—Holly, papá llegó. —Yoongi entró a su apartamento sonriente.

Haberle confesado a su amigo confidente que estaba enamorado de una chica le aliviaba de alguna forma. Yoongi se preocupó al no ver a su mascota en casa, revisó su celular al recibir una llamada: "Tae🐯".

— ¿Hola? —Respondió algo confundido, acababan de hablar hace unas horas.

—Hyung, hola~
llamaba para avisarte
que secuestré a Holly por
unas horas. Yerin quería
conocerla y quise traerla aquí.

—Pudiste habérmelo dicho antes, ¿desde cuando secuestras a mi Holly?

—Te dejo, —la típica risita
sospechosa de él— te llamo cuando
terminen, goodbye~

— ¿Cuando termine qué...?

La llamada se había cortado. Dejé el celular en la mesa, desamarre mi corbata y desabroche el último botón de mi camisa. ¿Cuando termine? Ese Taehyung debe estar ocultando algo.

Me adentré en el baño, una ducha rápida para aclarar mis pensamientos y llenarme de ideas para la nueva línea de ropa para primavera del próximo año. Lil Meow me necesitaba más de lo que creía, dejar los diseños en manos de Annette era una de las peores decisiones que había tomado en mi vida. Los diseños de ancianos hasta me habían dado gracia al verlos.

—Primavera. —Dije en voz alta limpiando el espejo lleno de humedad debido al vapor del agua caliente.

Estaba en blanco. Acomodé la toalla en mi cintura y entre a mi habitación con la intención de pensar un poco en los diseños. Hasta que algo llamó mi atención. Más bien alguien.

—Me hiciste esperar mucho, —Hye Ji sonrió— casi haces que me arrepienta de venir, Min.

— ¿Qué haces aquí?

—Vine a marcar lo que es mío antes de que me arrepienta.

Hye Ji se acercó a Yoongi, bajó su bata de baño luciendo un babydoll de garita, después de todo, las ideas de Yerin no eran del todo patéticas. La lentitud con la que acariciaba la mejilla del pelinegro hacia que este se desesperara.

En un movimiento Hye Ji ya estaba sobre Yoongi en la cama. Sus labios se movían al compás haciendo que cada uno disfrutara del sabor de estos. Las manos de Yoongi fueron a parar a la cabecera de la cama, y en pocos segundos ya estaban atadas con una tela carmesí. La imagen de tener a Yoongi amarrado frente a ella la alentaba a seguir con lo que ansiaba.

—Mierda. —Yoongi entendió el motivo de la sonrisa de Hye Ji.

La morena repartía cálidos besos por el cuello de Yoongi, sus marcas ya se habían empezado a notar y la erección de Yoongi comenzaba a doler. Hye Ji se removió de su cuello para encargarse de aquel miembro que tanto le encantaba. La toalla que cubría al mayor terminó en el piso.

Hye Ji pasó su índice por el glande de aquel miembro, Yoongi se limitó a suspirar, no quería hacerle saber a su chica que a veces necesitaba un poco de masoquismo en su vida.

Las manos de Hye Ji se movían de manera ágil sobre el miembro, tanto que los gemidos del mayor llenaban la habitación, y estos empeoraron al sentir como lo introducía en su boca. Lamía su glande con una sonrisa en sus labios, aquello le estaba gustando, y esperaba que no fuera la última vez que lo haría.

— ¿Te gusta, Min? —Hye Ji apartó el miembro de su boca para seguir masturbándolo con sus manos.

El mayor ni siquiera podía responder, las fabulosas manos de su novia eran las culpables. Las muñecas de Yoongi fueron desatadas con gentileza.

—Ahora quiero que me jodas el ano tanto como me encanta. —Las palabras sucias de Hye Ji hicieron que un switch en Yoongi se encendiera.

—Olvídate de caminar, Do. —Yoongi sonrió posicionándose sobre la morena.

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