18. Ancestral
Capítulo 18
Pasaron meses completos, y llegó 2014 al igual que la impaciencia de Tony. Hasta el punto de comprarse un gran telescopio y quedarse horas monitoreando la llegada de aquella Cyborg.
Pero nunca ocurría nada.
–¿Qué tanto buscas? —preguntó Pepper en una ocasión la primera vez que lo vio tanto tiempo con el telescopio. Ella ya vivía junto a Tony en esa época, y abrazó su espalda con ternura.
–Sólo observo las estrellas —sonrió Tony volteando a verla y le entregó el telescopio, ahora él era quien la abrazaba por la espalda—. Lindo, ¿no?
–Hermoso —le continuó Pepper y le regaló un beso.
Ningún problema ni discusión grande. Su novia estaba feliz, y eso lo hacía feliz.
Tenía registro de los otros participantes de la guerra civil.
Reclutó a Sam como otro participante de héroes. Curioso cuanto menos que se haya hecho amigo de Rhodey, puesto que ambos son parte del ejército actual.
Incluso tenía registro de Scott Lang. Él estaba en la cárcel por robo y estafa.
Y Peter seguía siendo Peter, sólo que sin super poderes aún. Un estudiante común en un instituto común.
Tony remodeló el viejo almacén se su padre como en su anterior vida lo había hecho, no tenía nombre, era simplemente cuartel general donde se quedaron a vivir la mayoría. El único que vivía apartado era el castaño, puesto que tenía a su novia y era feliz con eso, sin saber demasiado de aquellas personas.
Claro, excepto de unas pocas.
–¡Piensa rápido! —escuchó decir a Pietro mientras le lanzaba una bola de papel. Esta le golpeó seco en la frente—. ¿Acaso no lo viste venir?
–Maldita pulga, te dije que no hicieras eso —el chico llegó a su lado en un parpadeo y se cruzó de brazos.
–Pff, ¿pulga? Me faltan 4 centímetros para pasarte —fue elevado por energía roja y quedó arriba mientras pataleaba—. ¡Ya bájame, Wanda!
–Deja de molestar, Pietro —exclamó la castaña de vuelta—. Hola, señor Stark, ¿cómo está?
–Mejor ahora —dijo sonriendo y volteó a ver al chico en las alturas—. ¿Cómo están las vistas, pulga?
–¡Ya bájame de aquí! —resulta que Pietro tenía miedo a las alturas y esa era una ventaja para su melliza. Tony hizo un gesto a Wanda y ella bajó a su hermano—. Joder, sabes que odio eso.
–Lo sé —la chica le mostró la lengua de forma burlesca.
–¿Cómo van las cosas con Visión?
La muchacha se puso tan roja como su ropa. No pudo responder porque su hermano lo hizo primero.
–¡El microondas la invitó a salir! —y salió corriendo con su super velocidad.
–¡Estás muerto! —gritó Wanda corriendo detrás de él.
Tony rió honestamente mientras negaba con la cabeza.
–Niños...
–Niños —sonrió la Muerte divertida.
–¿Y tú? Hace tiempo que no te veo, ¿qué has estado haciendo?
–Cosas.
–¿Qué cosas?
–Ya lo sabrás.
–Me está aburriendo esa parte misteriosa tuya —suspiró el castaño empezando a caminar.
–Soy la Muerte, debo ser un misterio entre los mortales.
–Ajá, sí, claro.
Tony se detuvo y miró unos segundos una pared, para luego desviar la mirada.
Ese lugar, a pesar de que ahora no había nada, recordaba que cuando arregló ese lugar en su anterior vida, allí había una gran "A" en honor a los Vengadores. Se sintió extraño, de nuevo esa angustia que hacía semanas que no sentía porque no se había adentrado tanto en aquella base.
Bastantes cosas buenas han pasado, pareciera que el presente le sonreía ésta vez... ¡Y sólo tuvo que morir y revivir gracias a la Muerte para obtenerlo!
Se rió de su propio pensamiento tan imbécil.
–Sabes, reírte sólo no es muy favorable a tú fama mental.
–Tú cállate.
Había algo que lo estaba molestando, la ausencia de cierto mago con su mismo ego y nivel de sarcasmo, y la verdad no podría sacarse ese sentimiento de dudas aunque lo intentara, así que hizo la locura.
Fue a la Calle Bleecker 177A.
Quedó frente a la puerta y golpeó dos veces, la tercera lo hizo aparecer dentro del santuario.
–Hola —una voz amigable sus espaldas—. ¿Puedo ayudarlo? —saludó una mujer calva y ropajes amarillos.
–Ah... Buenos días. Busco al Doctor Stephen Strange, ¿está aquí?
–Pues lamento decirte que te adelantaste 3 años. El doctor está en el hospital viendo casos de pacientes —hablaba suave y seria—. ¿Por qué necesita verlo?
–Ah, pues... Eh —murmuró nervioso. Eso no era parte del plan.
–Hola, ancestral, ¿cómo has estado?
Eso tampoco.
–Dama Muerte —la ancestral hizo un pequeño movimiento de cabeza para saludarla.
Eso menos.
–Espera ¿Qué?
La Muerte sólo rió un poco, divertida y burlona.
–A estas alturas ya no debería sorprenderte.
–Dama —era el tono de voz como de regaño de amiga.
–Sí, lo siento. Puede que haya cambiado un poco la realidad de éste mortal.
–¿Se puede saber cuánto? —la Muerte levantó los hombros un poco.
–Lo salvé de morir simplemente en una realidad perdida en desgracia.
–Okey, ahora tengo curiosidad. ¿Cómo se conocen?
–Pues como yo conozco a todo el mundo, cariño —sonrió su amiga—. Ella era humana, pero ha vivido desde el 1300.
–Vale, eso lo explica todo —murmuró Tony algo aturdido por la situación—. Escucha, ya que Stephen no está aquí voy a hablar contigo.
La ancestral puso una mano levemente al frente para detenerlo.
–Si no es conmigo con quien debes hablar, no lo hagas.
–¿Y eso por qué? —preguntó el castaño muy confundido.
–¿No le has dicho? —preguntó la mujer a la Muerte.
–No es necesario, sabes que no pasará nada.
–Es su derecho saberlo.
–¿Saber qué?
–Cómo tú quieras, supongo.
–Hey, saben que aún estoy aquí, ¿verdad? ¿De qué están hablando? ¿Saber qué?
La Ancestral puso una cara que sólo podía describir como lástima y creó una ilusión para hacer una línea de luz frente a él.
–El haberte revivido requirió un dobles en tú realidad —hizo un gesto que provocó que en una zona de la luz se creara un círculo, y luego brotará de esta otra línea, dejando difuminada la primera—. Podrás cambiar muchas cosas, pero esas situaciones traerán consecuencias que verás positivas en un principio —Tony miraba atento a la explicación—. Pero no puede ser perfecta. El universo tenderá a desdoblarse para mantener su línea temporal, mientras más cambios, más inestable será. Podrás controlarlo menos—la línea creada empezó a moverse más y más inestable, como si temblara y dispersara sus partículas—. Consecuencias quizás peores a las originales.
–¿Qué podría ser peor que la desaparición de la mitad del universo? —preguntó seriamente el castaño, intentando mantener la compostura—. Stephen fue aplastado por Thanos, literalmente rompió cada uno de sus huesos y quitó la gema del tiempo de su cadáver, yo lo vi todo sin poder hacer nada —soltó con impotencia. La Ancestral lo miraba expectante y un poco sorprendida—. ¿Hay alguna forma de cambiarlo? ¿Crear otra completa línea temporal a partir de ésta?
–Ya lo estás haciendo —la Muerte se acercó y ahora ella manipuló las líneas de luz—. Mí poder es ilimitado, pero el del universo lo es más —atrajo las luces hacia sus manos para jugar con ellas—. Pero el dobles acabará siendo permanente si se hacen suficientes cambios, alterarías ésta nueva realidad lo suficiente como para crear una nueva línea de tiempo completamente independiente de la original, reiniciarla y cambiar el destino previamente escrito y moldeado en él y los seres que la habitan —la línea que estaba difusa desapareció, siendo absorbida por la que antes estaba temblorosa.
–Pero tienes que ser consciente de esos cambios —continuó la Ancestral entendiendo el punto de la otra—. Si hubieras logrado ir con Stephen y contarle de esto antes de lo debido, las consecuencias hubieran sido desastrosas, todo éste universo hubiera sido tragado por un ser mucho más poderoso que la Dama.
–No me gusta admitirlo... Pero es cierto —suspiró la Muerte—. Dormammu puede ser un hijo de puta a veces.
La Ancestral sonrió extrañada.
–Creo que ha pasado mucho tiempo entre mortales.
–Vale, vale, no se pongan a bromear ahora que tengo que procesar esto —Tony pasó sus manos por su rostro con frustración y se agarró el tabique de la nariz mientras cerraba los ojos—. Bien, entonces en resumen: Hago lo que estoy haciendo, pero busco no alterar las cosas que deben pasar para detener cosas peores que influirán en el futuro, ¿eso?
–Exactamente —sonrió la Ancestral e hizo desaparecer las líneas de luces—. Cuando Stephen esté listo te buscará, hasta entonces debes preocuparte de moldear tus acciones, no las de otros.
–Por supuesto, gracias, eh... Ancestral.
–No es nada, señor Stark. Que tenga linda tarde —le sonrió y Tony simplemente apareció de nuevo frente a la entrada del santuario, como si nunca hubiera estado dentro.
–Esto me volverá loco, eso es lo que pasará —murmuró rascándose la cabeza mientras volvía a caminar de vuelta su hogar. Suspiró.
Ahora sí necesitaba estar sólo y meditar todo.
Mientras más cambios, más inestables, pero si son suficientes logrará hacerlo permanente.
Necesita a Scott y su traje de cambio de forma para la probable pelea final con el titán. También necesitaba a Peter aunque no le gustara pensar tener que ponerlo en esa situación de nuevo.
Mierda.
Incluso necesitaba de los Vengadores. Había muy poco qué hacer.
¿Y Ultrón?
Se dio una cachetada de sólo pensar la posibilidad. Ya tenía a Visión, y eso era suficiente. Incluso si fuera posible proteger a todo el planeta, aún así morirían personas inocentes.
Llegó a su hogar. Pepper no estaba, ella había ido a un viaje de trabajo.
Buscó entre sus cosas hasta que su instinto lo envió a intentar una locura.
Si no puede cambiar el destino del resto, podía modificarse él. Él era el causante de esa nueva línea, así que era el más indicado.
En su caja fuerte escondida detrás de la pared.
Unas fotos que le sacó a escondidas a Pepper mientras dormía. Una con Yinsen y Rhodey. Su reactor original y el modificado. Y... Los frascos del extremis que SHIELD le proporcionó luego de que el equipo de Killian muriera.
No podía racionar. O quizás sí.
La verdad su cabeza era un caos.
Cambiar el destino, ser mejor que el destino. Burlar al universo y pegar ese dobles con cinta de papel, de modo que la única forma de separar lo sería romper la hoja.
Alterarlo, modificarlo.
Miró los frascos con aquel líquido encima de su escritorio por un muy largo rato, sin expresión en su rostro.
Era una locura.
Unos brazos rodearon su cuello con cariño y cuidado. Y el mentón de su compañera se apoyó en su hombro.
–Sí... Sí lo es —susurró. Ambos miraron los frascos.
–Si exploto, ¿prometes que me revivirás?
–Prometo salvarte todas las veces que quieras —hablaba feliz.
–Bien... Esto va a doler —puso los líquidos en jeringa y le pasó uno a la Muerte, ella entendió y la tomó—. Jarvis, desactiva los sensores.
–Seguro, señor.
Buscó algo para hacer un torniquete en su brazo y se sentó en la silla del escritorio.
Sólo pudo sentir al principio el pinchazo de aguja tras aguja, y a los pocos segundos el dolor en todo su cuerpo, como si le quemaran vivo.
Apretó los dientes, pero terminó por gritar fuertemente por el intenso dolor.
Cayó al suelo como si fuera un cadáver, respiraba pesado seguido de más gritos.
Pudo ver a la figura de la Muerte parada frente a él. Ella se sentó en el suelo y le acarició el rostro, con una expresión que sólo reflejaba orgullo hacia él.
El calor se hacía cada vez más potente. El suelo estaba mojado de su sudor y lágrimas de dolor.
Pero pensaba que debía valer la pena todo ese sufrimiento.
Debía ser mejor que el destino, que el universo.
Debía ser superior.
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