Capítulo 5
Un regalo.
Hana observó su rostro en el mini espejo de bolsillo que traía consigo. Estaba orgullosa de lo que había hecho consigo misma. Su bien ella no era una mujer de arreglarse, está vez sintió que debía hacerlo. Se levantó antes para ducharse y lavarse el cabello, estuvo dos horas frente a su closed escogiendo que ponerse y por último pasó unos minutos maquillándose.
El resultado de dos horas de preparación. Como conjunto traía un lindo vestido azul cielo, le llegaba hasta cinco dedos por en sima de la rodilla, era de tirantes, y en la sección del abdomen tenía un pequeño lazo blanco que caía a un costado. Sus zapatos eran unas simples balerinas negras. Sólo se había hechado un poco de base para la cara, un rímel y por último un brillo labial. Ella no era vanidosa, pero debía admitir que se veía bien.
-Hana-chan -Tsuna tocó la puerta de su habitación, la chica al sentir rápidamente se acomodó vestido y se dió una rápida ojeada. -Lamentl tardar tanto.
-No te preocupes -Corrió a abrirle y al tenerlo de frente le sonrió.
Gritos internos por parte de la joven. Se vía tan fresco, traía un pantalón mezclilla un poco viejo, un pullober rojo bastante ancho, que caía, y aparentemente le quedaba largo. Su cabello estaba despeinado. Era la primera vez que lo veia así, Tsunayoshi siempre andaba de gala l formal, y aunque se veía bien así, está ropa le asentaba igual.
-¿Por que no siempre vistes así? -Interrogó para ir por su cartera.
-Dentro de la mansión debo ser un Vongola digno -El castaño se rascó la nuca, era una buena pregunta.
-Debes ser quien quieras ser donde quiera Tsuna -le respondió para girarse y sonreirle.
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-Perdóname por meterte en este lío -Hana-chan -Suspiró al sentarse en el banco, segundos después fue seguido por la chica.
-No puede ser que no haya nada -La muchacha dejó caer su cabeza en el espaldar.
-Hay muchas cosas, pero no pareces conforme con nada -Alegó, para luego suspirar.
-Es que no Tsuna, es el regalo de boda, no puedes regalarle un collar de diamantes porque fue lo primero que encontraste. -Respondió mientras movía su dedo en forma de negación -Un regalo es un trozo de ti mismo, estas obsequiando algo a una persona, sólo debes caminar, y cuando veas algo que a tu corazón le recuerde a ella, ese será el indicado.
-Suena complicado -susurró desanimado.
-No lo es -rapidmante se puso en pie para tomarlo del brazo y arrastrarlo lejos de ahí. -Primero que nada, vamosnos de aquí.
-Pero está tienda es muy buena, y de marca -hablaba mientras su cuepro era movido por la fuerza de la muchacha.
-Dime algo Tsuna. ¿Si mañana conoces a la mujer más rica del mundo, dejarías a tu prometida por ella? -Interrogó y lo miró de reojo.
-¿Cuántos años tienes? -estaba estupefacto por su nivel de sabiduría, sentía que cada día aprendía algo nuevo a su lado. -Comiendo a asustarme.
Ella soltobuna risita por lo bajo -Solo tengo veintidós -Al fin estaban en la calle.
-¿Sólo? -Él comenzó a caminar a la par de Hana, y sin darse cuenta, aún tenía su mano tomada -Deberias estar en la Universidad y no cuidando los lirios de una mafia.
-Deje los estudios cuando tenía diecisiete -El tono de su voz era amargo, las calles estaban llenas de personas, pero al ver la mirada cristalina de aquella chica, Tsuna sintió que el mundo había desaparecido por completo -Mi madre murió cuando yo nací, según los doctores no pudo aguantar traerme al mundo. Siempre hemos sido mi padre y yo, hasta que un día, cuando volví del Instituto lo encontré en el suelo, no respiraba, y me asusté mucho -hizo una pausa, mas la sonrisa nostálgica y triste en sus labios no se borraba. -Rapidmante llamé a la ambulancia, cuando llegué al hospital pasé horas resando, milagrosamente padre se había salvado, pero ahí me enteré por uno de los doctores que había estado ocultándome un cáncer durante dos años, y que probablemente ya no le quedará mucho tiempo, además de que su estado de salud era muy grave por la cantidad de trabajo que tenía. Tuve que dejar los estudios y ponerme a trabajar, fin de la historia.
Antes de que ella pudiera decir nada, Tsunayoshi rápidamente aprovechó que sus manos estaban unidas para jalarla hacia él, con sumo cuidado delicadeza la envolvió en sus fuertes y cálidos brazos. Ella estaba sopremdida.
-A veces necesitamos un abrazo, pero somos tan tercos que nos negamos a pedirlo ¿no? -Susurró él para que sólo ella pudiera escucharlo, a los ojos de los demás parecían una joven pareja enamorada.
-No necesitaba un... -Hana guardo silencio y se aferró al pullober del castaño, segundos después escondió su cabeza en gran pecho del Vongola.
Un indescriptible sentemitos abrazó su corazón con fuerza en ese segundo, quería detener el tiempo, querían hacerlo....
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-Eso tampoco -Ella se jaló algunos cabellos inconformes y luego observó al castaño -¿Tsuna?
-Eso muy lindo -Señaló un lazo rosado que destacaba entre las demás prendas de cabello.
-Lo és de verdad -admitió contenta, al fin habían encontrado lo que buscaban.
-Disulpe señor -Llamó Tsuna al vendedor, el hombre gordo y viejo fue rápidamente a atenderlo -Ese lazo por favor.
-Buen elección -El hombre canoso tomó ente sus manos la fina tela para extendersela -Son dos euros.
Tsuna sacó de su bolsillo un billete de a cinco, y cuando el tipo fue a darle cambio se negó completamente.
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Ambos estaban sentados en los columpios para niños, en un parque que debido al atardecer se encontraban abandonado, todos habían regresado a su hogar.
Hana se balanceaba levemente, mientras Tsuna sólo observaba el lazo en su mano, le parecía maravilloso, y más para la persona a la cuál se lo había comprado.
-Al menos encontramos lo que vinimos buscando -Comentó ella tras unos minutos de silencio.
Unos segundos más tarde Tsunayoshi se puso en pié para pocesioanrse frente a ella. Soprendida, la castaña alzó una ceja en interrogante, pero sólo obtuvo como respuesta una sonrisa sincera y hermosa en el rostro de su compañero. El chico extendió su mano tendiéndole la cinta.
-¿Qué? -ella extendió su mano, pero cuando fue a tomarla se detuvo -Pensé que el regalo era para tu prometida.
-Lo era -comenzó para suspirar -, pero no encontré aquello que me recordará a ella, sin embargo cuando veo algo tan fino y hermoso, no puedo evitar recordarte -le puso el lazo en la mano para apretarla con fuerza. -Has hecho mucho por nosotros, aceptalo como pago.
-Pero Tsuna... -recogió su mano para llevarla a su pecho, Ah, que cálido -... sólo hice mi trabajo.
-Aun así estoy en deuda contigo -se agachó -, no tenía pensado comprarme nada, pero tu misma lo dijiste, un regalo es un poco de ti mismo y lo que sientes por esa persona, lo que te recuerde a ella es sin duda el mejor de los regalos.
-Si entendiste -Rió por lo bajo recordando su cara de incredulidad en el momento.
-Lo entendí cuando esa cinta me recordó a ti, la vi incluso en tu cabello en ese momento -Su rostro tímido se sonrojó levemente.
-Entonces ponla cono lo imaginaste -sugirió ella rápidamente.
El castaño obedeció sin nada que objetar, con cuidado tomó el regalo de entre las manos de Hana para pararse. Observó su largo cabello, brillante y cedoso, luego, con cuidado se encargó de ponerlo en su lado izquierdo, recogiendo alguno de los mechones que caían por su cara.
-Gracuas Tsuna -Le sonrió de vuelta, con aquella naturalidad que la caracterizaba, con ese aire tranquilo y abrazador que le proporcionaba al Vongola -Lo atesoraré.
-Sé que lo harás -carraspeó para salir del trance en el que se encontraba, de verdad que esas situaciones lo asustaban, era la primera vez que alguien tenía tal poder sobre él. Con solo una sonrisa, poder cambiar todo a su alrededor, poder llenar su pecho de un cálido sentemiento -Regresemos, Yamamoto debe estar buscándome.
-Ah si, el friki del baseboll -bromeó para levantarse ella también.
-Te estas juntando demasiado con Gokudera -Comenzaron a caminar a la par riendo.
-Tienes razón -admitió.
Pronto ya había quedado atrás el parque, los columpios, y aquellos recuerdos que habían forjado juntos.
Un regalo para una persona especial...
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