53. Guerra
Capítulo 53
Peter observó largamente a Thanos en medio del gran patio, simplemente estaba allí parado con su guantelete en una mano y la espada en la otra. Su casco puesto y mirada seria.
Thor llegó al lado del chico.
–¿Se ha movido? —Peter negó con la cabeza.
–Saben que es una trampa, ¿no es así? —preguntó Sam llegando a su lado. Tenía una notoria herida en su cabeza y sus lentes estaban rotos, pero fuera de eso estaba bien.
–Sí... Pero supongo que eso no importa ya —suspiró Peter largamente.
–¿Listos para matarlo? —preguntó Sam preparando sus armas. Ambos asintieron.
Thor llamó a Mjolnir y Stormbreaker causando grandes destellos.
Los tres caminaron hacia él, lento y seguro.
Lo rodearon cual depredadores. Sedientos de justicia.
–Es curioso lo determinados que están por detenerme, cuando ya saben que el destino está escrito desde hace muchos años. No podrán evitar que logre mí cometido y vivirán su fracaso —Thanos miró cada una de las caras—. Aunque me hayan asesinado en su otra vida lo agradezco, ahora podré disfrutar reconstruir su mundo y destruir a quienes piensan poder detenerme.
–¿Dónde está Tony? —preguntó Thor fuertemente.
Thanos ladeó un poco la cabeza casi curioso.
Su mano con el guante fue hacia su espalda, y al volver a mostrarla, tenía agarrado de los cabellos la cabeza cortada del millonario.
Sam sintió náuseas y se estremeció.
Thor sintió odio y apretó más fuerte sus armas.
Peter sintió que casi se desmoronaría y caería al suelo, pero tenía que guiarse por sus sentidos y no por sus sentimientos.
–Se resistió demasiado al destino, este fue su final —habló el titán.
–¡Eres un-
Peter puso un brazo al frente de Sam para detener su paso.
Ambos adultos miraron al chico dar un paso hacia el titán sin siquiera inmutarse o mostrar miedo. Sólo tenía unos ojos tristes y cristalinos, pero determinados.
–Señor Stark, sé que esto no es real. No intente engañarnos —habló fuertemente.
Thanos alzó las cejas por la sorpresa.
Una risa siniestra sonó en eco en todos los oídos mientras el titán desaparecía al igual que aquella cabeza.
Todos lograron escucharla a distinto nivel, incluso los de SHIELD a través de los auriculares, casi en susurros.
–Nada puede arruinar tu sentido arácnido, ¿no es así Petey? —la voz venía directamente de los auriculares.
–¿Jarvis-? —preguntó Harley en un susurro.
–Sí, Harley. Estoy conectado —rió el Stark
–Tony... —exhaló Steve desde su lugar.
–¡Oh! Capitaleta, ¿qué tal estás? —y rió unos segundos.
–Tony, no te vemos. Ven con nosotros —habló de nuevo el rubio—. Te podemos ayudar.
De nuevo la risa siniestra que puso los pelos de punta a más de alguno.
–¿Me podrán ayudar? Claro, ahora que soy una amenaza, ¿no es así? —un destello bajó de la nave más grande. Allí estaba Tony y Thanos, junto a los dos hijos del titán que quedaban—. ¿A quién le importó el egoísta Tony antes del reinicio? Claro, él no necesitaba ayuda —el ejército empezó a bajar también de las demás naves más pequeñas—. "Deberías dejar de fingir ser un héroe" ¡Bien!...
–Stephen —susurró Harley conectándose sólo con el mago.
–Ya sé —respondió el de igual manera. Preparando los portales paea los refuerzos.
Tony sonrió más ampliamente y se puso el casco.
–Aquí me tienen.
Thanos se mantuvo alejado de la pelea principal, fue Tony y quien lideró su ejército, quedando al medio de Thor, Sam y Peter.
Las criaturas se habían quedado a cierta distancia, literalmente esperando las señales del humano.
–Hombre de hierro —dijo Thor intentando despertarlo con sus palabras, sosteniendo fuertemente sus armas y deseando no tener que pelear, pero preparado aún así.
–¿Ah? ¿Qué ocurre? —preguntó el millonario divertido. Thor no respondió—. ¿Mh? El capitaleta no está aquí —miró a los tres.
–Señor Stark —Peter desactivó su casco y dio un paso hacia el castaño, muy a pesar de que Sam le había hecho señas que no—. Por favor, no haga esto. Sé que ha sufrido y-
–Entonces aléjate, mocoso. Sólo necesito la gema y nadie tiene que salir herido —respondió en un tono más neutral.
–Sabe que no podemos entregársela —insistió Peter activando nuevamente su casco.
–Entonces se las tendré que quitar.
–Que así sea —finalizó el chico poniéndose en guardia junto a sus dos compañeros.
Thor fue el primero en atacar con sus rayos hacia Tony. El contrario puso su mano al frente y absorbió la energía eléctrica, formando un láser en la otra e intentar atacar a Sam. Pero él volteó en su propio eje al volar y esquivó el ataque, dándole una patada al pecho contrario.
El siguiente fue Peter, quien, lanzando telarañas hacia sus manos y adhiriendo estas a las rocas, inmovilizó temporalmente al hombre.
–Señor Stark, por favor. Ni tiene que hacer esto.
–Tengo que hacerlo, mocoso —respondió el hombre con voz apagada. Aún con inmovilizado.
–No nos hagas matarte —exclamó Thor seriamente.
–No queremos hacerlo —continuó Sam.
–El sentimiento es mutuo.
Terminó de cargar los láseres de sus palmas para liberarse de la telarañas.
El grupo no desistió a volver a atacar.
Ya no era como en Siberia.
Tony leía los ataques a la perfección, incluso pareciera adivinarlos, se movía cual baile ensayado por meses, incluso divirtiéndose con cada bloqueo, golpe y ataque.
–Pareciera que está jugando —jadeó Sam en algún momento.
–Eso hace —susurró Peter de vuelta.
En algún movimiento, terminó por golpear a Peter, lanzando su cuerpo hacia Sam y noqueando al mayor.
Pareció titubear un momento al percatarse de lo que había hecho, pero enseguida fue interceptado por Thor.
Los rayos no funcionaban, el traje o el propio cuerpo los absorbía, a veces con dificultad, pero los aprovechaba.
Thor terminó sucumbiendo a sus golpes potenciados por extremis, el traje de nanotecnología y la resistencia natural de una de las gemas del infinito.
El objetivo de Tony era claro, dejarlo inconsciente y alejar toda arma que pudiera usar.
Un golpe certero fue hacia su rostro, un golpe de piedra.
Vio al mjolnir alejarse del lugar en línea recta por el campo, sin volver.
Volteó a dónde había sido lanzado, y lo que vio lo dejó inmóvil largos segundos.
Peter jadeaba en la posición de lanzamiento. Su casco se desactivó, dejando ver su rostro entre sorpresa, tristeza y determinación.
En la mente de Tony no había esa posibilidad.
En ninguna realidad Spiderman fue capaz visto de levantar aquel martillo.
La única explicación que encontró en todas esas realidades era una en la que explicaba que Peter Parker no podía levantarlo porque... Se negaba a matar.
–Por favor... —rogó el chico con lágrimas en sus ojos sin saber qué pedía exactamente.
Tony retrocedió unos pasos, así dejando a Thor recomponerse y levantarse del suelo. Sam también había recobrado la consciencia y se levantaba lentamente.
El castaño mayor aún tenía su casco, negándose a demostrar los sentimientos que tenía en aquel momento.
Miró hacia al frente, allí estaban todos los que estaban dispuestos a defender la Tierra y detener a Thanos. Lo miraban expectantes, algunos más preocupados que otros, algunos más determinados que otros.
Hasta que se topó con aquellas miradas.
La desolación en Nébula.
La aflicción en Pietro.
La angustia en Wanda.
La tristeza de Harley.
Volvió a mirar al que estaba justo frente a él y sólo encontró dolor en Peter.
Los portales amarillos empezaron a abrirse y salir los refuerzos de aquel lado.
Negó con la cabeza un par de veces, agachando un poco la cara.
Levantó la mano e hizo un gesto con el codo hacia abajo y la mano en un puño.
Modificó su propia realidad para desaparecer de sus vistas al mismo tiempo que el ejército de Thanos empezaba a correr dispuestos a atacar.
–Perdimos el rastro de Stark —exclamó Sam por el auricular.
–Ya lo encontraremos —habló Jane.
–Concéntrense en detener a los Chitauris —terminó por decir Steve.
Las dos fuerzas se enfrentaron, y en el resultado se encontraba el destino del universo.
Era la guerra del infinito.
Scott se encargaba de las criaturas más grandes y naves que intentaban atacar a los jets y helicópteros de ataque de SHIELD.
Hulk con gusto se encargó de los más grandes que eran humanoides.
Natasha y Clint peleaban espalda con espalda, protegiéndose como siempre lo han hecho.
Wanda y Stephen hacían un dúo de trucos junto a los otros magos alejando a los que lograban traspasar la zona segura. Evitando que se acercaran.
Peter se encontraba en el suelo y Harley lo cubría desde la alturas.
Bucky usaba su arma y habilidad de pelea.
T'challa, la princesa y Erik lideraban a los de wakanda.
Pietro iba de un lado a otro, variando entre proteger a Wanda y Peter de los más complicados.
Los guardianes hacían un equipo perfecto, mientras buscaban insistentemente a su compañera que faltaba.
Sam cubría desde la alturas junto a Harley y Thor se encargaba de grandes grupos.
Frigga peleaba junto a Heimdall, liderando todo el ejército de Asgardianos. Ella usaba toda su magia y él usaba la espada que le habían confiado.
No había señal de Tony por ninguna parte. Incluso Peter estaba muy ocupado como para concentrarse en su rastro.
Frigga fue interceptada por varias criaturas luego de ser alejada por la explosión, y Thor al intentar ayudarla también quedó atrapado entre un grupo enorme.
Eso hasta que una ráfaga de viento helado les recorrió el cuerpo.
Lanzas atravesaron y alejaron a las criaturas que los atacaban.
Una bestia imponente de Jotunheim se postró ante ellos mientras un portal verdoso desaparecía a sus espaldas.
Frigga y Thor miraron confundidos hacia al frente. Allí estaban gigantes de hielo y criaturas de Jotunheim.
Jadearon de alivio cuando vieron a un pelinegro salir de entre ellos y acercarse.
–Loki —exclamó Frigga y corrió a abrazarlo. Thor tampoco tardó en rodear a ambos con sus brazos.
–Estás vivo.
–¿Dudabas? —bromeó el pelinegro al rubio y se separaron. Frigga le tocó el rostro y postró un beso en su frente—. No vine solo...
Loki volteó y aquella pelinegra caminó elegante y lentamente hacia el grupo. Sonriendo levemente con ojos curiosos y fríos.
–¿Quién es ella? —preguntó Thor.
Frigga no le respondió y fue a tocarle el rostro con una mano.
–Hela...
–Madre —saludó la contraria. Voz neutral pero con una pequeña sonrisa—. Han pasado muchos siglos...
La mayor sonrió mientras asentía, y la envolvió en un abrazo. Fue correspondida a los segundos.
Si era completamente honesta consigo misma, Hela disfrutó aquel contacto y se mantuvo abrazada más tiempo de lo que Loki había esperado.
–Bien —dijo ella al separarse—. ¿Dónde está el tipo que te mató? —miró al pelinegro menor.
Él hizo un gesto hacia una dirección. Thanos estaba en la distancia, bastante ajeno a la pelea.
–¿Podemos confiar en ella? —susurró Thor a Loki.
–Tanto como puedes confiar en mí.
Hela sonrió hacia ambos hermanos. Tiró su cabello hacia atrás para activar su casco, para luego sacar sus dagas negras y atacar.
Ebony estaba frente a los guardianes. Arrogante como era mostraba sus expresiones de superioridad.
–¿Dónde está Gamora? —exclamó Quill fuertemente.
–Llegaron tarde. No nos sirvió. Y alguien que no sirve, no es merecedor de ser-
Una espada le atravesó la espalda, y fuertemente el arma salió de su cuerpo.
Un traje de nanotecnología golpeó a Ebony para que quedara estampado en el suelo, completamente fuera de combate.
Ellos la reconocieron y fueron a abrazarla apenas desactivó el casco de su traje.
–Lograste escapar —exclamó Mantis aún en el brazo.
–Obtuve ayuda —respondió Gamora.
–¿De quién? —preguntó Rocket.
–Tony.
Pareciera que iban a ganar, hasta que Wanda y Stephen interceptaron a Thanos, y lo tomaron con su magia dispuestos a acabar con el líder enemigo que les había quitado al Stark.
–Disparen —murmuró Thanos entre el dolor. Las gemas no funcionaban, no podía usar la del espacio para transportarse.
Sus hijos obedecieron y optaron por mandar a las naves por disparar.
Wanda y Stephen tuvieron que dejar de sostenerlo para intentar cubrirse de los ataques.
A muchos les llegaron los ataques muy cerca.
Los hechiceros crearon los escudos cubriendo gran parte de sus aliados.
–¡Pietro! —gritó su hermana viendo que el chico estaba en problemas, y uno de esos misiles iba a llegar hacia él inminentemente.
Explotó la tierra a su alrededor, pero al disiparse el polvo, él no estaba herido, en cambio el chitauri que estaba a su lado sí que había sido dañado.
Ambos mellizos intercambiaron miradas de sorpresa y confusión.
Peter sabía que una explosión hacia su dirección se acercaba, pero los chitauris lo tenían acorralado. Se defendía con las patas de araña de su traje.
–Petey, arriba —escuchó decir.
Un disparo alejó a las criaturas mientras que una mano lo tomaba de su brazo.
Harley fue quien había alejado a las criaturas lo suficiente, mientras que un traje azul de hierro lo había tomado.
–Tía Pep.
–Te tengo Petey —exclamó ella.
El chico vio anonadado a las distancia a una chica de piel morena encima de un pegazo acercándose, al mismo tiempo que las naves dejaban de disparar al suelo y dispararon hacia el cielo a una sola dirección.
–¿A qué disparan? —preguntó Harley.
–Algo se adentró a la atmósfera —habló la voz de Viernes.
Un destello amarillo atravesó la enorme nave, explotando toda su extensión.
–¿Es esa la tal Carol? —preguntó Rhodey.
–Sí —contestó Fury de inmediato.
Stephen se distrajo lo suficiente al ver la destrucción como para no prestar demasiada atención a su alrededor.
Una mano agarró el collar que contenía el ojo de Agamotto fuertemente.
Cuando el mago se quiso dar cuenta, Tony estaba desesperadamente de sacar la gema.
Stephen no podía hacer ningún hechizo, tampoco podía hacerlo recapacitar, sólo forcejear, porque ni siquiera el hechizo de bloqueo funcionaba.
El pecho de Tony brilló en un fuerte rojo mientras que la mano de Stephen fue rodeada con el brillo verde.
El mago supo lo que estaba pasando, pero no lo podía evitar.
Estaba usando la realidad para activar la gema del tiempo y traer de vuelta la del alma.
Wanda intentó acercarse para ayudar.
Pero ni lo logró.
Una explosión anaranjada separó a ambos varios metros. Incluyendo a Wanda, quien con su magia pudo evitar grandes daños a su cuerpo.
Mientras tanto, Carol estaba reteniendo a Thanos.
El titán entró en desesperación cuando ninguno de sus golpes la afectaba. Sacó la gema de poder del guante y la intentó golpear con ella.
Pero nada sucedió.
La rubia fácilmente golpeó a Thanos hasta dejarlo estampado en el suelo.
El titán seguía consciente, y miró su guantelete.
No había gemas.
Ninguna.
Observó a la distancia, en busca de aquel castaño.
Era él quien tenía las gemas en su poder. Las cinco y su propio cuerpo. Las cinco singularidades se pusieron en los nudillos de su nanotecnología. No tenía su casco, así que podían ver si expresión.
Su reactor brilló más y más en aquel tono rojo tan característico.
No dijo nada.
Sólo vio fugazmente el rostro de la personas que más apreciaba.
Wanda, Pietro, Harley, Peter, Nébula... Pepper.
Sonrió y cerró los ojos.
–¿Señor? —la voz de Jarvis inundó sus oídos. Sólo él lo escuchaba esta vez—. ¿Está seguro de esto?
Tony suspiró en la sonrisa.
Y chasqueó los dedos.
Idk
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