9. Escudo
Capítulo 9
Pasaron un par de semanas, hasta que el esperado día de ansiedad de Tony llegó, y no hablaba de la llegada de Loki, para eso aún faltaban muchos meses.
–Señor Stark, ya encontramos al capitán América, y tenemos su escudo. Lo tenemos en la base.
Fue la llamada más corta que ha tenido, pero tampoco podrían hablar de mucho, porque los detalles del Tesseracto y el futuro lo discutían en persona para mayor seguridad.
El escudo era más liviano de lo que recordaba, hasta que se dio cuenta de que estaba comparando el peso con la versión mejorada que él mismo había creado.
El que tenía entre manos sólo tenía una correa, el que recordaba tenía un imán especial para atraerlo a muchos metros de distancia.
–¿Todo bien?
–Si, claro —respondió Tony hacia Coulson, ya que él fue quien le entregó el escudo—. Vamos a ver al soldado.
Como su comportamiento había mejorado considerablemente, hicieron de su celda algo menos invasivo a su libertad, aunque estaba siendo vigilado en todo momento.
Tony entró junto a Coulson y otro agente con el sedante por si se ponía violento.
El soldado no respondía nada a lo que decían hasta que Tony sacó de detrás de su espalda el escudo.
–¿Sabes quién lo usaba?
–Steve... —susurró con incredulidad—. Steve... El capitán América... Steve Rogers.
–Exacto.
–¿Está... E-El está vivo? —preguntó con ojos de Esperanza y desesperación hacia los tres hombres. Tony se apiadó y suavizó su mirada.
–Sí, está vivo, está sólo inconsciente.
–¿Quién... Eres tú? —preguntó con cuidado, notando la clara familiarización de sus facciones.
–Anthony Stark. Fui quien encontró la base en donde te capturaron —James le había sonreído suavemente, pero luego su mirada cambió a una de terror.
–S-Stark... M-Maria y Howard... Yo..
E-Ellos... Lo lamento.
Tony estudió su rostro largamente, era de la verdadera culpa y arrepentimiento.
«¿Enserio le crees?
Suspiró pesadamente.
–No te preocupes por eso, no fue... No fue tú culpa —el soldado lo miró—. Debió ser jodido —intentó bromear.
–Gracias.
Esa maldita mirada y la pequeña sonrisa de alivio lo hizo sentir a él culpa por intentar atacarlo esa vez en Siberia.
Le sonrió una última vez antes de salir junto a los dos hombres.
–Salió mejor de lo esperado —dijo el castaño. Coulson asintió.
–Le mantendremos informado sobre su avance. Cuide el escudo.
–Lo haré.
Al llegar a su casa, tomó el escudo entre sus manos, y lo miró largamente ante la observación atenta y burlesca de la Muerte a su lado.
–Ya lo tienes, ¿qué es lo que harás? —preguntó su compañera apoyando su cuerpo en la espalda del castaño.
Tony sonrió, para acto seguido lanzarlo al sótano junto la demás basura que tenía acumulada de inventos fallidos o prototipos disfuncionales.
—·•·—
Dejaron el Tesseracto en una zona más apartada que la base donde se encontraba anteriormente, ante la observación del equipo de Jane.
Y Tony, en todos esos meses en los que estuvo esperando a que el calendario cambiara de 2011 a 2012, estuvo mejorando su traje para poder detener a Loki antes de que escapara. Claro, sin olvidar a su familia.
Solía salir con Pepper o la invitaba a su casa los fin de semana y la iba a visitar a su trabajo en los días de semana.
Hablaba con Yinsen de cosas triviales mas que de experimentos o trabajo. Conversaciones de amigos, tanto que Tony se enteró que hay una mujer de la edad del anciano que le coqueteaba en el trabajo.
Y con Rhodey seguía saliendo con él de vez en cuando a tomarse una cerveza y conversar. Tony alardeaba que él ya tenía una pareja estable y que él ahora era una lata patriótica.
Tuvo que dar la idea de controlar a los futuros super héroes. Sabía de que los acuerdos sucedieron porque no estaban acostumbrados, así si es que se daba la ocasión donde necesariamente tendrían que trabajar en equipo, no tendría el peligro de una nueva disputa que estaba muy seguro que no podría soportarlo, no emocionalmente.
Cuando la fecha de la llegada de Loki estaba muy próxima, decidió quedarse allí a vivir temporalmente junto a algunos agentes más comprometidos con S. H. I. E. L. D. Al igual de que Jane y Selvig estaban fascinados con la tecnología y la investigación, mientras que Darcy estaba aprovechando la comida y de bromear con Tony, que al parecer era el único que podía responderle algo interesante.
–Sólo digo, ¿por qué te enojas cuando te llamo enano si le pones tacones a tú traje?
–No le pongo tacones a mí traje.
–Es malo mentir, obtendrás carbón en navidad. Yo ya lo vi. Le pones tacones a tu traje.
–Aún así soy más alto que tú, niña.
–Aún así eres hombre... Hombre.
Tony estaba igualmente fascinado, nunca creyó que esas tres personas pasaran a formar un lazo tan fuerte con él de distintas maneras.
Con Darcy eran compañeros de sarcasmo.
Con Jane se ayudaban mutuamente a entender cosas sin ayuda externa, como compañeros de clase de instituto.
Con Selvig eran mentes que chocaban y llegaban juntos a la solución.
Solía pasear por los pasillos con total libertad mientras hablaba con Pepper desde el auricular. Hasta que el día que no podría evitar, llegó.
–Señor Stark, necesito hablar con usted —Tony se volteó. Allí estaba Steve, vistiendo el traje con el que lo conoció en su otra vida, cuando peleó junto a él contra Loki.
–Pep, tengo que colgar, te amo —dijo al auricular para después colgar la llamada. Fingió normalidad frente al rubio—. Claro, ¿qué ocurre? ¿Necesitas ayuda con la computadora?
–Me gustaría saber si usted tiene mí escudo.
«Mira qué arrogante y mentiroso. No es su escudo, ¿dejarás que se salga con la suya?
Lo que le faltaba.
Las manos de la Muerte le acariciaron el cuello y apegó su pecho a su espalda. Sintió un escalofrío en todo el cuerpo, sabiendo que no debía caer en la tentación de provocar, no al menos ahora.
–Sí, sí tengo el escudo que mí padre creó.
–¿Y bien? ¿Dónde está?
–A salvo en mí casa.
Steve se acercó imponente, intentando provocar, se veía por su expresión y espalda demasiado erguida.
Tony recordó a su conversación en el quinjet, y sintió su ansiedad subir significativamente.
–Conocí a tú padre. Él hubiera querido que yo lo tuviera.
–No eres nadie para hablar en su nombre, y lo sabes. Eres sólo un soldadito de plástico que le dieron drogas —escupió con asco.
–¿Y tú? No eres nada sin tú traje.
«Míralo, deberías darle una lección. Que no se atreva a faltarte al respeto.
El castaño sintió sus manos temblar, así que se tuvo que cruzar de brazos. Más que enojo, sentía... Miedo.
Como un dolor fantasma en su pecho del preciado escudo incrustándose y casi rompiendo sus costillas.
El frío del suelo y en su corazón, incapaz de llorar en el momento y parecer débil ante quien una vez consideró familia.
–¿Qué haces aquí de todas formas? ¿No deberías estar poniéndote al día?
–El director Fury me llamó a apoyar con la misión, ¿por qué estás tú aquí?
«¿Enserio era así de imbécil?
En el auricular sonó la voz de Fury.
–Necesito a todos en la sala principal, hay que hablar de algo.
Ambos hombres intercambiaron miradas, y se firmaron a dirigirse a donde los llamaban.
Tony casi salió corriendo para escapar al ver a su equipo original alrededor de la sala. No tenía ni idea de que esa reunión fuera tan temprano, pero allí estaban.
Bruce, Clint y Natasha. Sólo faltaba Thor quien, considerando la fecha, estaba a poco y nada de llegar.
Fury lo notó. Notó el nerviosismo del castaño frente a esas personas. Tanto así como para no poder saludar o decir algún comentario sarcástico.
–Lamento no haberte avisado antes. Creo que estabas un poco ocupado con tu novia.
–Sí, claro...
Las únicas personas extrañadas allí eran Natasha y Fury. Del Tony sarcástico, que se creía el más listo de todos, ahora era un hombre temeroso, como si hubiera visto un fantasma.
–¿Para qué nos contactó a todos? —preguntó Bruce suavemente desde su espacio.
–Como sabrán, Loki está muy pronto a aparecer. Así que supuse que era mejor tener a un equipo preparado ante eso.
–Me rehuso a convertirme en el otro tipo si es lo que quiere.
–¿Señor Stark? ¿Podría explicarle? —preguntó Fury.
–¿Qué? Ah, claro... —se aclaró la gargants—. Necesitamos su conocimiento en los rayos Gamma. Tenemos a otros dos científicos analizando los cambios en la atmósfera, pero no comprendemos del todo sus componentes —Tony ni siquiera podía mantener los ojos clavados a alguna de las caras. Su pecho estaba apretado, se sentía literalmente ahogado en aquel ambiente, y su actitud empeoraba la situación, pues todos los presentes lo miraban fijamente. Pero no quería permitir que ellos lo vieran débil, nunca lo hicieron y nunca lo harán.
Pero los recuerdos lo golpearon.
"No eres capaz de sacrificarte por nadie"
"No soy yo la que tiene que cuidarse"
"Lo hice cuando cree un robot homicida"
"Cuídense la espalda con él, o tratará de traicionarlos"
Su respiración se hizo pesada frente a la mirada atónita de todos. Se tapó la cara intentando aminorarlo y fingir que era una especie de dolor de cabeza.
Escuchaba murmullos, pero no entendía nada.
–Duele, ¿no es así? —la voz dulce y sádica de la Muerte sonó en su oído, ella estaba justo a su lado susurrándole—. Ellos son tus amigos, ¿no? Eran tú familia —a pesar de todo era más reconfortante escucharla a ella.
–¿Tony? —llamó Fury al ver que no contestaba, y el castaño no pudo hacer más que salir corriendo del lugar en busca de su traje.
Necesitaba alejarse lo más posible, y una vez lo tuvo puesto, salió por una ventana abierta a dirigirse al techo de la instalación. Se dejó caer encima mientras el ataque hacía su curso. Era demasiado potente como para poder pensar o concentrarse en su respiración.
–Señor, mis sensores indican que está teniendo un severo ataque de ansiedad. Por favor concéntrece en su respiración y siga mis indicaciones.
La voz de Jarvis lo tranquilizó un poco, pero en su mente sólo vino el rostro de Visión luego de unos segundos, y el cómo lo había abandonado antes del ataque de Thanos. Dejándolo sin posibilidades de comunicarse con él.
Visión no era Jarvis, y el entendía porqué se había ido junto a Wanda, pero aún así el pensamiento de que su mejor amigo, su propia creación lo dejara a su suerte, lo estaba matando por dentro.
Se sacó la máscara y agarró su rostro en busca de apoyo.
–D-Desactiva... Tú... Tú v-voz —logró jadear y se sumió en un completo silencio. Sólo su mente hacía ruido.
Se sentía completamente aislado con sus pensamientos, ajeno a esa realidad, habiendo deseado simplemente morir en aquella nave, débil, inútil, impotente. Hasta que unos delgados brazos lo rodearon y pusieron su cabeza en un pecho ajeno.
–Tranquilo... —era la voz de su compañera. Su toque excesivamente suave en su cabello le hizo tranquilizarse gradualmente pero de forma rápida—. Pobre alma... Siento tú dolor.
–¿Entonces por qué no haces nada para detenerlo? —susurró Tony.
–Aún te queda mucha historia por vivir, ¿qué pasará con Thanos si tú mueres en ésta realidad en donde tienes la oportunidad de acabar con él antes de que él logre su cometido? ¿Qué pasará con Nébula... Y Peter? —Tony guardó silencio y cerró los ojos para concentrarse en el toque de aquella mujer. Sintiéndose como un niño de nuevo en el regazo de su madre.
Se quedaron así un par de minutos completos. La Muerte en ningún momento dejó de acariciar sus cabellos, como una mejor amiga o hermana consolando al hombre.
El toque suave y el silencio agradable hizo que Tony lograra calmarse, pero aún así se quedó estático disfrutando la sensación de ser protegido.
Era un sentimiento familiar, de cobijo. Porque de todas formas, él ya ha estado en los brazos de ella muchas veces, pero nunca tuvo la oportunidad de conocerla realmente y seguirla en el sueño eterno.
El auricular lo desalojó de sus pensamientos.
–Hey, señor "no uso tacones" —era la voz de Darcy, una voz que le agradaba en esos momentos de estrés—. El Tesseracto está haciendo cosas raras, ¿deberíamos preocuparnos?
–Es hora, cariño —sonrió la Muerte.
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