Hace muchos años, en la ciudad de Hamelín, Alemania, había un grave problema: estaba plagada de ratas. Las ratas invadían las casas, destruían alimentos y causaban estragos en la vida de los habitantes de la ciudad. Los habitantes de Hamelín intentaron de todo para deshacerse de las ratas, pero nada parecía funcionar.

Un día, un misterioso músico llegó a la ciudad. Este músico, conocido como el Flautista, ofreció su ayuda a cambio de una recompensa. Los líderes de la ciudad acordaron pagarle una gran suma de dinero si lograba liberar a Hamelín de las ratas. El Flautista aceptó el trato y comenzó a tocar una melodía mágica en su flauta.

Las ratas, atraídas por la música hipnotizante, comenzaron a seguir al Flautista mientras este caminaba por las calles de Hamelín. El Flautista los llevó hacia el río Weser, donde todas las ratas se ahogaron. La ciudad finalmente estaba libre de la plaga de ratas.

Sin embargo, cuando el Flautista regresó a la ciudad para reclamar su recompensa, los líderes de Hamelín se negaron a pagarle la suma acordada. Argumentaron que la liberación de las ratas no valía tanto dinero. Enfadado y resentido, el Flautista prometió vengarse.

Unos días después, el Flautista regresó a Hamelín y tocó otra melodía en su flauta, pero esta vez no eran ratas lo que atraía. Era la atención de todos los niños de la ciudad. Hipnotizados por la música, los niños comenzaron a seguir al Flautista, quien los condujo fuera de la ciudad hacia una montaña.

Los habitantes de Hamelín, al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, intentaron detener al Flautista, pero era demasiado tarde. Todos los niños desaparecieron en la montaña y nunca se volvieron a ver. Se dice que entraron en una cueva y nunca regresaron.

Los habitantes de Hamelín aprendieron una lección importante sobre la importancia de cumplir sus promesas y pagar lo que se debe.