ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ¹ ɴᴜᴇsᴛʀᴏ ʟᴜɢᴀʀ sᴇᴄʀᴇᴛᴏ

ʜᴀɴ ᴍɪ ᴊᴏᴏ

Guardé las llaves en el bolsillo trasero de mi pantalón, después de haberme asegurado haber cerrado bien la puerta para poder emprender mi camino. El día hoy estaba hermoso, lo único que me desconcertaba era el silencio que había, apenas se podían escuchar los autos moverse.

Mi objetivo: el parque. La razón: Jungkook. Cuando me escribió —no hace menos de treinta minutos— recibí un mensaje de él, y estoy yendo justo a su encuentro.

Me preocupa, no puedo evitarlo, Jungkook, es de las personas que cada ves que escriben siempre utilizan emojis y sin embargo, cuando me escribió ni uno solo usó.

Quisiera saber que pasa por esa cabecita.

Al llegar al parque unos minutos después me detengo mientras observo todo a mi alrededor, tratando de buscar a Jeon.

Comienzo a caminar lentamente buscándolo. No hay muchos niños hoy en los juegos, aunque yo solo busco un niño con cuerpo de adulto, porque sí, Jungkook es uno de esos y lo he podido descubrir en este tiempo que hemos pasado juntos.

¿Quién diría que los amigos de Jimena fueran tan geniales? Aish, y yo siempre me rehusaba a estar con ellos.

Sonrío cuando veo a Jungkook sentado en uno de los columpios mientras se balancea levemente, su mirada cae en el suelo y lo mira como si fuera lo más interesante del mundo.

Voy hacia el dando pequeños saltitos, como si fuera una niña pequeña. Vale, si Jungkook es un niño con cuerpo de hombre, yo soy una niña con cuerpo de mujer. Estamos a mano.

—¡Holaaaa! —exclamo divertida, mientras me siento en el columpio a su lado—. Ya estoy aquí. ¿Pasa...? —me detuve, al ver su sonrisa. Ahí lo supe, algo andaba mal.

No te conozco tan, tan, tan bien como los demás, pero puedo asegurar que algo esconde tras esa sonrisa. ¿Será tan malo?

—Hola —el responde, mirándome, dandome aquella sonrisa falsa.

No digo nada, solo sigo mirándolo, esperando una respuesta, pero suspiro sabiendo que no llegará.

Me muevo para poder columpiarme. ¿Acaso a nadie se le pudo haber ocurrido hacer columpios para adultos? Estoy un poco incomoda aquí. Soy chiquita, pero no tanto.

—¿Estabas ocupada cuando te mandé el mensaje?

—Uh, uh —negué, mirándolo.

—¿Qué haces? —preguntó, mirándome como si tuviera la respuesta a todas sus preguntas, cuando el, apenas, me ha dicho cuales son las preguntas.

—¿Quieres ver quién llega más alto?

El solo sonrió, apenas levantando las comisuras de sus labios—. Vamos, Mijoo. ¿Es en serio?

—Muy en serio. Cuando era chiquita-

—Una niña, querrás decir —lo miro pensativa, esperando a que continué—. Porque chiquita siempre has sido.

Entrecerré los ojos—. Eres un ser vil y repugnante.

—Claro que no —cuestionó riendo un poco.

—Vil y repugnante dije.

—Vale, vale. ¿Qué pasó después en tu cuento?

—Ah, cierto. Pues cuando era una niña, solia jugar con mi hermana en los columpios. Cuando no estábamos impulsandonos una a la otra, estábamos haciendo competencia para ver que llegaba más alto.

—No sabía que tenías una hermana.

—Era mi hermana gemela —susurré y no estoy segura de si lo escuchó apenas.

—¿Era?

—Sip. Era.

Esta vez se sentía como si de repente hubiéramos cambiado los papeles, siendo yo quien ahora da la falsa sonrisa.

—¿Quieres salir?

Me sorprendió un poco su pregunta. Ladee la cabeza.

—¿A dónde, Kookie?

—A salir.

—Deja y lo pienso —le dije, mirando hacia mis pies. Obvio que si iba.

—Dale, bruja. Necesito eso de verdad.

Aquello hizo que desviara mi atención de mis pies hacia su rostro. ¿Que pasa, Jungkookie? ¿Por qué te ves tan serio y apagado?

La primera vez que vi a Jungkook pensé que era el único que no estaba loco en su pequeño grupo, ya que en esos momentos estaba —además de atractivo— serio, y no hablaba mucho, aunque era el que más trataba de sacarme temas de conversación. Además, también daba esa aura de ser el chico popular y guapo de la universidad, pero después, cuando empezó a hablar con los demás, supe que todos estaban locos.

Incluso me he dado cuenta de una cosa, muchos de ellos se parecen, cuando están juntos rodo es alegría, risas, y más risas, como si nada existiera, y no entendía la razón hasta ese momento porque Jimena hablaba tanto de ellos, pero ahora lo hago. Ellos son como una pequeña familia, una que yo no tuve, y no tengo.

Me encontré asintiendo hacia el.

Jungkook fue, uno de los que al principio no hablaba mucho, a pesar de que siempre estaba riendo, a mi me daba hasta vergüenza reírme con ellos, hacia bromas y despertaba esa aura de alegría a su alrededor, ahora no entiendo porque se siente apagada.

Me levanté justo cuando el también lo hizo.

—Vamos.

—¿A dónde vamos?

—Te voy a llevar a un lugar. Un lugar secreto.

Sonreí.

No me había dado cuenta de que Jungkook había traído su auto. Es que ni eso, nunca había visto su auto, solo una vez, y fue por foto.

Sip, el señorito Jeon Jungkook me mando una vez una foto y estaba en su auto.

Ah, solemos hablar mucho y a seguido.

—Perdón por haberte molestado —sentí que susurró.

Me voltee a verlo. ¿Me está hablando en serio?

—No me molestas. Y estoy súper emocionada por conocer tu lugar secreto —lo señalé acusatoriamente con el dedo—. Nunca me habías dicho nada sobre eso —entrecerré los ojos.

—¿Es secreto, no?

Soltó una risita, lo miré indignada.

—¿No tienes un lugar secreto? —negué—. Vaya.

—Uhm.

—Ya casi llegamos.

—No viene mucha gente por aquí. ¿Es por qué es solitario o el dia ha estado sin tanto tráfico?

—No, es que es un lugar tranquilo.

Después de unos minutos Jungkook estacionó el auto, todavía tenía esa sensación de que algo no iba bien y quería descubrirlo, pero a la vez quería darle su espacio y dejarle saber que podía confiar en mí.

Me baje del auto y observe el lugar. Habían unos árboles hermosos, el cielo estaba despejado, se oían algunas aves y el césped hermoso con algunas hojas caídas, pero sin la suciedad que suelen tener algunos parques. Es hermoso.

Me volteo para mirar a Jungkook, el también me estaba mirando.

Me toma de la mano cuando se acerca, dirigiéndonos un poco más adentro, para luego sentarnos encima de una manta que trajo y colocó en el césped.

—¿Qué te parece?

—Me encanta.

—Sabía que te gustaría.

—¿Sabes que dicen que si llevas a alguien a un lugar que sea muy especial para tí, terminaran siendo pareja? —lo miré de reojo.

—¿De verdad?

No, lo acabo de inventar, realmente—. Pues sí —mentí.

—Bueno, en ese caso solo quedaría aceptar el destino.

Hice un puchero.

—Espero que no tengamos que aceptarlo.

—Eh, no soy tan malo. Soy un romántico.

—Lo siento, no me gustan de esos —hice un gesto de manos, restándole importancia.

Rodó los ojos—. Yo seré vil y repugnante, pero tu serás bruja y podrida.

Lo miré, haciéndome la indignada por sus palabras.

—Ni te contesto. ¿Te gustan los picnis?

—Si. Iba con mi hermano cuando era chiquito a varios lugares y habíamos picnis —hace una mueca.

—Eso es lindo. Yo con mi hermana no solíamos hacer esas cosas. Mucho menos con mi hermano.

—Cuéntame algo de tí.

—Eso hice, pero dime. ¿Qué es lo que quieres saber?

—¿Cuál es tu lugar favorito? Dijiste que no tienes uno secreto, pero debes tener uno favorito, al menos.

—No. No tengo.

Simplemente le dije, y era verdad. Nunca había un lugar que me llamara tanto la atención como para decir que era mi favorito y fuera cada vez que me sentía mal y quería estar sola o cosas como esas.

—Vamos. ¿Es en serio?

—¿Mi casa? —pregunté, pensativa.

—¿Qué?

—Cuando era una niña —casparree—, vivía en Busán. Desde allí podía ver el mar, y de noche era aún mejor, era hermoso. Me gustaba poder contemplar todo aquello.

El sonrió.

—Casi todos los días iba. Al mar, digo. Tenía varios amigos, lo que un tiempo después me mudé.

—Eres la primera chica que me dice que su lugar favorito es su casa.

—Me alegra poder ser la primera en algo para tí —ni siquiera pude retener las palabras cuando salieron, por lo que me obligue a reír.

—¿Quieres comer algo?

Acentí. Sacó de una canasta unos sándwiches, le di las gracias y lo tome antes de comenzar a comerlo.

Me sorprende que me haya traído a su lugar favorito. De seguro ya ha traído a los chicos o a su novia.

De verdad tenía hambre.

—¿Y a quién más has traído aquí?

—A más nadie.

Me sorprendí. ¿Entonces porqué yo?

—Tenía pensado traer a alguien hace unos días, pero no se dió.

—Oh. ¿Ni siquiera a tu novia?

—Ex novia —corrigió.

Quise decir algo más, pero no lo hice, supuse que seria mejor quedarme callada antes de decir algo y cagarla por completo.

—¿Qué sueles hacer en tu tiempo libre? —pregunté.

—Jugar videojuegos.

—Oh.

—Y tú sueles dormir o ver televisión, además de escuchar música de BTS.

Abrí mi boca, atónita—. ¿Cómo sabes?

—Me lo habías dicho por chat. Tengo buena memoria.

—Eso parece, señor arquitecto.

Soltó un risita.

Había observado muchas veces a Jungkook, incluso llegue a sentir una vez cierta atracción por él, pero —quisiera pensar— que todo ya está en el pasado.

Lo más lindo son sus ojos, siempre me han llamado mucho la atención, y diría que es la parte de su rostro que más me gusta. Son grandes, como los de un venado, y brillan, haciendo que me pierda en ellos.

—¿Por qué me miras tanto?

—Tus ojos —sonreí.

—¿Tienen algo?

—Son hermosos. Y brillan, como si tuvieras un cielo nocturno con estrellas ahí dentro.

Solo sonrió.

—Ahora, cuando sonríes, parecen pequeñas lunitas. ¡Tienes ojitos de luna! Wow. ¡Es tan lindo!

Podría perderme en el universo de sus ojos.

No dijo nada, ni siquiera dejo de mirarme, era como si estuviera en un trance. Ahora me siento mal, como si hubiera cruzado una línea, una que no debería de haber cruzado.

Aparté mi mirada.

—Gracias por haberme traído aquí —susurré.

—Fue genial haberte traído aquí. ¡Ya sé! Ahora tienes un lugar secreto. Será nuestro lugar secreto.

Lo volví a mirar, viendo su rostro sonrojado adornado por unas pequeñas y apenas visibles ojeras debajo de sus ojos. Reí, sintiéndome cálida.

—Nuestro lugar secreto —le dije.

—Si. Nuestro.

—Creo que ya debemos irnos.

—Creo que sí.

Nos levantamos, recogimos las cosas, y en el camino de regreso, siempre trataba de hacerlo reír, es como si hubiera dejado en aquel lugar su buen humor, y de nuevo hubiera venido el Jungkook serio, que se veía herido.

Cuando aparcó el auto pensé que me dejaría en mi casa, pero no fue así.

No estoy muy segura de esto, pero ya que.

Entramos en el pequeño local, había dejado mi teléfono y todo en el auto de Jungkook.

Nos sentamos en la una de las mesas antes de que Jungkook comenzara a pedir Soju.

Pedí algo para comer, pues yo sí tenía hambre, y ya era tarde.

Jungkook no dejaba de tomar. Tres botellas yacían vacías sobre la mesa.

Nunca pensé que quería tomar tanto.

—Deja de tomar —le quité el pequeño vaso, tomando yo el trago en su lugar, haciendo una mueca después de haberlo hecho.

—¡Dame!

Comenzó con un pequeño llanto. Suspire frustrada, si hubiera sabido que habíamos venido aquí para eso no lo habría dejado venir.

—Ahjumma. La cuenta, por favor.

Lo vi tratando de alcanzar la botella que aun le quedaba un poco, la cual aparté.

—¡Mijoonie!

—Estas borracho.

—Claro que no —sonrió, mirándome con los ojos entrecerrados—. Voy a, llamar a Taehyung —soltó una carcajada.

—¿Estás loco? Son las ocho de la noche. ¿Qué vas a hacer llamando a Tae a esta hora? Hasta acostado puede estar.

—Bah, lo dudo. Debe estar con el amor de su vida.

—¿El amor de... Su vida?

Asintió. Se hecho hacia delante y me hizo una seña para que yo también lo hiciera.

—A Taehyung —susurró—, le gusta una chica.

Abrí mis ojos de más mirándolo—. ¿Quién?

—Na, na, na. No puedo decirte. Tae es mi mejor amigo, no puedo fallarle —eructó—. Ups, lo siento.

—Andale, te juro que no le diré nada.

Pareció pensárselo por un momento antes de asentir y volver a echarse para adelante.

—A Taehyung, le gusta...

—¿Le gustaa? —lo incité a que siguiera hablando.

—Jimena. Le gusta Jimena desde los... Mmph, diecinueve años. Por ahí.

Me quedé atónita, me eche hacia detrás en mi silla mientras veía a Jungkook sonreírme. Sabía que Taehyung estaba enamorado de Jimena, todos menos Jimena se dan cuenta, pero joder, cinco años enamorado en secreto de Jimena, eso si que no me lo esperaba.

Parapadee varias veces antes de volver en si y observar a la señora que ahora me estaba diciendo cuanto debía pagar.

Ah, cierto.

Pagué lo que debíamos y salí de allí con Jungkook a rastras.

Cuando sentí que no podía más, lo deje en un banco. Me senté a su lado y tomaba el jugo que había comprado. Ash, ¿cómo puede pesar tanto? Mis fuerzas se agotan.

—Todo es una mierda.

—¿Qué?

—Mijoonie, ¿te han engañado alguna vez?

Lo miré sin entender a que se refería.

—Esas personas que querías tanto, que confiabas en ellas. No lo creí capaz.

Sorbió su nariz limpiandose.

—¿Estás llorando? No, no, no llores, Kookie. ¿Quieres jugo?

Le extendí el pomo frente a él.

—Se supone que el no debería de haber hecho eso, es mi hermano.

—¿Estás así por tu hermano?

La respuesta quedo en el aire. No sabia que decir.

Me quede helada cuando sentí su cabeza caer en mi hombro. Quería voltearme, pero no podía.

¿Es culpa de tu hermano? Quería preguntar, pero tampoco lo quería presionar.

—Es cómodo —sentí que susurró.

—Jungkook... —susurré igual, sin saber que decir exactamente.

—Tu no te vayas. Por favor.

—Nunca lo haré, Jungkookie —prometí.

Sus palabras habían habían calado en lo más profundo de mí. Y yo, había hecho una promesa, que pienso cumplir.

Yo nunca te abandonaré, Jungkookie.

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