ᴘᴇʀᴅᴏ́ɴᴀᴍᴇ... ᴘᴏʀ ғᴀᴠᴏʀ

"Es un veneno letal, con una pequeña dosis se pueden matar a tres personas. Jin, no soy quién para decirte lo que debes hacer, pero piénsalo cien veces antes de actuar."

Esas fueron las palabras de YoonGi cuando le entregó un pequeño frasco negro, donde solo se veía una diminuta viñeta con una calavera al centro.

SeokJin lo sostenía con fuerza, ¿tenía en sus manos la solución a sus problemas?

¿JungKook era un problema?

"¡Jinnie! ¡Prometo que cuando seamos adultos, te voy a proteger y tendrás la vida que siempre haz querido!" JungKook le dijo cuando tenían diez años.

"Sé que es duro, pero no te dejes vencer, recuerda que estamos juntos en esto." Le había dicho cuando tenían quince años y él había reprobado el año escolar.

"No te preocupes, mi amor. Trabajaré arduamente para que logres tus sueños." Fueron las palabras que le dedicó a sus veintitrés años. Luego que él hubiese perdido su trabajo como mesero.

"No importa qué, te amo y solo quiero que seas feliz." Fue lo que le dijo esa misma mañana.

SeokJin observó ese frasco. Escuchó como las agujas del reloj marcaban cada segundo...

JungKook llegaría pronto, él...

Su celular sonó y Jin brincó en su sitio. Sin mirar quién era, contestó.

¿Estás seguro? -Fue lo escuchó. No debía pensar demasiado para saber quién le llamaba.

Jin se mordió el labio inferior. —Debo hacerlo.

No, no debes. -Rebatió el pálido con desesperación. —No eres como yo, tú no eres un asesino.

Jin se rió de forma burlona. ¿No lo era? Él había matado el brillo en los ojos de JungKook... Él había matado al dulce joven en vida.

¿Qué diferencia habría matarlo de forma física?

He tomado la decisión... -Murmuró apretando el teléfono.

Mierda, Jin. ¡Te vas a arrepentir toda tu maldita vida!

¡No lo haré! -Gritó mientras lloraba sin darse cuenta. —JungKook no es nada para mí... Él no-

Lo amas. -Interrumpió rendido. —Y le temes a ese amor, temes decepcionar a JungKook y que sea él quién te deje... Temes estar solo el resto de tu vida. Acéptalo.

Jin no tuvo el valor de negarlo.

Siempre había querido ser amado, aceptado, pero la vida que tuvo desde niño había sido muy dura y aprendió a vivir sin cariño, hasta que conoció a JungKook.

El niño con la sonrisa más inocente y genuina que había conocido.

El niño que se acercó a él cuando nadie más lo hizo.

El niño que había compartido su almuerzo cuando lo vio solo en una esquina, sin nada que comer.

El niño que decidió quedarse a su lado a pesar de su frialdad y desinterés.

Ese era JungKook, el ser más puro que había tenido la desgracia de toparse con él...

Un alma miserable y envidiosa, un ser egoísta y sin corazón...

No merecía el amor de JungKook.

Tengo que hacerlo... -Dijo entre hipidos. —Prepara la camioneta.

SeokJin cortó la llamada y abrió el frasco, lo miró con frustración y dejó que algunas gotas cayeran sobre la comida que había preparado.

Estaba hecho. Ya no había vuelta atrás.

¡Estoy en casa, Jinnie!

Sus piernas flaquearon. Observó el plato de comida con repulsión.

¡Aquí estás! -JungKook dijo entusiasmado.—Saca la botella de vino, vamos a celebrar.

Jin se repuso casi de inmediato y se giró a observarlo.

¿Qué festejamos?  -Preguntó calmado.

¡Me ascendieron! -Exclamó con una enorme sonrisa. —Después de trabajar tan duro, por fin Jinnie, ¡por fin me dieron el cargo de director general!

JungKook abrazó a su novio con fuerza, sentía que ese peso se había quitado de su espalda.

Sin embargo, Jin apretaba los dientes con furia. Claro... JungKook siempre siendo el mejor en todo.

«Maldito bastar-»

Ahora por fin podrás cumplir tu sueño, Jinnie. -Kook lo observó con ese peculiar brillo en su mirar que temió haber destruido.

¿Mi sueño? -Jin se quedó sin aliento.

Podrás ir a la Academia de cocina y convertirte en chef... ¡Podrás abrir tu propio restaurante como siempre deseaste! 

SeokJin sintió como su alma terminó por romperse...

JungKook no lo había olvidado.

No olvidó el sueño que le había contado cuando eran niños.

"Quiero ser chef y tener mi propio restaurante." Le dijo al terminar su merienda. "Pero somos pobres y nadie puede ayudarme a pagar la Academia de cocina."

"No te preocupes por eso, yo te voy a ayudar." Dijo un pequeño JungKook decidido.

"¿De verdad?" SeokJin se había ilusionado.

"Sí, te ayudaré a cumplir tu sueño."

SeokJin lloró. Se derrumbó en un llanto desgarrador.

Maldecía su suerte, se maldecía a sí mismo.

¿Qué estaba a punto de hacer?

JungKook siempre lo puso a él primero.

JungKook siempre veló por su bienestar.

¿Y él qué había hecho?

No... No puedo más... -Murmuró fuera de sí.

SeokJin, ¿qué-?

Pero Jin se levantó y destruyó aquel frasco, viendo como el líquido oscuro se esparcía por el piso para después tomar el plato de comida y tirarlo a la basura.

Él gritó, furioso consigo mismo.

JungKook, totalmente estupefacto, se acercó al rubio con precaución, tomando su muñeca suavemente.

Jin se dejó hacer y pronto estaba siendo arrullado entre dos fuertes brazos, permitiendo que la calidez de aquel fornido pecho calmara sus demonios.

¿Kookie? -Susurró con voz rasposa.

¿Sí? -Respondió acariciando con cariño sus cabellos.

Perdóname... Por favor, perdóname... -Repetía entre el llanto.

JungKook no entendía nada. ¿Por qué se disculpaba?

El chico entre sus brazos cayó desmayado y lo llevó a su habitación, donde lo observó dormir, preocupado por su actuar.

Cuando regresó a la cocina, simplemente limpió el desastre sin ponerse a pensar qué diablos era aquel líquido negro.

Pronto volvió a la cama y abrazó a su novio, quien se aferró a su pecho.

Pero al día siguiente; él se encontraba solo, apresurado buscó a SeokJin pero no lo encontró.

Lo único que le había dejado era una carta.

Asustado la tomó y se dispuso a leerla, con la incertidumbre de saber por qué Jin se había ido...

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