⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 2 ⊰⊹ฺ
Salió del salón de mando con la orden en su mano, con eso, se sabría la verdad y lo que predominará en su ser.
Era un trabajo sencillo, por lo que no podía fallar. Además, su mayoría de edad le había dado la capacidad suficiente de realizar trabajos angelicales.
Por ese pasillo de oro, rodeado de aguas cristalinas y lleno de luz, iba Taehyung. Con sus túnicas blancas con bordes dorados, y sus sandalias; sus alas iban plegadas a su espalda, con temor de ser vistas de más.
De su cuello colgaba un delgado collar plateado con una joya roja en el centro. Desde que tenía memoria, ese colgante siempre había estado ahí en su cuello.
A sus oídos llegaban murmullos, pero se limitó a seguir su camino e ignorarlos.
Su situación llenaba de curiosidad y saciaba a todos aquellos seres celestiales que vivían del cotorreo “divino” como ellos le decían.
Todos tenían la mirada puesta sobre él.
Esa misión significaba un antes y un después.
Se definiría qué era lo que predominaba en Taehyung, ¿sería la maldad? O ¿lo bueno de Dios?
Su alma estaba teñida con ambas, pero, su juicio y raciocinio darían la última palabra de la esencia en su ser.
Siempre había sido objeto de burla y de desprecio. Un ángel producto de dos razas enemigas no podía ser aceptado.
Él no sabía la historia completa y a esas alturas, tampoco estaba interesado.
Actuaría conforme a su juicio y lo que crea correcto, que domine lo que tenga que dominar, era lo que pensaba.
Debía cumplir el mandato, darle descanso eterno a alguien que debió haber muerto.
“¿Qué impedía su muerte?” se preguntaba mientras se acercaba a la puerta del mundo humano “Es más ¿por qué ahora, sí está apto para morir?”
Esas preguntas y muchas otras no lo dejaron en paz en todo el trayecto. Buscaba una respuesta momentánea que parecía tener lógica pero luego, otra conjetura salía a flote, fracturando su conocimiento.
Esas preguntas seguían continuamente sin descanso alguno, no se fueron, ni siquiera cuando lo reconoció en una tienda. Estaba detrás del mostrador y atendía con una sonrisa a los clientes.
Pudo reconocerlo porque su lámpara estaba tenue y cálida. La sensación es la misma de un duro frío de invierno, tus manos congeladas y entumecidas. Luego las acercas a una fogata y sientes alivio que casi jadeas del placer cálido.
“Si la calidez invade tu corazón al ver la lámpara, es porque te reconoce como su ángel” le dijeron antes de salir.
Era totalmente distinto a cómo se lo imaginaba. Pensaba que era un adolescente, con la inocencia grabada en sus ojos, pero no.
Era todo lo contrario.
Su contextura alta y fornida, su cabello morado con un corte bajo, un mar de tatuajes de asomaban por el cuello de su camisa, su piel totalmente blanca y a la vista suave y sus ojos... eso le llamó la atención.
Sus ojos eran negros totalmente.
Había cierto brillo que aparecía de vez en cuando, fuera de eso, permanecían negros.
Estaba tan intrigado que lo seguía a un paso prudencial, sin que éste notara su presencia o tan siquiera le mirara.
Así anduvo días y días. Uno tras otro y Taehyung le seguía y observaba.
Cada vez se sentía más hipnotizado por ese chico tan misterioso, cargaba un aura densa que se volvía suave a través de una sonrisa, era increíble el cambio.
Un día, lo siguió hasta su hogar y vio cómo se escabullía por la ventana; dentro de la casa se escucharon vidrios quebrarse y se preocupó por ello.
Su curiosidad carcomía su cuerpo y si se acercaba, nada podría hacer. No podía intervenir en el trabajo de otros ángeles.
El castaño suspiró y siguió al chico hasta donde se dirigía.
“Jungkook” pensó, recordando la información que le había sido dada.
“Él puede vernos” le dijeron y se sorprendió por ello, antes de que pudiera preguntar, le respondieron de forma concisa y tajante “No sabemos los motivos, pero, probablemente Dios le dio ese don. Vio capacidad en él para obtener esa responsabilidad. De otro modo, no le vemos sentido” y se dieron la vuelta.
Taehyung asintió en ese momento, pero sabía que había algo más.
Dios no le da ese don por ver la capacidad en las personas.
Tal vez soñar por productos de su imaginación, del subconsciente, pero ¿verlos?
“¿Un humano hijo de un ser celestial? No, no, es imposible” se convencía, pero, también dijeron que era imposible que ángeles del cielo y del infierno tuvieran relación y ahí estaba él, siendo hijo de ambas razas.
“Si hubiera sido eso, aun fuera un escándalo. A menos, de que no sea del cielo”
Jungkook se detuvo al final del camino y se sentó en las raíces de un árbol.
Taehyung curioso, intentó ver qué hacía Jungkook en ese cuaderno que no se había percatado que el contrario traía en sus manos, pero, se asustó al ver la lámpara en su ser alumbrar.
“Me sintió” se reprochó mentalmente, viendo que estaba al alcance visual de Jungkook, intentó retroceder pero no pudo.
Era una delgada línea que lo atraía y llamaba "Hasta un punto, la almas llegan a ser muy delicadas" Suspiró y alzó su mirada chocándola con la del humano.
“Ese brillo” ambos se miraron, sintiendo la lentitud y quietud en el ambiente, el contacto se sentía infinito.
Taehyung se acercó más y más, hasta que quedaron frente a frente.
— ¿Puedo dibujarte? — escuchó repentinamente, se sorprendió de que le hablara y aún más, por la petición. Sus pies retrocedieron con temor.
“¿Está bien que hable con él? No me lo prohibieron, pero ¿y si está mal?” titubeó, rememorando toda la información dicha antes de salir.
Una mueca casi imperceptible se formó en sus labios, iba a decirle que no, pero, cuando vio esa peculiar llamarada se dejó llevar.
— Sí, puedes dibujarme — respondió con total tranquilidad.
No lo sentía mal, pero nadie les avisó.
Jungkook sonrió y su expresión se llenó de genuina felicidad. Tanto, que Taehyung sintió su corazón encogerse y sus alas temblaron, trató de cerrar sus alas, pero él se lo impidió.
— No, por favor, déjame dibujarlas — Taehyung asintió.
Ese día, Taehyung se quedó de pie por unos minutos mientras observaba el lápiz moverse sobre el papel.
Las muecas que formaba el contrario y las negaciones al comparar su dibujo con él, lo hacían sonreír.
No pudiendo completarlo, Taehyung decidió intervenir, viendo la oportunidad de acercarse más al chico.
— Puedo venir de nuevo – dijo con mucha naturalidad, sorprendiendo y emocionando al pelimorado.
“Sus ojos brillan de nuevo” pensó encantado.
El encanto llegó al punto de estar más temprano en el lugar acordado.
Jungkook estaba más animado, la sonrisa perduraba más y el entusiasmo retumbaba en su entorno, contagiando a los clientes. En Taehyung, crecía algo que él no podía identificar, pero lo llamaba, apego emocional.
No tenía amigos en el Reino, la mayoría lo despreciaba por su apariencia y por la cantidad de rumores que se habían esparcidos y tergiversado con el pasar de los años.
Su apego lo impulsó a acercarse a la biblioteca de Vida, buscando una manera de salvarlo de su muerte venidera.
De alguna manera, ambos se identificaban.
Habían sido rechazados por una condición que ellos no pidieron tener y que no eran los culpables de tenerla.
Cada día que pasaba y cada momento que compartían, unía sus destinos.
Que a vista de los celestiales, se había jodido.
Nadie les advirtió y lo dejaron correr, más si veían que su objetivo y deseo se cumplirían.
Por ello, cuándo le preguntó a la diaconisa sobre una manera de salvar o evitar que su alma se perdiera, y ésta, le asomó una posibilidad, Taehyung no la desaprovechó.
Desobedeciendo inconscientemente una regla.
(…)
— Existe una manera de salvarlo — respondió, atenta a las reacciones del pequeño ángel.
— ¿De verdad? — le preguntó esperanzado, a lo que ella se culpabilizó de todo lo que pasaría al pronunciar la posibilidad.
— Sí, pero es peligrosa. No es segura, por ello no es muy común o familiar entre los ángeles.
— Dígame, por favor.
— Taehyung ¿por qué quieres salvar a ese chico? — preguntó mientras tomaba las manos contrarias entre las suyas.
El castaño agachó su cabeza antes de responder.
— Porque somos iguales — las emociones azotaron a la diaconisa, quién no pudo alejarse ante tal presión — Él será llevado al descanso eterno, sin derecho a reencarnación ¿Quién elige eso? — levantó su mirada y la chocó con los ojos violetas de la mujer — No pudo vivir en paz, estuvo lleno de dolor y sufrimiento ¿Él quería eso? — negó — No, y aun así, es despreciado por un don que nunca quiso, así como yo. Nunca pedí tener alas y mucho menos, ser hijo de dos razas enemigas. Sin embargo, estoy pagando un castigo injusto.
— Taehyung…
— Quiero darle la oportunidad de elegir.
La diaconisa sonrió con pena y un profundo dolor en su corazón.
— Entonces, te diré cómo hacerlo…
(...)
— ¿Taehyung? — el ángel parpadeó un par de veces y enfocó la colina.
— ¿Sí? — contestó.
— No me has respondido — contestó Jungkook recostándose al árbol — ¿Queda bien con esta sombra? — Taehyung observó su propio retrato, de pie y con las alas extendidas.
— Hermoso — susurró, haciendo sonreír a Jungkook.
— Eso es muy narcisista de su parte, señor ángel — Taehyung se sonrojó.
— No, no, me refería a tu forma de dibujar, es fantástico — sonrió — Dibujas muy lindo, Jungkook-ah.
Jungkook sintió sus mejillas calentarse y mordió el piercing en su labio. “¿Qué me hace este ángel?” pensó avergonzado. Si fuera a su psicólogo, probablemente sí lo internaría en el psiquiátrico, no había duda de ello.
Ambos compartían un sentimiento de calidez con la presencia del otro. Algo no imposible, sino prohibido.
Inocentes en su realidad, Taehyung se percató de la bajeza de luz en la lámpara del alma de Jungkook.
— Jungkook — éste lo miró — debo decirte algo importante.
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