Capítulo Cinco
Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.
"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena
Lo acorralaron en uno de los callejones cerca de Ichiraku. Naruto iba a paso acelerado, totalmente perdido en sus pensamientos, pues en vez de estar con los demás ofreciéndose para buscar a la ojiperla, huía cobardemente de sus problemas. No quería que se supiera lo sucedido entre ellos dos, no sería bueno para su futuro matrimonio, a pesar de que estaba preocupado por Hinata.
— Detente ahí, Naruto —
Sudor frío recorrió su nuca al momento de escuchar esa voz, creía que se habían ido a descansar cuando los chicos se lo sugirieron, al menos eso fue lo último que escuchó antes de irse del lugar.
— Eh... Kiba — río nerviosamente — ¿Qué hacen por aquí, 'ttebayo? —
— Déjate de tonterías Naruto — reprendió Shino — Dinos qué sabes sobre la desaparición de Hinata — Naruto se quedó en blanco, sin saber qué responder.
— No tenemos todo el día Naruto, así que habla ya —
— N-No sé de qué me hablan —
— ¿Entonces podrías explicarme por qué padre te mencionó en la reunión de hoy Uzumaki? — la voz de Hanabi hizo eco en los oídos de aquellos tres Shinobis, de los cuales dos querían arrancar la cabeza del rubio en cuestión.
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El despertar fue casi tan malo como el día anterior, el ruido alrededor era molesto, así que no pudo descansar todo lo que deseó. Sin poder tomar un baño adecuado, salió con la esperanza de conseguir lo que necesitaba. Sólo llevaba el dinero necesario, su capa y ambas bandas ninjas, lo demás lo había dejado en su cuarto el cual debía entregar antes del mediodía.
Después de visitar cada local, dió con uno que tenía lo que necesitaba. Sin hacer preguntas, la chica cobró por su orden y ella procedió a darle las gracias. Estaba conmocionada por lo diferente que sería su vida a partir de ahora, no tendría en quién apoyarse cuando las cosas fueran mal, ni con quien compartir sus alegrías. Eso la ponía triste, pero no se podía permitir sentir debilidad, no ahora que alguien crecía en su interior.
Con ganas de tener al menos un desayuno decente, decidió volver a su habitación. Entrar en la posada le provocaba náuseas, hombres con malas pintas recorrían su cuerpo con miradas repulsivas, no se sentía para nada segura en ese lugar. Con pasos rápidos, tomó dirección a su habitación, la cual tenía la puerta abierta.
"Recuerdo haberla cerrado" se dijo a sí misma.
Con miedo de que alguien haya invadido su privacidad, entró a la habitación, guardando bajo su capa su Kunai. Lo que encontró la desencajó, todo lo que tenía estaba volcado en el piso, la habitación era un completo desastre. Se aproximó con celeridad, revisó su mochila y se dio cuenta que el poco dinero que le quedaba no estaba, así como otras pocas cosas de valor. Tomó toda su ropa del suelo, junto a varios pergaminos y fue a recepción, tal vez podrían hacer algo por ella.
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— Entonces... ¿podrían explicarme por qué está así? — los responsables de tal agravio se miraron entre sí.
Kakashi había sido llamado al hospital, debido a que su estudiante había sufrido algunas heridas. Tsunade estaba preocupada, pues suponía que los tres chicos frente a ella tenían algo que ver con el estado de Naruto, y eso sólo auguraba problemas. El Hatake sospechaba lo que ocurría, pero no quería adelantarse a los hechos.
— Él sabe que ocurrió para que Hinata abandonara la aldea — dijo Shino muy seguro de sus palabras.
— ¿Hinata dejó la aldea? — preguntó la Quinta sorprendida.
— ¿Es eso cierto, Naruto? — volviendo su vista a la rubia respondió — Sí Tsunade-sama, Hyūga Hinata abandonó la aldea unos días atrás. No habíamos dicho nada dado que el líder del clan Hyūga quería que toda la situación se mantuviera en secreto, pero por lo visto ya no lo es tanto —
Todos los ojos se posaron en el Uzumaki, quien tenía la mayor parte del cuerpo con vendas y pomadas. Sus puntos de chakra estaban bloqueados, haciendo difícil su rápida recuperación habitual. Él estaba sumamente nervioso y adolorido, no podía decir las razones por las cuales creía que Hinata había abandonado su hogar, así que respondió lo único que su cabeza inventó en el momento.
— Etto... Hinata-chan me visitó para contarme de sus sentimientos por mí— los puños de Hanabi se cerraron por inercia, después de todo era culpa de ese idiota — Le dejé en claro lo que iba a suceder con Sakura-chan, no podía decirle lo que quería escuchar pero fui sincero respecto a mis sentimientos —
— Es tu culpa —
— Hanabi, no creo que... — trató de mediar Tsunade.
— Que mi Onee-sama ya no esté, es tu culpa — las lágrimas se agolparon en sus ojos — Y si algo le pasa, te juro por mi vida que me las pagarás —
Vieron cómo la chica se iba, azotando la puerta con fuerza en el proceso. Kakashi soltó un suspiro, este tipo de problemas serían un impedimento para Naruto en un futuro.
— Tiene razón —
— ¿Shino? — se sorprendieron de que no fuera Kiba quien soltara esas palabras.
— La chica tiene razón, si algo le sucede a Hinata será tu culpa — miró al rubio directamente a los ojos — Y tendrás que vivir con eso —
Ambos jóvenes abandonaron la sala con semblante derrotado, el Hokage soltó un suspiro de cansancio, mientras la puerta volvía a abrirse dejando ver a una preocupada pelirosa.
— Iré a hablar con ellos, mantengan todo entre nosotros. No le digan a nadie más — sin más salió del lugar, para ir detrás de aquellos tres.
— Naruto, ¿estás bien? — corrió hacia la camilla, ignorando a los adultos presentes.
— Hai Sakura-chan. Esto sólo fue un pequeño accidente, dattebayo — trató de reír.
— ¡Baka! — encima de sus golpes, le dio un coscorrón en la cabeza — Debes tener cuidado —
Tsunade los veía con ojos de decepción, sospechaba que había algo más que Naruto no les estaba diciendo, y le preocupaba la reacción de Sakura al saber sobre la situación. Era algo muy delicado y complejo, que esperaba no afectara de manera negativa en la vida de sus estudiantes. Saliendo de sus pensamientos, decidió abandonar el cuarto para darles más privacidad.
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No había conseguido nada respecto a la solución de su problema, según la chica del mostrador ellos no eran responsables de los incidentes que ocurrían en el lugar. Así que no quedó más opción que irse a otro lado, pero sin dinero no podría pagar ninguna otra posada, por eso llevaba alrededor de una semana viviendo en un hogar improvisado en algún lugar del bosque. No estaba lejos de la aldea, al contrario, quedaba lo suficientemente cerca para ir a trabajar diariamente a la construcción.
Porque sí, Hinata había descifrado la forma de trabajar allí sin ser rechazada. Utilizando el jutsu de transformación, se convirtió en un apuesto joven con la complexión necesaria para ser admitido. Esperaba que con unas pocas semanas pudiera ahorrar lo suficiente para alquilar un piso y buscar otro trabajo, pues con los avances del embarazo ya no podría utilizar chakra tan fluidamente. La falta de fuerza física la compensaba con chakra por igual, pero a largo plazo podría afectarla, a ella y al bebé.
Volvió de trabajar hacia su hogar improvisado, en pocos días pudo comprar una bolsa de dormir y una carpa sencilla, traía algunos víveres, pan y algo de queso que le debía durar para el final de la semana. Pero su camino se vio interrumpido por un niño, que lloraba llamando a su madre, parecía que estaba perdido.
— Ohayō — se puso a la altura del pequeño, quien la veía con desconfianza — Soy Hinata, ¿tú cómo te llamas? —
— Naku — hipaba y restregaba sus ojos sin parar. A Hinata le pareció curioso su nombre, pues le quedaba perfecto.
"¿Qué nombre debería ponerle a mi bebé?" se preguntó mirando al pequeño con dulzura.
— Bien Naku, ¿qué te sucede? —
— Estoy perdido — los pucheros del pequeño castaño la conmovieron — Estaba con mi Okaa-san, y luego me perdí —
— Vamos, trataremos de encontrarla — tomó su mano y caminaron, cuando no muy lejos divisaron una mujer acompañada de un señor un tanto alto.
— Ahí está, esa es mi Okaa-san — el niño, que había parado de llorar, agitó su mano mientras gritaba a viva voz — ¡Okaa-san! ¡Okaa-san!, por aquí — la mujer corrió hasta ellos de forma desesperada, mientras Hinata le indicaba al pequeño que podía soltarla.
— ¡Naku! — exclamó la castaña mientras abrazaba a su hijo — Me tenías preocupada cielo, ¿estás bien? —
— Hai Okaa-san — se giró hacia la peliazul — Esa señorita me trajo hasta aquí —
El señor llegó hasta ellos y repitió las mismas acciones que la madre, en ese momento Hinata comprendió que debía ser el padre del niño. Por su parte, los tres se acercaron hasta a ella, midiéndola con la mirada pues desconfiaban de alguien que no habían visto por la zona.
— Arigatō... — empezó a decir aquella.
— Hinata, la señorita se llama Hinata, Okaa-san — respondió el pequeño de profundos ojos negros, quien aún estaba en brazos de su padre.
— Arigatō Hinata — ambos dieron una reverencia en agradecimiento — Soy Shinrai, y él es mi esposo, Tsuyoi —
— Un placer conocerlos — asintió cohibida por las miradas de esos dos, que se concentraban en su casi imperceptible tripa — Creo que debo irme — y sin más dio media vuelta con la intención de cumplir su palabra.
Shinrai la miró unos segundos, se había dado cuenta de que esa joven estaba embarazada, y según su hijo se la encontró en dirección al bosque. Miró a su esposo, pidiendo permiso para tomar su siguiente decisión.
— Te gustaría cenar con nosotros — dijo haciendo que detuviera sus pasos — Como agradecimiento por cuidar de nuestro pequeño —
— N-No fue nada señora... — trató de decir apenada, mientras agitaba sus manos.
— Insistimos Hinata, acompáñanos esta noche — la profunda voz del pelinegro terminó por hacerla aceptar, más por compromiso que por gusto.
— D-De acuerdo —
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Maratón 1/?
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