ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ɪɪɪ : ᴄᴏɴᴏᴄᴇ ᴀʟ ʀᴇʏ
Aprovecho la oportunidad para escapar mientras todo el mundo mira la gran entrada del Rey del Penthouse. Salgo por la puerta de atrás.
- Eso estuvo cerca... Lo siento, pero no planeo cumplir los deseos de mi padre. ¡Me casaré con alguien que yo ame y punto!
Alzo la mano para parar un taxi, pero de pronto veo una cara familiar.
- ¿Alfred?
- ¡Buenas noches, señorita!
Me pregunto qué está haciendo él aquí.
- ¿Estuvo en el banquete?
- No, de hecho me estoy yendo... ¿Usted vino al banquete?
Pienso en Jimin, preguntándome si él también está ahí.
- Sí, traje aquí al señor Jimin.
- ¿Él está aquí?
- Sí.
- (¡Oh, Dios! ¿Qué hago?)
Si regreso, me espera un infierno, y si me voy, no podré verlo.
- Tengo que mover ahora el coche del señor. Que tenga una linda noche...
- ¡Espere, Alfred! Me preguntaba si usted podría... ¿Darme el número de Jimin? Me fui el otro día y se me olvidó perdirselo.
- ¡Claro, señorita! ¡Anótelo!
- Solo espere a que saque mi teléfono.
Lo tomo.
- ¡Ya!
- 555-666.
¡Hmm! Qué lindo número. Fácil de recordar.
- ¡Gracias, Alfred!
- ¡De nada, señorita! ¡Que tenga una linda noche!
- ¡Usted también!
Él entra en el coche y se lo lleva.
- (Jimin está en el banquete, igual que yo. Este es el evento para el que se estaba preparando. ¡Ahí está! ¡¿Cómo podríamos saber que se trataba del mismo evento?!)
Con un pie adelante del otro, caminando triste, pienso en qué hacer... Me gustaría verlo... Regresaré. ¡Pero primero, voy a pasar a una boutique! ¡Me disfrazaré! ¡Nadie podrá reconocerme! Espero que las tiendas sigan abiertas... ¡Reviso mi reloj!
- ¡Tengo suerte! ¡Conozco una boutique perfecta que todavía está abierta!
• ୨❀୧ •
Unos 15 minutos después...
Tienda de trajes
La empleada me da unos vestidos para probármelos, y le pedí gafas también.
- ¡Perfecto! ¡Ahora sólo tengo que cambiarme!
~ Conjunto elegido ~
- ¡Estoy lista para volver!
Me arreglo el cabello y las gafas, preparándome para entrar. Llamo al elevador. El mismo se abre y ÉL sale.
- Jimin...
Sale del elevador y no me reconoce.
- ¡Jimin, soy yo!
- Perdone, señorita...
Me quito las gafas por un momento y me las pongo de nuevo.
- ¡Soy yo, Nicol!
- ¿Nicol? No te reconocí...
- Claro que no. Estoy disfrazada.
- ¿No, en serio? ¿Y por qué lo hiciste?
- ¡Me disfracé para ti!
- ¿Para mí? ¿A qué te refieres?
- Pues... Cuando llegué a casa, mi padre me dijo que íbamos a un banquete muy importante. Pensé que evitaría los sermones de mi padre si venía, así que lo hice. Y luego mi mamá me dijo que quería presentarme a mi futuro prometido esta noche. Salí corriendo de inmediato, pero volví por ti. Vi a Alfred afuera y me dijo que estabas aquí. Así que decidí venir disfrazada.
Jimin se queda atónito frente a mí.
- No puedo creer que hayas hecho eso por mí.
- Yo tampoco.
- Nicol, Nicol... Sigues metiéndote en problemas.
- Desde que te conocí, no puedo dejar de pensar en ti.
- ¿En serio?
- Sí. Cómo me protegiste y cómo me la pasé tan bien contigo.
Su expresión dice más que mil palabras. Yo también le gusto, puedo sentirlo.
- Nunca había conocido a una persona tan linda como tú. ¿Es posible que de verdad te guste?
- Sí, desde el primer momento en que te vi. Saliste de una forma tan elegante, tan guapo con tu bata. Se me cayó la mandíbula de sorpresa. No podía reaccionar en ese momento...
Coloca su dedo índice sobre mis labios.
- Shhh... ¡Ya no hables más!
Se inclina para besarme. Siento su aroma mezclado con el más bello almizcle masculino. ¡Quiero besarlo!
- Ven aquí...
Se inclina y me besa. Tan tierno, y a la vez poniéndome la piel de gallina, que se extiende por todo mi cuerpo.
- Perdón.
- No tienes que disculparte cada vez que me besas. De hecho, tienes la libertad de hacerlo cada vez que quieras.
En ese momento me toma entre sus brazos y me besa como si nada más existiera.
- ¡Eso es! No me disculparé por esto.
- Aprendes muy rápido.
Me mira con sus penetrantes ojos, que me llegan directo hasta el alma.
- Me da gusto que hayas venido al banquete.
- A mí también.
Nos derretimos ahí uno junto al otro, sonriendo.
- ¿Quieres...?
- ¿Qué?
Suspiro suavemente mientras hago la pregunta.
- Todavía no podemos ir a mi casa... Te llevaría, pero... Nos tenemos que quedar...
- ¿Por qué?
Lo digo a regañadientes, atormentada por lo que siento.
- Yo me tengo que quedar.
Nuestros dedos se tocan, agitados por nuestras miradas.
- De hecho, hay algo que podríamos hacer...
- ¿Qué? ¿Qué es lo que tienes en mente...?
- Podemos ir al coche...
- Sí, vamos...
Estamos detrás del edificio.
- ¿Pero no se llevó Alfred el coche?
- Ya regresó. Lo trajo porque me tengo que ir pronto.
- Oh...
Miro el coche, el color... Como si ya lo hubiera visto antes... Jimin abre la puerta para que entre.
- ¡Por favor!
- Gracias.
Entro y mi voz tiembla de lujuria.
- Eres tan hermosa.
Pasa su mano sobre mi muslo. No pierdo más el tiempo, me pongo encima de él y comienzo a besarlo. Entre besos y caricias nos quitamos la ropa, estamos desesperados por estar conectados.
En un abrir y cerrar de ojos, ya me estoy preparando para recibirlo. No puedo creer que esté haciendo esto. Mi cabeza me da vueltas por el placer.
Tomo el control, comienzo a mover mis caderas mientras subo y bajo, sensualmente, noto que a él le gusta. Mis pechos tocan su cara por el vaivén que estoy provocando.
Con un movimiento ágil nos acuesta, quedando él encima de mi. Empieza a moverse como un experto, volviéndome loca. Deslizo mis manos por su espalda hasta llegar a su trasero, lo agarro, estoy desesperada por tenerlo por completo en mi interior.
Después me gira salvajemente y me toma por detrás. La piel de los asientos rechina. Entierro mi trasero en él y no lo dejo salir. Hago círculos con mis caderas. Apoyo mis manos sobre la puerta del coche para no golpear mi cabeza contra la ventanilla. El mismo se sacude por lo duro que lo estamos haciendo.
Yo ruego por más, no puedo saciarme de él. Su orgullo está hinchado y a punto de explotar. Estamos haciendo el amor en su coche, esto me pone a mil.
Él lo nota, suavemente baja una de sus manos y toca mi clítoris, haciéndome temblar de placer. Luego me agarra los pechos mientras sigue con sus deliciosas embestidas. Mi clímax se hace presente y grito su nombre. Me voltea y me hace acostarme, quedando boca arriba. Quita su miembro dentro de mí, lo toma entre sus manos, y se viene en mi estómago.
- Eres mía.
Sonrío mientras nos limpiamos. Nos damos besos mientras nos vestimos y después salimos del coche.
- Tengo que volver al banquete.
- ¿Tan pronto?
- ¿Tú no vas a ir?
- Ya no estoy segura.
- Creo que deberías darle una oportunidad al tipo.
- ¿A cuál tipo?
- A tu futuro pretendiente...
- ¡De ninguna manera!
- El ser necia y escapar no te va a llevar a ninguna parte. No importa tu padre ni nadie más. Tú eres la que importa. Si no te gusta, no aceptes su propuesta. Siempre pueden quedar como amigos.
- ¿Y sí me gusta?
Sonríe.
- Entonces estarán juntos, ¿o no?
- A mí me gustas tú.
Me abraza de repente como si tuviera miedo de algo.
- Quiero que me prometas algo, ¿está bien?
- ¿Qué cosa?
- Sin importar lo que suceda esta noche, intentarás mantener la calma y no te pongas de necia. No me gustaría perderte.
- No me vas a perder.
- Escucha, prométeme que no olvidarás todo por lo que pasamos en este corto periodo de tiempo y solo confía en mí. ¿Lo harás por mí?
- Confío en ti.
Veo una inquietud en sus ojos. Titubeo.
- ¡No me vas a perder, Jimin!
- Espero que no. Ya me voy.
- Sí, es mejor que no entremos juntos.
- ¡Nos vemos adentro!
Me manda un beso volador y yo lo miro entrar al banquete.
- ¡Uf! Ya es hora de enfrentarme con todo esto.
Me quito las gafas.
- ¡No me esconderé más!
Me arreglo la ropa, el cabello, y recupero mi postura. Camino hacia el salón, decidida a conocer a mi futuro pretendiente y a confesarle a mi padre que estoy enamorada de Jimin.
• ୨❀୧ •
El salón de gala
Entro preparada para enfrentarme a mi padre, de una vez y para siempre. Veo a mi mamá parada en un rincón del salón.
- ¡¿A dónde te habías ido?! ¡Tu padre te ha estado buscando por todas partes! ¡Solo para que sepas, Nicol, está rojo de coraje!
- Me disculparé con él.
Respondo confundida.
- ¿Qué pasa contigo? Solo espera a ver el hombre que te encontró tu padre.
- ¿Y quién le pidió que me busque uno? ¿No soy capaz yo sola de encontrar uno?
- Claro que no, querida, pero...
- ¡Yo ya amo a alguien, mamá!
- ¿Qué?
- ¡Y estoy dispuesta a presentárselo a mi padre y a todos los demás!
- Él nunca estará de acuerdo con ello.
- ¡Pues tendrá que estarlo!
- ¡Estás de necia como siempre! Por favor, compórtate, ahí viene tu padre.
- ¡Genial!
- Y viene con él. Con tu futuro pretendiente.
Me doy vuelta.
- Ella es Nicol, mi hermosa hija. Y este es el llamado Rey del Penthouse. ¡Conoce a Park Jimin!
- ¡Buenas noches, Nicol!
- ¿...?
Continuará...
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