Iguro Obanai

Soy lo que has hecho de mí. Toma mis elogios, toma mi culpa, toma todo el éxito, toma el fracaso, en resumen, tómame. —Charles Dickens

Estabas recostada sobre la camilla donde se encontraba Obanai, Kaburamaru estaba a un lado cerca de la almohada del azabache.

—Obanai-san por favor despierte... —murmuraste mientras tomabas su mano y te sentabas correctamente para verlo.

Su serpiente albina subió por tu brazo y se acomodó al rededor de tus hombros. Habías visto que el hombre de ojos bicolor se movió hace unos minutos, estabas ahí desde el día que llegó de una de sus misiones; lo seguiste porque se supone debería entrenarte y justo cuando estaban a medio entrenamiento se desmayó, preocupándote un montón.

Llevaba aproximadamente dos días en la camilla, apenas despertando.

Tus sentimientos hacia él son mucho más grandes que tu cansancio o paciencia. Soportas sus entrenamientos duros para que te reconozca, obedeces todas sus ordenes sólo para que te elogie y pese a que suena feo hacerlo, a tu corazón le gusta; le gusta hacer pum, pum cada vez que el azabache te dice palabras lindas por tu esfuerzo, te gusta todo de él. Y si de por sí el amor es tan complicado imagina amar a alguien que ama equivocadamente.

Su serpiente, su fiel y gran compañero es quien sabe de tus sentimientos hacia tu superior.

—Obanai-san por favor despierte, quiero decirle cuando lo amo... —volviste a murmurar agregándole algo más.

Kaburamaru lamió tu mejilla para que te calmaras, quizá se dio cuenta de como temblabas.

Iguro se había movido un poco más, ¡las lágrimas comenzaron a salir de tus ojos por pensar que podría ya nunca despertar! Rápidamente lo abrazaste, levantándote de tu asiento y estirando tu cuerpo para no tener que subirte a la cama.

—¡Por favor Obanai-san! Tengo un montón de cosas que contarle... Como lo mucho que, que lo amo... —las últimas palabras salieron casi en un susurro.

Costó tanto decirlo.

Costó tanto decirle tus sentimientos.

Él comenzó a moverse aún más y abrió los ojos, cuando te diste cuenta de inmediato te separaste e hiciste una reverencia pidiéndole perdón. Él se levantó o intentó hacerlo mejor dicho, pero no se lo permitiste.

—¡Shinobu-san me dijo que no lo tenía que dejar hacer mucho esfuerzo! —le comentaste sujetándolo.

—¿A qué te referías? —preguntó mirándote.

—¿Disculpe? —Preguntaste confundida.

—Con que me amas, ¿a qué te referías?

Tragaste saliva, tu rostro se pintó de color rojo. Volviste a hacer una reverencia en forma de disculpa.

—Iré por Shinobu-san, ella me dijo que tenía que avisarle cuando usted desper...

Estabas por darte la vuelta, hablabas mientras te movías pero su mano tomó la tuya deteniendote. Su toque te hizo estremecer.

—Tienes a Kaburamaru.

Habló, suspiraste aliviada. Volteaste de nuevo.

—Otra disculpa, él estuvo conmigo todo el tiempo que usted estuvo desmayado, ¡pero lo dejaré inmediatamente!

La serpiente se negó a irse de tus hombros.

—______ —Iguro dijo tu nombre y volteaste rápidamente a verlo. —¿Por qué eres así? Siempre tan obediente conmigo, nunca te quejas.

—¿Por qué? Je... Bueno es complicado,  para mí o no tanto pero sería como... Ah no sé, sólo lo soy.

—Dime la verdad.

Aún te tenía agarrada de la mano, se te había olvidado. Te volviste a sentar, su serpiente te daba apoyo; ¿debías decirle ya? Tipo declararte y esperar a que te rechace para que sea menos doloroso, como lo habías hablado con su serpiente.

—En realidad me gustan los elogios que me das, me gusta cuando me acaricias la cabeza siento que podemos entendernos por el contacto de tu mano con mi cabello —desviaste la mirada, tus ojos comenzaban a ponerse llorosos. —Me gusta tu voz, con escuchar una palabra tuya mi corazón se siente más cálido. También me gustan tus ojos, suelen ser duros pero cuando eres dulce conmigo me gusta como se suavizan.

Tu corazón en serio que latia con furia, el iba a hablar pero le pediste que te dejara seguir.

—Me gustan esos elogios y recompensas que me das por soportar y no quejarme de tu entrenamiento, me gusta como eres capaz de escucharme cuando me siento mal, me gusta como me apoyas cuando me ves triste... Y ahora, mi pecho duele tanto, ha dolido tanto al saber que yo no te gusto —volteaste a verlo con una sonrisa. —Pero no me importa ya que me seguirás gustando pese a todo, te amo.

Las lágrimas salían de tus ojos. Iguro estaba realmente sorprendido no sabía que responder ni decirte. Querías soltar su mano pero él hizo más fuerte el agarre aún así lograste soltarlo, te levantaste con rapidez y saliste corriendo con Kaburamaru en tus hombros, te fuiste porque sabías que Shinobu iría a checar a Iguro como te prometió cuando lo dejaste ahí.

• • •

Te la pasaste toda la tarde en tu habitación, no querías salir a ningún lado pero lamentablemente eres una discípulo de Obanai, así que tarde o temprano cuando se recuperara lo verías.

Saliste de tu cuarto porque ya se había hecho tarde y llegó tu hora de cena (cenabas temprano ya que te dormías tarde y a veces lo olvidabas.) Cuando ibas hacía el comedor para hacer algo en la cocina te encontraste con quien menos querías, no lo viste de frente pero estaba ahí, sentado.
Como la serpiente albina se la pasó toda la tarde contigo, se bajó de tus hombros y fue en dirección a su dueño.

Te escondiste rápido detrás de la pared.

—Ya sé que estás ahí, _____. —escuchaste su voz aún desde donde el está.

No dijiste nada más, ibas a irte como una chica cobarde con sus sentimientos pero no, preferiste quedarte a escuchar su rechazo y ya no huir más.

—Sí, aquí estoy como siempre a la misma hora —dijiste yendo hacia él.

—_____ tenemos que hablar —dijo él mirándote.

Una vez llegaste a su lado te ofreció asiento, lo aceptaste. Una de las pocas cosas que no te gustaban era como latía tu pecho a su lado. Tomó tu cabeza y la recargó sobre su pecho comenzando a acariciar tu cabello.

—¿Esto te gusta? —preguntó en un tono suave. —Porque tú me gustas a mí.

—¿Qué?...

—Muchas gracias por cuidarme —dio un beso en tu cabeza. —También podría decir un montón de cosas buenas sobre ti de hecho pude haberlas dicho hace tiempo pero no me atrevía, eres muy linda y tierna; me gusta la forma en que me miras, me gusta la forma en que hablas conmigo, me gustan tus movimientos nerviosos cuando te alago, me gusta que seas sincera con lo que quieres.

—Obanai-san...

—Iguro por favor, _____.

Subiste tu mirada para verlo.

—¿Significa que... Aceptas mis sentimientos? —preguntaste sorprendida.

En la cara de Obanai se podía notar un leve sonrojo, no se veía bien por culpa de las vendas pero aún así alcanzaba a sobresalir.

Estaban en una posición tan linda que también se podría malpensar... ~

—Iguro-san... ¿Entonces p-puedes darme un beso?

—No, aún eres menor de edad ~

—¡S-soy dos años mayor que Tokito-sama! —respondiste con la cara toda roja. —Sí es por lo de tu boca... No te preocupes, Iguro ~

Acercaste tu cara a la suya y el sonrojo se hizo más notorio cuando le quitaste las vendas para poder besarlo.
Él no dijo nada, no hizo ruidos de molestia ni parecidos. Aceptó tu beso gustoso y feliz de que lo aceptaras así.

Iguro también es de mis favoritos :0

miche0gane
Por qué dos en un día? XD pues estaba aburrida jajaja

Recuerden que si tienen algún pedido, sin pena dejenlo, lo escribiré las actualizaciones son diarias así que no se preocupen uwu

Muichiro me esta gusyando mucho ayuda ;,v

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top