Capitulo 1
𝐶𝐸𝐿𝐸𝑆𝑇𝐼𝑁𝐸
Recuerdo el día que nací, el rey y la reina sonreían, pero había una sombra en sus ojos. Me dijeron que era especial, que tenía un destino marcado. Pero no sabía qué significaba.
Cuando era pequeña, jugaba en los jardines del palacio con las hadas. Ellas me enseñaban a volar con las mariposas y a hablar con las flores. Me sentía libre, sin preocupaciones.
Un día, encontré un unicornio en el bosque. Era tan hermoso, con su pelaje blanco y su cuerno brillante. Me subí a su lomo y sentí el viento en mi cabello. Me llevó a un lugar secreto, donde las estrellas brillaban en el cielo diurno.
Pero no todo era maravilloso. Recuerdo el día que mi madre, la reina, me dijo que no podía jugar con los demás niños. Me dijo que era peligroso, que la maldición podía lastimarme. Me sentí sola, sin entender por qué.
A medida que crecía, las hadas dejaron de visitarme. El unicornio desapareció. Y yo me quedé sola en mi habitación, rodeada de libros y objetos mágicos. Mi madre me decía que era para mi protección, pero yo me sentía prisionera.
Recuerdo la primera vez que descubrí mi poder mágico. Estaba jugando con una flor, y sin darme cuenta, la hice florecer con solo tocarla. Me asusté, pero también me emocioné. Era algo especial, algo que me hacía sentir viva.
Pero la soledad seguía siendo mi compañera. Mi habitación era mi mundo, y yo era la única que lo habitaba. Me sentía como si estuviera viviendo en un sueño, sin saber qué era real y qué no.
También recuerdo el día que descubrí la verdad. Estaba explorando mi habitación, buscando algo que hacer para pasar el tiempo. Encontré un diario escondido entre mis libros. Era de mi madre, la reina. Lo abrí y comencé a leer.
Lo que leí me hizo sentir como si me hubieran golpeado. Mi madre escribía sobre la maldición, sobre cómo yo estaba condenada a no enamorarme. Pero también escribía sobre mi poder mágico, sobre cómo era peligroso. Decía que cuando me enojaba, perdía el control y lastimaba a los que me rodeaban.
Me sentí horrorizada. No sabía que mi enojo podía lastimar a los demás. Recordé las veces que me había enojado y había hecho cosas sin querer. La vez que la habitación se llenó de espinas, la vez que el espejo se rompió en mil pedazos.
Entendí por qué me habían confinado. No era solo por la maldición, sino por miedo a lo que podía hacer. Me sentí como un monstruo, como algo que debía ser encerrado para no hacer daño.
Pero también me sentí triste. Triste por no poder controlar mi poder, triste por lastimar a los que me querían. Me pregunté si siempre sería así, si siempre sería una amenaza para los demás.
Ese día, me miré en el espejo y vi a una persona diferente. Vi a alguien que era peligrosa, alguien que debía ser temida. Pero también vi a alguien que quería cambiar, alguien que quería aprender a controlar su poder.
Decidí que iba a hacer algo al respecto. Iba a aprender a controlar mi poder, iba a aprender a ser fuerte. No iba a dejar que la maldición y mi poder mágico me definieran. Iba a ser más que eso.
El proceso de aprender a controlar mi poder fue largo y difícil. Me tomó años de práctica y dedicación, pero finalmente logré dominarlo.
Empecé por aprender a reconocer mis emociones, a identificar cuando me estaba enfadando o estresando. Mi madre me enseñó técnicas de meditación y respiración para calmarme, y me ayudó a desarrollar un vínculo con la naturaleza, para que pudiera encontrar paz en ella.
Luego, comencé a practicar ejercicios mágicos para controlar mi poder. Mi madre me enseñó a canalizar mi energía, a dirigirla hacia objetivos específicos y a evitar que se descontrolara. Me enseñó a crear escudos para proteger a los demás de mi poder, y a cómo absorber y neutralizar la energía negativa.
Pero el desafío más grande fue aprender a controlar mis emociones. Me tomó mucho tiempo y esfuerzo aprender a no dejarme llevar por la ira o la tristeza. Me enseñé a mí misma a ser más paciente, a pensar antes de actuar, y a encontrar soluciones pacíficas a los problemas.
A medida que crecía, me convertí en una jovencita dulce y gentil según las personas del reino. Aprendí a controlar mi poder y a evitar emociones fuertes, lo que me permitió vivir una vida más tranquila y feliz. Me hice amiga de las personas del palacio, y ellos me aceptaron por quién era, sin temor a mi poder.
Pero a pesar de todo, siempre supe que la maldición seguía ahí, esperando a ser rompida. Y yo estaba decidida a encontrar la manera de hacerlo, para poder vivir una vida plena y feliz, sin el peso de la maldición sobre mí.
Mi madre, la reina, me enseñó a controlar mi poder, pero su método era severo y a veces cruel. Me castigaba con golpes y palabras duras cuando perdía el control, lo que me hacía sentir que no era lo suficientemente buena.
Pero lo que no sabía era que mi hermana mayor, la princesa Oddete, cargaba el peso de mis errores sin que yo lo supiera. Mi madre la castigaba por mis fallos, la torturaba con palabras y acciones crueles, diciéndole que era su responsabilidad cuidarme y enseñarme.
Odette era mi sombra, siempre estaba ahí, observando y aprendiendo, pero también sufriendo en silencio. Mi madre la hacía creer que era su culpa que yo no pudiera controlar mi poder, que era su responsabilidad como hermana mayor, que tanto ella como yo debíamos ser las hijas perfectas.
La tortura emocional que Odette sufrió fue mucho peor que la mía. Ella creía que era su culpa que yo no fuera lo suficientemente buena, que era su responsabilidad que yo no pudiera controlar mi poder y eso la hizo sentirse culpable y responsable por mis errores.
Pero yo no lo sabía, no sabía que mi hermana estaba sufriendo por mi culpa. No sabía que mi madre la estaba torturando emocionalmente.
Eso hoy me hace sentir culpable, saber que mi hermana sufrió por mi causa sin que yo lo supiera y que debido a eso ella me odia o eso me hace creer.
Dejando eso de lado hoy ¡Estoy tan emocionada! Finalmente voy a empezar mi antepenúltimo año de secundaria en Auradon, la escuela de los hijos de los héroes y villanos más famosos de todo el reino. Es un sueño hecho realidad para mí, después de años de estar confinada en el palacio con clases particulares, aprendiendo a controlar mi poder y evitando emociones fuertes.
Auradon es un lugar donde puedo ser yo misma, donde puedo aprender y crecer sin el peso de la maldición sobre mí. Estoy emocionada de conocer nuevos amigos, de aprender de los mejores profesores y de descubrir mis pasiones y talentos.
Me imagino caminando por los pasillos de la escuela, rodeada de estudiantes con historias y habilidades únicas. Me imagino participando en clubes y actividades extracurriculares, descubriendo mis intereses y pasiones. Me imagino haciendo amigos verdaderos, amigos que me acepten por quién soy, sin temor a mi poder.
Y, por supuesto, estoy emocionada de estar cerca de mi hermana Odette, que también estudia en Auradon. Es una oportunidad para que nos acerquemos más, para que podamos apoyarnos mutuamente y compartir nuestras experiencias.
Este año va a ser increíble, lo sé. Estoy lista para enfrentar nuevos desafíos, para aprender y crecer, y para descubrir quién soy realmente. ¡Vamos, Auradon! ¡Estoy lista para ti!
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Porfavor comenten y voten en cada capítulo para saber qué les gusta el fic.
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