나는 더이상 너를 사랑하지 않아
El ambiente en el bar era aparentemente normal, JiMin podía ver al peli púrpura ir y venir de un lado a otro, sonriendo y concentrado en servir bien a sus clientes.
Él se mantenía en una de las mesas más alejadas de la zona, no quería interrumpir en el trabajo del humano; así que se quedó a “disfrutar” del espectáculo que ofrecía el lugar.
Por otro lado, SeokJin se sentía cada vez mejor, tenía energías para trabajar con entusiasmo y saber que JiMin lo cuidaba en las sombras, le hacía sentirse protegido.
Mostraba una dulce sonrisa que dejó a más de uno embobado.
— ¿Por qué nunca me sonreíste así? –Escuchó esa voz que muy en el fondo había extrañado.
Se giró y su corazón palpitó emocionado por tener frente a él a ese ser que lo arruinaba y arreglaba por igual. Tenía el cabello más largo, le llegaba a los hombros, las ondulaciones oscuras eran más notorias.
Era tan atractivo que dolía no poder tocarlo.
— ¿No vas a responder? –Preguntó con voz suave, Jin lo sintió como una caricia.
— ¿Qué quieres? –Logró contestar.
—Nada, sólo vine a pasar el rato. –Dijo llevando el vaso de whisky a sus labios.
Entonces Jin notó que se había tatuado la mano y gran parte del brazo, aunque apenas y pudo distinguir una “J” en la parte superior de su dedo anular. ¿Qué significaba eso?
Dirigió su mirada al rostro del hombre y este bebía lentamente sin dejar de observarlo, podía ver como su manzana de Adán se movía al tragar y SeokJin sintió su boca seca. Fue peor cuando Jeon se lamió los labios, Jin quería correr hacia él y hacer lo mismo. Pero en ese momento recordó todo lo que había pasado y las razones por las que ya no estaban juntos.
Entonces respiró profundo y con voz ensayada dijo: —Que se divierta, señor.
SeokJin tomó la bandeja que había dejado de lado, con una reverencia se dio la vuelta y fue directo a la zona de empleados.
JungKook lo miró irse y apretó el vaso furioso, pues quería raptar al humano y encerrarlo en su mansión con él. Su rechazo dolía demasiado, no lo admitiría, pero lo extrañaba terriblemente.
—Será mejor que te vayas, príncipe. –La voz de JiMin lo distrajo.
—Sólo estoy pasando el rato, ¿qué hay de malo en eso? –Kook volvió a beber mirando a su hermano.
—Seguro, se te olvida que te conozco como mi palma, hermanito. –Respondió burlón. —Déjalo en paz, JungKook.
—No te metas en esto. –Gruñó.
—Me involucro porque Jinnie no desea verte. –Aclaró encogiéndose de hombros.
—Vuelves a llamarlo “Jinnie” y te romperé el cuello. –Dijo en tono amenazante mientras se cernía sobre el mayor.
JiMin simplemente lo miró y sonrió en grande. —Es imposible para mí, temerte. Además, SeokJin ya te superó, acéptalo.
—Él aún me ama, sus ojos no mienten. –Aseguró casi desesperado.
—Puede ser, pero su orgullo es mayor. Así que ten por seguro que no caerá en tu red, no mientras esté conmigo. Y créeme hermanito, SeokJin es una joyita que voy a pulir con paciencia y amor. –Sonrió pícaro al ver el rostro desencajado del menor. —Dime, ¿alguna vez probaste los platillos que prepara?
JungKook abrió sus ojos y apretó los dientes. Por supuesto que nunca probó uno, ya que nunca tuvo la decencia de degustar uno de esos platillos cuando Jin lo invitaba a comer.
El silencio ante su pregunta le dio a JiMin la respuesta.
—Jinnie tenía razón… –Murmuró sin borrar su sonrisa arrogante. —No tienes idea de las delicias que prepara… Y si la comida es sabrosa, imagínate como está el cocinero…
JiMin se pasó la lengua por el labio inferior, sus ojos rojos brillando en poder mientras JungKook lo asesinaba en su mente. Se deleitó aún más cuando el de cabellos largos se giró y salió del bar sin mirar en su dirección.
«La venganza es dulce, Spanky» Pensó mientras reía y regresaba a su asiento.
Al terminar su turno, SeokJin y JiMin se dirigían a la mansión del rubio en su auto, el peli púrpura se había quedado dormido después de un largo día y el vampiro lo observaba con detalle. El rostro angelical y los labios jugosos que poseía el humano lo tentaban como nunca. Le estaba costando mantenerse a distancia del niño.
Al llegar a la mansión, JiMin lo alzó en sus brazos sin problemas, Jin era más alto que él pero sin duda no poseía ni un tercio de su fuerza, así que con calma subieron hasta la habitación del menor y lo depositó en la cama con suavidad. El vampiro se debatía entre cambiarlo o no, podía dejarle ese trabajo a las mucamas pero la idea de que alguien más lo viera desnudo no le hizo gracia, aunque tampoco deseaba abusar de la casi inexistente confianza entre ellos.
— ¿JiMin? –La voz adormilada del peli púrpura le hizo reaccionar.
—Hola, SeokJin. Ya estamos en casa. –Respondió suavemente, viendo con ternura como el humano frotaba uno de sus ojitos.
—Gracias por traerme hasta acá. –Sonrió.
—No es nada. –Correspondió la sonrisa.
Jin se quedó mirándolo por un tiempo, el vampiro era muy atractivo; con su cabello rubio y los labios llenos, esos ojos rojos que lo miraban con intensidad.
Sin pensarlo, estiró su brazo hacia el muchacho en un mudo llamado que el mayor correspondió, tomó la suave mano del humano y se dejó atraer por él hasta quedar sobre su cuerpo, con sus narices rozándose. El vampiro le acarició el rostro e hizo un recorrido hasta posar su mano en la diminuta cintura del peli púrpura. Con la otra se sostenía para no incomodar al niño con su peso.
Mientras Jin acariciaba sus mejillas sedosas, sonrió al ver como los ojos del vampiro cambiaron a un color azul oscuro, se veía más cálido.
— ¿Qué pretendes, pequeño humano? –Murmuró al momento que dejaba fugaces besos en su mejilla derecha.
—Nada… –Susurró con un suspiro.
—No te creo. –Uno de esos filosos colmillos rozaron la suave piel de su mandíbula hasta la barbilla.
SeokJin no contestó, simplemente lo tomó de las mejillas y acercó sus labios hacia los del contrario donde se fusionaron en un beso apasionado.
El rubio suspiró satisfecho, había soportado mucho. Con calma besaba aquellos suaves belfos con sabor a fresa, su mano acariciaba su cintura mientras su lengua hacía estragos en la cálida cavidad del jovencito.
SeokJin se perdió, JiMin lo besaba con pasión pero sin dejar de lado la ternura. Era extraño pues nunca lo habían besado así, pero sin duda, la sensación era agradable. Frotó su pelvis contra la del mayor y gimió sonoro al recibir como respuesta un movimiento más certero.
El beso se volvió obsceno, habían mordidas, chupetones, sus lenguas bailaban ansiosas y la fricción que ambos ejercían era casi desesperante.
SeokJin no aguantó mucho, terminó corriéndose con un largo gemido, siendo seguido por JiMin, que se movía más rápido hasta encontrar su propia liberación.
Sus respiraciones agitadas y la calidez de la habitación los tenía envueltos en la bruma del placer. Brevemente satisfechos.
—Será mejor que te duches y luego duermas. –Dijo el vampiro en un susurro.
—Duerme conmigo. –Pidió con sus mejillas rojas y sus manos apuñando la camisa del hombre.
JiMin lo observó, jamás había compartido cama en una actividad tan doméstica como dormir, incluso después de follar, siempre se iba sin esperar a nadie. Aunque esto no había sido sexo explícitamente, lo que lo hizo aceptar.
—Bien, iré a mi habitación. Ya regreso. –Depositó un suave beso en esos labios esponjosos y se fue.
SeokJin sentía una calidez extraña emanar de su pecho, se sentía bien. Feliz.
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