Capítulo Veinticinco
Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.
"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena
En la vida de ambos niños, las cosas iban relativamente bien. Gracias a las personas a su alrededor, principalmente Hanabi, Kakashi y ahora su padre, se habían logrado adaptar mucho mejor a Konoha y sus habitantes. Parecían más felices y relajados, como si la aldea hubiera sido su lugar y hubieran vivido allí desde siempre. Incluso Hiashi, luego de una larga conversación con Hinata donde ésta le había amenazado sobre la seguridad de ambos niños, pudo acercarse de a poco e integrarse en la vida de ambos, quienes lo recibieron con brazos abiertos.
Para Boruto y Himawari, mientras más personas tuvieran para amar y que pudieran amarlos, mejor. De repente pasaron de sólo contar con su madre y los Nakamura, a tener padre, más abuelos, tíos y todo un clan a sus espaldas y que conformaban su gran familia. Incluso Kiba, Shino, Kurenai y los demás miembros allegados a su madre se habían ganado su cariño.
En la aldea los rumores sobre ambos también iban en aumento, ya que ambos gemelos habían iniciado su educación en la academia, y al figurar como Uzumakis, las noticias volaron rápidamente por aquí y por allá. Todo tipo de habladurías eran dichas a baja voz, desde cómo el Hokage era un desvergonzado, a la lástima que sentían todos por la pobre Haruno; aunque no muchos se atrevían a decirlo abiertamente, después de todo se trataban de los hijos del Hokage, mismos que no tenían la menor idea de lo que se decía sobre ellos.
— ¿Estás seguro que no te ha escrito mi Okaa-san? — terminando de acomodar su pelo, se giró hacia el peligris, quien veía a ambos con desgana.
— No, te lo he dicho ya varia veces — bufó hastiado — Así que deja de preguntar —
— E-Es que yo... estoy preocupado, dattebasa —
El mayor lo entendía, después de todo él estaría igual. Hace unos días una carta de la familia Nakamura había llegado, informando sobre la condición de Tsuyoi la cual había empeorado preocupando a Shinrai y al pequeño Naku. Por lo tanto, Hinata acompañada de algunos Hyūgas había salido disparada a su rescate inmediatamente, dejando los niños a su cargo y prometiendo volver tan pronto como pudiera.
— Sólo se paciente niño y deja de preocuparte tanto — le tendió a la peliazul jugo de naranja — Mejor trata de relajarte y pensar en la cita de hoy. Saldrán con Naruto, ¿cierto? — cabizbajo el joven asintió, a lo que revolvió su pelo — Pues ya está, disfruta con tu padre y luego piensas en lo demás —
— Vale... lo entiendo — refunfuñó por lo bajo, ordenando el peinado que antes había arruinado.
— Entonces... me iré ahora —
— Sayōnara — dijeron al unísono, calentando su corazón con la usual despedida.
Salió de casa no sin antes asegurarse de que ambos niños fueran vigilados por Pakkun, al menos hasta que Naruto hiciera acto de presencia y viniera por ellos. Tenía que encontrarse con su viejo y malhumorado discípulo, quien tenía muchas cosas que contar luego de su largo viaje.
●●●●
Estaba agotado, llevaba varias semanas inmerso en el trabajo que parecía no tener fin, todo con tal de poder librar unos días y dedicarlos a sus hijos. El esfuerzo había valido la pena, acababa de terminar la mayoría del papeleo, tendría el lujo de salir temprano. Así que se puso sobre sus pies con claras intenciones de abandonar la oficina en ese momento, pero una voz tras él lo detuvo.
— ¿A dónde crees que vas? —
— ¿Shikamaru? — le miró, confundido por la enorme pila de papeles que traía consigo.
— Tenemos cosas que hacer —
Diplomacia, estaba sencillamente harto de todo eso. El trabajo, por más que se esforzara no parecía disminuir, y él tenía una importante cita que atender.
— ¿No podemos retrasarlo? — su advisor negó — ¿Ni siquiera un poco? —
— Esto es urgente — respondió con simpleza, obligándole a volver a su asiento resignado.
A sus ojos, parecía que el Nara disfrutaba de su sufrimiento, sino no podría explicarse la mirada de satisfacción en sus ojos cada vez que el escritorio del Séptimo estaba abarrotado de interminables documentos por revisar.
"Creo que aún queda tiempo" pensó para sí mismo, suspirando pesadamente y volviendo a tomar su lugar en la silla.
No habían pasado quince minutos cuando un nuevo toque se oyó del otro lado de la puerta, anunciado una visita. Con un escueto - Adelante - pero sin despegar la vista de los papeles que revisaba, dio permiso para pasar.
— Aquí — una voz que lo hizo fruncir el ceño llegó hasta sus oídos — Firma esto —
— ¿Teme? — no esperaba verlo, pues no le había avisado que volvería de su misión — ¿Cuando volviste? ¿Y qué demonios es esto? —
— No te interesa — como siempre, el pelinegro odiaba que se entrometieran en sus asuntos — Y lo demás, sólo firmalo —
— Si, bueno... no lo haré hasta que me expliques — agitó el sobre en su mano, inquisitivo — Y como puedes ver, tenemos cosas más urgentes que hacer — sólo ahí Sasuke fue consciente que en la habitación también se encontraba Shikamaru, observando todo en silencio.
— Pienso casarme, así que firma ya —
— ¿Ehh? ¿Casarte? — apenas y pudo procesar toda la información — ¿Con quien? —
"No me digas que es quien creo que es, dattebayo"
— No es tu asunto... —
— ¡Naruto! — la puerta fue abierta estrepitosamente, interrumpiendo el flujo de la conversación que ambos mantenían — Oh, disculpen. ¿Interrumpo algo? —
— S-Sakura-chan —
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Le tomó casi todo el día, pero pudo resolver eficientemente el asunto con el más problemático de sus tres estudiantes. Y es que Sasuke lo había citado para pedir su consejo, algo raro en él si era completamente sincero consigo mismo, pues al Uchiha no podría importarle menos la opinión de los demás cuando se trataba de hacer lo que le diera la gana.
Aquello sólo le hizo suponer que su asunto era serio, y vaya que lo era. Parecía que tenía su camino ya trazado y la decisión completamente clara, pero aún así charló con él y compartió su preocupación, haciendo que tuviera un deje de orgullo por él a pesar de que lo había dejado esperando por mucho tiempo, tanto que terminó por volver a casa caída la tarde, mientras los rastros del alba desaparecían en el cielo.
"Ahh~, tal parece que no debo preocuparme más" con ambas manos detrás de su cabeza caminaba con tranquilidad "Mis alumnos han madurado... o bueno, la mayoría"
Sasuke parecía querer sentar cabeza y decirle adiós a su soledad y Naruto... El tonto de Naruto era un Hokage que lo hacía sentir orgulloso, además de que verlo en su faceta de padre y la felicidad que irradiaba con los niños era asombroso, le daba paz saber que por fin podrían ser plenamente felices.
"Sólo espero que las cosas no se compliquen demasiado" y se refería a la llegada de cierta pelirosa que encontraría demasiados cambios para variar.
En eso pensaba cuando vio a lo lejos dos figuras acercándose cabizbajas, quienes parecían discutir por algo en su camino. Al principio no iba a prestar demasiada atención, hasta que reconoció la cabellera rubia que se dirigía en su dirección.
— No es justo — sollozaba la menor, con molestia.
— Anda ya, dattebasa — trataba de consolarla sin éxito — Quizá se presentó algo, o tal vez... —
— Aún así, ¿no podía avisar? —
Ambos parecían desanimados, como si estuvieran decepcionados por algo que aún no lograba deducir, actitud que distaba mucho del entusiasmo que tenían en la mañana.
— Ustedes dos, ¿pasó algo? —
— Oh, viejo. Estás de vuelta — se unió a ambos en su caminata, e inmediatamente Himawari corrió a sus brazos.
— ¿Y bien? — retomó su pregunta mientras acomodaba a la peliazul sobre su hombro y se acercaban a casa.
— Otō-san nos dejó plantados — Kakashi inmediatamente volcó su vista hacia la niña, quien desvió su triste mirada — Prometió que lo veríamos, pero las horas pasaron y no apareció —
— Quizá tuvo un problema — agregó por lo bajo, recordando la llegada de Sakura a la aldea.
— Aún así... se supone que no rompe sus promesas, ¿no podía siquiera enviar un clon y disculparse? — el rubio pateó una piedra, tratando de disimular su indignación.
Kakashi por su parte no encontraba qué decir, no había excusa que pudiera poner para disculpar el comportamiento de Naruto, y ni siquiera debería en primer lugar. Lo mínimo que debió haber hecho fue recoger a ambos niños y dejarlos con Hanabi en caso de que algún problema se hubiera presentado.
— Aún así, Hima está más triste. Había preparado un regalo y quería entrenar con él —
Casi no habían pasado tiempo juntos las últimas semanas, así que el reencuentro de hoy era importante para ambos niños. Querían comentar sus logros como futuros ninja a su padre, que era uno de los más importantes en las cinco grandes naciones. Lo esperaron parte de la mañana y la tarde, pero no había dado señales de vida. Así que el peliblanco comprendía su malestar.
"Cierto" una idea llegó a su mente, seguro ninguno de los dos había probado bocado en el día más allá de su desayuno en la mañana.
— ¿Tienen hambre? — el cambio abrupto de tema hizo que Boruto detuviera sus pasos y lo mirara confundido — Conozco un buen sitio de carne, si quieren podemos ir. ¿Qué dicen? —
Si bien la pregunta fue para ambos, su vista estaba centrada en Hima, quien rodeaba su cuello con ambas manos y escondía su rostro lloroso en el arco de su clavícula. El Hatake pasó sus dedos ligeramente por la cabeza de la menor, instándole a emitir una respuesta. Pero ésta sólo le brindó un leve asentimiento, antes de volver a bajar la mirada.
— Bien, entonces vamos ¡dattebasa! —
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Nos vemos en la próxima (✿◠‿◠)
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