Genya y Sanemi Shinazugawa

Una de las cosas que más odiabas de ir a ver a Sanemi (aparte de como trata a su hermano) es que tiene que tener el uniforme de esa forma... ¡Hacia poco tiempo que habías entrado a la organización! De alguna manera te volviste amiga del azabache y gracias a este conociste a su hermano quien, a penas lo viste te costó articular palabra alguna sólo por su maldito uniforme. Bien, genial por él pero... ¿Tenía que estar descubierto de esa manera? Ya te habías acostumbrado un poco sin embargo seguía siendo vergonzoso para ti, después de todo lo que hizo por ti... Ya no sólo ibas a reclamarle e intentar hacer que acepte a Genya, ahora tomabas eso de excusa para ir a verle.

—Shina-... —él te interrumpió acercándose a ti.

—¿De nuevo vuelves para molestar? —te preguntó mientras se cruzaba de brazos.

—No... Yo, eh —pensaste una excusa. —Quería hablar de Gen-, no... Yo, yo quería que usted me ayudara a entrenar un poco.

—¿Crees que puedes soportar mi entrenamiento? —te preguntó dándose la vuelta. —Deja de decirme de esa manera, la última vez que estuviste aquí te dije que me llamaras poe mi nombre.

Volvió a caminar, regresando al lugar donde se encontraba cuando lo viste. Te acercaste corriendo detrás de él. Sacaste tu espada del cinturon para dejarla en el piso y te quitaste la capa que llevabas en los hombros. Sanemi te vio extrañado.

—¡Estaba con Genya hace un rato y nos encontrábamos entrenando!

Siempre aprovechas los mejores momentos para mencionarlo, antes de que te interrumpiera continuaste.

—Le conté que quería esforzarme mucho más y volverme aún más fuerte, no quiero que me vuelvan a salvar de una manera tonta cuando yo podía manejar la situación —dijiste con entusiasmo.

—Deja de decir tonterías, ¿estás aquí sólo para pedirme favores? No sólo eso, me vienes a hablar sobre mierdas que no me importan y ahora me pides un favor. Sólo vienes aquí cuando necesitas algo, no vienes a saludar y platicar conmigo.

—¿Quieres que platique contigo, Sanemi-san? —preguntaste acercándote.

El de orbes amatista se dio cuenta de cuando había hablado, tomó tu espada y capa, dejándolas sobre tus manos para que las tomaras. Una vez lo hiciste él te miró de una manera extraña difícil se describir, se le fueron las palabras y al ser un tema nuevo para él, le es duro pensar en alguna solución. Segundos después habló, escuchaste con atención pero de tus labios sólo salió una pequeña risita que le hizo verte con el ceño fruncido.

—¿Quieres saber que pienso de ti? —preguntaste volviendo a tirar tus cosas. —Sanemi es alguien explosivo pero es razonable, es una persona de admirar quien pudo soportar tanto por la única familia que le queda. Es un hombre bueno que trata súper bien a las mujeres y es grandioso en su trabajo, las cicatrices de Sanemi demuestran todo el esfuerzo que ha dado y aunque algunas personas piensen que da miedo, yo creo que es todo un amor y por eso... Sanemi, te aprecio.

De inmediato te percataste de lo que dijiste, te agachaste para tomar tus cosas e irte. La cara de sorpresa en el rostro de Sanemi era inigualable, antes de que pudieras escapar él te tomó de la muñeca pero de un jalón te soltaste de aquel agarre.

"Hablé de más..."

Fue lo único que pensaste mientras te ibas corriendo.

• • •

Ya estabas cansada de correr, ni siquiera habías acomodado tu espada e incluso tu capa seguía echa bola en tus brazos. Paraste un segundo para recuperar el aire, agarraste tu espada para poder meterla en tu cinturón y luego acomodaste la capa en tus hombros. Una vez volviste a la normalidad ya no estabas cansada, te sentaste debajo de un árbol para estar bajo la sombra, pero tu corazón seguía latiendo rápido, tan sólo recordar las tonterías que le dijiste al hermano de Genya ya te dan ganas de desaparecer.

Te paraste para ir a donde se encuentra tu amigo, seguiste caminando normal pero no te sentías bien, había algo mal...

Cuando volteaste viste a la silueta de alguien, persiguiéndote.

Empezaste a correr de nuevo, deseando que aquella persona quien suponías su identidad, no te alcanzara.

Cuando viste al pelinegro a lo lejos abriste los brazos y casi chocas con él, tuviste que frenar apenas unos centimetros cerca de Genya para no estamparte con su cuerpo. Por ende, quedaste abrazándolo por la espalda. Él se sobresaltó, alguien tímido con las mujeres quien apenas estaba acostumbrándose a tu presencia y tacto, un acercamiento de ese tipo como lo es tu abrazo, hizo que le dieran escalofríos... Porque no sólo era amistad lo que el joven sentía, su nerviosismo y timidez aumentaron contigo al ser la persona a la que ama.

—¡Genya! Ayudame a esconderme —le murmuraste.

Te separaste y le tomaste de la mano, jalándolo para poder esconderse detrás de un arbusto.

—¿P-por qué haces esto? —preguntó en un intento fallido de no tartamudear.

—Yo cometí una estupidez —hablaste lento y dejando un espacio entre cada palabra. —Pero no puedo decirte que es.

—¿Te puedo ayudar en algo?

Ya sintiéndose más cómodo y tranquilo te miró, lo volteaste a ver con una sonrisa, él se sonrojó y desvió la mirada de inmediato.

—¿En serio me ofreces tu ayuda? —preguntaste fingiendo tristeza.

—¡C-claro!...

Se vio sorprendido cuando te lanzaste a abrazarlo, tirándose al piso los dos caíste encima de él. Todo su rostro se tiñó de rojo que ni siquiera le importó o pesó el hecho de que te encontraras encima suyo. Lo tomaste de las mejillas y te acercaste poco a poco a su cara...

Sus labios estaban tan cerca, él había cerrado los ojos esperando.

Pero...

Pero un sonido extraño les interrumpió, Genya se quiso alejar pero antes de que pudiera hacerlo tus labios tocaron los suyos en un rápido movimiento, algo tan corto y sencillo que ni siquiera pudo ser llamado beso.

Te quitaste de encima suyo, te pusiste de rodillas para ver de quien se trataba o que era. Pudiste ver el peculiar cabello blanco de Sanemi.

Oh, oh, oh, oh no.

—¿Quién era? —preguntó Genya poniéndose a tu lado.

—No creo saberlo... —mentiste mientras lo volteabas a ver con una sonrisita nerviosa. —Sobre lo que hice...

Genya te interrumpió al reunir todo el valor posible y ahora ser él quien te besaba.

• • •

Al día siguiente procuraste ir a buscar al pilar, de nuevo estaba entrenando. Te acercaste con cuidado porque no parecía de buen humor, se dio cuenta de tu presencia y soltó la espada volteando a verte.

—¿Qué haces aquí?

Tan sólo el tono de su voz te hizo darte cuenta de que tan mal humor se encontraba.

—¿Estás bien, Nemi? Te conozco mejor que nadie... Bueno, por lo menos desde que empecé a molestar.

Te sentaste debajo de un árbol cercano, él se sentó a tu lado.

—No es nada que te importe, ¿no estás ocupada? —preguntó mientras se recargaba en el árbol y cruzaba los brazos.

Cerró los ojos intentando relajarse.

—Quería venir a verte —confesaste. —es un capricho nada más, quería verte y escucharte.

Sanemi abrió los ojos, se acomodó como estabas tú y se acercó.

—¿Por qué razón harías eso?

—¿No recuerdas lo que dije ayer? —preguntaste intentando no ponerte nerviosa.

—Sé que dijiste un montón de cosas sobre mí pero dudo que en verdad pienses eso —respondió frunciendo el ceño.

Con esas palabras te bastó para saber que realmente los había visto; a Genya y a ti. Tragaste saliva mientras te acercabas un poco más, pensaste durante unos segundos una respuesta sensata e inteligente. Pero mientras más pasaba cada segundo se hacía infinito y tu cerebro trabajaba esforzándose para no sonar tan idiota.

—¡Puedo demostrarte que en serio pienso eso de ti!

Tanto tiempo para pensar y sólo dijiste eso.

—¿Cómo harías eso?

¿Acaso estaban coqueteando?, ¿en dónde diablos está tu cordura? Tomaste su mano y su acción te sorprendió, haciendo que te pusieras toda roja y te diera un leve calor. Sanemi entrelazó sus dedos, ya no tenía esa expresión de enojo, molestia o algo por el estilo. Su expresión era relajada y tranquila.

—Yo... —fue lo que apenas salió de tu boca, estabas nerviosa al ver como iba acercándose poco a poco.

—¿Tú qué? —su voz con aquel tono autoritario hizo a tu corazón latir con mucha fuerza.

—Nemi... —no te se ocurría nada más, estabas en blanco. —Lo hago por amor...

Te interrumpió al unir sus labios con los tuyos, de una manera sorpresivamente suave. La manera en que los movía y como te hizo sentir te dejaron como una tonta novata a su lado.

Cuando se separaron te miró a los ojos.

—¿Por amor? —preguntó esperando a que completaras tu frase.

—Sí, por amor... A Genya —lo último lo murmuraste y luego saliste corriendo.

Sanemi sintió en su corazón una punzada, se puso a pensar. Eres la mujer a la que su hermano ama, no puede comportarse tan egoistamente queriéndote para él también, no después de que tú amas a su hermano.

Sanemi suspiró.

Diosss una semana, perdón :(

Ya mañana tengo que empezar a empacar, F.

Weeee mi mamá se enfermó T_T
Ayuda. ;;;;---;;;; La querían internar y AHHH NO :(.

Tengo una idea para Muzan pero está bien loca :'v

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top