ㅤׁ ☀️ ׅ ᗂ 𝖮𝖮5 / FINAL ꒱

El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos y nostálgicos, mientras Jennie caminaba por la playa con el corazón pesado. Había pasado días en el hospital recuperándose, pero el peso de la ausencia de Lisa la había seguido como una sombra. Su teléfono había permanecido en silencio, y cuando decidió ir a la cafetería donde trabajaba, se encontró con las puertas cerradas. Los rostros de sus amigos y conocidos reflejaban la misma preocupación que ella sentía en su pecho.

Lisa había desaparecido.

La brisa marina acarició su rostro mientras se adentraba en sus pensamientos, intentando encontrar respuestas. Fue entonces cuando sus ojos se posaron en una figura familiar, sentada en la arena, contemplando el atardecer. Su corazón dio un vuelco al reconocer a Lisa, con la cabeza baja y lágrimas deslizándose por sus mejillas.

─Lisa...─susurró Jennie, acercándose con cautela. Cada paso era una mezcla de esperanza y temor.

Lisa levantó la vista, y sus ojos, llenos de tristeza, se encontraron con los de Jennie. En ese instante, el mundo se detuvo.

─No debería haber venido─ murmuró Lisa, con sus palabras ahogadas por el sonido de las olas al mismo tiempo que se levantaba─. No sé cómo enfrentar esto.

─Yo tampoco lo sé, pero no puedo perderte. Te he estado buscando─ Jennie respondió, sintiendo cómo la angustia la abrazaba─. Lo siento, Lisa. Te fallé y no supe cómo lidiar con ello. Pero quiero que sepas que estoy aquí, que te amo y que quiero arreglar esto

Lisa dejó escapar un sollozo, y en un instante, Jennie se acercó a su lado, tomando su mano para detenerla.

─Por favor, perdóname. No quería que esto nos separara. Quiero que peleemos juntas, que nos apoyemos hasta el final

Las palabras de Jennie resonaron en el corazón de Lisa, quien, abrumada por el dolor y la tristeza, no pudo contenerse más y se lanzó a los brazos de Jennie.

Ambas se aferraron con fuerza, como si el mundo a su alrededor se desvaneciera. La melancolía se transformó en un rayo de esperanza mientras las lágrimas de Lisa caían sobre el hombro de Jennie.

─Te he echado tanto de menos confesó Lisa entre sollozos─. No sé cómo seguir sin ti, Jennie... ¿Que haré cuando te vayas?

─Seguir adelante─dijo Jennie, mientras acariciaba su cabello─. Te prometo que estaré a tu lado en cada paso. No importa lo que pase, siempre estaré contigo

Lisa la observó fijamente a los ojos mientras le acariciaba las mejillas.

─Te amo Jennie, te amaré por el resto de mi vida─dijo sin poder contener la lágrimas─. Te amo, te amo, te amo Jennie. Te amo.

Ambas volvieron a unirse en un abrazo.

El sol se ocultó, y la playa se sumió en una suave penumbra, mientras Jennie y Lisa se miraban a los ojos. Sin poder contenerse más, Jennie se inclinó y besó suavemente los labios de Lisa. Era un beso cargado de promesas, de reconciliación, de amor. Un beso que hablaba de un futuro compartido, a pesar de las sombras que las acechaban.

Esa noche, tras una cena llena de risas y recuerdos, regresaron a casa de Lisa, donde la calidez y la intimidad se apoderaron del ambiente.

Las luces tenues creaban un espacio seguro, y mientras se abrazaban, el deseo se encendió entre ellas. Sus corazones latían al unísono, y cada caricia se sentía como una declaración de amor.

Los besos subieron de intensidad, al igual que las caricias.

Lisa acarició la pierna de Jennie, subiendo poco a poco el vestido de esta, mientras repartía besos y mordidas en el cuello de su amada.

Jennie soltó suaves jadeos por aquello y pronto se vió inundada de una abrumante oleada de calor.

Volvieron a chocar sus labios, y ahora sus lenguas también entraban al juego. Jennie se sentó a horcajadas sobre Lisa, mientras esta le bajaba las tiras del vestido y le acariciaba sus regordetes muslos.

Prontamente se entregaron la una a la otra, dejando que sus cuerpos hablasen mientras el mundo exterior desaparecía. El amor que compartían era fuerte y puro, un refugio donde el dolor y el miedo no podían entrar. En cada beso, en cada susurro, se prometieron estar juntas hasta el último día.

Días después, una mañana tranquila de fin de semana, la luz del sol se filtraba a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación. Lisa se despertó, sintiendo la calidez del cuerpo de Jennie a su lado. Sin embargo, algo no se sentía bien. El silencio que las rodeaba era abrumador.

─Jennie...─llamó suavemente, pero no hubo respuesta. Se giró para mirarla y su corazón se detuvo al ver el rostro sereno de Jennie, inmóvil en la cama─. No, no, no─ repetía Lisa, su voz temblando mientras sacudía suavemente a Jennie─. Despierta, amor. Por favor

Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos cuando entendió la cruel realidad. Jennie no despertaría. El cáncer, esa sombra que siempre había acechado, había ganado la batalla.

Lisa se quedó paralizada, el mundo a su alrededor se desvaneció en un mar de confusión y dolor. Las lágrimas caían sin control por sus mejillas, empapando la almohada donde Jennie había descansado. Su corazón, que un día había estado lleno de amor y promesas, ahora se sentía como un pozo vacío, un abismo oscuro donde solo había tristeza.

─¿Por qué, Jennie? ¿Por qué me dejaste, mi amor?─sus palabras salieron como un susurro, una súplica al aire, mientras se aferraba en un abrazo al cuerpo frío de Jennie, buscando alguna señal de que todo era un mal sueño. Pero la frialdad de su piel era la única respuesta.

Recuerdos de su tiempo juntas inundaron la mente de Lisa: las risas compartidas, las noches de charlas interminables, cada beso robado bajo las estrellas. La imagen de Jennie sonriendo, iluminando su vida con su luz, se convirtió en un eco doloroso en su corazón.

─Te prometí que estaría contigo hasta el final─dijo Lisa, su voz apenas un hilo─. ¿Cómo puedo hacerlo sin ti? ¿Cómo puedo seguir...?

Con el corazón desgarrado, Lisa se inclinó sobre el cuerpo de Jennie, sintiendo la necesidad de aferrarse a lo último que le quedaba de ella. La habitación estaba llena de esos momentos que habían compartido, y aunque el dolor era abrumador, Lisa sabía que tenía que honrar la promesa que le había hecho a Jennie.

─Te llevaré conmigo, siempre. No importa dónde esté, siempre estarás en mi corazón─prometió, mientras acariciaba suavemente el cabello de Jennie por última vez. Se quedó allí, sumida en su tristeza, mientras el sol ascendía en el cielo, iluminando la habitación con una luz dorada que parecía burlarse de su dolor.

El responso y el funeral, fueron aún más desoladores.

─Lisa, lo siento mucho...─dijo uno de los clientes habituales de la cafetería, un anciano que siempre tomaba su café en la ventana─. ¿Cómo estás?

Lisa respiró hondo, sintiendo que las palabras se atascaban en su garganta.

─No estoy bien...

El anciano la abrazó y Lisa soltó en llanto enseguida.

Con el corazón pesado y una mezcla de tristeza y gratitud, Lisa se ubicó frente a la multitud que había venido a despedir a Jennie. Las lágrimas brillaban en sus ojos, pero su voz era firme mientras comenzaba a hablar.

─Hoy nos reunimos aquí no solo para llorar la pérdida de Jennie, sino para celebrar la hermosa luz que trajo a nuestras vidas. Desde el primer día que nos conocimos, su risa iluminó mi mundo de una manera que nunca supe que necesitaba. Era más que mi mejor amiga; era mi confidente, mi compañera de aventuras y, sobre todo, el amor de mi vida.

Lisa respiró hondo, sintiendo que las palabras se atascaban en su garganta.

─Recuerdo nuestras tardes en mi cafetería compartiendo sueños y secretos entre sorbos de café y pasteles de limón, que era su favorito. Cada rayo de sol que se filtraba por las ventanas parecía ser testigo de nuestra conexión única. Jennie tenía una forma especial de ver la belleza en todo, y me enseñó que el amor no tiene límites, que puede florecer incluso en los momentos más oscuros.

Sus recuerdos se etremezclaron con las lágrimas, y sintió que no podría lograr terminar el discurso.

─La vida nos trajo desafíos, y aunque enfrentamos el dolor de la enfermedad, nunca perdimos la esperanza. Jennie enfrentó su batalla con una valentía que me dejó sin palabras. Yo por mi parte, hubo un momento en el que fuí torpemente dura con ella y eso me carcome el alma en este momento. Siempre estaba sonriendo, siempre cuidando de los demás, incluso en sus momentos más difíciles. Su fortaleza me inspiró a ser mejor, a luchar con el mismo amor y determinación que ella mostró cada día. Aunque hoy siento un vacío inmenso, sé que Jennie vive en cada recuerdo, en cada risa compartida y en cada sueño que aún llevamos en nuestros corazones. Ella me enseñó que el amor verdadero no muere; simplemente se transforma. Y así, mientras la despedimos, prometo honrar su memoria viviendo cada día con la misma pasión y alegría que ella trajo a mi vida.
Jennie, gracias por ser mi todo. Te llevo conmigo, hoy y siempre, en cada latido de mi corazón. Te amo... aunque el sol se oculte

Con esas palabras, Lisa cerró los ojos por un momento, sintiendo la presencia de Jennie a su lado, y supo que, aunque físicamente se hubiera ido, su amor seguiría iluminando su camino.

Pasaron las horas, los días y las semanas, los meses, y con cada tick del reloj, el vacío se hacía más palpable en la habitación en el que Jennie se había hospedado alguna vez. Lisa observó por última vez el anillo que le había regalado a Jennie y soltó un suspiro agobiado.

Decidió que debía compartir su amor por Jennie con el mundo, que su luz no podía apagarse en la oscuridad de su tristeza.

Con el corazón pesado, Lisa salió de la habitación y se dirigió a la cafetería.

Comenzó a hornear panes y pasteles, a preparar café y pronto los clientes nuevamente se reunieron como de costumbre en el lugar, y aquello la llenó levemente de alegría despúes de mucho tiempo.

─Que bueno que abriste, ya te estabamos extrañando─dijo una de sus habituales clientas.

─¿A mí o a tu pastel de fresa?─contestó Lisa sonriendo.

Mas tarde, decidió hacer algo especial. Preparó un mural en la pared de la cafetería, donde todos pudieran escribir recuerdos y mensajes para Jennie.

─Es un lugar donde su espíritu puede vivir─dijo cuando uno de sus trabajadores se acercó a ella.

A medida que los días pasaron, el mural se llenó de notas, dibujos y fotos, creando un homenaje vibrante a la vida que Jennie había tocado.

Con el tiempo, Lisa se dio cuenta de que su amor por Jennie no había muerto. Aunque su ausencia era una herida abierta, el legado de su amor seguía vivo en cada rincón de la cafetería, en cada taza de café que servía, en cada pastel de limón que hacia, en cada sonrisa que lograba dibujar en los rostros de sus clientes.

Cada mañana, antes de abrir, Lisa se sentaba en la mesa que solían compartir y le hablaba a Jennie como si estuviera allí a su lado.

─Hoy haré algo especial por ti─ decía, mientras preparaba su café favorito─. Siempre estarás conmigo

A través de su dolor, Lisa encontró una nueva forma de vivir, no solo por ella misma, sino por Jennie. Se convirtió en una defensora de la vida, compartiendo su historia y ayudando a otros a encontrar esperanza en medio de la adversidad.

Un día, mientras organizaba un evento en la cafetería para recaudar fondos para una causa que había sido cercana a Jennie, Lisa sintió una oleada de energía. La emoción en el aire era palpable, con personas de la comunidad unidas en honor a la memoria de Jennie. Las risas llenaban el espacio, y la música alegre resonaba en cada rincón. Era un recordatorio de que, a pesar del dolor, la vida seguía adelante.

Mientras organizaba el evento, Lisa se dio cuenta de que había comenzado a sanar. Había aprendido a reír de nuevo, a disfrutar de los pequeños momentos y, lo más importante, había encontrado un propósito en su pérdida. Cada persona que se acercaba a ella para compartir un recuerdo de Jennie, le recordaba que su amor había dejado una huella imborrable en la vida de muchos.

En una de las mesas, un grupo de amigos de Jennie conversaba animadamente, recordando anécdotas divertidas y conmovedoras. Uno de ellos, Marco, se acercó a Lisa con una sonrisa que iluminaba su rostro.

─No puedo creer cuánto ha crecido este lugar desde que decidiste honrar a Jennie aquí─le dijo─. Ella siempre decía que la cafetería era como su segundo hogar, ya veo porque

Lisa sonrió, sintiendo una mezcla de nostalgia y alegría.

─Lo era. Quiero que todos sientan ese mismo amor aquí, como ella lo hacía

Durante el evento, Lisa tomó el micrófono y, con la voz temblorosa pero decidida, compartió una historia que había estado guardando para sí misma.

─Cuando Jennie y yo comenzamos nuestra aventura juntas, nunca imaginé que terminaría así. Pero lo que aprendí es que el amor no se pierde. Se transforma, y sigue viviendo en nosotros, aunque el sol se oculte...

La multitud escuchó en silencio, y algunos comenzaron a aplaudir suavemente.

─Así que hoy, no solo celebramos su vida, sino también la importancia de vivir con pasión y amor. Hago un llamado a todos ustedes para que continúen su legado, para que se cuiden entre sí, y para que nunca olviden lo preciosa que es la vida

La sala estalló en aplausos, y Lisa sintió que algo dentro de ella se iluminaba. Se dio cuenta de que no solo estaba honrando a Jennie, sino que estaba encontrando su propio camino hacia la sanación. La energía positiva que llenaba el lugar era un recordatorio de que la vida, a pesar de sus desafíos, podía ser hermosa.

Con el tiempo, la cafetería se convirtió en un espacio comunitario donde las personas se reunían no solo para tomar café, sino para compartir sus historias, sus luchas y sus triunfos. Lisa organizó talleres, noches de poesía y eventos benéficos, creando una red de apoyo que ayudaba a otros a sanar y encontrar su voz.

Un día, mientras organizaba un taller de arte, una joven llamada Kim Jisoo se acercó a ella.

─Tu historia sobre Jennie me ha inspirado tanto. Me gustaría hacer algo para ayudar a otros como ella hizo por ti─dijo, con sus ojos brillando de determinación.

Lisa sonrió, sintiendo una conexión instantánea.

─¿Qué te gustaría hacer?─le preguntó.

─Quiero crear un programa de mentoría para jóvenes que están pasando por momentos difíciles. Quiero que sepan que no están solos─respondió Sara.

Lisa sintió una oleada de orgullo y esperanza.

─Eso es maravilloso. Puedo ayudarte a hacerlo realidad

Juntas, comenzaron a planear el programa, y pronto se unieron más voluntarios, cada uno aportando su propia historia y experiencia.

Con el tiempo, el programa de mentoría se convirtió en un gran éxito, ayudando a muchos a encontrar su camino. La historia de Jennie se narraba en cada encuentro, y su legado seguía inspirando a nuevas generaciones.

Mientras Lisa observaba a las personas que se beneficiaban del programa, comprendió que el amor verdadero nunca muere; se transforma, se extiende y se multiplica. Cada sonrisa, cada abrazo y cada palabra de aliento eran un tributo a Jennie, y Lisa se sintió más viva que nunca.

Una tarde, mientras el sol se ponía y los colores del cielo se reflejaban en el cristal de la cafetería, Lisa se sentó en la misma mesa donde había compartido tantas risas con Jennie. Cerró los ojos y, por un instante, sintió su presencia a su lado.

─Gracias, Jennie─susurró─. Gracias por enseñarme a vivir y a amar, incluso en medio del dolor

Con una sonrisa en el rostro, Lisa abrió los ojos y miró hacia el mural que había creado en honor a Jennie. Era un recordatorio constante de que, aunque la vida puede ser frágil, el amor que compartieron jamás se desvanecería. En ese instante, decidió que cada día sería una celebración de la vida, no solo para ella, sino para todos aquellos que habían encontrado consuelo en la cafetería. Con el corazón lleno de gratitud, se levantó y se dirigió hacia el grupo de jóvenes que la rodeaban, lista para inspirarlos, así como Jennie lo había hecho con ella. La vida, pensó, era un hermoso lienzo en el que cada uno podía pintar su propia historia.

FIN

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