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Cuando Kuroo traspasó el umbral de su propia casa fue consciente de los sucesos recién vividos en el exterior. Se sacó los ridículos zapatos que su mejor amigo le había metido a la fuerza, notando que por el camino debió dejar abandonado alguno de esos extravagantes botones de tacos que condecoraban su locura.

Con los pies descalzos, Kuroo avanzó por el pasillo de su hogar visiblemente vacío, su mente regresando a él una y otra vez la bonita imagen de Akaashi sonrojado. Su corazón latió con fuerza, frenándolo en el acto.

¿Qué demonios se suponía que le estaba pasando? El amarre lo había realizado él con el fin de demostrar la falsedad del ritual, no para enamorarse del chico de ojos bonitos.

Chico. De. Ojos. Bonitos.

En medio de su pánico ante un inminente sentimiento errático, Kuroo termina desatando el pañuelo alrededor de su cuello, buscando un poco de comodidad dentro de su propia piel. Debía volver en sí mismo.

Se apresuró a ingresar a su habitación para cambiarse aquellas incómodas prendas, topándose entonces con su mejor amigo sentado frente a su computadora, los ojos del búho resplandeciendo al verlo de nuevo.

─¿Cómo te fue, conquistador? ─le preguntó con una amplia sonrisa juguetona.

Suspiró, intentando fallidamente calmar su respiración, prefirió comenzar a cambiarse frente al otro chico en lugar de contestarle.

─¡Kuroo! ¿Qué demonios haces? ─la voz conmocionada de Oikawa le sorprendió entonces, haciéndole girar sobre sí mismo para observar su rostro en toda la pantalla del computador.

─Estoy intentando volver a ser yo mismo, este fue un pésimo plan. ─ contesta al fin, ganando algo de alivio al ver al muchacho.

Antes de poder recibir una sola palabra de su parte, el rostro impávido de Ushijima se sumó al cuadro. Kuroo ya no sabía si quería reírse de su amigo y la farsa que mantenía o si prefería hacerse una bolita sobre la cama para evadir la montaña de sentimientos que se le venía encima.

─¿Fue muy malo, bro? ─con genuina preocupación preguntó de nuevo Bokuto, apenas tomándole importancia a la extraña pareja que tenía al lado.

─No fue malo ─decidió ser honesto─, solo me siento extraño. Pero tus rodilleras están en una bolsa al lado de esos estúpidos zapatos de tacos, Akaashi dijo que los lavó por tí.

A Kuroo le pareció extraño que el chico no se emocionara con el conocimiento de que había menos trabajo esperándolo en casa gracias a Akaashi. Por lo general, Bokuto solía llenarse de felicidad al ver que alguien más podía simplificarle la vida.

Restándole importancia a todo lo que ocurría a su alrededor, el muchacho se queda en ropa interior antes de sentarse al lado del búho deprimido, sus afilados ojos felinos clavándose de lleno en la pareja al otro lado de la pantalla.

─Así que, ¿«yo odio a UshiWaka-chan, solo me quiere como armador de su estúpido equipo» se convirtió en «UshiWaka-chan solo me quiere como armador de tiendas de campaña»? ─mientras las palabras iban escapando se su boca, Kuroo no podía más que sentirse orgulloso de aquel comentario, más aún cuando el rostro de Oikawa se tintó de rojo hasta las orejas─. Mira nada más a Oikawa-san, bro, ni siquiera nos dijo que estaba estrenando novio.

─¿Y tú qué cuentas, Kuroo? ─la monótona voz de Ushijima se dejó escuchar entonces, su mirada conteniendo algo de diversión que asustó a Kuroo─. ¿Cuándo pensabas decir que ibas detrás de Akaashi como un depredador?

Cada centímetro de su cuerpo se congeló en ese momento, cayendo en la cuenta de la forma en que su corazón rebotaba alocado dentro de su pecho. Deseó negar aquella pregunta, pero no tenía voz para el momento en que su boca se abrió.

¿En verdad estaba yendo detrás de Akaashi?

Al girar para buscar ayuda de su mejor amigo solo pudo encontrarse con sus entusiastas ojos, los labios estirados en una sonrisa que desbordaba felicidad.

Te está llamando la yegua... ─el sonido que notificaba una llamada entrante en el teléfono de Bokuto alertó a todos en la estancia hasta que el muchacho contestó.

─Kenma ─fue su saludo inicial, canturreando alegremente el nombre del chico.

En un inicio, Kuroo se sintió ofendido de que su mejor amigo de la infancia llamara a Bokuto en lugar de a él mismo, pero una sola inspección a su alrededor despertó una incógnita.

¿Dónde estaba su celular?

Poco sabía que su teléfono se encontraba descansando al lado de un extravagante pin de taco, sobre una acera a varios metros de distancia de su casa, y es que ¿Qué tipo de suerte extraña se encontraba persiguiéndolo últimamente para jugarle tan malas pasadas?

─Bro, Kenma dice que estuvo llamándote, parece que dejaste el teléfono tirado en casa de Akaashi.

¿Podría ver de nuevo a Akaashi sin morir en el intento?

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