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SeokJin arribó a Corea a eso de las 3:30 de la tarde de un sábado. Era secreto, TaeHyung a su lado también había finalizado el intercambio, así que ya se encontraban de nuevo en su país natal, contentos y realizados de haber conocido nuevos horizontes.

Me siento muy feliz hyung, de verdad que fue una experiencia maravillosa. -Caminaron hacia la salida del aeropuerto donde el hermano de Jin los esperaba.

Lo sé, fue muy productivo, así que espero mejorar en las clases ahora que estamos de regreso.

Tú eres un prodigio, sé que te irá mucho mejor.

El rubio abrazó por los hombros al peli rosa con cariño hasta que vieron al hermano del mayor. Se montaron en el auto y se dirigieron a la casa del rubio, que vivía muy cerca del hogar del Kim mayor.

Cuando por fin el peli rosa se arrojó sobre su cómoda cama, suspiró contento, había extrañado la calidez de su familia, pero aún debía hablar con cierta personita.

El timbre al otro lado del teléfono sonó.

¿Hola? -La voz dudosa del menor se escuchó.

Kookie. -Contestó Jin en tono infantil.

¡Hyung! ¿Por qué me llama de un número local? ¿No se supone qué...? -El menor calló abruptamente. — ¡¿ACASO REGRESÓ A COREA?!

El grito casi lo dejó sordo, pero una enorme sonrisa se formó al oírlo entusiasmado. —Así es bebé, estoy en casa.

El grito que le siguió y juraba haberse escuchado hasta su casa no tenía comparación. Jin se rió a carcajadas y sabía, al escuchar el pitido del teléfono, que pronto tendría al menor presionando con efusividad el timbre de su casa, como siempre hacía.









Después de una merecida ducha, ponerse ropa cómoda y esperar a que el menor llegara, Jin se sentía sumamente relajado, así que analizó lo que hablaría con el azabache, si retomaban la relación, tendría que estar seguro que sería para siempre, porque Jin no quería a nadie más que a su bebé, parecía apresurado, pero realmente lo amaba y deseaba solo a él.

El timbre sonó repetidamente y Jin sonrió, después de unos cuantos saludos del menor hacia sus padres, escuchó los apresurados pasos hasta su habitación, donde se detuvieron.

Jin miraba a la puerta, esperando que el menor entrara, pero parecía que quizás estaba atravesando uno de sus tantos viajes astrales cuando se quedaba pensando.

Así que, sin borrar la sonrisa, abrió la puerta y en efecto, el menor estaba en Jungshook.

Kookie. -Lo llamó y el menor dio un respingo.

Alzó su vista y se encontró con esos ojitos de Bambi que tanto adoraba.

Los ojitos del menor se llenaron de lágrimas y sin más se lanzó al mayor en un abrazo de oso que lo hizo tambalear.

¡Jin-hyung! ¡Jin-hyung!

Repetía entre llanto mientras lo abrazaba con más fuerza. El mayor estaba igual, lo sostenía con todo el amor que le tenía, había sido solo un año, pero ambos sintieron ese distanciamiento como una eternidad; ahora estaban por fin juntos, llorando de alegría al poder sentir el calor del contrario.

Ya estoy aquí bebé. -Aseguró el mayor y con ello, sus corazones se sintieron en paz.

Paz de saber que por fin estaban juntos, paz de saber que la vida volvía a darles otra oportunidad. 

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