ᴅᴇ ʟᴏ ᴄᴏɴᴛʀᴀʀɪᴏ, ɴᴏ ᴘᴏᴅʀᴇ́ sᴇɢᴜɪʀ ᴠɪᴠɪᴇɴᴅᴏ
SeokJin estaba frente al hombre llamado Kim NamJoon, su psicólogo.
NamJoon lo había estado ayudando en su proceso de aceptación y reconstrucción de sus emociones.
El consejo principal era que debía dejar ir a aquellos monstruos del pasado que lo atormentaban, solo así podría aprender a valorarse y quererse a sí mismo.
Y vaya que era un trabajo duro. Pues se había mal acostumbrado a tenerlo todo a costillas de otras personas, sin importar si los lastimaba o no.
Se dio cuenta de lo egoísta que había sido, y el resultado que había obtenido de sus actos; no lo dejaban vivir con tranquilidad.
— ¿Qué puedo hacer con JungKook? -Preguntó con timidez y temor.
Incluso mencionarlo se sentía incorrecto, sabía que ya no tenía aquel derecho.
—Primero, como ya te dije, debes curar tus heridas, hasta que no lo hagas y estés satisfecho con quién eres, no podrás enfrentarlo.
SeokJin asintió, sabía que no estaba listo porque aún pensaba en todo lo que había sucedido con el menor, aún no podía perdonarse el siquiera haber pensado en...
Negó para sí, era cierto lo que NamJoon decía, si no dejaba ir esos monstruos, ellos seguirían arruinando su vida.
Solo podía rezar por el bienestar de JungKook, pues no sabía si algún día podría verlo a los ojos de nuevo.
Estaba avergonzado, extrañaba al menor, pero sabía que él sí merecía a alguien que lo valorara como él nunca se había dignado en hacerlo.
Si JungKook llegaba a estar con otra persona, para Jin estaría bien, siempre y cuando aquella alma amara a su lindo Kookie sin ninguna restricción.
Por más doloroso que era aceptar la realidad, lo haría, porque él había tenido la oportunidad de ser feliz con JungKook pero había decidido ignorarla.
Había decidido romperle el corazón a la única persona que lo amó sin importar que era un huérfano, sin importar que no tenía nada.
Ahora debía cargar con el dolor de las consecuencias.
JungKook estaba mejorando. Habían pasado meses, cinco apróximadamente y JiMin podía ver el cambio en la actitud de su amigo.
HoSeok hacía lo suyo al ayudarlo en sus terapias, JungKook había logrado reconocer lo tóxica que había sido su relación, había abierto los ojos ante la falsedad que fue aquel amorío.
Aunque JiMin no podía confirmar que JungKook hubiese olvidado a quien fue su todo durante tantos años, incluso HoSeok le advirtió que ese sería un proceso muy largo.
Lo importante era, que JungKook había regresado a su vida habitual, por fin estaba desarrollando su papel como director general de aquella revista y se distraía estando tan ocupado.
—JungKookie, ¿te gustaría venir con Hobi y yo a beber?
—La verdad no, hyung. Quiero descansar. -Respondió mientras conducía a la casa de su mayor.
—Pero hace mucho tiempo que no salimos a beber. -Puchereó el rubio inconforme.
JungKook suspiró y sonrió levemente, aceptó la propuesta y cuando HoSeok ya iba en el auto con ellos, intentó pensar positivo.
Quería volver a disfrutar con sus amigos.
Al llegar, la música del bar los recibió, los tres fueron a una mesa ubicada al lado de la ventana y se dispusieron a pedir comida.
Platicaban amenamente del trabajo de Kook principalmente, cuando un chico se acercó a su mesa.
—Buenas noches. -Saludó a los tres, pero su atención estaba en JungKook. —Te ví desde hace un rato y quise acercarme.
El menor inmediatamente se sintió incómodo, a diferencia de JiMin que sonrió y lo invitó a sentarse con ellos, siendo HoSeok el que le dio una mirada de advertencia a su pareja, pues no había sido correcto invitarlo sin preguntar.
Sabía que su amigo solo deseaba que él siguiera con su vida, pero no estaba dispuesto a abrirle su corazón a nadie.
El chico de cabello castaño hablaba con la pareja, entre tanto le dirigía coquetas sonrisas que él evitaba.
El ambiente lo estaba sofocando.
—Bueno, Hobi y yo iremos a bailar. -JiMin anunció llevándose a su novio al centro de aquel salón.
Sabía lo que su amigo quería lograr, pero él no estaba dispuesto a nada.
JungKook suspiró nuevamente, los ojos verdes del chico enfocándose con determinación en él.
— ¿Qué te parece si nosotros también nos divertimos? -Le dijo en tono sensual, sus dedos elegantes paseándose por su brazo.
JungKook se sintió enfermo de repente.
—Escucha, gracias por interesarte en mí, pero yo no lo estoy, así que ya no pierdas tu tiempo. -Le dijo en tono neutro, alejando su brazo suavemente, el cual sentía que quemaba por donde aquellos dedos habían acariciado.
El jovencito lo observó incrédulo, pensó que solo era un hombre que se hacía el difícil y con unas cuantas palabras aduladoras y caricias caería, pero este chico pelinegro que ni una mirada le había dirigido hasta ese momento, realmente no le había dado una oportunidad.
Indignado, se levantó y caminó de regreso a su mesa, cosa que JungKook agradeció, pues tomó su saco y observando que los novios en la pista se besaban, salió de aquel bar en silencio.
Manejó hasta un mirador ubicado en un parque, al bajarse y recostarse sobre el capó de su auto, observó la manta de oscuridad salpicada de estrellas en cielo.
Luchaba día a día con sus pensamientos, pues no quería recordarlo, no quería que su mente se llenara de aquellos ojos, labios, manos...
No quería anhelar a alguien que lo había lastimado tanto, ¿qué tan loco estaba?
Esa persona no había hecho nada más que burlarse de él, y como tonto no había querido quitarse la venda.
Pero tampoco podía odiarlo, por más daño que le hizo, aunque lo deseara, nunca podría odiarlo y se menospreciaba por ser tan débil.
— ¿Cómo estarás? -Murmuró al viento.
Sí, era débil, porque su corazón quería tenerlo cerca pero su razón lo repudiaba.
— ¿Volverás?
Sonrió sin gracia, ¿qué tonterías pensaba? Era seguro como el infierno que esa persona ya lo había superado y se había conseguido a alguien más.
La idea no hizo nada por mejorar su estado de ánimo, pero sí le recordó que debía seguir trabajando en sí mismo.
Debía pensar únicamente en él, en amarse a sí mismo, en superar aquellos traumas, o de lo contrario...
Sintió como algunas lágrimas rebeldes rodaban por sus mejillas.
«De lo contrario, no podré seguir viviendo.»
Debía ser fuerte.
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