Capítulo 6

Una vez más...

El castaño otra vez aprovechaba los pequeños momentos de paz que tenía en aquel agetreado trabajo para hechar una cabezadita. El silencio le permitió hagachar la cabeza y en pocos segundos, sentir como el sueño lo abrazaba con fuerza. Era realmente raro que Gokudera no hubiera entrado a estas alturas gritándole, aún así, él decidió no prestarle mucho atención.

Ah, que paz, casi sentía como si estuviera dormido, y casi lo logró, hasta que...

—Tsuna —sintió una gentil bocesilla llamarlo y una piedra cayó en su cabeza pero estaba tan cansado que no le prestó atención —¡Tsuna! —otro murmullo llamándolo y una segunda piedra, que está vez, cayó en la mesa.

Sin ganas y con decaimiento el mencionado se giró en el lugar sólo para encontrarla a ella, a Hana, sonreirle desde el otro lado de la ventana, reposaba sus brazos en el marco, tenía un lirio detrás de su oreja y su cabeza se encontraba descansando en su mano derecho.

—Hana —casi incrédulo se puso en pie para ir donde ella —¿Qué haces?

—Estaba cuidando del jardín y pensé que definitivamente tenías que ver esto —se sacó la flor de su oreja y se la mostró —. A que es hermosa, todos los lirios están así.

—Si, es muy hermosa —Tsuna tomó la blanca flor, en el proceso sus manos rozaron con las de Hana, el contacto de sus pieles provocó una corriente en su espina dorsal, la chica era tan cálida —, pero no veo porqué estas aquí.

—¿Quieres verlo? —le extendió su brazo invitándolo a salir de aquellas asfixiantes cuatro paredes.

—Quiero, pero no puedo abandonar mi lugar —negó rápidamente.

En respuesta ella no se movió ni un solo centímetro, sólo le sonreía con fuerza, esperando pacientemente a que él cediera. Tsuna la observó, bañada en los rayos del sol, observó el sudor de su frente, la tierra en sus ropas y el lazo que con anterioridad él le había regalado. No entendía bien porque examinaba de esa manera a la castaña cuando estaban juntos.

—Bien —suspiró resignado para tomar su mano, y otra vez experimentó aquella sensación magnífica pero aterradora.

Sin pensarlo mucho más saltó la ventana, observó a Hana recoger un cubo de agua y volver a tomarlo de la mano para salir corriendo de ahí, arrastrando así al jefe Vongola.

Tsunayoshi sintió el viento rozar su rostro mientras observaba el cabello de Hana danzar, era una chica, pero parecía inalcanzable. Casi extiende la mano para intentar tocarla, que ridículo. ¿Desde cuándo le pasaba eso con ella?

.
.
.

Minutos más tarde Tsuna y Hana se encontraban en el interior del jardín. Los ojos del Sawada se encontraban abiertos de par en par, incapaz de creer que ese mismo jardín de flores fue el de hace unas semanas. ¿Cómo habían podido crecer así? ¿cúanto empeño les estaba poniendo ella?

—Te dije que valdría la pena —comentó ella al ver lo impactado que estaba. Con cuidado depositó el cubo de agua en suelo para pararse a su lado —¿Qué te parece?

—Hana, esto es bello —la miró —, no sabía que hacías magia.

—Secretos —rió ella —, tu eres el jefe de una mafia y yo soy un hada.

—No lo dudaría con lo que has hecho —respondió de igual modo.

—Es sólo esfuerzo y amor —le restó importancia, para agachar la mirada —, sólo eso.

Tsuna se quedó observándola unos segundos, sin comprender el por qué de su tristeza. Ella, que siempre estaba llena de energías y alegría, ahora casi parecía que rompería a llorar en algún momento. La muchacha tomó sus manos cerca de su pecho y alzó la vista dispuesta a decir algo, pero no pudo, no cuando sus ojos se encontraron.

Sawada no aguantaba ni un segundo más ver esa imagen tan quebrada de ella.

—Hey —tomó las manos de la chica frente a él para dar un paso donde ella, con su mano libre alzó su mentón, hasta él se sorprendía, no sabía que podía actuar así —¿Qué te pasa?

—No me malinterpretes —contestó ella rápidamente —, he llegado a amar este jardín, me encantó darle vida, pero, ahora que ya no me necesita...

Tsuna comprendió con tan solo aquella línea a que se refería. Cierto, ella estaba ahí sólo por los lirios, sólo por el jardín, sólo para salvar aquello que su abuelo más quería. En todo su tiempo juntos, ella no dejó ni una sola vez margen ni oportunidad de que él pensara en el momento de la despedida, no cuando cada segundo a su lado había estado cargado de charlas productivas, sonrisas alegres y momentos mágicos.

—Pídemelo —comenzó sin poder detenerse, sus miradas chocaron y no hizo falta que el tiempo se detuviera para que se sintiera como si dos planteas estuvieran colapsando —, pídeme quedarte y así será.

—No quiero abusar, yo... —apartó la vista.

—Hana, pídemelo y así será, pídemelo justo como hace unas semanas —le recordó —, pídemelo y no necesito nada más.

—Yo... —sin pensarlo se abalanzó sobre él envolviendo sus cuello con sus brazos, aferrándose con fuerza a aquel chico, abrazándolo con todo lo que tenía —quiero quedarme Tsuna, realmente quiero quedarme. Había estado tan sola hasta ahora, todos aquí son tan amables, me divierto cada día, todas las mañanas es una aventura, no me quiero ir, le he cogido cariño hasta a el cascarrabias de Hibari.

El castaño sonrió satisfecho para envolver la cintura de la muchacha con sus manos, atrayéndola con fuerza a sí.

¿Quién hubiera dicho que aquel par de jóvenes, poco a poco, caía en el amor?

Pídemelo una vez más...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top