchando sus corazones palpitar aceleradamente y por supuesto, con miles de gritos internos en cada uno.

—– ¡Uuuhh! —– Gritó Jibeom, haciendo ruidos raros cuando entró con las cajas de pizzas en las manos —– Tórtolos.

—– ¡Ji! —– gruñó Jin.

—– ¿Qué pasa? Son pareja, no hay nada de malo en eso.

—– No sigas... mejor comamos —– interrumpió, Jin —– ¿Quieres jugo de naranja?

—– Sí, por favor. Te ayudo —– Namjoon se levantó sosteniendo los vasos y sirviendo la pizza en los platos.

Todos se sentaron y comieron con tranquilidad, Jin observaba de reojo a Namjoon y para disimular, miraba su pizza o alternaba la vista con objetos de la casa, él rubio a su vez observaba a Jibeom y contestaba su interrogatorio.

—– Ji, déjalo comer —– le regañó Jin, Jibeom puchereó, pero el azabache negó —– Lo siento —– se disculpó con el rubio.

—– No te preocupes, está bien —– negó —– Por cierto, hay un auto en el garaje, también un permiso para conducir para cada uno.

—– Según lo que leí en la carta, tenemos que retirar el expex los primeros días de convivencia. También nos deben dar la identificación de que somos nueva pareja. Tenemos varias cosas que hacer, por lo visto —– murmuró Jin al final.

—– Sí, pero, lo primero es amueblar la casa. Están los artefactos pero, faltan casi todas las cosas de uso personal, desde almohadas y edredones para las camas, como ropa para nosotros —– Jin asintió.

—– Tengo un dinero ahorrado —– dijo —– Antes de venir aquí, trabajaba y pude reunir algo.

—– Yo también hacía algunos trabajos y guardé algo de dinero —– sonrió —– ¿Sigues ahí?

Jin negó —– Renuncié… No porque quisiera, realmente —– Namjoon asintió no queriendo presionarlo —– Tuve problemas con mi madre y todo salió mal.

—– Y Albert —– murmuró Jibeom —– Desgraciado.

Hubo un silencio un poco tenso, por lo que Jin miró a Namjoon y le sonrió para calmar un poco.

—– Prometí hablarte luego ¿Está bien? —– Namjoon asintió correspondiendo la sonrisa, con pesadez pero lo hizo. Sentía que lo que fuera que dijera era muy malo y lo alteraría mucho.

Esos golpes que ambos tenían y la condición en la que llegaron lo tenían preocupado y, si su madre tuvo que ver, no presagiaba nada bueno, en lo absoluto.

Namjoon respiró profundamente y se concentró en comer o la pobre pizza pagaría su mal humor.

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