43. Despertar
Capítulo 43
Ambos chicos se dirigieron rápidamente hacia el hospital y subieron las escaleras casi volando porque no tenían suficiente paciencia como para usar el ascensor.
Sólo para que al llegar, Happy les dijera que le faltaba 30 minutos más antes de poder recibir visitas.
Así que ambos se sentaron.
–¿Cómo te sientes?
–¿Por qué preguntas?
–Estás moviendo la pierna —por aquel comentario, Peter detuvo el movimiento saltarín de su rodilla—. ¿Te sientes... Mejor?
–Algo —se rascó el cuello—. Sólo... Quiero saber si está bien.
–Estará bien, eso es seguro, es Tony Stark de quien hablamos.
Hubo completo silencio unos segundos, hasta que Happy se volvió a acercar.
_Ya pueden verlo, pero no- —no pudo terminar porque ambos chicos salieron corriendo hacia la habitación—. -corran.
Harley fue quien pasó por la puerta primero, seguido de Peter.
Pepper y Rhodey ya estaban allí, observaban a Yinsen haciendo una prueba visual y preguntando cosas simples.
–¿Cuál es tú nombre?
–Anthony... Stark —le costaba articular las palabras, pero respondía bien a todo.
–Bien, ¿qué es lo último que recuerdas? —Yinsen empezó a escuchar su corazón con el estetoscopio.
–Creo que... Vi al capitán... —hablaba raspado y entre-cortado—. Peleando con un hombre murciélago.
–¿... Qué?
–Ya lo perdimos —suspiró Happy.
–¡Los multiversos!
–Peter, no grites —regañó Pepper.
–Lo siento.
–Tony, estás en un hospital, ¿recuerdas? —habló Pepper dulcemente.
Tony la miró, y sus ojos brillaron como si estuviera viendo lo más precioso que ha visto en toda su vida, porque lo era.
–Pep... —susurró.
–Sí, soy yo, mí amor.
Tony miró su propia mano, desorientado. La estiró y tocó torpemente las facciones de la mujer.
–Eres real... Yo soy real —susurró de nuevo.
–Sí, amor, eres real —contestó Pepper apretando su mano contra su mejilla.
–¿Tienes alguna molestia? ¿Dolor?
–No... Sólo tengo hambre —se empezó a acomodar en la camilla para sentarse. Rhodey y Pepper lo ayudaron. Volteó a ver los rostros del resto, y luego se tocó su propio rostro sintiendo su barba descuidada—. Mierda... ¿Cuántos años me fui?
–Sólo... Te fuiste unos meses —contestó Rhodes.
–Wow, no había dormido tan bien —se estiró un poco y se rascó la cara—. Necesito una hamburguesa y una buena afeitada.
–Aún debemos hacerte revisiones, Tony.
–Estoy bien, Bruce. Tiki Taka, ¿ves?
–Tú pecho absorbió la gema —exclamó Harley.
–¿Enserio no siente nada?
–Nope. Sólo ésta molestia —golpeó un par de veces con sus dedos la superficie del reactor.
–Basta Tony. Te harás las revisiones necesarias y luego iremos por esa hamburguesa —regañó Pepper.
Tony la observó un largo rato, dándole una sonrisa de nostalgia y melancolía.
–Wow, me había olvidado de cómo me gustaba eso —sonrió Tony—. ¿Ahora qué sigue? —se volteó hacia Yinsen.
Resulta que examen que hacía, examen que salía que estaba más sano que una lechuga. Sus piernas ni siquiera estaban entumecidas o débiles. Sólo había perdido un par de kilos, pero estaba perfectamente bien.
Incluso pareciera que la energía gama se hubiera disipado.
El único problema era ese bendito reactor que se adhirió a su pecho.
Si lo intentaban sacar, entraba en problemas cardiacos o le costaba respirar, era como si hubiera vuelto con el reactor de Afganistán, sólo que literalmente no se lo podían despegar.
Pero no le quisieron dar muchas vueltas. Entre que Tony ya se quería ir a comer, Peter y Harley estresando a todos por ser niños curiosos y caóticos, Pepper impaciente, y un Bruce que era mejor no hacerlo enojar. Yinsen y sus compañeros decidieron darle de alta.
Era extraño.
Tony actuaba como si nada hubiera pasado, literalmente nada. Estaba fresco, se podría decir que feliz. Pero miraba el mundo con una nostalgia increíble, como si hubiera extrañado cada pequeña cosa.
Hasta que llegaron a casa, y seguía pasando igual.
–¿J?
–Señor —la voz sonó muy alegre—. Qué gusto volver a verlo.
–El gusto es mío, amigo, ¿qué te parece si nos ponemos a trabajar?
–Con gusto, señor.
–Espera Tony. Acabas de volver del hospital, aún estás en recuperación —exclamó Pepper. El castaño la tomó de la mano suavemente.
–Pep... Te prometo que cuando Thanos ya no exista, tendremos todo el tiempo del mundo y tendremos una hermosa boda y una hermosa niña. Pero ahora necesito esto. Tengo demasiada información aquí —se apuntó a la cien—. Y necesito recopilarla, sino todo esto... No valdrá la pena.
–De acuerdo...
–¿Sabes que te amo?
–Por supuesto —la mujer logró sonreír. Tony la besó largamente, y después se separaron—. Te veo en la noche.
Tony volvió a sonreír y la mujer se fue junto a Rhodey.
–¿Qué hará ahora señor Stark? —preguntó Peter. Tony se dio media vuelta sin contestar y bajó a su taller rápidamente—. ¿Señor Stark?
Harley, Peter y Bruce bajaron tras él.
El hombre observó todo el lugar un largo rato, como hipnotizado. Acarició el respaldo de su silla y se sentó finalmente.
–Mhp, y pensar que en la Tierra 928 se creían el futuro —murmuró con gracia y empezó a accionar los hologramas a un nuevo archivo—. J, hay que hacer una nueva carpeta.
–¿Requerirá un nombre?
–¿Qué tal EIM? —tiró la cabeza diagonalmente hacia atrás para observar a los tres que lo miraban confundidos—. Escupiendo Información del Multiverso.
–¿Cuántos viste? —preguntó Harley curioso.
–Pff, perdí la cuenta por la Tierra 8311 porque era jodidamente estúpida -respondió sin más-. Probemos cómo eran tus buscadores, J —empezó Tony—. ¿El profesor Charles Xavier, o algún derivado?
_No señor, no encuentro información sobre él.
–Mh, lástima. Se vé buen tipo —Tony levantó los hombros con indiferencia—. Supongo que tampoco a Wade Wilson o Erik Lehnsherr.
–No señor, lo siento.
–No te estreses amigo, aquí no existen. En fin.
–¿Quiénes eran ellos? —preguntó Peter.
–Mutantes. En orden es un tarotista, un suicida y un imán.
–¿Eh?
–No importa, total no creo que alguna vez los conozcan. Y lo agradezco por Wade, si se acercaba a ti, buscaba la forma de matarlo —exclamó Tony bastante más serio de lo que cabría esperar—. Hey, ¿alguna vez vieron "Hot Tub Time Machine"?
–Sí —corearon los menores—. ¿Por qué?
–Jarvis, hazme un favor y busca alguna foto de Sebastian Stan —la I. A tardó pocos segundos en mostrar la foto—. Tadá.
–¡Es igual al tío Bucky! —exclamó Peter fuertemente.
–Wow, eso es... Inesperado cuanto menos —le continuó Harley.
–¿Cómo...? —preguntó Bruce sorprendido e incluso preocupado.
–La Tierra 1 es curiosa... Muy curiosa, ¡porque allí todo esto no existe! ¿No es genial? —hizo un gesto con sus manos dando a entender que se refería a todo lo que estaba en esa línea de tiempo.
Ahora daba miedo. Tony parecía feliz y al mismo tiempo enojado al decir eso, una cosa muy rara.
–¿A qué te refieres? —insistió el doctor.
–Tú te llamas Mark, él se llama Tom, él se llama Ty Simpkins. Y yo soy el gran y genial RDJ —se giró y empezó a escribir furiosamente en el teclado, de forma veloz.
–Tony... Me estás asustando.
–Oh no... Querido amigo, si supieras la cantidad de universos que existen estarías igual de frustrado y contento que yo —insistió Tony aún tecleando—. Somos... Tan pequeños e importantes en tantos mundos. Tan fácilmente manipulados por manos creadoras inexpertas. Tan moldeables, indefensos.
–Tony —la voz de Bruce sonó molesta y asustada. Definitivamente el contrario estaba desvariando incluso si decía la verdad.
Era la forma en que lo decía.
–Lo he visto todo, Bruce. Vi esa realidad en la que ganábamos, esa en donde todo esto no ocurre. Esa maldita realidad que Stephen no fue capaz de ver, y aún así hubieron muertes innecesarias por nuestra propia estupidez —eso lo soltó con melancolía y tristeza—. Dime que ya le sacaron y destruyeron la gema de Visión —se volteó temporalmente para preguntar de frente.
–E-Están en eso —respondió Peter—. Wanda y Pietro están allá también.
–Déjame adivinar. Natasha, Bucky y el capitaleta también, ¿no? —el menor asintió y Tony se giró nuevamente—. ¡Ja! Supongo que algunas cosas no se podrán cambiar, ¿eh?
–Tony, tienes que calmarte. Estás empezando a delirar.
–Lo que menos estoy haciendo es delirar, Bruce. Estoy vomitando toda la información de mí cabeza para evitar volverme loco. Llámame Wikipedia universal andante —seguía tecleando—. ¿Y cómo están los guardianes, eh?
–No han... Hablado hace unos días —el comentario de Harley logró que Tony detuviera en seco el tecleo.
–¿Qué dices?
–Hace tiempo que no se comunican, pensamos que aún están en misión —le siguió Bruce.
–J, reporte de Viernes.
–Lo siento señor, pero no tengo acceso a su matriz. Al parecer fue dañada.
–¿Dónde está el comunicador? —Peter se lo entregó y Tony empezó a llamar de inmediato—. Vamos, vamos -murmuró, hasta que por fin contestó—. ¡Nebs!
–Tony, nos encontraron. Thanos nos encontró —gritó ella mientras se escuchaban explosiones y el holograma se hacía menos claro a momentos—. Estamos intentando escapar, no sabemos si podremos durar mucho.
–Nebs, todavía tienes el traje, lo que tienes que hacer es-
Un sonido de explosión muy fuerte en el vídeo, seguramente muy cercano, pues la llamada se cortó.
–No puede ser... —susurró Peter.
_¡Mierda! —gritó Tony con todas sus fuerzas y se levantó—. Bien señorita realidad. Tú querida piedra ya se fusionó con mí cuerpo, así que paga la renta y devuelve a Nébula ahora —empezó a golpear con sus nudillos el reactor, pero nada pasaba—. Vamos. No seas hija de puta. Al menos has que aparezca la Muerte.
–¿La... Muerte? —preguntó Harley.
–Sea quien sea. Trae. A. Los. Guardianes —cada golpecito se hacía más fuerte, pero sólo sintió una leve electricidad, pero nada de luz roja o sensación de cambio—. ¡¿Qué mierda quieres que haga para que funciones, eh?!
–Tony, tranquilízate —intentó acercarse Bruce.
El castaño levantó la mirada, sólo para encontrarse con el escudo del capitán América apoyado en la pared.
–¿Es enserio? —gruñó y fue a tomarlo.
–Eso no estaba allí antes, ¿o sí? —susurró Harley.
–No lo sé —le contestó Peter de igual modo.
–Agradezco que ese tipo no sea de Hydra aquí —susurró—. Hay que ir a dejárselo.
–Pero... Dijiste varias veces que no se lo merecía —replicó Harley inseguro.
–La gente cambia de parecer, niño. Además es inútil sin él —respondió con indiferencia. Enseguida una alarma empezó a sonar en el taller—. J, ¿qué sucede?
–Señor, se ha reportado una gran nave en Nueva York está causando estragos en el centro —Tony se volteó a ver a los otros tres, a Peter le tembló el antebrazo.
–Bien. Ustedes quédense aquí o vayan a Wakanda, pero no me sigan.
–Pero-
–Me importa un comino lo que piensen, se quedan aquí —Tony dejó el escudo encima del escritorio.
-Pero podemos ayudar.
–Sí señor Stark, podemos ayudar.
–No, se quedan aquí.
–Pero señor Stark-
Peter era el más cercano, y antes de poder tocarle el brazo, Tony lo tomó de los hombros fuertemente.
–¡No puedo perderte! —gritó adolorido-. A ninguno de ustedes... Los vi morir una y otra vez en esas Tierras y yo... No podía hacer nada —el grupo calló completamente—. Se quedan aquí, no lo diré una última vez.
–Pero señor Stark-
–No me obliguen a encerrarlos —activó su traje de nanotecnología—. Quédense aquí. J, si intentan salir, activa el protocolo caparazón.
–Sí señor.
Y salió del lugar rápidamente usando sus propulsores.
–J, lleva a los Centinelas a evacuar a los heridos y atrapados.
–Por supuesto.
Al llegar se encontró con la nave de donas destruyendo y ahuyentando media ciudad.
Y allí aparecieron esos dos alienígenas que no se había dado el trabajo de aprender.
También estaban Stephen y Wong frente a ellos con guardia arriba.
–Llegas tarde.
–Elegantemente tarde, Sherlock.
–¿Por qué-
–Multiverso —sonrió el Stark—. Confirmé que te ves más guapo con barba —guiñó el ojo.
–Escuchen y regocíjense. Están a punto de ser asesinados por los hijos de-
–Thanos, ya lo sabemos, calamardo. No es como si fuera la primera vez que veo tú fea cara —el alienígena puso una cara de asco.
–¿Enserio eres quien resguarda la gema de la realidad?
–¿A quién putas le importa? Fuera de mí planeta.
–Wow, eres mucho menos avanzado que tú compañeros, al menos él tiene la decencia de-
–Blablabla. Ya cállate, ¿quieres?
–Igual de irrespetuoso que el gigante de hielo —escupió con asco, y Tony se puso sumamente nervioso. Eso Ebony lo notó y lo usó a su favor—. Fue una lástima. Aquel reino se veía próspero, pero su gente era muy poco evolucionada como para resguardar la gema del espacio.
–¡Estás muerto!
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