El muchacho de los ojos tristes.

Te sentaste al lado de tu papá, viste que tenía un pergamino en las manos, suspiraste.

—Yo realmente no quiero la fiesta, padre —le dijiste dando un suspiro.

—Mañana serás mayor de edad, sabes que es una tradición en la familia. Las princesas siempre deben de tener una fiesta al ser mayores de edad, es su entrada al mundo, príncipes y reyes de más estados te conocerán y puede que, hasta consigas esposo.

Querías rodar los ojos, gritar o incluso romper algo. Una sonrisa fingida apareció en tu cara. El problema es que, gracias a tu anterior petición de tú poder elegir a tu prometido, tu padre se puso algo terco en cuanto algunas cosas, insistió en hacer una celebración no necesaria, intentaste hablarlo pero no funcionó gracias a que ya había cumplido un capricho tuyo, te dio a elegir y preferiste la mejor opción; obvio querías seguir tu propio camino.
Lo más molesto eran los preparativos, al ser tu fiesta tú personalmente debías encargarte de ello; el vestido, maquillaje, corona, decoraciones, comida, el vino, etc. Por ende, eran más presiones a tu rutina diaria.

—Padre, agradezco que me haya escuchado —te levantaste de la silla e hiciste una reverencia.

Te diste media vuelta para poder salir de ese lugar pero su voz te detuvo.

—______, por favor recuerda que te permití casarte con quien desees... Sin embargo recuerda que tu felicidad es lo que más me importa.

—Sí señor, lo tengo entendido —le dijiste aún de espaldas. —Me retiro, con permiso.

• • •

Estabas mirando los vestidos que vendían, estabas empezando a considerar conseguir algún tipo de diseñador para que te hiciera un vestido a tu gusto y medida. Suspiraste.
Afuera se empezaron a escuchar caballos galopando, te fijaste por los ventanales de la boutique; eran los caballeros de tu padre regresando de su misión. Antes de dejar de poner atención, tu vista fue hacia uno de ellos.

Esos ojos los recordarías para siempre.

Su azul profundo...

Dejaste de chismear cuando una chica se acercó a ti.

—Su alteza... ¿Ya decidió? —te sacó de tus pensamientos.

—¿Hay alguna persona por aquí que pueda diseñar el vestido que deseo? —preguntaste mientras la seguías.

La chica sonrió.

—¡Haberlo dicho antes señorita! —con una sonrisa, esta chica comenzó a caminar.

• • •

Los chicos de la caballería... Nunca te habías tomado el tiempo de conocerlos, tu padre nunca lo permitió aunque tu madre era la capitana de los caballeros, aunque claro, después de su muerte todo cambió.

Entraste con nervios al salón, tu cara estaba adornada con una sonrisa tímida.

El primero que se acercó a saludarte fue tu padre, detrás de ellos los caballeros.

Tus ojos se toparon de nuevo con los suyos.

—¡Estás muy bella hoy, hija! —se acercó para poder darte un abrazo, lo aceptaste.

—Muchas gracias, padre...

Cuando te soltó, te puso a un lado suyo. Estabas frente a los 9 caballeros más importantes y él, él fue quien más impacto causó en tu corazón. Había gran variedad, claro pero... No tenía ni una simple sonrisa, ni siquiera un poco de luz en sus ojos profundos, tampoco parecía tener algún pensamiento que le hiciera feliz.

—Hija, cuando tu te conviertas en reina, ellos se encargarán de cuidarte.

Después de verlos a ellos, tuviste que presentarte tú frente a todos, claro con la ayuda de tu padre.

Al fin te habías librado de tantas personas, tantos chicos babosos, príncipes tontos. Decidiste tomarte un descanso en el piso de abajo, al ser el salón de baile la gente estaba más concentrada con sus parejas de baile que en hablarle a una princesa como tú. Te recargaste en la pared mientras escuchabas la música que habían puesto; una melodía lenta para disfrutar. Claro te habían dado ganas de bailar pero no tenías nadie con quien hacerlo.
Un suspiro salió de tu boca, dejaste tu copa en una mesa y en ese trayecto lo encontraste.

El muchacho de los ojos tristes.

—Señorita —su voz te hizo estremecer, volteaste. —Parece querer bailar, ¿puedo tomarme el atrevimiento?

Incluso cuando hablaba sus ojos no emanaban ningún tipo de brillo, te extendió la mano, no querías rechazarlo porque en serio querías bailar.

—No es ningún tipo de atrevimiento —respondiste mientras se movían a un lugar más apropiado —al contrario, gracias.

—Gracias, alteza.

"Ni siquiera conozco su nombre, estoy con él ya quiero volver encontrarmelo a solas."  Ante tus pensamientos suspiraste, él se dio cuenta de esto pero permaneció callado, no fue hasta que la música cambió. Te tomó de la cintura, mientras agarraba tu mano, te acercaste un poco más a él.

—Sin embargo pienso que está un poco mal que aún no conozco tú nombre.

—Una disculpa, su alteza. Su padre nos presentaría al final de esta fiesta pero si desea saberlo de una vez... Me llamo Giyu Tomioka, estoy aquí para servirle y serle fiel a mi princesa.

—Giyu... ¿Nunca sonríes?, ¿por qué te ves tan triste?

Miren que es raro el destino al unir a dos personas. Esa fue la primera vez que viste un poco de brillo en sus ojos.

• • •

Te encontrabas en la casa de tu ahora amante, te percataste de que vive solo.

—Que usted esté en este lugar conmigo no es lo apropiado para una dama como usted. —Tomioka te comentó mientras se quitaba los guantes de su uniforme.

—Esto no se parece para nada a las comodidades de mi habitación —le dijiste acercándote a su cama. —Aunque necesitas amor, sigues negándote cuando intento dártelo.

Te acercaste a él, lo sorprendiste.

Tus manos fueron hacia los botones de su uniforme, desabotonando uno tras otro con lentitud; los ojos de él se iluminaron.

—Tomioka, te amo... ¿no te basta eso? —ahora tus manos se dirigieron a su cara.

Sus labios se movieron en una pequeña curva, sonrió.

—Usted es muy atrevida princesa —habló él.

Ya no dijiste nada, sus brazos te rodearon abrazándote. Tomaste la cara de Giyu para besarlo, antes, dando un vistazo a sus ojos.

—Cada que miro tus ojos siento que puedo ver el mar... Su tono azul es bonito y tranquilo pero triste.

Cuando Tomioka iba a hablar para poder responderte, lo callaste con un beso. Correspondió con gusto.

—Te amo _____...

Cuando se separaron, las palabras que salieron de su boca fueron tímidas; te sacó una risita. Lo abrazaste de nuevo.

—Sin pena, caballero. Te has enfrentado a peores cosas que demostrarle tu amor a tu amante, Giyu.

Te abrazó con un poco más de fuerza.

—Aún así te amo.

—Nunca dejas de ser serio, ¿verdad? —lo miraste. —Me encantas.

—También me encantas, ______.

—¡Ahora que estamos así... Si no regresas de alguna de tus misiones me encargaré de llorar mientras pateo tu cadáver del enojo! —le dijiste dándole otro beso.

—No sería propio de una dama, princesa —era una broma pero parecía verdad gracias al tono serio que usó. —Sin embargo...

Se separó de ti, dio un par de pasos hacia atrás y colocó su mano en el pecho. Puso una rodilla en el suelo y después la otra, quien se puso nerviosa esta vez fuiste tú. Mientras se encontraba arrodillado te miró, ahora su mirada tenía más vida, brillo e incluso me atrevo a decir que alegría.

—Por favor si llego a cometer algún acto que no le guste —se agachó pegando la cabeza al suele —le ruego me castigue.

—Por Dios, Giyu... —te agachaste tomándolo del brazo para levantarlo. —Eso demuestra lo leal que e-...

Tomioka te interrumpió besándote.

"El muchacho de los ojos tristes, ha encontrado al fin una razón para hacer que su mirada ría con mis besos y mi gran amor."

Tenía que terminarlo, buenas madrugadas.
(2:25 AM hora de Mexico)

Saben? Tooooodos, casi todos las cosas que vi de príncipes y princesas tienen una idea súper diferente y ahhhs  ejfjsj como he estado viendo una serie china se me pegó lo de la "realeza" de esa serie y mis ideas se distorsionaron a como ya las había pensado :'v

Este es el primero 7u7
Aún faltan 5 peri uffas... No mencioné algo pero algunos tendrán lemOn especial incluido. (͡° ͜ʖ ͡°)

Para quitar la amargura de... Ya saben qué.

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