1. Regreso
Capítulo 1
–¿Y-Yinsen? ¿Enserio eres tú? —el hombre mayor aún tenía el vaso en su mano, y la retiró confundido por la sorpresa del mayor. Tony se frotó los ojos—. Esto es malo... Me estoy volviendo loco incluso en la muerte.
El anciano soltó una pequeña carcajada fugaz.
–No estás muerto, Stark. Yo me aseguré de eso —sacó el frasco con la metralla que había extraído y se la ofreció para sostenerla—. Aún queda mucha en tú pecho. Ese electromagneto inhibe que lleguen a tus órganos —Tony tardó, pero finalmente tomó el frasco entre sus temblorosas manos y lo observó—. Aunque me sorprende que me hayas reconocido.
–No puede ser cierto —Tony sintió su ansiedad subir y tuvo que taparse el rostro—. No puede ser. No puede ser. No puede ser.
No estaba dispuesto a vivir todo eso de nuevo. Simplemente no estaba listo para seguir viviendo.
«Te enviaré a donde todo comenzó.
La voz sonó en eco entre sus últimos recuerdos. Una voz femenina, burlesca y a la vez sensual.
Los golpes en la puerta se hicieron notar y lo sacaron de sus pensamientos. Yinsen le dijo que se para y así lo hizo, obedeció, sintiendo el mega dejabú que eso conllevaba.
Probó su teoría, y se arrepintió en el instante en que metieron su cabeza en el poso con agua para torturarlo.
No podía pensar en otra cosa. Eso ya lo había vivido, no estaba loco, no, claro que no. Y ese mismo pensamiento lo hacía divagar más tiempo de lo que debería.
Suspiró mirando el fuego.
–Estoy seguro qu-
–Ya sé lo que vas a decir —susurró Tony, recordando sus exactas palabras que recordó todos esos días que pasó en ese lugar—. Que estás seguro de que me están buscando, que no me encontrarán en éstas montañas —miró el rostro sorprendido de Yinsen, y al saber que no se equivocada, tuvo que sonreír para no romper en llanto—. Te explicaré cómo sé esto, luego de terminar ésta semana de la mejor forma.
Luego de los materiales que ya se sabía de memoria, se puso a trabajar en el reactor. Apurando sus manos par darle tiempo de hacer todo lo que se proponía, incluso evitando una que otra conversación con Yinsen para no atrasarse.
Al ver tantos mecanismos y piezas no pudo evitar recordar a cierta chica que conoció con partes robóticas.
–Nébula... —susurró, o más bien murmuró.
–Disculpa, ¿dijiste algo? —preguntó Yinsen mientras terminaba de desarmar otro misil.
–¿Qué? Ah no, nada, no dije... No dije nada.
Su mente era un caos.
¿Qué le habrá pasado en esa nave?
Él sabía que sus seres queridos estarían a salvo. Pepper, Rhodey, Happy, Peter... Incluso la matriz Jarvis. Porque sabía dónde estaban.
¿Pero y ella? ¿Estará con Thanos otra vez? ¿La estarán torturando? ¿O simplemente desapareció? ¿Solamente él dio el retroceso?
Negó con la cabeza fuertemente intentando zafar de esos pensamientos. No era tiempo de preocuparse por eso.
Crearon el reactor, y Tony ya no necesitaba esa fea batería. Miró con nostalgia y un poco de miedo su creación. Estaba seguro de que debía quitarse la demás metralla y deshacerse de eso lo antes posible, pero que por ahora no estaba en peligro.
–¿Qué estás haciendo? —preguntó Yinsen cuando vio al castaño terminando de dibujar unos planos.
–Yinsen... Necesito decirte algo importante —exclamó Tony seriamente mientras acercaba los planos—. Yo sé que tú familia está muerta... Y también sé que tú lo sabes.
–¿Y cómo lo...
–Llámalo como una visión, una sensación, una mala espina o simplemente que soy bueno deduciendo —se sentó a su lado y le tocó el hombro—. Pero sé que piensas que tú destino es morir aquí, intentando detener a éstos bastardos de seguir creando armas... Pero no soportaría verte muerto... —funció el ceño. A su mente vino el recuerdo fantasma de haberlo sostenido mientras su cuerpo estaba lleno de heridas mortales—. No de nuevo... —susurró.
Yinsen se quedó estático.
–¿A qué te refieres con eso...?
–Eso no importa. Hay que ponerse a trabajar. Le hice un par de mejoras al traje.
Estaba determinado. No quería dejar que aquel hombre se sacrificara, no de nuevo, no por culpa de su propio padrino.
–Eso será suficiente —dijo Yinsen al poner la bomba en la puerta.
–No, no lo será —Tony instaló una segunda bomba que tenía un gas dentro.
–¿Eso qué es?
–Bomba de gas, cargada con metano y dióxido de carbono. Ponte esto —le pasó un pañuelo y el mayor lo sostuvo.
Calculó las posibilidades y le explicó el plan con lujo de detalles, insistiendo en que se escondiera si ellos llegaban, obligándole a hacerle caso al insistir tanto.
La hora llegó.
Tony estaba ignorando el ataque de ansiedad al recordar todo lo que hizo para salir, el cómo aniquiló a cada soldado de allí, cada terrorista, para poder escapar. El odio que sintió. El miedo y pesadillas posteriores de despertarse y estar de nuevo allí.
–¡Escóndete, ya está cargando! —susurró el castaño fuertemente. Yinsen dudó, pero optó por obedecer y cubrirse detrás del metal que servía como escritorio—. No te olvides de... De la cosa, ¿tienes la-la cosa?
Su ansiedad estaba ganando, no podía articular bien las palabras. Suerte que el anciano entendió sus palabras.
La primera bomba funcionó, matando a los primeros terroristas que querían entrar.
«¿Enserio te crees capaz de salvarlo?
Tony sintió esa voz en su cabeza. La misma de antes. Era como si una chica le susurrara al oído.
La segunda bomba. Quedaba sólo el 15℅ por cargar.
«¿No crees en el destino? Puede que no lo salves, está escrito. ¿No lo crees?
–No lo creo —murmuró para intentar darse valor.
8℅
«¿Quién crees que eres en realidad?
Tony jadeo. Los terroristas habían entrado lentamente, y gracias a eso activaron la bomba de gas.
–Soy el que va a detener a estos bastardos —una risita sensual salió de aquella figura inexistente.
«Wow, enséñame.
1℅
Y la luz del lugar se apagó por completo. En su lugar sólo alumbraba el reactor que daba energía al traje.
Golpe, golpe, golpe.
El metal hacía añicos a los débiles soldados que creyeron poder hacer frente a un par de genios.
Otros terroristas llegaron, pero sólo bastó una chispa para que todos se prendieran fuego sin poder evitarlo.
–Yinsen, quédate aquí. Cuando empieces a sentir explosiones, tienes que salir.
No esperó una respuesta y siguió su camino.
Recordó todo vívidamente. Dónde se escondían, cuando iban a disparar. Hasta que llegó a donde sabía que Yinsen hubiera fallecido.
Se encontró con el terrorista que era el jefe del lugar, o pareciera serio. Le disparó hasta que se quedó sin balas, y Tony contrarrestó con un golpe potente.
«Wow, eso fue radical... Aún quedan más afuera, ¿dejarás que vivan?
Tony tenía clara la respuesta. Era un rotundo no.
Quemó a cada uno. Perforó a otros con sus pistolas. Aplastó el cráneo a los valientes y explotó a los cobardes.
No había escapatoria.
Como la última vez, prendió fuego a las múltiples bombas y salió volando gracias a sus propulsores.
Logró ver otra figura por los aires antes de caer al suelo estrepitosamente.
Se sacó las figuras de metal que quedaron adheridas a su cuerpo y echó la cabeza hacia atrás mientras pestañeaba.
No recordaba que había dolido así.
–Hay que movernos —abrió los ojos con sorpresa al ver a Yinsen.
¿Lo había logrado? ¿Enserio lo había logrado?
«Sí, cariño, sí lo lograste.
Sonrió ampliamente mientras tomaba su mano y era ayudado a ser levantado.
–Creo que calculamos mal la energía para ambos propulsores —bromeó el castaño. Yinsen vio sus lentes rotos. Él también había caído a la arena.
–Sí... Bastante la verdad —dejó caer los lentes al suelo con indiferencia y se limpió un poco el rostro con su camisa para sacarse la arena.
Empezaron a caminar. Tony jadeaba entre sonrisas por el calor y la felicidad combinadas.
Seguía sin poder creerlo, ¿enserio lo había logrado? Estaba en un shock feliz. Simplemente caminaba con su abrigo en la cabeza para no desmayarse del calor.
Yinsen estaba determinado a seguirlo. Él lo había salvado, incluso si deseaba ver a su familia de nuevo. La vida le había dado una segunda oportunidad al poner en su camino a tan extravagante genio, y aprovecharía, quería trabajar junto a aquel hombre.
Sintió el ruido del helicóptero y no pudo sentirse más feliz. No aliviado... Sólo feliz.
Se sintió completamente extraño al ver a Rhodey caminando como si nada. Contento y extrañado, y se notaba en su rostro.
Cayó sentado y Yinsen le sostuvo el hombro preocupado.
Rhodey abrazó a su amigo, y Tony casi se quedaba dormido de lo plácido que había sido el término de esa segunda oportunidad de salvar a aquel anciano.
–Vamos a casa —susurró el castaño suavemente. Rhodey cargó un poco su cuerpo para ayudarle a caminar y asintió hacia Yinsen para que todos se dirigieran al helicóptero.
«Qué lindo...
Rió la voz de aquella mujer.
Tony desvió su vista hacia la ventana y allí la vio, copiando su reflejo, pero el logró quedarse tranquilo.
Una mujer con facciones exageradas de un cráneo, pero a pesar de todo se veía hermosa a ojos de Tony mientras imitaba sus movimientos de cabeza.
«No ha terminado.
Era como un canto. Típico tono que usan algunas personas cuando se burlan.
Tony suspiró. Eso era obvio, aún tenía muchos asuntos que atender con cierto hombre que era su padrino.
Apoyó su cabeza en el respaldo y logró dormir un poco.
—·•·—
En la base militar le hicieron revisiones, a él y a Yinsen. Nada grave, algunas heridas, golpes y una que otra quemadura, pero intactos para haber salido de esa situación.
Rhodey los llevó de vuelta a Nueva York, y al bajar, Tony sólo pudo observar a la que alguna vez fue su prometida, con ojos llorosos pero seguía viéndose hermosa como siempre.
Se odió por ser tan ciego.
A pesar de sus ojeras, ojos rojos, cabello despeinado. Estaba bellísima, tal como la última vez que la vio.
Al quedar frente a ella, se miraron a los ojos largamente.
–¿Lágrimas?
–Son de felicidad, odio buscar trabajo —Tony sonrió de lado.
–Mph, si —se dejó guiar por un impulso, y la abrazó suavemente—. Te extrañé.
Pepper correspondió luego de unos segundos. Feliz, pero confundida.
–Yo también.
Se separaron, y Pepper miró a Yinsen con extrañeza.
–Ah, este es Yinsen. Yinsen, ella es... la señorita Potts.
–Es un placer.
–Igualmente.
–Bueno, se acabaron las vacaciones.
Todos se subieron al auto, y Happy preguntó a dónde querían ir.
Dios... Tony también había extrañado esa voz de su guardaespaldas.
La mujer dijo que al hospital, pero se quedó todo en silencio al ver que Tony no objetaba nada. Él levantó los hombros.
–Si vamos antes por unas hamburguesas por mí está bien —se volteó a ver a Yinsen—. ¿Te apetece una? Ya sabes, para olvidar toda la comida podrida que nos dieron —el mayor sonrió.
–Me agradaría una hamburguesa.
–Ya oyeron, hamburguesa y luego hospital.
—·•·—
En el trayecto, Tony intentaba mantener su humor de ese tiempo, pero le era casi imposible.
¿Por qué?
Eso ya es obvio por todas las cosas que han pasado.
Era Tony Stark, pero no era inmune a un trauma.
En especial si eso era morir luego de luchar contra un extraterrestre paza gigante y ver morir a... Bueno. Y luego fallecer en la nave por la falta de oxígeno y despertar 10 años antes.
No sabía cuántas veces había suspirado camino al hospital, intentando tranquilizar sus pensamientos, pero era inevitable...
Sus compañeros de viaje pensaban que sólo estaba por la experiencia, pero aún así lo encontraban raro.
Al bajar del auto se tomaron con muchos paparazzis, pero Happy se dedicó a alejarlos.
Tony maldijo todo lo que pudo a sus adentros cuando vio a Obadiah esperándolo dentro. Se había olvidado completamente que él lo esperaba en el hospital, y que se lo había dicho el día de la prensa en su otra vida.
Su interior era un desastre, tenía un impulso estúpido de querer golpearlo y escupirle, y otro de querer salir corriendo sin mirar atrás. Pero en su exterior sólo pudo formar una sonrisa chueca.
No le prestó atención a lo que sea que le dijo cuando lo abrazó.
Caos, caos era lo que sentía.
Dejó que el médico lo chequeara y examinara. Sólo era para hacer tiempo mientras pensaba cuál sería su próximo movimiento.
No podía hablar con nadie, lo tomarían por loco o lo discutirían con Obadiah. Su vida le enseñó no confiar en nadie ni en nada, al menos en ese tiempo.
¿Su única salida?
Yinsen.
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