☆「 FINAL 」♡

[Narrador/a POV]

Second fue lanzado del portal como un rayo, cayendo con fuerza en el suelo del laboratorio. El impacto resonó en la habitación vacía, donde el eco de su llegada se mezcló con el sonido de herramientas y papeles que caían al suelo. Todo estaba tal y como lo recordaba, aunque algo no encajaba. Los cristales que una vez había tocado, que alguna vez sintió como una parte de sí mismo, habían desaparecido por completo.

Se levantó débilmente, tambaleándose mientras miraba alrededor. El laboratorio estaba desordenado, como si alguien hubiera pasado semanas buscándolo desesperadamente. Respiraba con dificultad, el peso de todo lo que acababa de vivir presionándolo, mientras intentaba asimilarlo todo.

Second dio un paso hacia adelante, pero su cuerpo ya no pudo sostenerlo. La fatiga y el desgaste emocional de los últimos días lo superaron, y su vista se nubló rápidamente. Antes de que pudiera procesar lo que ocurría, sus piernas cedieron, y cayó al suelo. Su último pensamiento antes de perder la conciencia fue una mezcla de alivio y tristeza: había cumplido su misión, pero a un costo que aún no lograba entender.

Todo quedó en silencio en el laboratorio, con Second desmayado en el suelo, como si nada hubiera pasado.

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La luz del sol se filtraba tímidamente por las cortinas de la habitación. Second abrió los ojos lentamente, sintiendo el peso de su cuerpo como si hubiera cargado con un mundo entero. Su cabeza latía ligeramente, y por un momento, no supo dónde estaba. Luego reconoció el techo de su habitación, el lugar donde todo había comenzado.

—Second, ¿estás bien? —la voz de Blue rompió el silencio, llena de preocupación.

Second giró la cabeza hacia el sonido y vio a Blue sentado junto a su cama, con el ceño fruncido y los ojos llenos de ansiedad. Blue se inclinó un poco hacia él, como si estuviera evaluando cada pequeño movimiento, buscando algún signo de que algo estuviera mal.

—¿Qué… qué pasó? —murmuró Second, su voz débil, apenas audible.

—Te encontré en el laboratorio, desmayado. Todo estaba hecho un desastre, pero tú estabas ahí, sin un rasguño… al menos físicamente. No sabía si estabas bien. Me quedé aquí toda la noche, por si despertabas —respondió Blue, su tono aliviado pero aún tenso.

Second intentó sentarse, pero Blue colocó una mano en su hombro para detenerlo con suavidad.

—Tranquilo, no te esfuerces demasiado. Cuéntame… ¿qué fue lo que pasó, Second? ¿Dónde estuviste? —preguntó Blue, con una mezcla de curiosidad y temor en su voz.

Second se quedó en silencio por un momento, sus ojos fijos en el techo mientras intentaba ordenar sus pensamientos. El recuerdo de lo que había vivido aún estaba fresco en su mente: los cristales, la dimensión fracturada, Chosen, y los amigos que había dejado atrás. Todo parecía tan real, pero al mismo tiempo, tan lejano ahora.

Finalmente, volvió a mirar a Blue y dejó escapar un suspiro profundo.

—Es una historia larga… pero estoy bien, Blue. Todo está bien ahora —respondió con una leve sonrisa, aunque sus ojos reflejaban algo más: una mezcla de tristeza y esperanza.

Blue asintió, aunque no parecía completamente convencido.

—Está bien, Second. Pero cuando estés listo, quiero escuchar todo —dijo, dejando claro que estaría ahí para él, sin importar lo que fuera.

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Blue salió de la habitación con pasos firmes pero silenciosos, lanzándole una última mirada a Second antes de cerrar la puerta con suavidad. El silencio llenó el espacio, dejando a Second solo con sus pensamientos.

Se incorporó lentamente, apoyándose en el borde de la cama, y miró sus manos. Estaban intactas, sin rastros de todo lo que había sucedido en aquella dimensión: los cristales, las batallas, los sacrificios. Todo se sentía tan distante, como un recuerdo difuso de algo que no debería haber existido, pero que aún pesaba en su corazón.

—¿Fue real? —susurró para sí mismo, observando cómo la luz de la mañana bañaba su habitación. Todo estaba en orden ahora, como si nada hubiera cambiado, excepto por él.

Second miró hacia la ventana. Afuera, el mundo seguía igual: tranquilo, normal, indiferente a la tormenta que él había enfrentado. Pero había algo que no encajaba. Se llevó la mano al pecho, como si esperara sentir el peso de los cristales o la energía que alguna vez fluyó a través de él. Nada. Solo una extraña sensación de vacío.

"¿Cómo regresé aquí sin los cristales? ¿Cómo se cerró el portal?", pensó, intentando encontrar respuestas en el remolino de recuerdos que luchaban por ordenarse en su mente. Pero por más que trataba de entender, todo parecía escaparse, como arena entre los dedos.

Cerró los ojos un momento, recordando las caras de todos los que había dejado atrás: Chosen, Purple, Blue, Yellow… todos. Había hecho una promesa, y aunque no entendía del todo cómo, sabía que había cumplido su misión. Pero ahora, de vuelta en su mundo, todo parecía haber sido un sueño extraño y lejano.

El sonido de platos y utensilios provenía de la cocina, donde Blue seguramente preparaba el desayuno. A pesar de la confusión, Second sintió una leve sonrisa formarse en sus labios. Quizás las respuestas llegarían con el tiempo, pero por ahora, estaba agradecido por estar de regreso, en casa.

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Second se apoyó en el marco de la puerta de la cocina, observando la escena con una mezcla de sorpresa y calidez. Todos estaban allí, como si nada hubiera pasado, pero esta vez la sensación era diferente. Había algo especial en esa normalidad, algo que le daba una paz que no sentía desde hacía tiempo.

Red y Yellow estaban en el rincón más iluminado de la cocina, riendo mientras sostenían a sus adoradas mascotas. Algodón, el conejo café, parecía algo inquieto, moviendo sus pequeñas patas como si quisiera explorar, mientras Sunny, la conejita blanca, se acomodaba tranquila en los brazos de Yellow.

—Mira a Algodón, está tratando de escaparse otra vez —dijo Red, entre risas, mientras intentaba calmar al conejito revoltoso. Yellow lo miró con una sonrisa paciente.

—Tal vez es porque le falta disciplina, como a su dueño —respondió Yellow con un tono divertido, arrancando una carcajada de Red.

Blue, por otro lado, estaba frente a la estufa, moviendo una sartén con movimientos lentos. Sus ojos apenas se mantenían abiertos, y un bostezo escapó de sus labios mientras giraba unas tortillas. El olor del desayuno llenaba el aire, un recordatorio del esfuerzo que había puesto en cuidar a Second durante toda la noche.

—¿Cómo sigues? —preguntó Blue sin voltear, como si hubiera sentido la presencia de Second. Su voz, aunque cansada, estaba cargada de preocupación.

Green, sentado en un rincón con los auriculares puestos, estaba completamente inmerso en su música, moviendo ligeramente la cabeza al ritmo de la canción. Second se preguntó si alguna vez escucharía algo que no estuviera a todo volumen, pero la familiaridad de esa escena le arrancó una sonrisa.

Finalmente, sus ojos se encontraron con Purple, quien estaba sentado en la mesa, mirándolo con una sonrisa cálida. Había algo en esa mirada que lo tranquilizaba, como si le recordara que todo estaba bien, que había vuelto al lugar al que pertenecía.

—Buenos días, lider —dijo Purple con una voz suave pero llena de orgullo.

Second avanzó hacia ellos, sintiendo el peso de los últimos días desaparecer con cada paso. Por un momento, se permitió olvidar las preguntas y simplemente disfrutar de la compañía de aquellos que amaba.

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Second se acercó lentamente a la mesa y tomó asiento, con una sonrisa suave en el rostro. Miró a cada uno de sus amigos, aquellos que habían estado a su lado, y sintió un calor en el pecho. Inspiró profundamente, decidido a decir algo que llevaba dentro.

—Quiero que sepan algo —dijo, llamando la atención de todos en la cocina. Green se quitó los auriculares, Blue dejó la sartén y hasta Red y Yellow dejaron de reír. Purple inclinó ligeramente la cabeza, curioso.

Second los miró a todos con cariño, sus ojos brillando con sinceridad.

—No sé cómo explicar lo que siento, pero ustedes son lo más importante para mí. Cada uno de ustedes tiene algo especial, algo que hace que este mundo sea mejor.

Se giró primero hacia Red y Yellow, que aún tenían a sus conejitos en brazos.

—Red, nunca pierdas esa energía tuya, esa pasión por hacer reír a los demás, incluso en los momentos más difíciles. Eres un ejemplo de fuerza y de amor incondicional, y sé que serás un gran padre para Algodón y Sunny —dijo, sonriendo. Luego miró a Yellow. —Y tú, Yellow... Tu inteligencia y tu calma siempre han sido nuestra guía. Eres el equilibrio que todos necesitamos, y esa luz tuya es lo que mantiene unido a este grupo.

Yellow asintió, visiblemente conmovido, mientras Red sonreía ampliamente, casi sonrojado.

Second se giró hacia Blue, que aún tenía un poco de harina en la mejilla.

—Blue, no sé cómo agradecerte por todo lo que haces. Siempre estás cuidándonos, asegurándote de que estemos bien, incluso si eso significa que no duermes. Tu dedicación y tu corazón son más grandes de lo que cualquier palabra podría describir.

Blue intentó bromear, pero sus ojos brillaban con emoción, y se limitó a asentir mientras seguía revolviendo la sartén.

Second luego miró a Green, que se cruzó de brazos con una sonrisa ladeada, como si supiera lo que venía.

—Green, eres más de lo que dejas ver. Puede que te encierres en tu música y actúes como si no te importara, pero sabemos cuánto nos proteges, cuánto te preocupas. Eres nuestro guardián, incluso si no lo admites.

Green hizo un gesto con la mano, restándole importancia, pero sus ojos mostraban una gratitud que no podía esconder.

Finalmente, Second se giró hacia Purple. Por un momento, el tiempo pareció detenerse.

—Y tú, Purple... —Second hizo una pausa, tomando aire. —Eres el corazón de todo esto. Tu fuerza, tu valentía, tu capacidad para seguir adelante a pesar de todo lo que has pasado, son inspiradoras. Tienes tanto potencial, y sé que harás cosas increíbles. Nunca dudes de ti mismo, porque nosotros nunca lo haremos.

Purple sonrió, sus ojos brillando con una mezcla de orgullo y emoción.

Second los miró a todos una vez más.

—Gracias por ser como son. Los quiero más de lo que podría decir, y nunca olvidaré lo mucho que significan para mí.

El silencio en la habitación estaba lleno de emoción, hasta que Red, como siempre, lo rompió con una risa.

—¡Ya, Second, nos vas a hacer llorar a todos!

Todos rieron, pero en sus ojos brillaba algo más profundo: gratitud, amor y la certeza de que, pase lo que pase, siempre se tendrían el uno al otro.

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Second se levantó de la mesa, su corazón lleno de calidez tras el momento que acababa de compartir con sus amigos. Estaba en casa, rodeado de quienes más le importaban, y todo parecía en perfecta armonía. Mientras disfrutaban del desayuno, una serie de golpes resonó en la puerta principal.

Todos se miraron, ligeramente desconcertados.

—¿Esperamos a alguien? —preguntó Green, quitándose un auricular.

Second negó con la cabeza, pero su curiosidad se despertó. Se levantó de la silla y caminó hacia la puerta, mientras sus amigos lo observaban con curiosidad. Al abrirla, una cara familiar apareció frente a él.

Era Chosen, el Chosen de su propia dimensión, acompañado por Dark, que se mantenía un paso atrás con su habitual aire tranquilo y reservado.

—¡Second! —Chosen sonrió ampliamente, levantando una mano en señal de saludo.

Second lo miró por un momento, procesando la sorpresa, y luego sonrió, una sonrisa cálida y genuina.

—Chosen... ¡qué sorpresa! —dijo, acercándose para darle un apretón de manos que pronto se convirtió en un abrazo.

—Espero no interrumpir nada —dijo Chosen, riendo suavemente.

Second negó con la cabeza, todavía sonriendo.

—Claro que no. Es bueno verte. ¿Qué los trae por aquí?

Dark, que hasta ese momento había permanecido en silencio, dio un paso adelante y le dirigió a Second una breve inclinación de cabeza, una especie de saludo respetuoso.

—Solo pasábamos cerca y decidimos venir a verte. Queríamos asegurarnos de que todo estuviera bien.

Second asintió, agradecido por la preocupación de ambos.

—Bueno, llegaron en el mejor momento. Estábamos desayunando. Pasen, no se queden afuera.

Chosen y Dark intercambiaron miradas, y Chosen asintió antes de seguir a Second hacia el interior de la casa.

Cuando entraron, los amigos de Second se levantaron, sorprendidos al ver a los dos visitantes. Chosen saludó a todos con una sonrisa amable, mientras que Dark, aunque más reservado, ofreció un gesto cortés.

Second miró a sus amigos y luego a sus invitados, sintiendo cómo algo dentro de él se alineaba.

Había pasado por tanto, pero en ese momento, rodeado de quienes eran importantes para él, supo que estaba exactamente donde debía estar. Una nueva etapa estaba por comenzar, y aunque el pasado seguía siendo un recuerdo vivo, el presente era su mayor tesoro.

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En la dimensión fragmentada, el caos y las cicatrices de la guerra quedaron atrás, dando paso a un renacer lleno de esperanza y nuevas oportunidades. Todos comenzaron a escribir sus propias historias, libres de las cadenas del pasado.

Purple fue coronado como el nuevo rey de su reino. King Orange, quien antes había sido un mentor distante, ahora lo veía como un hijo propio. Purple llevaba la corona con orgullo, recordando las palabras de Second y la fuerza que le transmitió. Aunque a veces añoraba la presencia de su amigo, sabía que podía avanzar, guiando a su reino hacia un futuro brillante.

Red, en su propio reino, también asumió el trono gracias al apoyo incondicional de Dark. Junto a Yellow, construyó una vida llena de amor y risas. Su boda fue una celebración que unió a su pueblo, y juntos gobernaron como un equipo, mostrando al mundo que el equilibrio entre la pasión y la razón podía crear un reinado fuerte y justo.

Green y Blue, quienes siempre parecían polos opuestos, comenzaron a conocerse en un nivel más profundo. Sus diferencias, en lugar de separarlos, se convirtieron en un puente para construir algo especial. Poco a poco, su relación floreció como un jardín que ambos cuidaban con dedicación y cariño.

En cuanto a Chosen, decidió emprender una nueva etapa junto a Dark. Ambos dejaron atrás las responsabilidades de la realeza cuando Dark renunció al trono, coronando a Red como el nuevo rey. Ahora, Chosen y Dark recorrían el mundo, embarcándose en aventuras que los desafiaban y los unían aún más. Cada paso que daban era un recordatorio de que el cambio y la redención siempre eran posibles.

Y así, la dimensión fragmentada encontró su propio equilibrio, un final feliz lleno de segundas oportunidades, amor y crecimiento. Las palabras y las acciones de Second habían dejado una huella imborrable en todos, guiándolos hacia el camino que ahora caminaban con orgullo.

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[Fin...♡]

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