ᴅɪx-ɴᴇᴜꜰ
Cuando un par de Lobos negros habían llegado al centro de aquella reunión que se llevaba alrededor de una enorme fogata. Todos los integrantes de la manada esperaron expectantes.
Aquel Alfa caminaba con su cabeza en alto y el pecho inflado en orgullo, pues a su lado iba el Omega más hermoso de aquel lugar, la combinación de sus ojos azules con los violentas del mayor, los hacía una pareja intrigante, sobre todo, por la forma en la que se habían unido.
Pero como bien era sabido, el destino hacía sus jugadas, y si un par de almas estaban atadas, no importaba el momento, tarde o temprano se reunirían.
SeokJin y JungKook eran un claro ejemplo, pues a pesar de que Jin había vivido 23 años de su vida, totalmente ignorante de su verdadera naturaleza, no tuvo problema con enfrentarlo, aceptarlo y conocerlo. Todo con la ayuda de su pareja, ese cachorro que ahora era todo un adulto aunque tuviese 18.
Cuando los dos Lobos se detuvieron frente al Alfa de aquel clan. Este los miró con orgullo.
YoonGi había llegado y estaba al lado del Lobo de ojos violetas, sin saber exactamente cuál de ellos era su Jinnie. Aunque sospechaba que era era el más pequeño.
—Alfa JungKook, Omega SeokJin, humano YoonGi. Sean bienvenidos a la manada Jeon, de ahora en adelante, no importa donde estén, si llegan a necesitar de nosotros, estaremos aquí para ustedes. Pues no sólo son hijos de la madre Luna, si no que, también son hijos de esta manada. Pueden confiar en su Alfa cuando quieran consejo, pueden confiar en su gente cuando quieran celebrar. Todos aquí, pertenecemos al mismo círculo y entre nosotros, nos protegemos.
Los Lobos bajaron su cabeza por instinto ante el recibimiento de su Alfa a la manada. Min hizo lo mismo aún de pie sin entender mucho de aquello.
—Ahora corramos juntos, que nuestros Lobos nos muestren sus costumbres y aceptémonos los unos a los otros, que en la alegría y adversidad, en la manada Jeon, paz podrán encontrar.
En ese momento, la luz de la Luna llena iluminó a todos los que estaban alrededor de la fogata. Pero la marca de una Luna menguante sólo fue puesta sobre la frente de los Lobos, pues Min no estaba acoplado a uno para tenerla.
—Cuando aceptes a nuestros betas, tú también podrás ser merecedor de nuestra marca. -Le aclaró el Alfa al humano con una sonrisa. —Por el momento, sólo sabremos que eres parte de nuestra manada por el aroma que desprendes ahora, una mezcla entre durazno y madera.
Min asintió, realmente no le interesaba aquello.
Cuando todos los integrantes de la manada ya se hallaban desnudos, en unanimidad, dejaron salir a sus Lobos.
Podían verse animales de varios colores, grises, blancos, marrones. Pero los únicos Lobos negros, eran los de la familia Jeon.
Comprobando una vez más que JungKook sería el sucesor de su padre. Todos los Lobos empezaron una carrera hacia el bosque, ahí sería donde sus almas entablarían conversación con los nuevos integrantes.
Sin embargo, YoonGi se quedó de pie, simplemente mirando. Se sentía fuera de lugar.
— ¿Te unes? -Le preguntó el Alfa Daniel.
—No tengo nada qué hacer con los Lobos, no soy uno. -Respondió molesto.
—Pero podrías serlo. En cuestiones del amor, el cerebro no tiene entrada. Debes dejar que tu corazón te guíe, aún si llegas a cometer un error, sabes que aprenderás de ello. Lo importante, es intentarlo. Sólo así sabrás si aquel riesgo valió la pena o no. -Aconsejó el mayor que lo miraba con una sonrisa comprensiva.
—Esos chicos sólo se dejan llevar por una leyenda. -Contradijo tercamente.
—Crees que SeokJin, tu mejor amigo. ¿Se dejó llevar por una leyenda? -Consultó con calma.
Min asintió.
Daniel sonrió y suspiró, su mirada se fue hacia la Luna.
—El dicho dice, "no juzgues a un libro por su portada", por ello te digo, no juzgues a JiMin y TaeHyung sin haberte tomado el tiempo de conocerlos. Ellos están dejando que su corazón los guíe, por eso llegaron a ti. Si hablaras con ellos seriamente, te darías cuenta de lo que sienten por ti. Cuando la Luna ata tu destino a alguien; el amor, la pasión, el respeto y la confianza, se vuelven vitales y casi automáticas al ver a esa persona por primera vez. Reflexiona. Respira profundo y piensa, hay dos corazones que laten por ti... ¿Tu corazón sería capaz de latir por ellos también?
Min no supo qué decir, observó a los demás a lo lejos. ¿Quería pertenecer a ellos? Sus pies cobraron vida y simplemente empezó a caminar hacia el bosque.
El Alfa sonrió satisfecho, los jóvenes siempre serían tercos.
SeokJin jugaba con un grupo de cachorros a las mordidas, en su forma animal se estaba divirtiendo mucho con su nueva familia. Una familia de Lobos. Cosa que jamás hubiera imaginado.
Por lo que, cuando un Lobo gris de su mismo tamaño de acercó a él con temor, Jin miró sus ojos y notó el color.
Los ojos de esa Loba eran verdes, tan cálidos; por lo que su instinto lo movió hacia ella. Repentinamente sintiendo la necesidad de ser consolado por su calor.
Se despidió de los cachorros con una suave lamida y caminó un poco más retirado, llamando a la Omega con su cabeza.
Cuando por fin se hallaban solos. Jin volvió a su forma humana y se puso sus pantalones, la Omega hizo lo mismo, cuando se giró y se enfrentó a la mujer. Esta se quedó con la boca abierta.
—SeokJin... -Susurró tomando las mejillas del hombre con suavidad.
El rostro de su hijo, ahora transformado, se le hizo idéntico al de su difunto Alfa, el padre de Jin.
—Tu padre tenía ojos violetas y su cabello era tan negro como la noche, igual que el tuyo. -Dijo acariciando su cabello crecido.
En ese momento, Jin sintió su corazón acelerarse. Quería saber más, mucho más de su pasado.
"¿Jinnie?" -Lo llamó su Alfa.
"Estoy con JiSoo, necesitamos este momento." -Informó suavemente.
"Bien, estaré por aquí."
Y eso fue todo. SeokJin regresó toda su atención a la mujer castaña.
— ¿Podrías hablarme de él? Podrías... ¿Podrías decirme quién soy? -Pidió tomando las manos de la mujer con gentileza.
—Te lo contaré todo... -La mayor sonrió y dio un apretón cariñoso a las manos que la sostenían.
Tomaron asiento y JiSoo abrió su corazón.
—Nacimos aquí. Esta manada ha estado en este lugar por siglos. Cuando conocí a tu padre, el Alfa Kim SeokHyun; él ya formaba parte de los Centinelas. Era un hombre tan alto como nuestro Alfa, rudo, fuerte, tienes sus rasgos, aunque como Omega tienes un poco más de los míos. Conservas sus ojos y su mirada cálida. El color del cabello, además, a tu padre le gustaba llevarlo largo, así como lo usas ahora. -Decía con brillo en sus ojos. —Era muy bromista, le gustaba contar chistes sin sentido, pero cuando nos protegía, lo hacía con fiereza. Era muy respetado, pues amaba a su familia, amaba a su pueblo.
Jin lo imaginó todo y se sintió feliz por su padre. Saber que se parecía a él también, lo emocionó.
— ¿Dónde está? -Preguntó inocente.
La Omega suspiró.
—Murió. -Contestó mirándolo con pesar. —Aquella noche en la que nos emboscaron y fuiste arrebatado de nuestros brazos... Él intentó protegerte. Pero le dispararon veneno directo al corazón. Sus últimas palabras fueron: "Encuéntralo y protégelo. Dile que papá lo ama y está orgulloso de él."
Se limpió unas cuantas lágrimas, recordar aquello siempre le causaba dolor.
Jin también lloraba. No tendría la oportunidad de conocerlo.
—Pero conservo sus fotos. -Dijo emocionada. Como si supiera cuál era el pensamiento de su hijo. —Cuando naciste; tu padre se volvió loco de felicidad, él te amaba, y sé qué aún lo hace... Tenías un año cuando te perdimos, así que él pudo disfrutarte. Aunque fuese por corto tiempo.
—Quiero verlas. Necesito verlas. -Susurró con tristeza.
—Lo harás, mi amor. Ahora que estás aquí, que por fin puedo tenerte entre mis brazos, te protegeré con todo lo que tengo. Nunca más estaremos separados, cariño. Sé que tu padre está contento ahora, y desde el cielo siempre vela por nosotros.
Jin asintió, sollozó y fue arrullado por los suaves y amorosos brazos de su madre.
Su madre...
—Mamá... -Murmuró abrazándola con fuerza. — ¡Mamá!
JiSoo esta vez derramó lágrimas de felicidad, tantos años anhelando escuchar a su hijo llamarla así, y ahora que por fin se daba, no cabía de gozo. Su pequeño terroncito, su bebé, su Jinnie.
—Te amo hijo, perdón por no haberte encontrado antes. -La Omega se aferró al alto cuerpo de su retoño, temerosa de perderlo de nuevo.
—No digas eso, no fue tu culpa. Además... Tampoco viví tan mal, aunque debo decir que siempre anhelé el cariño de una madre. Aquella mujer siempre fue fría y distante, incluso con mi hermano. -Contó cómodamente recostado en el pecho de la castaña.
—Podemos recuperar el tiempo perdido, hay muchas cosas que debes aprender y yo quiero ser quién te enseñe. -Sus dedos acariciaban las suaves hebras oscuras.
—No puedo esperar, mamá. ¡Ya quiero saber todo! -Dijo entusiasmado.
JiSoo sonrió y besó la frente de su hijo. Sentía que aquel peso que no la dejaba vivir tranquila, por fin se había ido. Ahora que tenía a su cachorro a su lado, cuidaría de él, y con todo gusto cuidaría de sus futuros nietos.
—Ahora cuéntame. ¿Cómo conociste a JungKookie? Porque su aroma está totalmente impregnado en tu cuerpo. Tal parece que te celará mucho.
La Omega le guiñó un ojo y se deleitó por el enorme sonrojo en las mejillas de su bebé. Lo amaba tanto, así como su Alfa sabía que también lo amaba.
Con un poco de bochorno en el rostro del menor, escuchó atentamente su historia. Ella también aprendería de las costumbres humanas que vivió su hijo.
Juntos aprenderían y construirían el amor perdido.
Les dejé el edit de Jinnie bebé para que tengan una idea de cómo lo miro en este fic, además de que así es como se verá el resto del mismo.
Espero que les haya gustado. ❤
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