★°○『 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 6 』○°★
[Narrador/a]
Green regresó al lugar donde había preparado todo el picnic, ahora vacío y silencioso. Se quedó mirando los restos de la manta, las piezas de redstone que usó para la trampa, y las flores de cerezo que caían lentamente sobre el suelo. Todo le parecía una cruel ironía; el paisaje era hermoso, pero su interior estaba en completo caos.
Se sentó en el suelo, apoyando la espalda contra un árbol, y sacó su celular. Lo desbloqueó y comenzó a ver las grabaciones que había hecho durante el día. Al principio, su entusiasmo era evidente: hablaba, reía, y se veía convencido de que todo saldría bien. Pero luego llegó el momento de la caída, de las risas, y de los gritos. Green pausó el video justo cuando Second lo empujaba, y el rostro de Blue, contorsionado por el dolor, aparecía en el fondo.
No pudo seguir viendo. Apagó el celular de golpe y lo dejó caer al suelo, sintiéndose asqueado de sí mismo. Había algo profundamente equivocado en todo esto, y lo sabía. Había usado a sus amigos, su dolor, y su confianza para un momento de entretenimiento egoísta. Pero ahora... ahora estaba solo. Y quizá merecía estarlo.
Se quedó allí por horas, sin moverse, mientras la luz del sol comenzaba a desvanecerse entre las ramas. Cada pensamiento lo llevaba de vuelta a los momentos en que todos eran más unidos, cuando las bromas no herían, cuando las risas eran reales y no forzadas. Pero esos tiempos parecían tan lejanos que se sentía imposible alcanzarlos de nuevo.
Finalmente, Green se puso de pie, limpiándose las lágrimas que no sabía que habían caído. Decidió regresar a casa, aunque sabía que la tensión con sus amigos iba a estar en su punto más alto. No podía escapar de lo que había hecho; lo único que podía hacer era enfrentar las consecuencias, por más dolorosas que fueran.
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Green llegó a la casa de Purple después de caminar sin rumbo por horas. El enorme árbol que albergaba el hogar de Purple se alzaba frente a él, cubierto de hojas brillantes que caían suavemente con el viento. Purple estaba de pie en un pequeño balcón improvisado, regando unas plantas en macetas de madera. Green lo observó desde abajo, su mente inundada de dudas, pero finalmente llamó su atención.
—¿Puedo subir? —preguntó con voz baja.
Purple dejó de regar las plantas y miró a Green por un instante antes de asentir. Algo en la expresión de Green le hizo fruncir el ceño. No era común verlo tan apagado.
Cuando Green llegó al balcón, Purple cruzó los brazos, evaluándolo con una mirada curiosa.
—¿Qué pasa contigo? —le preguntó sin rodeos—. ¿Te ves... mal?
Green suspiró, mirando el suelo de madera bajo sus pies.
—Problemas con los demás —murmuró.
Purple levantó una ceja, su intuición confirmando lo que ya sospechaba.
—¿Hiciste algo malo con tus amigos? —preguntó.
Green se tensó y, tras unos segundos de silencio, bajó la cabeza.
—Sí —admitió con voz débil.
Purple no dijo nada al principio, pero luego dejó la regadera a un lado y lo miró fijamente.
—Green, ya sabía eso. Lo que pasa contigo es evidente —dijo con un tono neutro—. Te estás separando de los demás… todo por tus vistas.
Green se sentó pesadamente en una silla cercana. La verdad en las palabras de Purple lo golpeó como una ola fría.
—Tienes razón —admitió—. He sido un monstruo con ellos, y sobre todo con Blue. Ahora él ni siquiera quiere mirarme.
Purple asintió, como si esas palabras fueran solo una confirmación de algo que ya sabía.
—Blue no te habla porque está intentando sanar, Green. Lo sé porque últimamente le he estado ayudando a salir un poco de todo esto. Lo he estado llevando a la ciudad con Rust.
El nombre ajeno hizo que Green levantara la cabeza, frunciendo el ceño.
—¿Quién es Rust?
—Un buen amigo de Blue —respondió Purple con calma—. Siempre se encuentran en la ciudad, donde Rust tiene un puesto de corndogs. Se llevan bien, y Blue parece más relajado cuando está con él.
Green sintió que algo dentro de él se tensaba, algo que no podía explicar pero que lo incomodaba.
—¿Y por qué nunca me dijo nada de eso? —preguntó, molesto.
Purple soltó una risa seca, llena de ironía.
—Porque no tiene que decírtelo, Green. Ya no es tu pareja, ni tú su confidente. No tienes derecho a saber todo lo que hace.
—Aún puedo preocuparme por con quién se junta —replicó Green, alzando la voz y poniéndose de pie.
Purple se cruzó de brazos, mirándolo fijamente con una expresión seria.
—Claro, puedes preocuparte, pero eso no cambia el hecho de que eres un completo egoísta —dijo Purple con frialdad—. Lo perdiste por tu culpa. Actuaste más seco que la palabra misma, y ahora estás pagando el precio.
Green apretó los puños, sabiendo que Purple tenía razón, pero la rabia y la culpa nublaban su juicio.
—No me voy a quejar —respondió con amargura—, pero tampoco voy a mendigar su perdón. Si no quieren hablarme, yo tampoco lo haré. Todo el mundo me hace sentir culpable, y solo quiero ser yo mismo. Ahora tengo un trabajo, y ese trabajo es satisfacer a mi gente.
Purple lo miró con incredulidad, sus ojos reflejando una mezcla de lástima y frustración.
—Esa actitud orgullosa es la que te está destruyendo, Green. Si sigues así, nunca vas a recuperar nada, ni a nadie.
Pero Green no escuchó. Se dio media vuelta y comenzó a bajar del árbol.
—Haz lo que quieras —dijo Purple mientras lo veía marcharse—, pero no olvides que esto es tu culpa.
Cuando Green desapareció entre los árboles, Purple regresó a sus plantas. Pero esta vez, mientras regaba, sintió un peso en el pecho. Por primera vez entendió cómo se sentían los demás con respecto a Green: frustrados, agotados y decepcionados.
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Green llegó a casa y vio a sus amigos reunidos en la sala. Estaban sentados alrededor de Blue, ayudándolo a vendarse el pie mientras conversaban en voz baja. Nadie levantó la vista para saludarlo, y él tampoco intentó decir algo. Simplemente subió corriendo al piso superior, ignorando el dolor en su pecho y los murmullos que dejó atrás.
Una vez arriba, comenzó a re-construir cuarto para él, agregando cama y mas descoraciones, iba a empezar a vivir alli adentro. Golpeaba los bloques de madera con fuerza, como si cada golpe fuera una forma de liberar la rabia que lo consumía.
Abajo, los demás continuaban cuidando a Blue. Aunque aparentemente lo ignoraban, Blue no pudo evitar escuchar el ruido de Green construyendo. Suspiró, mirando hacia el techo.
—¿Crees que está bien? —preguntó Red en voz baja, notando la expresión pensativa de Blue.
Blue negó con la cabeza, pero no dijo nada. Su pie dolía, pero sabía que las vendas y unas pociones lo arreglarían. Lo que realmente le dolía no era su pie, sino su corazón. Una parte de él aún quería arreglar las cosas con Green, pero la otra... estaba agotada de intentarlo.
Green continuó trabajando en su nuevo cuarto con una intensidad casi obsesiva. Cada golpe al martillo, cada bloque colocado, era una manera de ahogar las voces de su mente. Pero no podía evitar que ciertas palabras se repitieran una y otra vez: “Es tu culpa”, “Actuaste más seco que la palabra misma”, “Nunca vas a recuperar nada”.
Golpeó con fuerza un bloque que no encajaba bien, frustrado consigo mismo, con Purple, con todos. Sentía que estaba atrapado en un bucle interminable, siempre equivocándose, siempre perdiendo a las personas importantes en su vida.
Mientras tanto, abajo, Blue intentaba concentrarse en el momento. Red y Yellow hablaban sobre qué hacer con respecto a Green, pero Blue apenas los escuchaba. Su mente estaba dividida entre el dolor físico y una serie de recuerdos que no dejaban de aparecer: momentos felices con Green, la risa compartida, las promesas que se habían hecho antes de que todo se rompiera.
—¿Crees que deberíamos hablar con él? —preguntó Red, mirando a Yellow con cierta inseguridad.
Yellow se cruzó de brazos, pensando detenidamente.
—No creo que sea el momento. Está cegado por su orgullo —respondió con frialdad—. Si vamos ahora, solo lo hará peor.
Blue apretó los labios, bajando la mirada hacia su pie vendado. Aunque no quería admitirlo, sabía que Yellow tenía razón.
—Entonces... ¿qué hacemos? —insistió Red, claramente preocupado.
Yellow suspiró y miró a Blue.
—No podemos obligarlo a cambiar. Solo podemos esperar que se dé cuenta de lo que está perdiendo antes de que sea demasiado tarde.
Blue no dijo nada, pero en el fondo no estaba tan seguro de que eso sucediera. Green siempre había sido terco, y esta vez parecía más decidido que nunca a alejarse de todos.
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Arriba, Green terminó de colocar los últimos bloques de su nuevo cuarto. Era amplio, con grandes ventanas que ofrecían una vista en la pc. En una esquina, había comenzado a decorar con muebles y detalles que había comprado recientemente en la ciudad. Todo era moderno y minimalista, pero había algo frío en el ambiente.
Se dejó caer en una silla, mirando su creación. Se suponía que este cuarto iba a ser un refugio, un lugar donde pudiera ser él mismo sin preocuparse por el juicio de los demás. Pero, sentado allí, lo único que sentía era un vacío inmenso.
—¿Qué estoy haciendo...? —murmuró para sí mismo, llevando una mano a su rostro.
Por primera vez en mucho tiempo, se permitió admitir que no estaba bien. Que había cometido errores. Que, quizás, Purple tenía razón. Pero, al mismo tiempo, no sabía cómo cambiar.
Green miró su celular, que estaba sobre la mesa frente a él. Abrió la cámara y comenzó a grabar un video, pero esta vez su tono era diferente.
—Hey, chicos... —comenzó, con una voz apagada—. Hoy no tengo un video divertido para ustedes. Quiero hablar de algo serio... algo que me ha estado afectando mucho últimamente.
Hizo una pausa, luchando por encontrar las palabras correctas.
—Sé que siempre intento mostrarles lo mejor de mí, pero... creo que me estoy perdiendo en el proceso. Estoy lastimando a las personas que me importan, y no sé cómo arreglarlo.
Detuvo la grabación antes de continuar. No estaba seguro de si subiría ese video o no, pero al menos había dado el primer paso para enfrentar lo que sentía, desahogandose.
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Abajo, Blue escuchó el sonido de pasos en el techo y suspiró. Aunque sabía que debía concentrarse en su recuperación, no podía evitar preocuparse por Green.
—¿Crees que Green está bien? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio.
Yellow lo miró con una expresión seria.
—Green solo estará bien si él decide estarlo, Blue. No es algo que podamos arreglar por él.
Blue asintió, pero su corazón se sentía pesado. Por mucho que intentara seguir adelante, una parte de él aún quería que Green regresara... pero no como era ahora, sino como el Green que solía conocer.
Red, notando la tristeza en Blue, intentó cambiar de tema.
—Bueno, al menos tienes a Rust. Ese tipo parece saber cómo animarte.
Blue sonrió levemente, agradecido por el intento de Red de levantar el ánimo.
—Sí, Rust es... un buen amigo. Me ayuda a distraerme.
La mención de Rust hizo que todos se quedaran en silencio por un momento. Aunque nadie lo decía en voz alta, sabían que el vacío que Green había dejado no era algo que se pudiera llenar fácilmente.
Y arriba, en su nuevo cuarto, Green miró por la ventana hacia la hermosa vista de la pc, preguntándose si alguna vez podría encontrar la manera de arreglar todo lo que había roto.
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Blue, decidido a hablar con Green, subió con cuidado las escaleras. Su pie aún dolía, pero no le importaba. Tenía que intentar llegar a él, aunque fuera una última vez. Al llegar a la puerta del nuevo cuarto de Green, se detuvo, respiró hondo y tocó suavemente.
—Green... soy yo, Blue. ¿Podemos hablar?
No hubo respuesta. Adentro, Green estaba tirado en su cama, con los audífonos puestos y la música a todo volumen. Su atención estaba completamente enfocada en su teléfono, donde revisaba sus ganancias, vistas y los comentarios positivos que inundaban sus publicaciones recientes.
—"Eres el mejor, Green, no dejes que nadie te detenga."
—"Tu contenido es increíble, nunca cambies."
Cada mensaje parecía reforzar la barrera que había construido entre él y sus amigos. Se convencía a sí mismo de que estaba haciendo lo correcto, de que su enfoque debía estar en su trabajo, no en ellos.
Blue volvió a tocar la puerta, esta vez con más fuerza.
—Green, por favor, sé que estás ahí.
Pero el volumen de la música era demasiado alto. Blue suspiró y se apoyó en la pared cercana, sintiendo que su energía lo abandonaba. Apenas unos minutos después, Yellow apareció al pie de las escaleras, preocupado al ver a Blue esforzándose.
—¿Qué haces aquí, Blue? —preguntó, subiendo rápidamente para ayudarlo.
—Quería hablar con Green... pero no abre la puerta.
Yellow lo miró con seriedad, negando con la cabeza.
—No vale la pena ahora. Ven, te llevaré a tu habitación. Necesitas descansar.
Blue dudó, pero el dolor en su pie lo convenció de aceptar la ayuda. Yellow lo rodeó con un brazo para apoyarlo y comenzaron a bajar las escaleras lentamente.
Mientras tanto, Green sintió algo, como si alguien estuviera afuera de su puerta. Quitándose los audífonos, se levantó y caminó hacia ella. La abrió lentamente y vio a Blue y Yellow en el pasillo, bajando juntos. Blue estaba inclinado sobre Yellow, apoyándose en él, mientras Yellow lo ayudaba con cuidado.
Una mezcla de emociones inundó a Green: celos, enojo y algo que no quería admitir... tristeza.
—¿Qué están haciendo aquí? —preguntó, su voz más fría de lo que pretendía.
Yellow giró la cabeza, mirando a Green con desdén.
—No es tu problema. Estamos ocupados.
Antes de que Green pudiera decir algo más, Yellow continuó bajando con Blue, ignorándolo por completo.
Green se quedó en el umbral de su puerta, observándolos desaparecer al final de las escaleras. Cerró la puerta con fuerza, frustrado. De alguna manera, ver a Blue y Yellow tan cerca lo irritaba más de lo que quería admitir.
Se recostó nuevamente en su cama, pero esta vez dejó el teléfono a un lado. Miró al techo, sintiéndose extrañamente vacío, como si el trabajo y los comentarios positivos ya no fueran suficientes para llenar el hueco que crecía dentro de él.
—No debería importarme... —murmuró para sí mismo, pero su mente no podía dejar de imaginar a Blue y Yellow juntos. La forma en que Yellow lo miraba, la manera en que lo ayudaba.
Green cerró los ojos con fuerza, tratando de apartar esos pensamientos, pero todo lo que logró fue sentirse aún más perdido.
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Esa noche, Green no pudo dormir. Su mente seguía llena de imágenes de Blue y Yellow juntos, bajando las escaleras como si él ya no fuera parte de sus vidas. Se levantó de la cama, enfadado consigo mismo por dejar que esos pensamientos lo afectaran.
—No me importa... no debería importarme... —murmuró, caminando de un lado a otro en su cuarto recién construido. Pero por más que intentara convencerse, la sensación de celos y culpa seguía ahí, como un peso que no podía sacudirse.
Finalmente, se asomó por la ventana de su cuarto, desde donde podía ver la habitación de Blue. La luz estaba encendida, y aunque no podía distinguir lo que ocurría adentro, imaginaba que Yellow aún estaba con él, ayudándolo a descansar.
—¿Por qué me afecta tanto? —se preguntó en voz baja.
En la habitación de Blue, Yellow terminaba de acomodarlo en la cama, asegurándose de que tuviera todo lo que necesitaba.
—Gracias, Yellow... pero no era necesario que te quedaras tanto tiempo conmigo —dijo Blue con una pequeña sonrisa.
—Claro que era necesario. Después de todo lo que pasó hoy, alguien tenía que cuidarte. Además, no confío en que Green lo haga —respondió Yellow, cruzándose de brazos.
Blue suspiró, incómodo. Sabía que la relación entre Green y los demás estaba en su punto más bajo, pero aún no quería rendirse.
—Green no es malo, Yellow... solo... está perdido.
Yellow lo miró, incrédulo.
—¿Perdido? Blue, casi te quema vivo hoy, y ni siquiera tuvo la decencia de disculparse. Siempre está más preocupado por su teléfono que por nosotros. ¿Cómo puedes seguir defendiéndolo?
Blue desvió la mirada, incapaz de responder. Parte de él sabía que Yellow tenía razón, pero otra parte seguía aferrándose a los buenos recuerdos que tenía con Green.
—No lo sé... tal vez porque sé que, en el fondo, Green todavía se preocupa por nosotros. Solo necesita darse cuenta de lo que está perdiendo.
Yellow suspiró y decidió no discutir más.
—Solo cuídate, ¿de acuerdo? Si necesitas algo, estaré en mi cuarto.
—Gracias, Yellow.
Cuando Yellow salió de la habitación, Blue se quedó solo, mirando hacia la ventana. En la distancia, creyó ver una sombra moverse en el cuarto de Green. Por un momento, pensó en intentar hablar con él de nuevo, pero el recuerdo de cómo lo había ignorado antes lo detuvo.
Mientras tanto, Green seguía observando desde la ventana, luchando con sus propios pensamientos. Quería bajar y hablar con Blue, explicarle por qué había actuado como lo hizo. Pero su orgullo seguía siendo más fuerte.
—Si ellos no quieren hablar conmigo, yo tampoco lo haré —se dijo a sí mismo, aunque su voz sonaba menos convencida.
Finalmente, apagó la luz de su cuarto y se dejó caer en la cama, esperando que el sueño llegara. Pero incluso en la oscuridad, no podía escapar de la sensación de que estaba perdiendo algo importante. Algo que tal vez no podría recuperar si seguía así.
En la mañana, cuando los rayos del sol iluminaron la casa, Green se despertó con una idea rondándole la cabeza: si no podía hablar con Blue directamente, tal vez podía demostrarle que estaba dispuesto a cambiar... pero no estaba seguro de cómo hacerlo.
Mientras los demás comenzaban a reunirse en la sala para planear el día, Green decidió mantenerse al margen, observando desde la distancia. Su orgullo seguía ahí, pero ahora empezaba a mezclarse con algo más: un deseo genuino de arreglar las cosas, aunque no sabía por dónde empezar.
[Continuará...♡]
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