시간의 도약 (PT. 2)
Cuando su turno terminó. Jin se sintió ansioso. El hombre misterioso no se había movido de su mesa en toda la noche y él empezó a creer que de verdad lo estaba esperando.
Cuando las puertas del bar se cerraron. Todos arreglaban el lugar. Así que ya no había ningún cliente por lo que creyó haberse librado de la inminente “cita” con el extraño.
Pero claro, él no tenía tanta suerte. Salió del bar a eso de las dos de la mañana.
Tomaría un taxi como siempre lo hacía.
Ya se encontraba en dirección al punto de taxis cuando un Ferrari plateado se estacionó a un costado de él.
El vidrio fue bajado y vaya... Jin palideció.
—Sube. –Fue una orden fuerte.
Jin sintió sus piernas temblar. No lo conocía. ¿Cómo se iba a ir con él?
—No, gracias. –Respondió como pudo y empezó a caminar más rápido.
Sin embargo, su huída no duró mucho, pues sólo había avanzado unos cuantos pasos cuando unos fuertes brazos lo rodearon por la cintura. Deteniéndolo.
—No seas así, gatito. –Susurró el hombre en su sensible oreja. —Te prometo que nos divertiremos mucho... –Acariciaba sus brazos. —No haré nada que tú no quieras.
Jin se dejó envolver por esa seductora voz. Hasta que el hombre lo giró y sus ojos volvieron a encontrarse. El castaño volvió apreciar ese tono rojizo que se le hacía muy raro, pero a la vez hermoso.
Llevado por la lujuria, el menor se paró en puntitas y quiso besar al hombre grande.
Pero éste simplemente había girado el rostro, así que sus labios quedaron en la fría mejilla del azabache.
—Nada de besos bebé, ya sabes... Políticas. –Explicó brevemente y Jin sólo asintió. Con mucha decepción.
Lo siguiente que pasó, fue simplemente como un borrón.
El yacía en una enorme cama, desnudo y esposado a los laterales de la misma. Sus piernas abiertas de par en par.
El hombre que aún no conocía, estaba ajustando un dildo. Él se encontraba completamente vestido, sólo se quitó la corbata y el saco, lo que hizo al menor sentirse vulnerable.
—Como dije... Te haré sentir bien, pequeño.
Jin era virgen y ese dildo se veía enorme. Tuvo miedo.
—Y-yo…
— ¿Hmm? -El azabache estaba untando lubricante en el objeto.
—S-soy virgen... — Murmuró.
Automáticamente los movimientos del mayor se detuvieron al escucharlo y le dedicó una mirada seria, quizá enfadada y Jin pensó que hasta ahí había llegado todo.
— ¿No mientes? –Preguntó después de unos minutos de sólo mirarlo.
—N-no... Si te lo digo es porque tengo miedo y no quiero que me lastimes. –Dijo nervioso.
El hombre estaba maravillado. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba de un virgen. —Comprendo.
Lanzó el dildo hacía un lugar desconocido y con prisa se fue quitando la ropa. Jin no entendía, él de verdad pensó que el azabache lo dejaría al no tener experiencia pero... Ufff que bien que no fue así, pues el cuerpo que se cargaba el hombre más alto era uno que sabía, jamás podría olvidar.
—Siendo así... Iremos lento. –Susurró contra su oído. —La idea es que disfrutes.
La húmeda y caliente lengua se deslizó con calma sobre la suave piel del castaño. Jin enloqueció con ese simple roce y el azabache saboreó su dulce sabor, fascinado. Sus colmillos picaron para morder esa piel pero aún no era el momento. Debía calmarse.
Con suavidad fue bajando su boca experta por el pecho, deteniéndose en los botones café, con su lengua lamía las pequeñas protuberancias, otorgando deliciosas succiones que provocaban pequeños gemidos en su amante, las manos acariciaban con cariño sus costados, hasta llegar a las elegantes piernas que masajeó despacio, pasando por sus muslos internos hasta llegar a su pene, el cual ya estaba duro.
Jin se había perdido en tantas sensaciones. ¿Así de maravilloso era el juego previo al sexo? Dios... Lo que se había perdido.
La gran mano del hombre lo masturbaba con potencia. SeokJin al ser tan inexperto en eso, sabía que se correría pronto. Eran demasiadas sensaciones abrumadoras.
—Vamos, bebé. –La voz ronca hizo eco en su cerebro. —Córrete para mí. –Apretó su miembro con fuerza.
Y con esa orden. Jin se vino en abundancia, gritó fuerte ante tan maravilloso orgasmo, sofocado debido a los espasmos.
Agitado, sensible, con sus brazos entumecidos, y lágrimas de satisfacción. Así de destrozado estaba y el vampiro amó verlo de esa forma, siendo él, el causante. Anhelando que esa imagen perdurara en su memoria por mucho tiempo.
—Apenas estamos comenzando gatito… Debes calmarte. –Mientras decía aquello retiraba las esposas. Vio como sus brazos cayeron como peso muerto. Así que los acarició, dedicándole una mirada hambrienta al hermoso hombre que yacía casi inocentemente en la cama.
— ¿Po-por qué yo?... –Preguntó casi en un susurro.
El hombre entendía a qué se refería y él tampoco sabía muy bien la respuesta.
—Simplemente te vi.... Y me cautivaste, eres hermoso. –Acarició su pecho. —Inocente… Y este pobre hombre sucumbió ante la diabólica tentación que representas. –Sonrió. No era una sonrisa amable, sino que depredadora.
Pero SeokJin, lejos de estar asustado, necesitaba más de su tacto. Enrolló los brazos sobre el cuello y lo acercó a su rostro.
—Tú tampoco eres un ángel… –Susurró sobre sus labios.
El contrario rió entre dientes. —Ciertamente no lo soy. –Sacó la lengua y la pasó por esos voluptuosos labios, deleitando su oído al escucharse un suspiro. —De lo contrario, no podría llevarte por el camino del placer...
Las palabras ya no tuvieron entrada. El mayor se encargó de ser dulce con el humano. Era su primera vez y le haría sentir bien. Con cuidado metía y sacaba sus largos dedos de aquella apertura rosada que se contraía al sentirse vacía.
Al estar listo, lubricó abundantemente su miembro, con lentitud y mucha paciencia, fue entrando a esa cavidad tan estrecha y caliente que le hizo mirar estrellas al ser succionado hasta lo más profundo.
—Ah~ delicioso... –Murmuró para sí.
El humano lloriqueaba y él se sentía condenadamente fascinado por sus expresiones.
Empezó a moverse. Suave y lento, SeokJin se sostenía de sus bíceps, arañando un poco, había enrollado las piernas a la cintura del mayor, gozando de la sensación de sentirse lleno.
Sus gemidos agudos ante la fascinación de su primera vez, congeniaban con los suaves gruñidos del hombre misterioso.
—Más… ¡Más por favor! –Gimió al borde de la locura.
Fue entonces que el vampiro desató su pasión. Lo tomó fuerte por la cintura y empezó un vaivén salvaje.
Jin gritaba. Impactado por la inmensidad del momento, el sonido obsceno de sus pieles sudorosas chocando y la constante estimulación a su próstata lo hacían babear y rogar por más.
—JungKook… –Dijo el hombre de repente. —Quiero oírte gritar mi nombre ¡Vamos!
–Dio una fuerte estocada y SeokJin casi se desmaya. Desde ese momento de su boca salían gemidos y gritos repitiendo el nombre de aquel que robó su inocencia exigiendo más y más.
Jeon chupaba su cuello con gula, le encantaba el sabor de su piel y estaba al borde por probar su sangre.
Siguió embistiendo con brutalidad, a la vez, su mano masturbaba al menor hasta que éste no pudo más y obtuvo un segundo orgasmo. Clavando sus uñas en la espalda con tanta fuerza que Kook pensó que dejaría marcas. Cosa que le gustó.
— ¡Ah, JungKook! –Arqueó su espalda hacía él.
En ese momento el mencionado dejó salir sus colmillos. Se vino en grandes cantidades dentro del castaño y al mismo tiempo con cuidado, clavó sus dientes en el delicado cuello. Chupando su sangre por primera vez. Fue cuando supo que se había vuelto adicto a ella.
SeokJin respiraba agotado. Disfrutando el agudo dolor en su cuello. Con el enorme cuerpo de su amante tendido sobre él. ¿Qué hacía el hombre? Podía escuchar como tragaba.
— ¿JungKook? –Pudo decir con un hilo de voz.
JungKook reaccionó. No podía beber demasiado o lo mataría. Otra vez, con suavidad retiró los colmillos y lamió la herida. Estaba maravillado al ver la marca roja adornar esa piel blanca.
—Tu sangre es deliciosa... –Susurró dejando un beso en su mejilla.
— ¿Mi sangre? –SeokJin lo miró extrañado y cuando el hombre sonrió. Dejó ver sus enormes colmillos.
El castaño palideció asustado. ¿Era real?, ¿ese hermoso hombre era un vampiro?, ¿qué clase de locura era esa?
—No es una locura, gatito. –Sus labios vagaban perezosamente por la piel del pecho. Dejando pequeños besos. —Soy un vampiro y me llamo JungKook.
—Imposible... –Susurró incrédulo.
—Tranquilo... Tenemos tiempo para conocernos y así, demostrarte lo que es capaz de hacer un vampiro. –Con uno de sus colmillos trazó una “J” sobre el pectoral derecho del menor. Lamiendo la sangre que de ahí escurría.
—Siéntete dichoso por llevar mi marca... Con eso podrás sentir mi presencia cuando me encuentre cerca.
— ¿Volveremos a vernos? –Preguntó esperanzado. Ignorando el significado de aquellas palabras.
—A partir de ahora, eres mío. –Sentenció.
Jin quiso besarlo pero este se negó.
Dejando su cabeza reposar sobre el cuello del humano, olisqueando la zona.
Esa noche tuvieron sexo hasta al amanecer, en el que el vampiro desapareció y SeokJin creyó haber soñado todo. Pero cuando se vio al espejo y la “J” resaltaba en su pecho, además de las marcas en su cuello y el resto de su cuerpo. Supo que había cometido una locura.
Una locura que después lo llevaría a la perdición.
Aclaración: Este capítulo especial y el anterior, como ya lo vieron. Revela la manera en como Jin y JungKook se conocieron y empezaron su relación.
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