🥛Única parte🥛
El silencio reinaba en la gran mansión, podía oírse desde la planta baja cómo algunos miembros de la banda roncaban. No era comun aquella tranquilidad, a penas el reloj daba las dos de la madrugada y por lo general, Jungkook y Seokjin eran los últimos en acostarse. Sin embargo, estaban exhaustos: ese día habían tenido que asistir a un programa de variedades en donde participaron de diversos juegos.
Los chicos bromeaban con que ya no estaban para aquellos trotes. Una clara mentira, pues se mantenían en buena forma en el gimnasio; pero, de todos modos, estaban rendidos.
Por desgracia, ese no era el caso de ciertos dos miembros. Ninguno de los dos había logrado cerrar los ojos, atormentados por ciertas situaciones en el programa al que habían asistido.
El reloj marcó las dos treinta en punto, y allí fue recién cuando YoonGi tomó la decisión de levantar su cuerpo, cubierto por un pijama negro de seda, de la cama, con intención de ir a la cocina a buscar un vaso de leche fría y ver si así el sueño llegaba a él por fin. Caminó por la habitación siendo lo más silencioso posible, Seokjin era sensible al más mínimo ruido y si interrumpía su sueño, se llevaría un sermón.
De hecho, todos querrían matarlo luego si hacía algún tipo de ruido que los despertara.
YoonGi usó la luz de la linterna de su propio celular para ver mejor el camino por dónde debía ir. No quería terminar como HoSeok alguna vez, que por confiar en sus instintos, terminó cayéndo por las escaleras y debió tomarse un par de días de descanso.
Con cuidado bajó las escaleras, cruzó el living y se dirigió finalmente a la cocina: olía deliciosamente a pino, debido a que todas las noches después de cenar, Seokjin o Taehyung se encargaban de dejar impecables todos los pisos de la casa. Apagó la linterna sacudiendo su celular, ya que la claridad que ingresaba por una pequeña ventana frente al fregadero era la suficiente para ver con claridad.
—¿YoonGi hyung?
La voz dulce de uno de sus seis compañeros tomó por sorpresa a YoonGi, haciéndole dar un pequeño salto en su lugar. No era una persona asustadiza, todo lo contrario, pero no se esperaba encontrarlo ahí. A ninguno de sus compañeros, pero por sobretodo a él.
YoonGi deseaba haberse quedado dando vueltas en la comodidad de su cama. ¿Por qué el universo conspiraba siempre en su contra?.
Jimin soltó una risa que mostraba diversión, la cara del mayor era un poema. No un poema feliz, sino más bien, uno serio. Él comprendía su molestia, pero creía que era demasiado estúpida.
—¿También tu no puedes dormir?—el mayor pregunto, caminando con rapidez y torpeza hasta la heladera, abriéndola y buscando con un poco de desesperación la vendita leche.
Tuvo que agacharse para tomar la caja con sus manos, claramente no estaba donde la ultima vez la había dejado. Solo el consumía leche natural, pero, el cambio de lugar se debía a Jungkook: el pequeño maknae era un aficionado en mover las cosas de su sitio.
—¡Qué linda vista!—comentó, suspirando después.
No era la primera vez que Jimin le decía algo de ese estilo, tan descarado, por lo que no se sorprendió. YoonGi conocía de sobra como se comportaba su dongsaen luego de un par de tragos. Oh, si, porque aquella botella que el peli-castaño tenía entre manos cualquiera se daría cuenta de que no era jugo de naranja precisamente.
YoonGi se puso de pie, y no esperó a verter el contenido del cartón en un vaso para empezar a beber. Por alguna razón, además de molesto, se sentía demasiado nervioso.
Jimin esbozó una sonrisa de lado.
—Está nervioso el gatito—soltó con una risa de por medio, haciendo temblar al mas grande cuando comenzó a caminar en su dirección—, ¿por qué será?
YoonGi no dijo nada, pero negó con la cabeza. Se miraron a los ojos, y el mayor no comprendía por qué diablos se sentía tan pequeño e indefenso bajo la mirada atenta de esos lindos ojos claros.
—Ji-Jimin, estás borracho. Ve a dormir ¿si? Yo... haré l-lo mismo, que ya me ha dado sueño—huir era en lo único que podía pensar. Necesitaba huir.
Huir de Jimin y hasta de si mismo.
De su compañero deseaba huir porque su sola presencia alteraba cada sentido de su sistema. Jimin lo sabía y se aprovechaba de eso. Lo más grave aun, era que la razón por la que quería huir de su "propio yo", era porque no aceptaba que le gustara él. Justa y precisamente él.
Con frecuencia se cuestionaba cosas como, ¿por qué no podía gustarle un hombre que no tuviera relación con la banda?. O mejor aún, ¿por qué Jimin y no una chica?. ¿Por qué él y siempre él, era dueño de sus pensamientos aunque tratara de evitarlo?.
Intentó pasar, pero se lo impidió un fuerte brazo. Le miró con súplica, pidiéndole solo con la vista que por favor le dejara ir. No quería continuar viéndolo, no podía, porque sentía que sus piernas eran gelatina si la cercanía era mucha. Eso no pasaba con nadie más, nunca le había sucedido con ningún hombre ni mujer que había invadido su espacio personal, y odiaba saber aquello.
Con él, todo, todo era tan distinto. Se habían vuelto cercanos con rapidez desde la primera vez que se conocieron en las prácticas, aunque YoonGi era bastante callado, Jimin se encargaba de hacer que su día fuera divertido. Cuando debutaron como Bangtan Sonyeondan, el vínculo entre ellos ya era fuerte: no eran mejores amigos, pero tenían una conexión especial. Poco a poco, YoonGi descubrió que aquello que el llamaba cariño por su compañero, era un amor que iba más allá de la amistad.
Retrocedió entonces, varios pasos. La caja de leche ya no se encontraba en sus manos, y no era consciente del momento en que la había abandonado en algún sitio de la cocina, antes de su intento de escape perfecto.
Jimin sonreía, avanzando los pasos que él había retrocedido, con ese aire de satisfacción que le producía ver a YoonGi tan a su merced. El peli-negro o tenía escapatoria, puesto que hacia la derecha estaba el horno, detrás de si la nevera y a la izquierda solo había pared.
Era su fin.
—¿Me ignoraste desde que regresamos del programa, porque me dijeron que debía coquetearle a una de las presentadoras?
—¿Qué? Deja de inventarte cosas, Jimin. N-no te estaba ignorando.
Pero eso no era ningún invento. Sus celos no habían tardado en aparecer cuando la presentadora del programa comenzó a insinuarse notoriamente con Jimin, él le había seguido el juego, haciéndole sentir muy ignorado por el resto de los juegos, a pesar de que les tocaba ser equipo. YoonGi sentía que la atención de su compañero estaba en aquella muchacha, aunque no lo culpaba del todo: ella era muy linda.
Luego del evento, simplemente prefirió quedarse cerca de Taehyung y Namjoon para quitarse el maquillaje y jugar en la habitación que ellos compartían.
—Te conozco desde hace varioa años, y sé que no admitirás que sentiste celos. Quiero que sepas que no tenía más opción que fingir una sonrisa, Bang PD hyung nos consiguió un lugar allí con la condición de que yo fuera "amable" con la conductora.
YoonGi lo observó en silencio por algunos segundos. No era la primera vez que Bang PD les pedía algo como eso, y debían aceptar sin poder objetar mucho, pero le molestaba el hecho de que otra vez, el hombre había pasado por alto la conversación que antes habían tenido. Los mayores de la banda solicitaron que, en el caso de ser necesario un tipo de "favor especial y obligatorio", no usaran a los más pequeños de la banda. Jungkook tenía a penas quince años, Taehyung y Jimin diecisiete. Si había algo que hacer, había cuatro mayores que se podían encargar.
—Le diré a Namjoon, ésto no... Sabes que no me gusta.
El menor asintió. Para él tampoco era gracioso, odiaba las miradas que recibía por ciertas personas mayores en los programas a los que iban. Estaba agradecido de que tenía cuatro amigos que siempre los cuidaban.
—Volviendo a lo nuestro—batió suavemente sus pestañas—, ¿ya vas a decirme?
YoonGi recobró su nerviosismo, como si nunca se hubiera ido de su cuerpo.
—N-no hay nada que decir, ya basta.
—Yoonie, Yoonie... Llevas años, y va para una década, con el bicho dentro, dando vueltas y más vueltas—estaba muy cerca, demasiado. Min no decía palabra alguna, estaba en un leve estado de shok, como ido con su mirada perdida en esos ojos claros—. Y ya va siendo hora de que lo saques.
El toque de sus suaves manos en su mejilla y su dedo pulgar rosando sus finos labios, le hizo poner los pies en la tierra nuevamente y temblar por completo.
—N-no comprendo a lo que te refieres.
Oh, claro que si lo hacía, a la perfección. Pero YoonGi no lo aceptaba. No podía gustarle su amigo y compañero.
¿Cómo les diría a los demás que había roto una de las reglas que tenían como grupo?, ¿cómo reaccionarían los mánagers?, ¿el CEO?, ¿y el fandom?. ¿Los medios de comunicación?, ¿sus padres?.
Era lo que más le causaba terror.
Sentía la respiración de Jimin en su cuello, colocando sutilmente una de sus piernas en medio de las propias. YoonGi juraba que en cualquier se desmayaria si permanecía mas tiempo ahí.
—Te gusto—susurro en su oído, YoonGi cerró los ojos—, te gusto desde que éramos trainees.
—Cállate—fué lo único que llegó a pronunciar, justo antes de romper a llorar mientras golpeaba sin fuerza el hombro de Jimin—. ¡T-te odio, te odio y te odio!.
Que Jimin dijera aquello lo hacía sentir un completo idiota, ¿cómo era posible que hasta él sabía de sus sentimientos y eso no le molestaba?.
—Yoon, si lo que sientes es miedo, déjame decirte que juntos lograremos salir adelante—susurró, apretando el cuerpo del mayor para que dejara de golpearlo: no dolía en absoluto, pero con aquella reacción solo se dañaba a sí mismo.
Ambos guardaron silencio hasta que YoonGi se calmó: Jimin se limitó a arrullarle entre sus brazos, acariciando su espalda y cabello tiernamente. Después de varios minutos se separaron un poco, pero sin romper el abrazo. Las lagrimas habían dejado de caer, y con sus dedos pulgares Jimin limpió los surcos que quedaron el sus blancas mejillas.
Jimin sonrió, sus ojos volviéndose dos medias lunas, y YoonGi comprendió que el chico solo sonreía así cuando él estaba presente, desde siempre. ¿Por qué nunca había sido capaz de notarlo?.
Quizá por pasarse día y noche odiandose a sí mismo por enamorarse de él.
—Te odio—volvió a decir, como si no hubiera alcanzado con las veces anteriores. Sin embargo, una sonrisa amenazaba con asomarse en sus labios.
—¡Ay, Yoonie!—suspiró—, sé que me amas, bonito.
Al mayor siempre le había gustado, por alguna extraña razón, cuando Jimin hablaba de esa forma, creyéndose el rey del mundo. Aunque, claro, era el rey del suyo.
YoonGi lo observó fijamente, perdiéndose nuevamente en su mirada hipnótica.
» —¿Quieres que te cuente un secreto que he guardado por mucho tiempo?—preguntó susurrante.
El peli-negro asintió con la cabeza observando como Jimin sonreía; de un momento a otro se acercó a su oído, haciendo a su corazón latir desenfrenadamente.
» ─Me gustas, Min Yoonie.
YoonGi le sonrió, sonrojandose con violencia sin poder evitarlo. Y con todo el valor lo tomó del rostro con las manos para guiarlo hasta una posición donde sus labios fueran accesibles, y así, poder besarlo con dulzura.
Luego se ocuparían de cualquier problema que pudiera presentarse, primero disfrutarían el momento.
Re-subiendo porque antes no me gustaba jijiji 😔💛
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