ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ II

Era hora de regresar, su madre lo había llamado diciendo que del Ministerio Familiar habían llamado notificando que estaban a punto de enviar su asignación.

Sacudió sus ropas y emprendió su camino de regreso observando en la lejanía la Isla, donde inició todo.

La Isla Krima.

Habían pasado por lo menos, más de cincuenta años de la devastación, aun así, no habían podido recuperar la Isla nuevamente.

Era cierto que muchas cosas avanzaban de la mejor manera, pero, por más que les gustaría acomodar y reconstruir todo lo que esa masacre dejó, apenas estaban logrando estabilizarse.

Las pérdidas de todo tipo fueron grandes y golpearon fuerte todo el gabinete político a nivel mundial.

Según lo que sabía, las organizaciones que querían gobernar se abstenían de hacerlo por la cantidad de pérdida y responsabilidad que debían asumir, además, la mayoría de ellos no tenían los suficientes recursos para apoyar y tampoco tenían la capacidad de obtenerlos.

Afortunadamente, personas con humanidad y capacidad para dirigir una nación se levantaron y lograron ordenar el caos que había.

Aun así, faltaba mucho para reconstruir en su totalidad toda la nación. El presidente había dicho que querían mantener cosas antiguas así como crear instalaciones nuevas que sean de ayuda a los ciudadanos.

Usó un término que no podía compararse mejor.

"De alguna forma es como si tuviéramos un terreno que fue devastado por razones ávaras, inhumanas y con todas las malas intenciones plasmadas en las acciones. Sin embargo, queda de nosotros reconstruir el nuevo mundo, desde cero"

Namjoon también lo vio de esa manera, era como un terreno en el que tenían que construir lo que sería de ahora en adelante el nuevo mundo.

Su nuevo mundo.

Lamentaba mucho las muertes de millones de personas, inocentes, soñadoras y luchadoras, amantes de los ideales y esforzándose en marcar una diferencia en la sociedad.

Sus vidas habían sido arrebatadas de manera injusta en un santiamén.

Por otra parte, agradecía (y se sentía egoísta por ello) no haber estado en ese momento. No podía imaginarse el sentimiento y pánico de ese momento, dolor y llanto.

Nadie merecía pasar por eso.

Lo lastimaba profundamente.

Suspiró mientras trotaba hasta su casa; sus emociones eran sensibles ante ese tema. Sacudió su cabeza despejando la bruma que se formó en su mente y corrió más rápido, como si pudiera dejar esos sentimientos atrás.

"Debo concentrarme en otra cosa, flores, plantas, correr" y paró en seco "La carta" bufó "Genial eso no me alivia" y nuevamente emprendió a correr dejando no solo pánico y tristeza si no también los nervios que se unieron a la carrera.

Corrió y corrió hasta que reconoció la fachada de su hogar; suspiró aliviado de haber llegado mucho antes que sus emociones.

Que era lo importante.

Sacó sus llaves y a punto de introducirlas en la cerradura la puerta se abrió mostrando a una Gia muy sonriente.

—– Joven Namjoon, bienvenido —– Sonrió aún más grande, y aunque no lo dijera, a Namjoon le causaba escalofríos esa sonrisa.

—– M—muchas gracias, Gia —– intentó sonreír y pasar, pero la castaña robótica no lo dejó —– ¿Qué pasa? —–  Preguntó Namjoon confundido.

—– Está sudado —– respondió seria y sin titubear.

Namjoon frunció su ceño —– Claro, vengo de correr.

—– Lo sé, pero no puede pasar. Su madre dejó reglas muy claras a la hora de las rutinas o cualquier otra actividad. Sucio no se entra a la casa o habrá castigo, no pienso desobedecerle.

Namjoon suspiró. A veces Gia podía ser intensa.

—– Vamos, Gia. Déjame entrar.

—– No —– dijo lanzándole fuerte una toalla gruesa que lo hizo tropezar —– Límpiese o no entrará —– y cerró la puerta de un portazo.

Namjoon sentado en el suelo miró la puerta con resentimiento.

—– ¡Demonios contigo y tus estúpidas reglas, Gia!

La mencionada abrió la puerta y lo miró muy fijamente.

—– No diga esas palabras joven Namjoon, recuerde que una de las reglas de su madre es que—

Namjoon rodó los ojos —– ¡Ya entendí, Gia! —– ella sonrió y volvió a cerrar fuerte —– No hace falta que lances la puerta —– se quejó. Se levantó del suelo y quitó el "sucio" que cargaba encima y luego, tocó la puerta.

Gia lo observó de pies a cabeza y sonrió.

—– Ya puede pasar.

—– Gracias —– murmuró y pasó guiándose de las risas y sutiles parloteos provenientes de la cocina.

Su familia siempre se reunía a esas horas de la mañana en el comedor, era un momento familiar donde hablaban del bienestar de cada uno. Alguna inquietud o algo que quisieran compartir, de pronto los planes que tenían para ese día.

Todo eso, cuidando de no invadir su espacio personal.

Y eso era algo que a Namjoon le gustaba.

—– Buenos días —– entró y sonrió mostrando sus lindos hoyuelos.

—– ¡Vaya! —– Los rizos castaños de Daeyeol se movieron de un lado a otro mientras lo miraba sonriente —– Miren quién llegó a casa, el mismísimo implacable hermano mayor ¡Kim Namjoon! —– sus dedos se movieron rápidamente señalando al rubio.

Su madre sonrió —– Buenos días, Nam. ¿Qué tal la salida?

—– Productiva —– respondió sentándose —– Fui a la playa y superé mi record personal —– Haeyoung sonrió.

—– Y yo pensando que te ibas a escapar para no cumplir con tu responsabilidad como joven de esta gran nación —– interrumpió Daeyeol negando.

—– Muy gracioso ¿no? —– se acercó a él y alborotó sus rizos —– Eso diré cuando te toque a ti —– le guiñó el ojo a lo que Daeyeol frunció el ceño negando.

—– Falta mucho para eso —– respondió e hizo una mueca de asco —– No quiero que pase, tal vez escape antes de que cumpla veintitrés.

—– No adelanten las cosas —– regañó su madre —– Aún me cuesta despedirme de uno como para que hablen sobre la próxima carta.

Ambos chicos asintieron y dejaron el tema de lado.

Su madre había estado muy sentimental desde el cumpleaños de Namjoon, sabía que él debía irse y hacer su hogar en algún momento, sin embargo, era su hijo mayor y le dolía que se fuera.

Namjoon decidió hablar para aligerar la tensión.

—– ¿Papá dónde está?

—– Llegué a buena hora —– la voz varonil y gruesa resonó en el comedor. Seguido de ello, Daeyeol saltó de su asiento abrazando a su papá con un celoso Seunbo de ocho meses gateando en el suelo intentando llamar la atención del hombre.

Seun enojado al ver que su papá hablaba con Daeyeol, golpeó el suelo con sus pequeñas manitas y se quejó iniciando un sollozo que captó la atención de Namjoon que lo cargó entre sus brazos.

—– Papá, alguien está molesto —– Dokyun lo miró notando al bebé con sus ojos aguados.

—– Aaww Seunnie~ —– y apenas los brazos del padre lo rodearon, sus quejidos cesaron.

Namjoon negó y sonrió viendo al pequeño y a su padre. Este último trabajaba en las noches como guardaespaldas encubierto de un gobernador, sin embargo, esto era oculto por un trabajo de vigilante en un negocio de artefactos.

Siempre que llegaba había un escándalo en casa, causa de tener cuatro hijos de diferentes edades que demandaban atención paternal.

Dokyun notó la mirada de su hijo mayor y le sonrió.

—– ¿También quieres que te cargue y te dé mimos?

Namjoon rió y negó —– Con un abrazo está bien, papá —– y así lo hizo. Estrechó a su hijo en un abrazo y le sonrió.

—– ¿Saliste hoy? —– preguntó notando la ropa deportiva.

—– Sí, acabo de llegar de correr —– Dokyun asintió y se acercó a Haeyoung demostrando su afecto con un sonoro beso y un gran abrazo. Cuando se alejó miró a todos lados con el ceño fruncido.

—– Aquí falta alguien.

—– Soomi está durmiendo, anoche no podía dormir por la fiebre y_ la conversación fue interrumpida por el sonido del timbre. Ambos padres se miraron y luego a Namjoon sonriéndole.

El mayor entendió esas miradas y suspiró.

Era la carta.

Se levantó de la mesa y fue hasta la puerta. Al abrirla, se encontró un hombre con traje, con una radiante sonrisa y su cabello rojo.

—– ¿Kim Namjoon? —– El nombrado asintió —– Soy Jung Hoseok, del Ministerio Central Familiar —– le entregó el sobre amarillo sellado con un broche rojo —– Las indicaciones están dentro, en unas horas vendré por usted. Mucha suerte —– extendió su mano, a lo que Namjoon aceptó.

—– Gracias —– susurró antes de que Hoseok se diera la vuelta para irse.

Namjoon cerró la puerta y se recostó en ella, encontrándose con varios pares de ojos mirándolo con curiosidad. Incluso Soomi se había despertado para saber el nombre del elegido, aún tenía los ojos adormilados y el biberón subía y bajaba en su boca.

El rubio miró el sobre y lo abrió, saltándose las formalidades y saludos centrándose en el nombre de su pareja. Lo encontró al final de la hoja, con letra cursiva y dorada. El aire escapó de sus pulmones poco a poco y tembloroso susurró.

—– Se llama: Kim Seokjin.

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