Capítulo 2: Mi sol

- ¡Agh! - se quejaba, la lluvia comenzaba a entrar en sus botas y su ropa a absorverla.

El ambiente era deprimente, como esos tipos de series televisivas de su país, un jodido asco, odiaba ese sentimiento de presión, deseaba llorar.

- No. - negó parando su maleta en la acera. - No es momento de lamentos, México - se dijo a sí mismo - todo va a mejorar, solo...hay que ser optimistas, no lágrimas - se sentó, estaba bajo un telar de una tienda, al menos lo protegía de la lluvia.

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Tres horas, fue el tiempo que iba pasando desde que se sentó en aquella superficie. Pensaba, ¿Como saldría de este aprieto? ¿Quién lo recibiría? Admitía que era muy trabajador y que si alguien lo hospedaba no le daría problemas, pero...¿Quién? Hasta él mismo consideraba que no conocía a nadie cerca, no salió mucho últimamente, a menos...

- Mierda, la lluvia me atrapó en el peor momento - ese acento...- lo siento Bra, no podré llegar a jugar pelota con vos.

- ¿Argentina? - achinó más los ojos observando al mencionado hablando por teléfono justo en la esquina de al lado. - ¡Narizón! - llamó emocionado.

- ¿Eh? - volteó, el apodo le resultaba...familiar. - ¡México! - divisó al contrario reconociéndolo al instante, guardo su móvil llendo hacia él. - ¿Que te traes loco? - pregunto entre risa, estaba feliz de verlo. - ¿Que haces aquí?

- Oh...Ya sabes...viendo la lluvia

- ¿Con tus maletas?

- C-claro, las traigo porciacaso.

- ¿Con los ojos llorosos? - chingaos', lo había notado, ¿¡Como pudo notar semejante entre toda la lluvia encima!? - Vamos píbe, decíme ¿Que ha pasado? - se sentó junto a él. - ¿A sido el gringo egocéntrico ese?

- Pues...- giró la mirada, avergonzado.

- ¿Te ha tirado a la calle Ché? - su tono ardía en preocupación, no mentía, se preocupaba de su hermano, lo extrañó mucho.

- No, no es eso we - esbozó una sonrisa regresando la cabeza, su preocupación se le hacia graciosa y...tierna.

- ¿Entonces?

- Me he tirado yo solito - admitió con fingido orgullo. - pero esta bien, conseguiré un nuevo lugar, uno mucho mejor.

- ¿Mejor que con el gringo chupapija?, Lo dudo - el de origen azteca río. - de echo, no irás a ningún lado, te quedarás con nosotros y...conmigo - decir lo último lo hizo sonrojar.

- ¿"Nosotros"?

- Con la familia, eres uno de los nuestros México, eres bienvenido hasta cuándo gustes. - sonrió, como nunca - Además, haré espacio en mi habitación así estarás conmigo.

- Y-yo...no quiero ser una...

- ¿"Molestia"? - terminó la frase. - para nada, tú me has enseñado cordialidad muchas veces. Mi puerta siempre estará abierta para ti - Sus palabras, le era cada vez más difícil digerirlas, eran tan tiernas...

- Gracias Argie - besó con cariño su mejilla, creo que ya era costumbre suya.

- No es nada, c-cuando quieras - se levantó con las azuladas mejillas ardiendo. - Venga, párate - le extendió una mano.

- Gracias de nuevo -

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- ¡Llegue pedazo de subnormales! - cerró la puerta tras de sí, claro que México pasó antes.

- Hola pe' compare - se acercó a recibirlo.

- Hola narigon - susurró Chile, al parecer jugando al PS4.

- ¡Deja de hablar como papá, gilazo! - río burlón Ecuador abrazando a su mayor.

- Oe' causa, respeta a tus mayores pe - le sobó ligeramente la cabeza, Bolivia puso una sonrisa de oreja a oreja.

- ¡Hola Argie...! - gritó desde la cocina, argentina sonrió.

«Cuanta emoción» pensó México, jamás lo habían recibido a él así.

- ¿Hoy cocina Bolivia? - preguntó tirando su chaqueta en el sofá.

«Si yo hiciera eso, apuesto a que dormiría en el mueble toda la semana» pensó divertido, era mejor que llorar.

- ¿Con quién vienes? - miró de reojo Chile, al parecer no se habían dado cuenta.

- Hola chicos - saludó, río nervioso cuando se formó un silencio abrumante.

- ¿¡México!? - dijeron al mismo tiempo, a excepción de Argentina que ya lo sabía.

De pronto, el mexicano estaba rodeado por casi todos sus hermanos, abrazándolo, acariciándolo, haciéndole mimos, algo nuevo para él.

- ¿Como haz estado, hermano? - Oh cierto, tenia hermanos, se había separado de ellos tanto tiempo. . .pero ya no estaría lejos nunca mas. - Que milagro nos vienes a visitar.

- Pues ya sabes, asando la chancha me fui de patitas a la calle wey - silencio extraño, nadie le entendió.

- Se refiere a que se fue de la casa de los gringos - ayudó Argentina.

- ¿¡De los gringos!?, ¿No decías tu ser Norteamericano causa? - preguntó el peruano acercándose al grupo que rodeaba al Mexicano, México se quedó callado. - Bueno no importa, ya todo se va a arreglar.

- Cierto, y puedes quedarte con nosotros. - dijo el chileno dejando de jugar y uniéndose a la horda.

- Ya se lo ofrecí, México se quedará con nosotros. - dijo firme el mayor de los hermanos, los demas asintieron sonrientes. - Bueno, si eso es todo, ¿Que hay para comer?

- Algo que me gusta llamar..."Carbonada a la boliviana" - se acercó el menor de chullo (A parte de Perú) con un cucharón de cocina. - ¡Oh, es México!

el (casi) azteca sonrió cuando el de menor estatura lo abrazó.

- ¡Tortolos bajen, vino nuestro hermano! - se escuchó decir a Ecuador, segundos después bajaban los mayores del trio.

- ¿Brazil? - preguntó Venezuela.

- ¿Que..? ¡No, México!- Colombia abrió los ojos extrañado. - No es broma. . .

- ¡México! - dijeron ambos, ahí vamos de nuevo.

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- Y. . .¿Como te sientes hasta ahora? - preguntó Argentina abriendo la puerta de su habitación, ahí dormiría el mexicano.

- Es tan raro. . .- soltó hasta que vio el interior del cuarto, entonces se volvió a quedar callado. - . . .

- ¿N-no te gusta? Di-digo, podría decirle a Perú que duermas con él tiene mejor cuart...- sus palabras lucieron calladas por un abrazo de parte del mexicano. - ¿M-mex?

- Es perfecto. . .- susurró cerca del cuello del más bajo. - . . .Gracias.

- D-de nada. Se que no es mucho pero. . .- se alejaron. - es lo que tengo.

La habitación era amplia, había dibujos adornando las paredes, cortinas color perla en las ventanas, techo de color amarillo, su favorito, y la cama era de un color rojo claro, bastante humilde.

- Aun no entiendo, ¿Porque haces esto por mí? - volteo a verlo. - Nunca hice nada por ti...

- En eso te equivocas. Me diste algo que nunca podré olvidar. . .

. . . esperanza.

- ¿Eh? - no recordaba haberle dado. . ."esperanza" alguna vez. Supongamos que era un decir.

- B-bueno, lo que importa es que eres mi hermano, por eso hago esto. ¿Crees que haria esto por cualquiera? - pregunta capciosa.

- P-pero, ¿Que hay de....?

- ¡No! No lo haria. . .- terminó sonriente.

Sin duda, Argentina era un caso. . .

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