-'ღ'-cαpítulσ únícσ-'ღ'-
La soledad fue su fiel compañera durante sus 25 años, aunque se veía repleto de gente, solo era una máscara. Ellos tenían un interés en él, buscaban algo de él, extraerlo y luego irse como si nunca se hubieran conocido.
Era un juguete.
Nadie lo amó de verdad, nunca se sintió amado.
Puede que el problema fuera él, porque, sabía quiénes lo amaban de verdad a pesar de no sentirlo.
Todo en él estaba mal, era un problema andante.
Todo en él había cambiado.
Arrastraba a sus espaldas una carga que no era suya, por más que sonreía y hablaba animadamente, nadie se daba cuenta que por dentro su pasado arañaba su corazón desgarrando pedazos de él, descompensando sus sentidos.
Nadie lo sabía.
Pero, Min Yoongi no estaba bien.
Aunque ¿Cómo podrían darse cuenta?
Cuando preguntaban por su bienestar respondía con voz firme y modulada: Me encuentro bien. Y con una sonrisa preguntaba: ¿Y usted?
No daba señales de estar mal.
Daba lo mejor de sí, se veía contento, se veía resplandeciente a pesar de los montones de trabajo que tenía, los montones de contratos y reuniones a las que debía asistir.
Siempre se presentaba con profesionalidad ante los productores y jefes de las diferentes agencias, se expresaba con elocuencia y coherencia.
Al finalizar su trabajo adquiría una actitud más informal dirigiéndose a sus amigos y familiares llegando hacer bromas entre ellos para sacar una sonrisa y ver también como su lindo prometido achicaba sus ojos y se restregaba en el suelo hasta recuperar el aire y aliviar el dolor en sus mejillas de tanto reír.
¿Qué podía estar mal con ese tipo de persona?
Mejor dicho.
¿Qué podía estar mal con Min Yoongi?
Nada.
Por ello, todo fue un shock al final del día, pues rememoraban todo desde el inicio y nada indicaba que estaba mal.
Había ido a la casa de su prometido luego de un extenso viaje de parejas, ambos volvían felices por las vacaciones y Yoongi debía regresar a las oficinas y retomar el trabajo al que le había colocado una pausa.
Con un delicado, suave y comprometedor beso se despidió de su lindo novio, no quería alejarse de su pequeño, pero, el deber le llamaba. Con reproches, su pequeño se soltó de él y con una sonrisa, Yoongi fue a su trabajo.
De regreso en el tren, observaba las distintas estructuras ostentosas de la grande y ajetreada ciudad.
A pesar de la cantidad de personas en las calles, autobuses e inclusive el tren, todo se sentía frío.
Las personas son capaces de estar juntas sin proporcionarse calidez, solo estaban por estar.
Esas personas no deberían existir.
Y él como parte de ellos, tampoco debería.
Una tormenta nebulosa se formó en su mente.
Sus ojos tomaron una frialdad e intensidad ante el cambio brusco que tomaron sus pensamientos, los recuerdos de su madre se aferraron a su mente y no se movían.
Intentaba pensar en su prometido, en sus amigos, pero, no les encontró sentido.
¿Quiénes eran ellos?
Sus pensamientos dejaron de ser razonables ante las escenas atroces que se hacían presentes.
El día en que su madre apuñaló a su padre frente a él para luego huir por un tiempo, meses después regresó para matarse frente a él y antes de irse pronunciar un: Es tu culpa.
Jamás pudo descifrar el qué era su culpa, por lo que tampoco podía justificarse o excusarse.
Odiaba esos momentos en el que no tenía en qué pensar porque su mente le jugaba en contra, después de todo, Min Yoongi era alguien sensible, débil de mente y eso nadie lo sabía, por eso quería mantenerse siempre ocupado.
Esas voces siempre estaban ahí.
Esos rostros sangrante siempre estaban allí.
Él los veía y ellos le hablaban del terrible error que era que siguiera de pie.
Asistió a terapeutas profesionales que lo ayudaran con su trauma engorroso, todos le aseguraron que regresaría a la normalidad, que sería una persona común y corriente y hasta más fuerte por la vivencia y que dejaría de ser una carga para ser una experiencia que le haría avanzar.
No le dijeron de qué manera.
Suponía que avanzaría para mejoras, para ser una persona de bien, con pareja e hijos, un hombre realizado y con un hogar fomentado, que no permitiría que eso volviera a suceder. No que avanzaría de la manera en la que estaba haciendo, tomando el ascensor del gran edificio Empires State hasta llegar al piso 86.
Todas y cada una de sus cosas las ordenó en una de las mesas, salió al balcón aspirando el aire puro y fresco que no merecía; había matado a sus padres, no podía atar más a sus amigos a cargar con alguien débil que no puede enfrentarse a sus miedos, un fracaso ante la sociedad, alguien que no aportaba calidez.
No merecía vivir.
No era bueno para nadie.
Ni para él mismo.
Era un desperdicio de oxígeno.
Sus ojos se apagaron ante la inmensidad de la claridad. Min Yoongi se escondió en el fondo de su trauma, de su demonio y miedo. Dejó que saliera a flote sin causa alguna, peor aún, dejaría una gran consecuencia.
Su trauma sonrió, después de años de lucha por fin su portador se había rendido, era tan cansino atacar a alguien que no tenía le voluntad de nada.
Ni de vivir ni de morir.
Sólo andar por la vida como un zombie.
Yoongi no sintió cuando sus pies le encaminaron al borde del edificio, tampoco supo cuando sus rodillas cedieron al borde del abismo; personas a lo lejos se percataron y gritaron, pero era tarde.
Muy tarde.
Su cuerpo impactó encima de una limosina color blanca, su traje estaba acomodado perfectamente, su cabello estaba ordenado, ni una gota de sangre, sus piernas juntas una encima de la otra, parecía más bien que se había echado a dormir en la cubierta del auto.
Las personas horrorizadas gritaban y llamaban a las ambulancias.
Otras personas estaban con los flashes de sus cámaras capturando el horroroso suceso y a la vez, sorprendente por la delicadeza y perfección en la que su cuerpo descansaba.
Sin embargo, a pesar de esa belleza tan sangrante, al quitar su cuerpo de la cubierta, éste estalló. Como si estuviera incluso después de la muerte reteniendo todo, mostrando su fortaleza incluso sin vida. Sus órganos se desplomaron en la escena, que era impactante y sangrienta y de más decir que dolorosa.
Alguien se suicidó.
Era lo que la mayoría decía.
Las suposiciones no se hicieron esperar, y los rumores mucho menos.
La noticia impactó de una manera abrupta y escandalosa al ser un productor conocido, uno de los más aclamados en el país.
¿Qué había pasado?
Sus empleados se negaban a aceptarlo, sus amigos más cercanos y hasta algunos con los que no socializaba tanto.
Los más afectados fueron sus familiares y su prometido.
Oh, su prometido.
Se sentía destrozado y nada tenía sentido.
Las investigaciones no daban con algo en concreto y es que nadie lo sabía. Fue el último en verlo ¿Qué pudo haberlo impulsado a lanzarse de ese edificio en 66 minutos?
Porque ese había sido el lapso de tiempo en que se había despedido de él hasta el momento del suicidio.
Los interrogatorios que le hicieron para averiguar algo más no lo llevaban a ninguna parte, no había pistas, no había nada. Noches exhaustivas de dolor y llanto eran lo que llenaban su apartamento, solo le quedaba una nota.
La última nota.
Con manos temblorosas y sus ojos más que hinchados, releía los últimos escritos, que empezaban con una frase típica del dolor.
Por favor, no merezco vivir. No produzco nada para este mundo tan carente de emociones. No soy quién para aportar o quitar, por ello les pido, no realicen un funeral a mi cuerpo, debo imaginar lo destrozado que sería para ustedes ver semejante escena, incineren ese cuerpo sin vida, inerte y frío.
Sin valor alguno.
Alguien que no aporta merece morir y eso es lo que tanto me han dicho últimamente, mamá no deja de repetírmelo en las noches, pero, soy fuerte y no dejaré que nadie se entere.
Porque no soy cobarde.
Voy a donde ella está, solucionaré lo sucedido y le demostraré que no es así y que ha estado equivocada todo este tiempo, luego regresaré.
Regresaré y seré ese hombre de bien que todos esperan ver, que todos creen que soy. Porque ¿saben algo? No lo soy, tengo demonios que me hacen ser un hombre malo, tengo miedos que me hacen ser un hombre defectuoso y eso está mal, me siento culpable cuando escucho eres un gran hombre, porque en el fondo, sé que no es así.
Vivo mentiras.
Soy una mentira.
Soy un mentiroso.
Y no merezco vivir.
No merezco a personas que son buenas conmigo, porque las tengo ¿verdad?
Sobre todo tu pequeño, mi pequeño. No merezco ser el esposo, novio, amante y prometido de alguien tan maravilloso como tú.
No mereces una desgracia como yo, te terminaré hundiendo, y llenándote de demonios cuando eres un completo ángel para mí.
Perdóname por arruinarte tu vida pero, mereces ser feliz.
Soy inestable y le hago daño a este mundo.
Mi sola presencia me molesta.
Peleo conmigo mismo, me hago daño y no puedo soportarlo.
Pronto acabará.
Y sé que serán felices y sé que yo también lo seré apenas me deshaga de mis demonios.
Hasta ese entonces, los llevaré siempre en mi corazón como mi razón de impulso para vivir estos años.
Gracias por calmar mis demonios, perdón por hacerles daño con ellos.
Con amor y dolor: Min Yoongi.
Nuevamente Jimin lloró, sintiéndose miserable e impotente por no poder haber hecho nada, por no haberlo ayudado a superar todos esos problemas que tanto lo atosigaban y ahogaban.
No entendía que tan fuerte era la experiencia y que tan grande era la emoción para llevarlo al borde de atentar contra su vida.
¿Se lo imaginaba?
No, claro que no.
¿Quién se imaginaría esa clase de cosas?
Pero, ahí se encontraba. Perdido entre sus pensamientos y teniendo miedo de ellos, creía que Yoongi se aparecería en algún momento por esa puerta, con su sonrisa adorable y sus cachetes como dos bolitas blancas, dejaría como de costumbre su maletín a un lado y le rodearía su cintura con sus brazos, donde se sentía seguro; depositaría un beso en los labios contrarios y se dirían las palabras más tiernas del mundo.
Cada día se sentaba a las afueras de su casa esperando que llegara ese hombre que tanto amaba, servía dos tazas de café y unos bocadillos, esperando a que Yoongi llegara para planear su cena.
Así estuvo días y días, las horas pasaban y Jimin siempre estaba en el mismo muro cerca de su jardín esperando, se aferraba fuertemente a la tortuosa ilusión.
El regresaría y lo esperaría el tiempo que fuera necesario incluso si eso requería de terminar igual que su amado.
END
ᴍᴜᴄʜᴀs ɢʀᴀᴄɪᴀs ᴘᴏʀ ʟᴇᴇʀ, ɢʀᴀᴄɪᴀs ᴘᴏʀ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ.
ᴇsᴘᴇʀᴏ ʟᴇs ʜᴀʏᴀ ɢᴜsᴛᴀᴅᴏ ʏ ʜᴀʏᴀɴ ᴅɪsғʀᴜᴛᴀᴅᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ʟᴇᴄᴛᴜʀᴀ.
ᴄᴜɪ́ᴅᴇɴsᴇ ᴍᴜᴄʜᴏ. ♡
ɴᴏs ʟᴇᴇᴍᴏs ᴘʀᴏɴᴛᴏ 🌻
ᵍᵉᵍᵉ
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