3: Aliméntame

SeokJin reía alegremente sentado en el enorme y suave sofá de su sala principal mientras comía unas botanas y veía un programa de variedades en televisión.

Inesperadamente, sintió cómo el clima dentro de su casa bajó de temperatura drásticamente volviéndose tortuosamente frío y lúgubre. Los vellos de sus brazos se erizaron y Jin angustiosamente se dio cuenta que no se encontraba solo.

Entonces tuvo miedo. Se quedó quieto en su lugar mientras escuchaba pasos acercarse a él lentamente.

Jin estaba temblando cuando unas frías y ásperas manos tomaron su cuello en un suave pero firme apretón.

Un cálido aliento frotaba su oreja derecha y una leve mordida en su lóbulo lo hizo dar un pequeño brinquito en su sitio.

La risilla, burlona y grave que escuchó le hizo estremecerse. Y pronto una de aquellas frías manos hizo su propio camino bajando sobre su pecho y abdomen, acariciando de manera experta.

- ¿Cómo es posible que un bebé cómo tú haya logrado despertarme? -Cuestionó aquel hombre. Su voz era sensual, baja y agradable al oído. Jin se sintió hechizado por unos instantes, anhelando escuchar más de aquel ser. -Responde, pequeño.

El agarre en su garganta se apretó y Jin salió de aquella nube de lujuria, su respiración fue levemente cortada y sus pulmones exigían por mayor oxígeno que se le fue negado. Se preocupó, una de sus manos libres tomó la mano que apretaba su cuello rápidamente y apenas dijo: -P-por favor...

- ¿Mmmh? -Fue la única respuesta que obtuvo, mientras el agarre seguía aferrado a su garganta y aquella lengua traviesa recorría alrededor de su mandíbula.

Jin apretó los dientes. Eso se sentía malditamente bien, ¡pero cómo demonios podía excitarse así! Cuando prácticamente había un loco en su casa queriendo asesinarlo.

-No mato solo por placer, cariño. Mato porque me lo piden. -Gruñó en el rojizo oído del castaño. -Y sigues sin responder mi pregunta.

La extraña persona soltó su agarre del cuello de SeokJin para posicionarse justo frente a él y dejarse ver en su magnificencia y elegancia.

Cabello negro como la noche, ondulado y largo hasta el cuello. Varios aretes adornaban sus orejas y vestía con un traje negro del siglo XVIII. Se veía exótico pero hermoso. Su porte denotaba fuerza y poder. Sin embargo, aquellos ojos eran los que hicieron que Jin se pusiera tan pálido como una hoja de papel.

El hombre en cuestión no solo era extrañamente impresionante por su ropa, sino que, sus ojos eran totalmente oscuros y lo único que tenían un rojo vivo como color eran sus pupilas.

Su sonrisa se volvió más resplandeciente cuando vio a Jin temblar con mayor intensidad, podía oler perfectamente su miedo y eso le hizo lamerse los colmillos, que habían crecido codiciosos al ver una presa tan joven y llena de vida.

-V-vampiro... -Dijo apenas mientras señalaba lo obvio con un dedo tembloroso.

Al llamado vampiro le hizo gracia ese gesto. Sonrió con picardía. -Ya deberías saberlo, cielo. Tú me despertaste.

Jin abrió su boca en un gesto de confusión e incredulidad. ¿Cómo diablos iba él a despertar el alma de un vampiro? ¿Eso si quiera era posible en esta época?

El hombre de siglos pasados se acercó al castaño, sus manos quedaron sobre el respaldo del sofá, atrapando así al humano. Su rostro estaba a un centímetro del contrario y el vampiro pudo apreciar aquel encantador cutis, sin imperfección alguna, los ojos color avellana que brillaban con miedo y esos voluminosos y rosados labios que deseaba chupar con fuerza. ¿Cómo un hombre podía ser tan hermoso? ¿De qué estaba hecho ese chico? Y lo más importante, ¿cómo es que tenía un aroma tan exquisito?

- ¿Cómo te llamas, niño? -Consiguió preguntar en un susurro. Sin apartar lo mirada de aquellos bonitos ojos.

-Se-SeokJin. -Contestó el otro, queriendo fusionarse con el sofá.

-Bien, SeokJin. Puedes llamarme JungKook. Prometo no hacerte daño si me alimentas en los próximos dos segundos. -Demandó el hombre peli negro con ligereza pero denotando una amenaza.

SeokJin tembló nuevamente. Debería estar llamando a la policía o en su defecto, gritar y alertar a sus vecinos de un loco que estaba suelto. Pero no hizo nada de eso. Su cerebro había sufrido un corto circuito que no le permitía pensar, así que solo actuó por impulso.

Cortó aquella minúscula distancia entre ambos y besó los rojizos y delgados labios del vampiro llamado JungKook. Gimió sin vergüenza cuando la lengua del hombre se abrió paso con demanda dentro de su boca y saqueó todo alrededor.

Fue un beso rudo y brusco al que no se le permitió corresponder si no que solo recibir. Parecía como si con ello, el vampiro obtuviera algún tipo de elixir que le permitía rejuvenecer, pero no todo se quedó ahí, porque su verdadero alimento aún no le había sido otorgado.

JungKook chupó su labio inferior como tanto había deseado, se enorgulleció al escuchar los suaves quejidos y suspiros que el niño emitía, y al verlo tan ido, poco a poco sus labios fueron bajando hasta que llegó a ese lugar por el que se le hacía agua la boca. Palpó con su lengua el pulso en la yugular del humano, era rápido y constante, saludable. Lo cual era perfecto para él y cuando el chico menos se lo esperó, los filosos colmillos atravesaron su piel en un mordisco suave pero persistente.

Clavados hasta lo más profundo que pudo, JungKook bebió aquella dulce y tibia sangre que fluía por las venas de aquel jovencito que se había agarrado de su cabello y lo sostenía con fuerza. Si fuera en otros tiempos ya lo hubiese degollado por tal atrevimiento pero no lo hizo, por la sencilla razón que su sangre estaba siendo una cura para su débil cuerpo. Le estaba ayudando a revitalizar su energía y así recuperar al máximo su poder.

Por lo tanto, también estaba consciente que si bebía demasiado mataría al chico, así que detuvo su sed, lentamente fue retirando sus colmillos hasta que solo dos agujeros podían verse en la piel tersa de SeokJin, los lamió y aquellos agujeros se cerraron para solo quedar como un moretón que se curaría por si solo en unos días.

En ese momento se encontraba satisfecho y sentía su cuerpo más ligero y fuerte. Todo gracias a la bondadosa ayuda del niño que le veía con los ojos desenfocados, la boca abierta y las manos apretando ahora las solapas de su costoso traje.

JungKook sonrió, sí. Esa era una buena imagen. -Duerme ahora, pequeño.

Después de pronunciar aquellas palabras, los ojos del muchacho se cerraron y cayó como peso muerto en sus brazos. JungKook lo sostuvo sin esfuerzo y lo llevó de regreso a lo que parecía su habitación.

Recostó el cuerpo de SeokJin en su amplia cama, le quitó los zapatos y lo cubrió con suaves sábanas. Se aseguró que el pulso del chico haya regresado a la normalidad y después observó aquel oso de peluche.

No podía entenderlo. Se supone que él había muerto hacía años en la hoguera, ¿cómo era posible que su alma se haya anclado a un peluche y que este haya llegado a la época actual? Regresó, ¿pero por qué ahora?

Y la mayor incógnita era, ¿cómo aquel chico había logrado despertarlo? Ya que, automáticamente su cuerpo se había regenerado y aunque tenía una sed maniática, había logrado controlarse hasta poder alimentarse sin hacer una masacre.

SeokJin era una incógnita en sí. No recordaba haber conocido a alguien como él en el pasado, por lo que no podía relacionarlo con nada.

-Pero eso no importa ahora, voy a sostenerte hasta obtener las respuestas que busco. -Acarició con suavidad la sonrojada mejilla del menor. -Dulce SeokJin, a partir de ahora eres mío y no te librarás de mí, jamás.

JungKook sonrió, sus ojos brillaron y observaron a la Luna que orgullosa se cernía sobre ellos en esa noche especialmente oscura.

Oh~ cuánta diversión le esperaba.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top